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Salvador Allende

14 de septiembre del 2003

Manifiesto a los Chilenos
Es hora de abrir las grandes alamedas...


Partido Comunista de Chile
Han transcurrido 30 años desde la intervención brutal de las fuerzas extranjeras e internas que interrumpieron el proceso democrático de cambios profundos que cursaba en nuestra patria. El Presidente Salvador Allende emerge en toda su grandeza como la personalidad mas relevante del Siglo XX en nuestra patria. Su acto de consecuencia al ofrendar su vida enfrentando la traición, enaltece su figura histórica que crece a los ojos de nuestro pueblo y de los pueblos del mundo.

En contraste, la imagen de los traidores termina de desmoronarse y concitan un desprecio creciente.

Sin historia no existen ni el presente ni el futuro. Los que claman por el olvido tienen poderosas razones: es que la historia los condena.

Así lo prueba el debate en estos meses: pese a que aún persista el peso de la noche la verdad de la gesta popular ha comenzado a abrirse paso. Ante la imposibilidad de seguir negando sus culpas por los hechos terribles que golpearon a nuestra sociedad emerge ahora la excusa falsa de que "todos fuimos responsables". La negación airada y mezquina a rendir homenaje al Presidente Allende y los caídos, es confesión de parte en la promoción del golpe de estado. La afirmación que el proyecto popular hubiese sido inviable pretende limpiar la propia conciencia o esconder irresponsabilidades en el proceso.

Restablecer la verdad de las luchas tenaces de Allende y el movimiento popular que encabezó en pos de la creación de una sociedad más justa, basada en el reconocimiento de la dignidad de los trabajadores no es, por tanto, nostalgia del pasado. Nosotros valoramos con orgullo el actuar de Allende, el nuestro y de tantos constructores de la Unidad Popular. Cometimos errores pero no hicimos nada que nos pueda avergonzar. De allí extraemos lecciones para asumir nuestro compromiso con el futuro.

Un proyecto para el pueblo

El proyecto de Allende y la Unidad Popular representaba el anhelo ampliamente compartido por sectores de diversas inspiraciones ideológicas y políticas que comprendían que la sociedad chilena no podía continuar como hasta entonces. Las fuerzas progresistas de todo el mundo seguían con simpatía y profundo interés el camino iniciado.

Las transformaciones emprendidas correspondían a necesidades ineludibles y cambiaron la faz del país. Chile se hizo dueño de su cobre, salitre, hierro, carbón. La reforma agraria puso fin al latifundio improductivo y convirtió en sujetos a los campesinos. El Estado asumió el control de empresas estratégicas. Los trabajadores aumentaron sustancialmente sus ingresos disponiendo de la cuota mas alta de participación en la historia de Chile y adquirieron derechos de intervención real en la marcha de las empresas. En el plano de la cultura y el arte hubo un inmenso despliegue creador: junto a grandes figuras como Pablo Neruda, Víctor Jara, Violeta Parra y otros emergieron nuevas formas en la música, la pintura, el teatro y demás artes. Todos estos cambios fueron realizados en libertad, en el respeto de los derechos humanos, mediante reformas constitucionales y dentro del marco de las leyes existentes, empleándolas en beneficio del pueblo y actuando sobre la base del apoyo activo d e las masas.

Esas medidas determinaron que el primer año de Gobierno el producto nacional creciera casi 9% y la cesantía cayera a menos de 3%.

La conspiración reaccionaria

Los éxitos desesperaron al imperialismo y la derecha. Habían tratado sin éxito de abortar la instalación del Gobierno Popular en dos intentos de golpe: en 1969 con Viaux cuando se vislumbraba la posibilidad de la victoria popular y luego con el asesinato del General Schneider en Octubre de 1970. Los EE.UU. y las clases dominantes mantu-vieron siempre el propósito de usar a las FF.AA. para sus designios, neutralizando a los mandos constitucionalistas y abriendo espacios a los generales traidores.

La consolidación del Gobierno Popular y sus transformaciones era intolerable. Pusieron en acción planes centrados en la desestabilización de la economía chilena que se abría paso gracias a los cambios. El esfuerzo se concentró en provocar el desabastecimiento de artículos esenciales a través de paros patronales y del boicot internacional. En Octubre de 1972 intentaron paralizar el país y provocar la intervención de las FF.AA. Fracasaron.

Las elecciones de Marzo de 1973 dieron un resultado que desesperó aún más a la reacción interna y externa. Allende había sido electo en 1970 con 36% de los votos. La UP obtuvo en 1973 un 44% pese a todas las maniobras para ensombrecer la vida del pueblo. El sueño de destituir a Allende por vía constitucional se desvaneció.

Entró entonces en escena el uso desenfrenado de la violencia. Los grupos terroristas de derecha, con apoyo de los servicios de inteligencia extranjeros y de una parte de las FF.AA. chilenas, se lanzaron a provocaron el caos. Sólo en el mes de Agosto se realizaron mas 1000 atentados a las redes eléctricas, oleoductos y gasoductos, a los procesos productivos. Paralelamente se actuó para desplazar a los mandos constitucionalistas, en especial al General Carlos Prats.

La traición y el golpe

La insuficiente unidad en el seno mismo de la UP, las graves carencias en el diseño de la defensa activa, plenamente legítima, del gobierno constitucional, la falta de una política militar que asegurara el ejercicio del poder dentro del rumbo de lucha no armada que la UP había definido para llevar adelante el proceso, hicieron posible la interrupción abrupta de las gesta popular a sólo mil días de su inicio. Se impuso el golpe fascista encabezado por Pinochet, con el respaldo de la derecha y la anuencia de la mayoría de la directiva demócratacristiana, todo bajó la férula de Nixon, Kissinger y la CIA norteamericana.

Diecisiete años de dictadura y terror de Estado fueron el resultado del alzamiento militar que condujo a la muerte del Presidente Allende y de muchísimos dirigentes populares. Con impunidad torturaron, hicieron desaparecer y ejecutaron a miles de personas y cometieron crímenes y violaciones a los Derechos Humanos como no se conocieron antes en la historia de Chile.

Solidaridad mundial y resistencia

Solo las condenas permanentes de la ONU al régimen fascista y la poderosa solidaridad de los pueblos, que habían seguido con atención y simpatía profunda el proceso revolucionario en nuestra patria, logró frenar en parte la represión sangrienta.

La falsificación de la historia pretende hoy lavar estos crímenes con el argumento que si bien hubo "excesos", la dictadura logró la modernización del país y la instalación de un modelo económico exitoso. La verdad es otra. Los "éxitos" que la dictadura se atribuye tienen su antecedente en las transformaciones del Gobierno Popular. No habría exportaciones agropecuarias y forestales sin la Reforma Agraria, ni recursos para sostener el Estado sin nacionalización del cobre. La tragedia es que esos avances decisivos fueron usados no en beneficio del pueblo sino de los poderosos. Esa es la esencia de la dictadura. Por eso, el régimen de Pinochet terminó dejando en Chile un 44% de personas bajo la línea de la pobreza, traspasó de salarios a ingresos del capital un 15 % del PIB, equivalente hoy a 10.000 millones de dólares, destruyó la organización sindical, desarticuló los sistemas de educación, salud, vivienda. En una palabra, gobernó para los que lo instalaron en el poder de dent ro y de fuera del país.

En las duras condiciones de dictadura feroz el Movimiento Popular construyó una Resistencia creciente y diversa que desplazaría a la dictadura pero que desembocó, en el plebiscito de 1988, en un proceso de democratización pactada que, entre otras lacras, dejó vigente lo esencial de la Constitución fascista y el antidemocrático sistema electoral binominal que impide una autentica representación popular.

Rescatar el sentido histórico y los valores políticos y morales que inspiraron a Allende y a su Gobierno Popular, acercar lo que fue ese proceso revolucionario al conocimiento de las nuevas generaciones, aprender de sus luces y sus sombras así como renovar la experiencia de los combates de la resistencia antidictatorial, ayudará a abrir camino a ese otro mundo posible que demandan millones a través de toda la tierra.

Nueva Constitución, democracia plena

Vivimos un nuevo tiempo que plantea desafíos distintos y requiere nuevas respuestas. La conquista de democracia exige aventar el sistema neoliberal. Sólo así se podrán abordar las grandes tareas nacionales pendientes.

A 30 años del Golpe, se mantiene y, peor aún, se profundiza el sistema neoliberal con sus secuelas de desigualdad, cesantía, corrupción y pobreza para millones de compatriotas. Esta situación provoca una rebeldía creciente que se expresó en el Paro Nacional del 13 de Agosto.

En 15 años desde la derrota de la dictadura no se ha logrado sancionar sus crímenes. Verdad y justicia siguen siendo anhelos pendientes, se mantienen normas para hacer prevalecer la impunidad y los enclaves dictatoriales.

Se proclama el compromiso de Nunca Mas. Desearíamos que fuera posible garantizarlo. Sin embargo, para ello no bastan frases, se requiere hechos. La negativa a asumir la responsabilidad institucional de las FF.AA. es un escollo para pasar de las palabras a los hechos. Sin el cambio radical de la doctrina en que se forma a los hombres y mujeres de las FF.AA. no puede haber garantías democráticas. Mientras las concepciones de "enemigo interno", rol tutelar y otros componentes de la doctrina de seguridad nacional campeen en los cuarteles no habrá certeza de que nunca más se repita la tragedia de estos años oscuros.

Se habla de unidad nacional. Nosotros somos parte de Chile desde el inicio de nuestra historia. Queremos una patria unida y para que lo sea lo primero es asegurar una patria independiente y soberana, como la definió O´Higgins en la declaración de la Independencia y como trató de construirla Allende rescatando para nuestro pueblo sus recursos naturales y su dignidad como nación. Unidad nacional sólo es posible en el respeto de los derechos esenciales de todos los habitantes de esta tierra, si desaparecen los abismos aberrantes entre riqueza y pobreza que impone el neoliberalismo, si son respetados los derechos de nuestros pueblos originarios, si se asume la diversidad como un valor, la democracia como un método irrenunciable y por ello siempre mas desarrollada, la participación como la forma de dirigir los rumbos de la sociedad.

La alternativa al modelo neoliberal

Los pueblos del mundo entero se relacionan siempre mas estrechamente. Esa relación puede ser una factor que enriquezca y promueva el desarrollo de cada pueblo y con ello de la humanidad toda. Para que así sea todo pueblo debe ser respetado y asumir esa relación libremente Pero si ese proceso se realiza bajo el dominio de potencias imperialistas, como ocurre en la globalización neoliberal en curso, el resultado será el que vemos ante nosotros: guerra, violencia, miseria, destrucción del medio ambiente, corrupción, discriminación. Ese es y será un camino sin salida. Ese es el camino que han seguido los gobiernos de la Concertación y que hoy se propone un nuevo paso hacia la subordinación con el TLC con los EE.UU. y el rol de promotor del ALCA que penosamente juega nuestro país.

La historia no se repite. No obstante, la imborrable experiencia que encabezó Salvador Allende es una herencia que nos debe inspirar para construir el futuro de nuestro Chile y revertir el daño producido en la conciencia de los chilenos, reponer el papel fundamental de los trabajadores, abrir espacios a los jóvenes, garantizar los derechos de las mujeres, respetar a los viejos, permitir el aporte de pequeños y medianos empresarios, rescatar el papel de avanzada jugado por los artistas e intelectuales y realzar la vigencia de la lucha por una cultura democrática, participativa y transformadora.

Es necesario conquistar una nueva Constitución Política, imponer verdad total y justicia plena, rescatar nuestro cobre y el dominio de todos nuestros recursos naturales, recuperar los derechos de los trabajadores, producir una profunda redistribución de los ingresos.

Una nueva esperanza surge al calor de las movilizaciones de los trabajadores por sus derechos y por cambios políticos fundamentales. Los chilenos podemos y debemos hacer emerger un nuevo sujeto político social que aborde y resuelva los problemas del país construyendo un futuro digno para nuestros pueblos. Ese es el mejor modo de rendir homenaje a Salvador Allende y a los miles que lucharon con él y a tantos que como él entregaron su vida en defensa de los intereses del pueblo.

Partido Comunista de Chile
Septiembre de 2003
www.jjcc.cl