21 de enero de 2005
Sobre hermanas y silencios
Enero, al margen
Taller de contrainformación
Un grupo de mujeres comparte el almuerzo de sus hijos y la charla. Hablan sobre cómo trabajan los temas de violencia contra la mujer, de las ONG y de cómo buscar alternativas autónomas. Cuatro son de Nueva York y tres juegan de locales. En otro rincón, otra mujer habla sobre el significado del silencio y de los miedos.
Hermanas
Las mujeres están sentadas a la sombra de los sauces. Es la hora del almuerzo de sus hijos y comparten esa ceremonia que mezcla papilla y charla. Todas tienen mucho en común y en esa cotidiana ceremonia se están enterando de cuánto. Dos pertenecen al MTD de Solano, una al Colectivo Situaciones y cuatro son inmigrantes que residen en la ciudad de Nueva York: una tiene sus raíces en Chile, otra en Brasil, la tercera en Costa Rica y la cuarta en la India. No han venido desde tan lejos para hablar sino para escuchar, dicen. Y explican por qué.
La que cuenta su historia y la su organización Hermanas y hermanas (Sisters and Sisters) es Adjoc. Ella vive en Bushwick, un barrio dentro de Brooklyn, donde han trabajado con 300 mujeres jóvenes en temas relacionados con la violencia personal e institucional. Tienen un programa al que llaman Freedon School (Escuela Libertaria, aclara) donde a través de debates, artes y técnicas de educación popular intentan crear un espacio de reflexión y lucha contra la violencia de género. Así, al menos, era el trabajo que hacían desde el 96, cuando arrancaron, hasta hace muy poco. "Ahora todo está cambiando". El motivo del cambio es un replanteo esencial que se hicieron con respecto a la financiación que recibían de una fundación. "En los Estados Unidos no existe, prácticamente, ninguna organización que no esté financiada por una ONG. No hay modelos autónomos: todas fueron cooptadas. Y eso a nosotros nos creó siempre mucho conflicto porque teníamos conciencia de que era dinero sucio que limpian entregándoselo a organizaciones de base. Nosotros empezamos este trabajo de manera voluntaria y terminamos llenando papeles y hablando con burócratas. Eso nos creó una incomodidad y muchas preguntas, acerca de si nuestro camino no estaría siendo manipulado. También nos dimos cuenta que en las reuniones hablábamos siempre las mismas. Que las más jóvenes nunca tenían nada que decir acerca de cómo trabajar, qué hacer y cómo hacerlo. Y la nuestra es una organización de mujeres jóvenes: si ellas no hablan, la organización misma pierde su sentido. Hicimos entonces una reflexión grupal. Nosotros habíamos recorrido un camino. Habíamos comenzado demandando primero justicia para casos de violaciones y muertes. Luego, nos dimos cuenta que este sistema es tan corrupto, violento y patriarcal que no tenía sentido dedicar nuestra energía a corregirlo. Debíamos crear nuestras propias herramientas y así comenzamos a trabajar para enfrentarlo. Con nuestro arte, nuestra información, nuestra formación. Tuvimos el privilegio de criar algo nuevo allí donde no había nada. Y las que llegaron después encontraron mucho ya hecho. Pues bien: nos había llegado la hora de dejarlas criar a ellas. Nos sacamos el peso de encima de recibir el dinero de la Fundación y ahora estamos en pleno proceso de reformulación, de construir alternativas".
Sobre lo hecho hasta ahora, Adjoc rescata la idea que refleja el nombre de la organización: si tienen un problema de violencia, no llaman a la policía, lo resuelven entre hermanas. Recurren, por ejemplo, a las técnicas que aprendieron del teatro invisible. Intervenciones callejeras, donde representan situaciones de violencia e interactúan con los vecinos que se convierten así en "actores" de la escena. El grupo prepara el guión, la seguridad por si hay desbordes e interpreta a los personajes. "Queremos que la gente deje de ser público en este tipo de situaciones y actúe: pase a la acción." También han trabajado con casos concretos de denuncias de abuso. "Primero reunimos información sobre el abusador, luego pensamos juntas qué hacer y por último lo vamos a buscar y lo señalamos, no con violencia, sino con arte". Otra de las mujeres le explica que el método es argentino y se llama "escrache".
La conversación cambia entonces de hemisferio y de lo que se conversa ahora es acerca de la experiencia que el MTD de Solano y el Colectivo Situaciones han compartido sobre la lectura de un texto: El maestro ignorante. Mava y Natalia van turnándose para relatar el origen del texto y las conclusiones que la lectura en común le han dejado: las ventajas de no saber y la posibilidad de crear conocimiento a partir de aprovechar esa ignorancia. En tanto, los bebés saborean un yogurt.
Silencios
Transcripción textual de los dichos de Aneli de las Nieves Jara Sáez, integrante del MTD de Allen, Rio Negro, en el taller de salud en la tarde de hoy, viernes 21,refiriéndose a las conductas que sanan (y a las que enferman) en lo cotidiano.
"Los compañeros tienen miedo de hablar por el temor de lo que pueda resultar al decir algo. No se sienten seguros de sí mismos porque creen que lo que puedan decir afecte a algunos compañeros.Cuando se resuelve algo en asamblea, los compañeros dicen estar todos de acuerdo por miedo a decir con no. Por eso después resulta que todos tenemos que hablar y cuando tenemos que hacerlo sentimos que seamos escuchados. A veces los que hablan no se hacen entender en sus dichos, por eso los compañeros no sabe qué decir y se callan. ¿Cómo podemos eliminar los silencios y los miedos? Podemos haciendo que los compañeros digan sus opiniones sin temor, ya que todos pensamos y opinamos distinto. Algunos no se animan a contar una verdad porque tienen miedo a que los compañeros se enojen, por miedo a la bronca de los demás. Esperamos que en alguna asamblea podamos estar a gusto para opinar sin miedos y con confianza. El egoísmo y el individualismo, a veces nos provocan estar en silencio en una asamblea. El silencio crea la desconfianza entre compañeros".