Los niños pobres no deben estar condenados a morir
"Míralos, como reptiles, al acecho de la presa,
negociando en cada mesa maquillajes de ocasión;
siguen todos los raíles que conduzcan a la cumbre,
locos por que nos deslumbre su parásita ambición.
Antes iban de profetas y ahora el éxito es su meta;
mercaderes, traficantes, mas que nausea dan tristeza"
de La Belleza – Luís Eduardo Aute
Por Hugo Alberto de Pedro
http://usuarios.advance.com.ar/hugo-de-pedro/hdp.htm
¿Cuántos hijos de políticos -presidentes, gobernadores, intendentes,
senadores, diputados, concejales, ministros y secretarios-, de militares, de
directores y accionistas de: empresas privatizadas, bancos, financieras, grandes
grupos empresarios, de jueces, de terratenientes, de comunicadores y periodistas
vendidos y pagados, de testaferros de mafias y de sindicalistas comprados han
muerto o se encuentran seriamente comprometidos en su vida y desarrollo futuro
a causa del hambre, la desnutrición y la indigencia? La respuesta es
NINGUNO.
¿Qué acciones han desarrollado o implementado los gobiernos de los últimos
25 años para solucionar definitivamente los serios problemas de vida
y sustento de millones de personas? La respuesta es NINGUNA.
¿Se han cumplido alguna de las promesas electorales con las cuales han llegado
los políticos al poder y prometido el bienestar del pueblo? La respuesta
es NINGUNA.
¿Cuáles han sido las políticas activas para crear una malla de
contención social para embarazadas, recién nacidos, niños,
adolescentes y ancianos? La respuesta es NINGUNA.
¿Cuáles han sido las políticas económicas y sociales que
han privilegiado al pueblo argentino con respecto a los intereses foráneos
y de las grandes corporaciones económicas y financieras? La respuesta
es NINGUNA.
¿Sí todos los responsables, a pesar de no haber tenido el castigo de
la justicia genuflexa a sus intereses, por lo menos han recibido una terminante
crítica por parte de las máximos responsables de las creencias
religiosas que profesan? La respuesta es NINGUNA.
¿Sí ante la crueldad de la indigencia de los niños que indefectiblemente
mueren por hambre y desnutrición algún precandidato ha suspendido
su campaña presidencial y destinado esos fondos, seguramente olientes
y manchados de corrupción, para paliar la situación de muchos?
La respuesta es NINGUNO.
El actual presidente, Eduardo Duhalde, tiene la desfachatez de decirnos: "Yo
diría que la responsabilidad es de la sociedad. En la Argentina nadie
puede morirse de hambre si hay una sociedad que lo contenga. Son casos muy especiales,
y se originan en la falta de organización social". No se puede ser
tan inmoral al sostener estas afirmaciones, sencillamente porque él ha
vivido de la política siendo Intendente del partido más grande
y pobre del conurbano bonaerense -La Matanza-, vicepresidente del mayor mafioso
que hasta ahora llegó a la presidencia de la Nación -Carlos Menem-,
y continuador de las políticas de exclusión y hambre de Fernando
de la Rúa.
A ellos los une una realidad colmada de prebendas y negociados que le han permitido
poseer sus quintas, pisos, residencias, vehículos y fortunas conseguidas
mientras millones caían y caen libremente en la pobreza e indigencia,
que los convierten en marginados y extraños en su propia tierra, con
él condenable agravante de llevarlos también a la muerte. Todos
sus planes, subsidios y ayudas han sido sistemáticamente desviadas para
satisfacer las necesidades de sucias políticas partidarias y a fines
electoralistas.
Hasta el día de hoy me he contenido y de alguna forma autocensurado,
al no llamarlos a todos los responsables del estado actual de desesperación
como realmente se merecen: "Hijos de Puta". Y lo son porque siguen
cometiendo un genocidio con los "Hijos del Pueblo" que a la vez los
están condenando a no poder recuperarse jamás quedando con disminuciones
físicas e intelectuales insanables e incurables, porque son las enfermedades
relacionadas con la desnutrición la que les impide un desarrollo normal
durante el crecimiento.
Ahora debemos ver y oír a los políticos, empresarios, banqueros,
periodistas, religiosos, etc. como se hacen los conmovidos por nuestros chicos
que se mueren de hambre a lo largo y ancho de la República. No tienen
vergüenza, moral, principios ni dignidad porque sencillamente son elementos
funcionales de los intereses a los cuales representan y ante quienes doblan
sus rodillas día tras día. Seguramente que no alcanzará
con que se vayan todos sino que, además, deberán tener el justo
castigo y su destino de prisión y cárcel algún día.
Para qué seguir hablando de estadísticas, cifras y encuestas que
pretenden explicarnos la situación. Ya está hace mucho tiempo
todo dicho y con el transcurrir de los meses las mismas son más alarmantes,
como alarmantes son las ganancias y la concentración económica
de los dueños de las tierras y medios de producción de alimentos
negados a nuestro pueblo. Todo responde a los intereses del sistema que mediante
su modelo gira al exterior las riquezas generadas en la Patria.
Acá de lo que se trata es de cambiar el modelo neoliberal de exclusión
social y de hambre que el sistema capitalista ha impuesto en nuestro territorio,
o sea, en toda nuestra Sudamérica y el Caribe.
Éstos problemas ya no son de los políticos, han pasado a ser un
problema de todos nosotros, del pueblo, que debemos hacer lo imposible desde
cada uno de nuestros espacios para hacer una verdadera revolución por
la vida digna, la salud y la educación. No hacerlo hasta conseguir el
triunfo final, indefectiblemente nos convierte en cómplices necesarios
de éste verdadero genocidio. Esta matanza sin límites está
en una etapa cobarde y supera en magnitud a la del barbarismo colonialista que
terminó con los indígenas, a las matanzas de obreros de principios
del siglo pasado, a la desaparición de 30.000 seres en la década
del 70, a las injustas muertes de soldados en las Islas Malvinas y a los muertos
en manos de las democracias por el solo hecho de resistir y movilizarse en nuestras
calles.
Porque si no se cambia absolutamente el rumbo todo será peor en la vida
de millones. Solamente todo cambiará cuando seamos conscientes que con
nuestras luchas, resistencias y militancia demostremos nuestra responsabilidad
de tener y ejercer el poder para transformarlo en la herramienta que corrija
las desigualdades y distribuya el ingreso nacional generado por el esfuerzo
de todos. La forma en que han manejado el poder hasta ahora ha sido nefasta
ya que ha sido empleado para las necesidades y ambiciones de los corruptos,
genocidas y bandidos realizando la obra de la desigualdad social más
grande y sin precedentes en Argentina.
Ningún niño pobre debe ser condenado a morir. ¡ Nunca Más
!
19 de noviembre del 2002