"Mientras los pueblos económicamente dependientes no se liberen de los mercados
capitalistas e impongan relaciones entre explotadores y explotados, no habrá desarrollo económico sólido, y se retrocederá, en ciertas ocasiones volviendo a caer los países débiles bajo el dominio político de los imperialistas y colonialistas" Ernesto "Che" Guevara
El título hace referencia a la ubicación de las letras en el abecedario (...H, I, J, K, L,...) y tiene por finalidad tratar el tema de la ubicación política-ideológica del gobierno nacional encabezado por el Dr. Néstor Carlos Kirchner.
Aunque en muchos sectores se insista con la idea de que se van acabando las ideologías, para otros ya tienen certificado de defunción firmado, no significa que eso sea así. Los que así opinan cuentan con comunicadores sociales, pensadores, intelectuales, escritores y medios afines, como también con importantes líderes políticos del orbe, desde ya que los errores cometidos en todo el mundo por socialistas y comunistas justifican estos erróneos posicionamientos.
Argentina ha tenido muchos gobiernos que representaron los intereses de la oligarquía nacional desde el comienzo de su vida constitucional democrática, pasó por períodos populistas que intentaron convertirse en la jamás lograda bisagra de la historia y en los últimos veinte años primaron los criterios socialdemócratas y neoliberales. Los quiebres del orden democrático en varias ocasiones permitieron a las diferentes dictaduras la aplicación de las más tormentosas prácticas de persecución ideológica seguida de torturas, desapariciones y muertes, con el consabido interés por acabar con quienes alzaban ideales de izquierda.
El gobierno que asumió el 25 de mayo del 2003 se encontró con un país destruido y devastado, una sociedad postrada en la marginación, el hambre, la exclusión social y el desempleo, al que el actual presidente no era ajeno, tampoco extraño ni inocente. Con un Estado indefenso y bobo que no tenía, y no tiene, la más mínima posibilidad de generar políticas públicas debido a factores fundamentales como es el endeudamiento externo impagable y odioso, la inexistencia de empresas públicas nacionales de energía, comunicaciones, transporte y servicios públicos, una economía agrícola exportadora dependiente perdedora en el intercambio comercial y una clase política prebendaria, corrupta y cómplice de las peores prácticas ejecutadas en contra de los intereses nacionales y populares.
La desesperanza de los periodistas no comprometidos con los grandes medios los hace incurrir en el error de considerar a éste gobierno como progresista, de centro izquierda o izquierda, total lo mismo da. El periodismo y analistas comprometidos con el pasado actúan en consecuencia aunque con diferentes intenciones.
Los pasos elegidos por el Gobierno Nacional, han tenido en el mejor de los casos, la originalidad de traer un poco de orden al disloque impuesto por el radicalismo, menemismo, alianza y justicialismo desde el retorno al "gobierno del pueblo y para el pueblo" en aquel cercano año 1983. Es por eso que cosecha la aceptación de la mayoría de la ciudadanía y ese es saludable, pero nadie puede pretender hacernos creer que estamos ante una impronta de izquierda, por más que algunos frentes abiertos puedan entusiasmarnos y que los reconocemos y consideramos como de neto carácter reivindicativo.
Las diferentes alianzas y pactos que el Gobierno intenta realizar, y en los hechos ya ha realizado, con la indisimulada intención de ir dando forma y cuerpo a la construcción de su propio poder deja al descubierto que le está permitiendo, a los mismos dirigentes políticos repudiados por el ciudadano, irse blanqueando para demostrarnos que están muy alejados de facilitar el camino a las nuevas generaciones dirigenciales, hacerse los sordos al imperativo popular de que se vayan todos y persistir en el mantenimiento de sus cotos políticos plagados de corruptelas.
Las medidas de fondo en la estructuración económica argentina no han sido todavía enunciadas ni propuestas, menos aún realizadas. Solamente advertimos que va intentando hacer menos cruel al "capitalismo salvaje" desde una suerte de freno que lo quiere presentar como "capitalismo racional", "capitalismo humano" o "capitalismo serio". Conocemos que esto es impracticable e imposible en los países dependientes y dominados.
Es imposible considerar humano o racional aquello que no contenga en sus premisas principales el más elemental principio de colocar al ser humano en el centro de los intereses, para conseguir una sociedad igualitaria que cree las condiciones necesarias para lograr el desarrollo integral de los niños, jóvenes, adultos y ancianos.
Un gobierno de izquierda sería al que podamos apreciar llevando adelante las políticas nacionales y populares que terminen borrando de un plumazo las estructuras de la entrega, dependencia y miseria que se encuentran institucionalizadas, legalizadas y judicialmente protegidas.
Se nos quiere imponer siempre la comparación de los nuevos gobiernos con los anteriores, y desde esa mirada obligarnos a tener que verlos como instrumentos de cambio necesarios para ir logrando una República mejor con las promesas de que se irán solucionando uno a uno los problemas. Así supuestamente arribaríamos a un estado de bienestar para todos, donde la justicia social sea la abanderada de las acciones políticas. żAlguien las vio alguna vez?. Seguramente que no.
Esta terrible y temeraria falacia queda evidenciada y demostrada, no en las promesas, discursos y propuestas de los gobiernos, sino en las acciones y medidas de éstos que es la comprobación del actual estado en que se encuentran los ciudadanos, la calamitosa capacidad económica y productiva de las pequeñas y medianas empresas, las fiestas financieras, la pérdida de la cultura del trabajo, el abandonismo de la educación y la salud, el desprecio hacia nuestros ancianos, la falta de expectativas creadas para nuestros hijos condenándolos a un futuro de sufrimientos y necesidades, etc.
Los pensamientos de izquierda con su carga ideológica y necesariamente revolucionaria reivindicativa no han tomado el corazón y la impronta de la acción política de éste Gobierno, y por lo tanto considerarlo como tal es una falta a la verdad, un aprovechamiento de las circunstancias actuales y fundamentalmente intentar entretener a determinados sectores contestatarios, progresistas y de izquierda que una vez más podrían caer en nuevos desencantos, mientras los mismos de siempre van ganando tiempo a favor de que nada cambie.
No podemos asegurar que vamos a recorrer los mismos históricos caminos, aunque lo pensamos. Advertimos acciones correctivas de los desmanes realizados por ésta misma clase política, pero sin poder afirmar que los renovados y disfrazados tiempos seguirán los cursos de acción para lograr terminar con la distribución injusta de los ingresos y las riquezas nacionales. Si nos dejamos enceguecer por los primeros pasos dados por el Poder Ejecutivo Nacional inexorablemente vamos hacia una nueva desilusión como en tantos otros pasajes de nuestra historia, porque permitiremos que se retiren las miradas críticas y nuestras denuncias.
Seguramente que si Kirchner se decide por conseguir un cambio que revolucione todo el andamiaje de poderíos económicos y de la dependencia externa se encontrará con infinidad de problemas, planteamientos y operaciones de cualquier tipo que buscarán hacerlo retroceder. Si no logran hacerlo por la fuerza y golpe de los mercados lo harán con las fuerzas utilizadas en otras oportunidades demoliendo la vigencia del estado de derecho y constitucional. Esto será así, necesariamente lo será, y el presidente de la Nación lo sabe.
Seguramente, también, sabe que está en sus manos intentar hacerlo mediante un proceso de acumulación de voluntades sociales y políticas, si quiere torcer el rumbo de la dramática historia argentina no tiene más que hacer partícipes y protagonistas a las amplias mayorías postergadas en los nuevos tiempos, al tiempo que debe ir desplazando las lacras del pasado y que vemos preocupados que siguen siendo apoyadas desde el Gobierno en las elecciones que se van dando y las por venir de acá a fin de año.
Hoy encontramos a un sistema político hegemónico mundial que de la mano del capitalismo, en sus versiones de liberalismo, neoliberalismo y globalización, no solamente carece de respuestas frente al modelo impuesto de injusticias por doquier, sino que se va astillando a un ritmo que solamente puede detener con las armas en sus invasiones imperiales y la presión financiera sobre los países endeudados para que sean los que se hagan cargo de sus déficit.
Son los tiempos de hacer la gran unión de los pueblos de la América Central y del Sur, no solo en acuerdos de las cúpulas gobernantes sino desde el entramado social. No solo por los antecedentes históricos que nos identifican sino porque en cada uno de los países los problemas a solucionar son idénticos porque fuimos llevados, todos nuestros pueblos, a ésta espantosa situación con los mismos móviles y las mismas mentiras que nos hicieron perder nuestras independencias. Cabe destacar que los movimientos sociales y políticos en el sur continental están dando muestras que están un paso más adelante que las decisiones de sus gobiernos.
Kirchner no es de izquierda en absoluto porque así no lo determina su pasado como político y gobernante. Nadie puede asegurar que algún día no lo sea, pero jamás lo podrá lograr sin el concurso de las mayorías de las voluntades del pueblo.
Por ahora es un reformador de las políticas de ayer, las que han privilegiado a una ínfima minoría que se ha quedado con las rentas de todo un pueblo al que tienen en su mayoría sumido en la pobreza. Sin decisiones políticas de fondo intentará ser el restaurador de un sistema y un modelo que tiene como destino su caída estrepitosa sin fecha cierta, como no la tuvo en los países del este europeo el comunismo que se fue convirtiendo en asfixiante totalitarismo para sus propios pueblos.
Nuestra democracia carece de participación del pueblo en las decisiones y está plagada de contubernios entre los partidos políticos asociados con el establishment que le impone los temas de la agenda nacional y que hace todo más difícil de superar sin hacer grandes cambios revolucionarios. Con millones de personas que sobreviven gracias a las miserables ayudas que el sistema impone, por vergüenza a no cometer un genocidio, resta capacidad de acción para exigirlos y lograrlos mientras la duda se va sumando a la falta de decisión para realizarlos.
Será un gobierno de verdadera unidad social y popular él que tenga a su cargo iniciar los tiempos nuevos desde el convencimiento que otra Argentina es posible, cambiando el pasado para construir un nuevo futuro. El reconocimiento de nuestras experiencias de derrotas es imprescindible para diseñar los nuevos tiempos.
Por ahora, desafortunadamente, no vemos que la "K" quiera cambiar su lugar en el abecedario político para ocupar el lugar de la "I".
6 de setiembre del 2003