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Foro Social Mundial en Mumbai ( India)" del 16 al 21 de enero del
2004
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9 de febrero del 2004
La escritora hindú Arundhati Roy sostiene que el Foro Social Mundial necesita pasar de las palabras a las alternativas y a las acciones, para responder a la amenaza de barbarie y fascismo social, que, según ella, representa el gobierno Bush
Nuestra fiesta, nuestra lucha
Antonio Martins y Daniel Merli
En un país donde la gran mayoría de las mujeres ni siquiera pueden escoger a sus maridos, ha destacado por su éxito literario -un arte aún caracterizado, en todo el mundo, por el predominio masculino. El dios de las pequeñas cosas, su primer libro, fue criticado tanto por los fundamentalistas (que no le perdonaron las escenas de sexo entre una mujer de casta superior y un dalit, aária) como por los ortodoxos del marxismo (descontentos con las críticas al comportamiento de la izquierda). Vencedora, en su debut, de uno de los grandes premios literarios internacionales (se hizo en 1997 con el Booker, otorgado en Inglaterra al mejor libro de ficción de cada año), prefirió, desde entonces, dedicarse a otro género. Escribe ensayos, en los que debate, sin perder jamás la poesía, los destinos del mundo: poder imperial de los Estados Unidos, tribalización social, riesgos de fascismo y... alternativas.
Comprometida desde el inicio con el Foro Social Mundial (FSM), la hindú Arundhati Roy fue invitada a hablar en la apertura del encuentro de este año, en Mumbai. Transformó su intervención en una nueva sorpresa. Ante más de 100 mil persoas, presentó una propuesta concreta en favor de un nuevo mundo. Sugirió que o Fórum testase su capacidad de acción transformadora, desencadenando un boicot internacional contra dos corporaciones involucradas en las guerras imperiales, la devastación del medio ambiente o el ataque a los derechos sociales.
La intervención de Arundhati fue la más sobresaliente, pero la idea provocó reacciones contradictorias. El FSM sólo existe porque sabe preservar, ante todo, la diversidad. Para que el encuentro no sea controlado por alguna corriente política -lo que implicaría, inevitablemente, su pérdida de valor-, se evita incluso discutir las declaraciones finales. ¿Cómo actuar en conjunto, sin violar la regla? La escritora se enfrenta a esta cuestión con dos respuestas articuladas. Es exactamente por valorar nuestra diversidad, argumenta, que podemos pensar en acciones comunes. Para participar de un boicot, nadie está obligado a renunciar a su identidad, a sus reivindicaciones, a su modo específico de organizarse. ¿No fue así, además, el modo en que se hicieron las grandes manifestaciones contra la guerra, el 15 de febrero de 2003?
Arundhati va más allá. Ella cree que el Fórum corre el riesgo de reducirse a un festival, en el caso de que no sea capaz de trabajar efectivamente por un mundo nuevo. En ese caso, el encuentro "no dejará preocupados a los que quieren destruir el planeta o construir la barbarie. Será siempre nuestra música, pero no podrá transformarse en nuestra lucha"...
El 21 de enero, último día del IV Foro Social Mundial, Arundhati concedió a Outras Palavras la siguiente entrevista:
Usted hizo, en la apertura del IV FSM, una propuesta concreta de acción: articular un boicot internacional a dos grandes corporaciones asociadas a la guerra imperial, al ataque a los derechos humanos y a la destrucción de la naturaleza. ¿Cómo surgió la idea de este boicot, y qué objetivos podrían alcanzar los movimientos con él?
Pensaba en los mecanismos que mueven la globalización actual -especialmente en aquello que Thomas Friedman llama "dedo oculto en la mano invisible del mercado". Se trata del recurso a la guerra y a la violencia, el dedo que aprieta el gatillo. En un artículo que se ha convertido en un clásico, ese pensador neoliberal norteamericano recuerda que "McDonald's no puede prosperar sin la McDonnell Douglas, creadora de los cazas F-15. Y el dedo oculto que mantiene el mundo seguro para las tecnologías del Valle del Silício se llama Ejército, Fuerza Aérea, Marina y Cuerpo de Marines de los Estados Unidos". Irak es el ejemplo perfecto.
El capitalismo se está volviendo cada vez más brutal, y por eso no se trata de convencerlo, sino de enfrentarse a él. Para eso, como en toda batalla política, es necesario encontrar el ponto flaco de nuestros adversarios. Ciertamente, éste no está en el terreno militar. Es preciso, también, mostrar a las personas en la India, o en Brasil, que tienen que preocuparse con lo que se pasa en Irak. Identificar las empresas más implicadas en la ocupación puede ser un paso importantísimo. Deja claro que tenemos enemigos comunes. Estas empresas, que trabajaron concretamente por la destrucción de Irak para beneficiarse ahora con los contratos de "reconstrucción", también están promoviendo, en nuestros países, otros tipos de devastación. Es posible identificar todos los hilos de la madeja.
Es una oportunidad fantástica para nosotros, que pensamos de maneras tan diferentes, que tenemos ideas y puntos de vista tan múltiples. Todos podemos unirnos en torno a esta acción -este objetivo común que el otro lado nos ofrece-, y aún así mantener nuestra diversidad.
En textos recientes, advierte de la relación entre neoliberalismo y fascismo social. ¿Podría explicarla mejor?
Hace décadas, los defensores del neoliberalismo luchaban para conquistar la "libertad" de circulación del dinero, para imponer la hegemonía de las finanzas, para subordinar las naciones al mercado global. Ahora, están recurriendo a la tribalización social, como instrumento para viabilizar políticamente estas propuestas.
Un caso muy concreto es el de la India, donde está en el poder un gobierno semi- fascista -si es que es posible ser fascista sólo por la mitad. Aquí avanza un fundamentalismo poco conocido en el resto del mundo: el fanatismo hindú. Éste intenta resaltar su característica antimusulmana para alinearse con los Estados Unidos y con Israel. No es difícil materializar esta alianza. El propio presidente Bush es un adepto del fundamentalismo cristiano...
Este alineamiento está produciendo tragedias humanas. En el Estado de Gujarat, hubo, hace algunos meses, una masacre practicada por hindúes contra musulmanes. Dos mil persoas fueron asesinadas, 115 mil expulsadas de sus casas, mujeres violadas en masa. Nadie fue castigado, y todos fingieron que no había ocurrido nada grave. Se prohiben libros, se queman documentos históricos, se atacan profesores universitarios y escritores.
Pero los periódicos repiten todos los días que la India brilla, que su PIB no para de crecer. Allá mismo, en Gujarat, las grandes industrias y corporaciones están llevando a cabo enormes inversiones.
Parece muy pesimista con la política hindú. ¿Qué representó el FSM para las fuerzas que resisten al neoliberalismo y a la barbarie, y cómo podría ayudarles a conquistar un espacio entre la sociedad?
Fue muy importante traer el Fórum para la India. Yo no pensaba así hace un año: fui una de las personas que pensaba que era un error realizar el encuentro aquí, en el escenario en que vivimos. Estaba equivocada: el FSM es siempre esperanza de aires nuevos y tolerancia.
Pero es preciso comprender en profundidad el clima en que vivimos. La democracia se ha reducido al espectáculo de las elecciones. Todas las instituciones que eran sensibles a las presiones sociales se volvieron impermeables -porque el neoliberalismo no abre espacio para términos medios. En este ambiente despolitizado, y en un país tan diverso, el modo más práctico de formar una mayoría de gobierno es apelando al fundamentalismo. Las elecciones son, hoy, los momentos en que más se extiende el veneno del odio y la intolerancia.
El fascismo se alimenta de este clima, desde la época de la Alemania de Hitler. Se basa en un acuerdo tácito entre las grandes corporaciones y los que predican la intolerancia. Los partidos que nadan contra corriente no tienen ningún espacio, en el momento.
Hay una segunda característica especial que también contribuye a la devaluación de la política. Somos una federación de Estados. Hasta el año pasado, la derecha, que ocupa el gobierno central, convivía con el poder del Partido del Congreso, en diversos Estados. Pero en las localidades donde gobernaba, este partido llevó a cabo igualmente, la privatización en masa y el "ajuste estructural" de mercado. La alternancia entre los dos bloques se transformó en un circo. Los partidos adoptaban, una vez asumido el poder, las mismas políticas que criticaban anteriormente, cuando estaban en la oposición. Es como un juego: al analizar cada partido, uno se daba cuenta de que, en el ámbito federal, defendía una propuesta; pero en su Estado aplicaba otra, de sentido opuesto.
Los delegados que llegan del resto del mundo para participar en el FSM sufren inmeditatamente un gran impacto. Se quedan sorprendidos con la riqueza y la fuerza de la cultura, en un país tan empobrecido materialmente. Más allá del impacto inicial, ¿qué pueden enseñar al planeta Porto Alegre las tradiciones culturales hindúes?
Quien participa en el FSM entra en contacto con los grupos y las personas más extraordinarias de la India actual. Pero en muchas ocasiones es una imagen parcial. En el exterior se expande el veneno. La ola de fundamentalismo religioso está ganando fuerza y apego enormes. Es una pulsión muy fuerte, tan dificíl de combatir como, pongamos por caso, el abuso de la cocaína.
En Gujarat, los grupos hindúes que más se implicaran en la masacre de los musulmanes fueron los más excluídos: dalits ("intocables") y los advasis (aborígenes). En la periferia de Delhi, la capital, cinco dalits fueron linchados en las cunetas de una carretera, hace algunos meses. Se había muerto una vaca. Estaban cortando su cadáver, para retirarlo del lugar. Cumplían el papel que la sociedad de castas les reserva: el de responsables de las tareas más sucias. Pero la multitud prefirió creer que profanaban el animal sagrado. Ni siquiera la intervención de la polícia fue capaz de evitar la tragedia.
Se está se volviendo muy difícil soportar la vida aquí, y estoy preocupada con lo que pueda ocurrir en los próximos tres o cuatro años. Si se está a favor de la corriente, hay oportunidades. Pero para quien se enfrenta a la ola fascista, la situación se hace cada día más peligrosa y dramática. Ser un musulmán en la India, hoy, por ejemplo... ¡ Yo no sabría como sobrevivir!
Demuestra gran simpatía por la tradición gandhiana, y por la consecución de la liberación nacional sin recurrir a la violencia. ¿La propuesta de boicot contra las multinacionales es un intento de reeditar, modernizándolos, los métodos de resistencia pacífica?
Admiro la invención de Ghandi por el hecho de haber expandido los limites de la imaginación política. Pero, también en este punto, no debemos ser dogmáticos. Es preciso recordar que el propio proceso de independencia de la India apenas fue dirigido por medio de acciones pacíficas. Y en el mundo de hoy, yo me pregunto: los habitantes de países ocupados militarmente, como Irak o Palestina, ¿no tendrán el derecho de luchar contra el invasor? No estoy preparada para condenar lo que otros pueblos están haciendo, cuando no conozco a fondo sus realidades.
Coincido con la pregunta, en el sentido de que representa una actualización de la propuesta de Gandhi. Él supo presionar a los británicos por medio de la no- cooperación, del no-pago de impuestos. El mismo método puede ser aplicado a las empresas que se lucran con la ocupación de Irak. En los últimos años, nuestros enemigos "modernizaron" en muchos sentidos las formas de dominación capitalista. Nosotros necesitamos renovar la resistencia y la utopía. Contra el viejo imperialismo, el proyecto nacionalista cumplió un papel fundamental. En estos tiempos, no basta. Es preciso retomar la idea de internacionalismo.
El Foro Social Mundial se hizo viable porque, desde el inicio, supo combinar la idea de una nueva sociedad con la defensa del pluralismo y de la diversidad. Es incompatible con la idea de una posición única -y, más aún, de una dirección política. Pero entre los participantes do FSM ha crecido la idea de que debería facilitar la construcción de puntos de vista convergentes, e incluso de acciones comunes. ¿Cuál es su opinión?
Estoy de acuerdo totalmente, y pienso que el FSM corre un gran riesgo: absorber las energías de los mejores activistas del planeta, de las mentes más brillantes y de las personas más generosas, sólo para que, al final de cuatro días, comencemos a pensar en un nuevo encuentro, un año más tarde. Si eso ocurre, podrá ser absorbido por el sistema que queremos combatir. No causará daños a este sistema, ni permitirá construir un mundo nuevo. No dejará preocupados a los que quieren destruir el planeta o construir la barbarie. Será siempre nuestra música, pero no podrá transformarse en nuestra lucha.
Y necesitamos, cada vez más, pensar en nuestra lucha -o nos limitaremos a repetir un ejercicio que, con el tiempo, se volverá aburrido. El Foro realizó hasta ahora cosas bellas. El diálogo que suscitó fue un hecho político extraordinario. Pero necesitamos estar abiertos a lo que es nuevo, a los desafíos que surgen a cada momento. Estancarnos, o transformarnos en un festival, seria contradecir todo lo que el FSM representó hasta ahora.
Usted manifiesta, cuando escribe, un cierto escepticismo con las formas actuales de hacer política y, al mismo tempo, esperanza en gobernantes que tienen el coraje de seguir rumbos nuevos. ¿Cómo concilia estas dos tendencias?
Ustedes están viviendo, en Brasil, un proceso semejante al que los movimientos populares pasaron en Sudáfrica. Se lucha durante años, para llevar al poder a un líder comprometido con los cambios. Mientras tanto, cuando este nuevo gobierno asume el poder, se percata de que, a nivel internacional, su influencia es muy reducida. Se amenaza con regresar a las políticas neoliberales, el capital se bate en retirada y se abre la posibilidad de provocar un colapso económico.
Amedrentados, estos gobiernos comienzan a apoyar las recetas del FMI, a expulsar a los "radicales" del partido, a cortar derechos sociales como el derecho a la vivienda. Véase el caso de Mandela, el héroe de la lucha contra el apartheid. Al asumir el poder, adoptó políticas increíbles: privatizaciones en masivas, ajuste estructural profundo.
Por eso, creo en la independencia de los movimientos, en nuestra capacidad de mantener, incluso sobre estos gobiernos, la presión por el cambio. Ningún país, ningún líder popular, por mayores que sean, pueden enfrentarse a este sistema en solitario. Únicamente la conciencia y la movilización de la sociedad son capaces de hacerlo.
No se trata, quiero subrayar, de una posición apolítica, o que desprecia la cuestión del poder. Es muy importante que surjan gobiernos comprometidos con las transformaciones sociales. Pero es aún más decisivo ejercer, por nuestra parte, una presión que los lleve a mantener tales compromisos.
Su posición parece muy semejante a la defendida en algunos momentos por el subcomandante Marcos, de Chiapas. Él cree que no debemos abandonar la idea de emancipación social. Pero, para eso, el camino principal no sería la toma del poder, pero si la creación de nuevas formas de soberanía popular.
Estoy de acuerdo, con una única salvedad. No podemos permanecer indiferentes a la disputas por el poder tradicional. Para cambiar el mundo, tenemos que recurrir también a esta forma de presión y de lucha. Solamente no podemos acomodarnos, ni creer que los gobiernos harán el cambio por nosotros. Tendría que haber sido necesario, en el caso de Mandela -y aún lo será, en el de Lula - dejar claro que no nos desmovilizamos, que estamos atentos, que tenemos independencia y no nos vamos a confundir con el gobierno. Es la única salida para evitar frustraciones.
Publicado en Porto Alegre 2003: 28/01/2004