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Sierra Leona: La mutilación femenina como arma política
Lansana Fofana
IPS
En un país en el que más del 75 por ciento de las mujeres del país son
analfabetas, la práctica de la circuncisión femenina está tan arraigada que los
jefes de familia suelen ahorrar sus ganancias de todo un año de sus actividades
agrícolas para poder afrontar la ceremonia. Además, la mutilación genital
femenina es utilizada como arma de campaña política y dirigentes de todos los
partidos se esfuerzan por conquistar votos exaltando las virtudes de ese ritual.
FREETOWN.- "No es tarea fácil. A veces me abuchean e insultan. En momentos
cruciales me echan de lugares donde la práctica está más extendida", se quejó
Ann Marie Caulker, que encabeza una campaña para poner fin a la mutilación
genital femenina en Sierra Leona.
"Aquí, en la capital (Freetown), la práctica no está muy extendida por la
naturaleza cosmopolita de la ciudad. Pero en el interior, predominantemente
conservador, hablar de la mutilación femenina en público es casi un tabú", dijo.
Más de 130 millones de niñas y mujeres de todo el mundo han sido sometidas a la
mutilación genital femenina, en su gran mayoría en Africa, según Equality Now
(Igualdad Ya), una organización defensora de los derechos humanos de las mujeres
con sede en Nueva York.
La operación consiste en la extirpación total o parcial del clítoris, en general
sin anestesia y en pésimas condiciones sanitarias.
En algunas regiones, también se practica la infibulación, que consiste en
cercenar los labios menores y mayores y suturar el orificio vaginal, dejando
apenas una pequeña apertura para la salida del flujo menstrual. En el primer
coito, esa sutura es desgarrada.
La práctica prevalece en países de la cuenca del Nilo como Egipto, donde el 97
por ciento de las mujeres casadas de 15 a 49 años fueron mutiladas, según un
estudio de 1995.
La estrategia de Caulker es simple. Mediante su Asociación Katanya para el
Desarrollo de la Mujer (KADWA), reclutó a cientos de niñas y adolescentes entre
de 12 y 18 años, principales blancos de la mutilación genital femenina, y las
incorporó a centros de capacitación donde les enseñan a coser, teñir, tejer,
bordar y hacer jabones.
En realidad, se trata de una estrategia para encubrir su causa, porque hablar
abiertamente contra la mutilación genital femenina puede generar mucha
hostilidad.
Entre clase y clase, Caulker organiza charlas sobre los efectos perjudiciales de
la mutilación para la salud física y psicológica y aconseja a las jóvenes que se
resistan a ser iniciadas en la "Sociedad Bondo", una institución informal de
transición entre la niñez y la adultez que muchos políticos exaltan en un
esfuerzo por conquistar votos.
Buena parte de las mujeres mutiladas padecen fusión labial, quistes y dolor
durante el coito, problemas que suelen permanecer sin diagnóstico ni tratamiento
durante años. Además, muchas niñas mueren poco después del procedimiento debido
a hemorragias incontrolables o infecciones.
El procedimiento está asociado con la iniciación a la adultez y en general es
realizado por parteras tradicionales y "barberos de la salud", con instrumentos
toscos y sin anestesia.
Muchos líderes religiosos insisten en que la doctrina no exige la mutilación
genital femenina. Líderes cristianos condenan la práctica de plano, mientras
autoridades islámicas dejan lugar a la interpretación de los textos sagrados.
Todavía no existe una ley contra la mutilación genital femenina en Sierra Leona.
Ni siquiera sobre los derechos de la infancia.
Sin embargo, el sufrimiento de los niños en la guerra civil que terminó hace
tres años empujó a las autoridades a tomar medidas. Miles fueron utilizados como
combatientes, violados en masa, esclavizados o mutilados.
El Ministerio de Género, Bienestar Social y Asuntos de la Infancia redactó un
proyecto de ley para proteger el bienestar infantil con la ayuda de expertos del
Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
"Una parte del proyecto trata de prácticas tradicionales como la mutilación
genital femenina, los tatuajes y cualquier inscripción en el cuerpo contraria a
los intereses del niño. Estas prácticas se prohibirán y quienes las realicen
serán castigados", explicó Francis Murray Lahai, funcionario de protección de la
infancia en el Ministerio.
Pero la propuesta de ley ya generó una fuerte oposición.
"La mutilación genital femenina es parte integrante de nuestra cultura. No debe
prohibirse, porque ayuda a preparar a nuestras jóvenes para el matrimonio y
reduce la promiscuidad", opinó Marie Bangura, de 24 años.
Según Bangura, la Sociedad Bondo y sus ritos ceremoniales "inculcan a las
jóvenes un sentido de pertenencia y les enseñan a guardar secretos y ser
disciplinadas".
Pero los opositores de la práctica destacan el riesgo de complicaciones de
salud, e incluso de muerte.
"Incluso el argumento de que reduce la promiscuidad es falso. Hemos visto más
promiscuidad en mujeres que han sido mutiladas que en otras que no lo han sido.
Creo que todo es parte de un lavado de cerebro", opinó Dominic Sesay, activista
de los derechos de la infancia.
Un gran problema que enfrentan las activistas es el alto índice de
analfabetismo. Se estima que 75 por ciento de las mujeres del país son
analfabetas. Fuera de la capital, ese porcentaje es aún más alto, y Unicef
calcula que 90 por ciento de las mujeres han sido sometidas a la mutilación.
Los jefes de familia suelen ahorrar sus ganancias de todo un año de sus
actividades agrícolas para la ceremonia de Bondo.
"La Sociedad Bondo es lo que nos une como comunidad y mantiene nuestro
patrimonio tradicional. No podemos permitir que la destruyan. Nos opondremos",
dijo a IPS la iniciadora Ya Ndigba Thula, de Makeni, la capital regional del
norte del país.
La "Sociedad Bondo" y su práctica de la mutilación genital femenina es utilizada
a menudo como arma de campaña política. Políticos de todos los partidos se
esfuerzan por conquistar votos exaltando las virtudes de esa sociedad.
En las elecciones presidenciales de 2002, la candidata presidencial y activista
de los derechos de la mujer Zainab Bangura sufrió una derrota aplastante porque
se la acusó de hacer campaña contra la mutilación genital femenina.
Muchos creen que no existe suficiente voluntad política para proscribir la
mutilación femenina y otras prácticas tradicionales perjudiciales, como prevé el
proyecto de ley de la infancia.
La activista Mohamed Sankoh es una de las escépticas. "Faltan sólo dos años para
las elecciones. No veo que los líderes políticos tomen iniciativas sobre este
tema tan sensible", dijo.