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Hugo Alberto de Pedro

Los pol�ticos son unos atorrantes

 

...y no hablemos de pavadas
si son todos traficantes
y si no el sistema que
y si no el sistema que...
no me digan se mantiene con la plata de los pobres
eso solo sirve para mantener algunos pocos.
ellos transan, ellos venden
y es solo una figurita el que este de presidente...

de la canci�n Sr. Cobranza de Las manos de Filippi

 

por Hugo Alberto de Pedro

http://usuarios.advance.com.ar/hugo-de-pedro/hdp.htm

 

El corrupto que quiere ser arrepentido

 

            Una bomba de humo maloliente cop� el escenario de la informaci�n nacional entre dos fechas particulares y muy especiales de la vida argentina, la del 10 de diciembre y la del 20 de diciembre. La primera marca los veinte a�os de una ininterrumpida democracia representativa en los cuales ocho a�os gobern� el radicalismo y los restantes doce el peronismo, la segunda se�ala la pueblada que hizo volar por los aires al gobierno de la Alianza con el presidente huyendo dentro de un helic�ptero mientras decenas de personas eran asesinadas en las calles de la Rep�blica.

 

            Un radical arrepentido, quebrado, necesitado, apretado y/o corrupto llamado Mario Pontaquarto, con vasta experiencia en el Congreso Nacional y que fuera secretario parlamentario del Senado en el a�o 2000, ha sido llevado de la mano por An�bal Ibarra -jefe de gobierno de la Ciudad Aut�noma de Buenos Aires- y por Alberto Fern�ndez -jefe del gabinete de ministros de la Naci�n- para que recobrara la memoria de forma muy sospechosa y relatara primero al periodismo y posteriormente a la Justicia Federal parte de uno de los hechos de corrupci�n que hace poco m�s de tres a�os y medio se produjeron en el Senado de la Naci�n en oportunidad de votar la Ley de Reforma Laboral el 26 de abril del a�o 2000.

 

Estos dos funcionarios, adem�s de ser abogados, deber�an haber realizado la denuncia penal ni bien tomaron conocimiento del tema en lugar de hacer reuniones a puertas cerradas, en esas que todos sabemos que siempre se tratan los �asuntos de Estado�.

 

            Pontaquarto es un c�nico y mentiroso que si la justicia actuar�a como corresponde deber�a haber quedado detenido y no como se pretende ahora presentarlo como un arrepentido al cual hay que encima garantizarle su seguridad y la de su familia. Porque su accionar corrupto ha contribuido a que millones padezcan zozobras a l�mites inmorales e inhumanos.

 

La Constituci�n Nacional

 

            Al Senado pueden llegar aquellos que tengan m�s de treinta a�os, posean seis a�os de ciudadan�a y sean naturales de la provincia que los elija o por lo menos dos a�os de residencia en ella. Una vez que llegan se quedan durante seis a�os y pueden ser reelegidos indefinidamente en elecciones que cada dos a�os permiten que una tercera parte de ellos sean renovados. No pueden recibir empleo o comisi�n del Poder Ejecutivo excepto los empleos a escala y sus remuneraciones est�n a cargo del Tesoro de la Naci�n. Los senadores deben jurar que desempe�ar�n debidamente su cargo y que obrar�n de conformidad a la Constituci�n Nacional. Son los que deliberan en representaci�n del pueblo.

 

            Para ser presidente y vicepresidente es necesario ser hijo de un ciudadano nativo o haber nacido en el territorio argentino, adem�s de las �calidades� establecidas para poder ser senador. No podr�n ejercer otro empleo ni recibir ning�n otro emolumento de la Naci�n mientras duren sus cuatro a�os de mandato en cuyo transcurso la remuneraci�n la paga el Tesoro. Deber�n jurar que desempe�ar� con lealtad y patriotismo el cargo y que har�n observar y observar�n fielmente la Constituci�n. Podr�n ser reelectos por otro per�odo para seguir gobernando en nombre del pueblo.

 

            La condici�n de idoneidad es la �nica que establece nuestra carta magna para ser admitido en los empleos ya que todos los habitantes �son iguales� ante la ley. Le deja reservado a Dios, ya que corresponde al Gobierno federal sostener el culto cat�lico apost�lico romano, aquellas acciones privadas que no ofendan al orden y a la moral p�blica, como tampoco perjudiquen a terceros. Si alguien incurriere en grave delito doloso contra el Estado que conlleve a su enriquecimiento se considerar� que es un atentado contra el sistema democr�tico y deber�a quedar inhabilitado por un tiempo para ocupar cargos o empleos p�blicos.

 

            No hace falta ahondar m�s para darnos cuenta de la mentira institucional en la que vivimos en la Rep�blica Argentina.

 

Coimas y sobornos o acuerdos pol�ticos

 

            De confirmarse en sede judicial los dichos del corrupto Mario Pontaquarto un atorrante inescrupuloso como lo son los senadores involucrados, el presidente y vicepresidente de entonces, sabremos el destino que han tenido por lo menos 6.000.000 millones de d�lares provenientes de las arcas del Tesoro de la Naci�n, cifra �sta que hoy representa tres veces el Fondo de Asistencia a Empresas Recuperadas establecido por el Gobierno Nacional para atender las necesidades de unas 170 unidades econ�micas que han permitido recuperar m�s de 10.000 puestos de trabajo. Otra comparaci�n que demuestra una vez m�s que hacen los pol�ticos argentinos dentro y fuera de la Confederaci�n Argentina es mencionar que esa suma representan hoy 120.000 subsidios a los desocupados o bien 80.000 jubilaciones m�nimas.

 

            Las coimas y sobornos existieron y ahora deber� ser determinado por la justicia argentina, ese enmadejamiento de jueces que act�an como legos al servicio de la politiquer�a. Son los mismos magistrados que desde que se efectu� la denuncia no han logrado esclarecer este mismo tema. No han querido hacerlo sin dudas.

 

            Despu�s de 38 meses desde que Carlos �Chacho� �lvarez renunci� a la vicepresidencia, supuestamente por la corrupci�n reinante dentro del Senado de la Naci�n, y el comienzo de un proceso de investigaci�n judicial que tiene 48 cuerpos, no hay ning�n procesado, ning�n preso y ninguna verdad esclarecida.

 

Ahora el ex funcionario arrepentido (�?) entregar� a cuenta gotas toda la informaci�n, papeles, itinerarios y dem�s datos que tiene y conoce, al ser parte indispensable para que se haya desarrollado el delito.

 

            Debe conocerse la verdad y aplicarse la justicia con el mayor rigor, pero debemos advertir que este tema no debe convertirse en el montaje de un espect�culo de dimes y diretes a los que la partidocracia nos tiene acostumbrados, y que luego de ocupar varios d�as la atenci�n, la distracci�n fundamental y principalmente, nada pasa.

 

            El pueblo intuye que no ha sido la �nica vez que esto ha sucedido. El pueblo sabe que as� funciona desgraciadamente la democracia representativa. El pueblo no se equivoca.

 

Ley de Reforma Laboral

 

            La perversidad de este hecho tiene origen en la no menos grave perversa sanci�n de la ley de �flexibilizaci�n laboral� que permiti� aumentar la precariedad del trabajo, su deterioro a extremos insoportables y atent� de forma indisimulable contra la seguridad del empleo. Por ella se elevaba el per�odo de prueba en el cual los trabajadores no gozaban de indemnizaci�n ni preaviso ante el despido; alteraci�n fuera de los par�metros legales de las horas extraordinarias, las vacaciones y la jornada laboral; posibilidad de rebajar los sueldos en caso de que no se negocien nuevos convenios colectivos; permitir la violaci�n de las categor�as con la polifuncionalidad del trabajador; violentar la representaci�n gremial sindical a trav�s de acuerdos con las comisiones internas; rebajar los aportes patronales; dejar sin piso a las nuevas negociaciones de salarios; etc�tera.

 

En las calles la sanci�n de la flexibilizaci�n fue reforzada con la represi�n a los trabajadores que se movilizaban contra ella y la intenci�n de las autoridades nacionales de hacer otro ejercicio de genuflexi�n ante las corporaciones empresarias y los Organismos Internacionales de Cr�dito. Como siempre sucede.

 

            Desde el Poder Ejecutivo estas medidas fueron alentadas por el presidente Fernando de la R�a, el vicepresidente Carlos �lvarez, el ministro de Trabajo Alberto Flamarique, el ministro de Econom�a Jos� Lu�s Machinea y el ministro del Interior Federico Storani. Debe recordarse que hab�a sido el vicepresidente quien apretaba a los legisladores del FREPASO para que votara la ley que violentaba al coraz�n de las promesas electorales por las cuales la Alianza se hab�a hecho del poder. Y ahora tiene la desfachatez de presentarse como un cruzado en la defensa de los m�s elevados intereses de la Naci�n. Causa repugnancia.

 

Aqu� est�n estos son

 

            Son todos conspicuos miembros de la �clase pol�tica� que desde hace veinte a�os manejan los destinos de las Provincias Unidas del R�o de la Plata como si se tratar� de una unidad b�sica o un comit�. Decir que hace veinte a�os es una ponderaci�n generosa porque sabemos que muchos vienen haci�ndolo desde mucho a�os antes.

 

            Fernando de la R�a, Carlos �lvarez, Jos� Genoud, Alberto Flamarique, Leopoldo Moreau, Rodolfo Terragno, Fernando de Santib��ez, Jos� Lu�s Gioja, Remo Costanzo, Augusto Alasino, Antonio Cafiero, Eduardo Duhalde, Eduardo Bauz�, Emilio Cantarero, Alberto Tell, Beatriz Raijer, Ram�n Ortega, �ngel Pardo, Ricardo Branda, Carlos Verna, entre otros. Involucrados y comprometidos. Todos lo sab�an y todos callaron. Todos participaron de alguna u otra forma por acci�n, por omisi�n, por corrupci�n o por complicidad.

 

            Es despreciable saber que algunos de estos nombres se han quedado en la pol�tica, han aumentando su poder y el de sus maniobras pol�ticas. No se han ido ni se ir�n jam�s. Ni siquiera han tenido la moral, verg�enza no la tendr�n jam�s, de haber ido a presentarse al juzgado inmediatamente de haber tomado estado p�blico. Seguramente ya estar�n pensando amparase en sus fueros y buscando a c�lebres abogados para que los defiendan en el hipot�tico caso que la justicia act�e por la justicia y no por las servilletas y prebendas.

 

            El pueblo tiene la responsabilidad y la irrenunciable obligaci�n de exigir que todos los sospechados vayan presos. El empobrecimiento general, la falta de trabajo, las muertes por desnutrici�n y el desamparo es culpa de estos individuos que hemos permitido convertirlos en nuestros representantes.

 

            El pueblo no estaba equivocado cuando ped�a �Que se vayan todos�, la revocatoria de los mandatos y una democracia participativa.

 

            Menos equivocado est� el pueblo al seguir sosteniendo que los pol�ticos son unos atorrantes.

 

14 de diciembre del 2003

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