Hugo Alberto de Pedro
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Muchos otros más primeros de enero
por Hugo Alberto de Pedro
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Otro primero de enero con sus perfumes cubanos y zapatistas ha llegado, uno para cumplir 45 años y otro poco menos que una cuarta parte, 10 años.
Ahí está en el almanaque dando comienzo a cada nuevo año, ese cúmulo de 365 días en los cuales la inmensa mayoría de la humanidad -niños, jóvenes, adultos y ancianos- sufren y ven sufrir a sus congéneres de los peores males que un sistema desacreditado y perverso se empecina en seguir subsistiendo a costa de sus horripilantes acciones.
Muchos en todo el orbe tienen la certeza de que "Otro mundo es posible" y miles de millones están convencidos que además de posible es realizable. O sea, "Otro mundo es realizable".
Los ejemplos de Cuba y Chiapas están ahí siempre presentes, siempre señalando un camino, siempre indicando un horizonte.
Diciéndonos que los ideales de dignidad y autodeterminación no deben quedar resignados a improntas de un mercado neoliberal capitalista por más globalizado que se presente y por más que escandalosamente sus incalculables y poderosísimas armas de muerte imperialista, las de guerra y las otras, apunten y disparen por doquier, para aumentar sus dominios territoriales, políticos, económicos y financieros.
Es por eso que los indígenas mexicanos y los guajiros cubanos les hacen frente a la vida, diseñan un futuro mejor y no dudan en seguir adelante sin pedir permiso y sin necesidad de tolerar nada, absolutamente nada, de un conjunto de naciones "bárbaras" que se han autodefinido como países del Primer Mundo. Una muy detestable forma de presentarse ante todos como lo mejor, lo bueno y lo único; cuando en realidad son lo arrogante, lo invasor, lo colonialista y lo asesino. Ese primer mundo que pretende ser "el eje del bien", pero sin aclarar de qué bien o bienestar se trata.
Para los zapatistas que desde la selva Lacandona dijeron ¡Hoy decimos basta!, o para los cubanos que desde la isla siguen sosteniendo ¡Hasta la victoria, siempre! hay un solo hilo conductor, una mirada diferente del mundo y de la vida. La solidaridad y la hermandad con los pueblos no ha caído en el cesto de la basura que el capitalismo ha intentado convertir a las otras tierras. Esas tierras a las cuales devasta sin miramientos y a escalas tan degradantes para asegurarse un futuro solo para ellos, los elegidos, y que por una ancha y larga autopista llevan a millones de millones para arrojarlos en la desesperación, el hambre y la exclusión.
Entonces, como en 1959 y 1994 comienza un nuevo año y tenemos dos faros que nos indican otras tierras, otras mujeres, otros hombres, otras ilusiones y otras luchas. Tan añoradas como muchas tierras que tienen a sus valerosas mujeres y hombres bravamente parados y preparados para detenerlos y hacer que el mundo cambie. Porque de eso se trata. De ser revolucionarios. De ser rebeldes. De ser desobedientes. Para que la anunciada partida de defunción del horror hegemónico imperialista, ese salvaje e inhumano, día a día se astille más en su desesperación por conseguir mayor poder y que siga cometiendo cada vez más errores hasta su propia, y deseada por muchos, destrucción.
Al comenzar un nuevo año llegarán las mentiras de siempre, todas las ya conocidas y las remozadas para cada ocasión que sea necesario. Acá y allá estaremos para enfrentarlas y denunciarlas porque hemos aprendido a "sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo".
Hoy es primero de enero y tenemos un año por delante, muchos años, toda una vida si es necesario, para seguir pensando que "todo es irreal menos la Revolución".
Porque de eso se trata, de que cada pueblo busque la libertad, justicia, solidaridad y hermandad necesarias, en cualquier rincón del planeta para que todos puedan vivir y desarrollarse plenamente, y es por eso que soñaremos, lucharemos y trabajaremos por "muchos otros más primeros de enero".
1 de enero del 2004