Mumbai, 16 de enero. Dos ideas centrales atravesaron la inauguración del cuarto capítulo del Foro Social Mundial (FSM). La primera es que el movimiento antiglobalización neoliberal debe rechazar con firmeza la invasión estadunidense a Irak. La segunda es que el altermundismo, el reunido en Mumbai, es un nuevo poder que ha emergido, el único capaz de construir otro mundo.
Tan inteligente como hermosa o tan hermosa como inteligente, con voz menuda pero palabra fuerte, la escritora india Arundathi Roy dijo, en una pieza oratoria de lujo que reconcilió la política con la literatura, que si se está verdaderamente contra el imperialismo, la globalización y el neoliberalismo se necesita oponerse a la intervención del imperio en la antigua Mesopotamia. Otros y otras más lo aseveraron también, pero no con tanta claridad y precisión.
Ataviada con un elegante vestido blanco, la autora de El dios de las pequeñas cosas explicó cómo mientras en Porto Alegre, Brasil, una multitud se juntó para vislumbrar la posibilidad de otro mundo, en Washington George W. Bush se reunió con un pequeño grupo de colaboradores para diseñar, también, otro mundo posible: el del nuevo siglo estadunidense.
Por primera vez en la historia, añadió la también promotora de la lucha en contra de la construcción de una megapresa en India occidental, en la intervención más aplaudida de la noche, una sola potencia tiene la fuerza para destruir, prácticamente sin contrapeso, a toda la humanidad.
Explicó cómo en la era del nuevo imperialismo ser pobre y terrorista se han convertido en sinónimos, y la pobreza tiende a ser considerada como delito, al tiempo que se ha puesto en marcha un nuevo racismo y un nuevo genocidio.
Irónica, desmenuzó la manera en que, mientras organismos como el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio presionan para abrir los mercados de las naciones pobres, países como Bangladesh deben pagar hasta 20 veces más de lo que hacen Inglaterra o Italia, por exportar a Estados Unidos las mercancías que producen.
Cultura y política
La plenaria de inauguración del FSM comenzó, pasadas las 18 horas, en una enorme explanada, después de la realización de varios actos artísticos.
Con un mapa del planeta pintado en blanco y negro y un mural en que se representaba la explosión de una bomba atómica a su lado derecho, nueve oradores intervinieron ante miles de personas sentadas en el suelo para explicar los retos y el sentido del Foro Social Mundial. Provienen de distintas regiones del mundo.
Chico Whitaker, de Brasil, activista social que desempeñó un papel clave en la fundación del FSM, habló de la necesidad de reconquistar la utopía y reinstalarla en las mentes y los corazones. Puso como uno de los principales desafíos de la reunión avanzar en la unidad, relacionándose con respeto a las diferencias y la no competencia.
Beligerante, el activista y escritor iraquí, Abdul Amir al Rekaby, llamó a luchar frontalmente contra la ocupación estadunidense. Recordó cómo la presencia extranjera está matando a gente inocente.
Puso como ejemplo de lo que hay que hacer en este momento la visita de José Bové a Palestina, en la que sirvió de escudo humano durante una de las más fuertes ofensivas israelíes contra el presidente Yasser Arafat. Llamó a intensificar a la presencia civil internacional en Bagdad.
Jeremy Corbyn, legislador británico perteneciente al Partido Laborista y promotor de la campaña inglesa para extraditar a Augusto Pinochet, puntualizó que el movimiento no está en contra del pueblo de los Estados Unidos sino de un gobierno que pone por delante sus intereses imperiales. Fue él quien con mayor precisión habló de la transformación de la sociedad civil en un poder alternativo.
Shirin Ebadi, la iraní que obtuvo el Premio Nobel de la Paz de este año, abogada y defensora de los derechos humanos, primera mujer juez en su país, obligada a renunciar después de la revolución islámica de 1979, insistió en la necesidad de democratizar la globalización, en considerar la extrema pobreza como una violación a los derechos humanos, en la crítica del patriarcado y en la ruptura que Estados Unidos ha hecho de la legislación mundial.
La presencia de Ahmed Ben Bella, primer presidente de Argelia (1963-1965), promotor de la independencia de su país y fundador del Frente de Liberación Nacional, mostró la importante vinculación que en Africa y Asia tiene el movimiento altermundista con las antiguas luchas contra el colonialismo.
Al sonar del tambor
El retrato de la sede del Foro Social Mundial bien podría ser una versión ampliada de una de las más concurridas estaciones del Metro mexicano a la hora pico. A la entrada del recinto se concentran conglomeraciones de asistentes, flotillas de vehículos de transporte colectivo que no avanzan y distribuidores de propaganda que distribuyen todo tipo de octavillas.
Nada más traspasar la puerta de entrada, ríos humanos marchan acompañados por el sonido de tambores y cánticos entonados en más de 15 lenguas y se mezclan con una multitud de puestos de artesanías y comida.
A la diversidad de idiomas que se escuchan le corresponde, fielmente, una variedad de vestidos y colores asombrosa en la ropa. Castas, regiones y países se muestran en la ropa. Los asistentes son, en su mayoría, hindis, aunque el número de delegados provenientes de otras naciones asiáticas es notable. Pertenecen a 2 mil 660 organizaciones de 132 países.
Alrededor de las 15 horas arribaron las caravanas de los paravanes, los intocables, los dalits. Salieron desde el pasado 6 de diciembre de toda la geografía del subcontinente indio para mostrar al resto de la sociedad el drama de su existencia.
Son los excluidos de los excluidos, los miserables entre los miserables en un país con millones de pobres. Los que no han encontrado reconocimiento ni integración inclusive en las regiones que son gobernadas por los comunistas.
Los asistentes suman ya más de 80 mil. Bollywood, terreno de una de las industrias fílmicas más productivas del planeta, es la sede de su encuentro. Para trabajar, los organizadores han levantado, literalmente de la noche a la mañana, recintos de utilería, construidos con bambú, recubiertos de papel periódico y yute, techados con lámina de zinc.
Su presupuesto ha sido exiguo: apenas 2.4 millones de dólares, pasajes incluidos. Se trata, pues, de una iniciativa sostenida, básicamente, por sus convocantes y adherentes.
Centenares de mantas, la mayoría en inglés, unas más de idiomas locales y unas cuantas en español adornan las paredes del recinto oficial. Las hoces y martillos no son aquí expresión de nostalgia alguna por épocas pasadas, sino una realidad política viva.
Pero a pesar de los llamados a sumar esfuerzos, en el campo del movimiento altermundista no todo es unidad. Las diferencias son fuertes. Al menos cinco convergencias más efectúan reuniones alternativas.
Frente al recinto oficial del FSM una coalición de 350 organizaciones radicales, la mayoría de India, llamada Mumbai Resistance, instaló un campamento independiente. Juzgan que el foro tiene orientación reformista, y que ha sido tomado por una corriente de la que es expresión el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz.
Señalan que no ha asumido una posición claramente antineoliberal, antiglobalización y antimperialista, y que las organizaciones no gubernamentales disfrutan de una influencia que no tiene nada que ver con su escasa representatividad social. Han llenado de pintas los pasos a desnivel y muros del rumbo con consignas como "La globalización no puede ser humanizada" y "El imperialismo no puede ser reformado".
Este espíritu de confrontación no es gratuito en India. La enorme pobreza y discriminación del sistema de castas crean un clima favorable a la radicalización de las luchas sociales. En este país existen hoy día 14 conflictos armados internos y no es poca la fuerza de quienes desde la izquierda reivindican (y practican) la lucha armada.
Quizás por eso uno de los delegados chinos presentes señaló: "China hizo una revolución, ahora requiere de una reforma. En India se hizo una reforma, ahora se necesita una revolución".
Vía Campesina, también reunida aparte del foro, ha buscado acercar las distintas posiciones en conflicto. El 15 y el 16 de enero promovió encuentros en los que participaron seis diferentes convergencias, el FSM incluido.
Feliz por la derrota que la Organización Mundial del Comercio recibió en Cancún, José Bové, uno de los principales voceros de la agrupación rural internacional, advirtió la importancia de promover la unidad de los movimientos sociales, auspiciar su autonomía e independencia e impedir que la lucha popular sea cooptada por los partidos políticos.
La fiesta
Pero más allá de las diferencias políticas, el tono del encuentro es, antes que nada, festivo, celebratorio. Ciertamente también lo fueron los tres anteriores efectuados en Porto Alegre. Pero éste es distinto. Aunque parezca difícil superar a los brasileños en este terreno, India parece haberlo logrado.
Tanto es así que la ceremonia de inauguración, realizada al filo de las 16 horas, incluyó un programa con espectáculo de danza adivasi, tamborileros de Kerala, percusiones, conciertibanda de rock sufi paquistaní Junoon, espectáculo de danza teatral Siwela Sonke, de Sudáfrica, y música y video temático.
En Mumbai la cultura se ha hecho política, y es uno de los lenguajes principales de la resistencia.