Chile 30 años atrás
Enrique Ortiz
Han pasado 30 años y recuerdo que teniendo ya 3 años de residencia en Santiago de Chile a las 10 de la mañana del día 11 de septiembre de 1973 estaba parado en la esquina de la calle Estado con la Avenida Alameda esperando la "micro" de "San Eugenio" para dirigirme a Blanco Encalada, sector donde se ubica la Escuela de Ingeniería de la U. de Chile, y pasó un transeúnte comentando que se había alzado la marina en Valparaíso. Fue así como me enteré que se había iniciado el Golpe de Estado contra el gobierno de la Unidad Popular y el presidente Salvador Allende. Me dirigí a la Escuela de Ingeniería, donde ya no quedaban estudiantes. Comentando entre algunos compañeros sobre los hechos que se estaban desarrollando, alguien me alertó que siendo estudiante extranjero lo mejor era que me fuera a mi residencia, pues mi vida corría peligro. Tomé el microbús "San Eugenio" de regreso al centro de Santiago y dentro del mismo me encontré con mi tocayo Enrique Maza Carvajal, compatriota venezolano, quien me comentó que iba a los cordones industriales a acompañar a los trabajadores chilenos en la defensa del gobierno popular. Fue la última vez que lo vi con vida, pues los trabajadores de los cordones industriales no ofrecieron mucha resistencia ante un ejercito regular dotado de tanques, artillería y armas modernas. Cuando las empresas fueron ocupadas por el ejercito chileno, Enrique fue ocultado por los sindicatos del sector en una de las empresas de los cordones industriales cuyo sindicato era de la oposición con la esperanza que pasara desapercibido, finalmente fue hecho prisionero. La orden recibida por los oficiales del ejercito chileno de sus superiores era contundente: "Extranjero que sea encontrado en alguna acción de resistencia debe ser fusilado en el acto".
Enrique fue fusilado impunemente, sacado de entre la fila de obreros chilenos por portar un carnet de identidad color rojo que era distintivo para los extranjeros y llevar una barba "estilo Fidel Castro", según me informaron después compañeros que estuvieron presentes en el hecho. No hubo resistencia, no hubo oposición de armas. Su delito fue estar presente en un área neurálgica como lo eran los cordones obreros del área industrial de Santiago. Su delito ante el ejercito fascista de Pinochet fue ofrecer su solidaridad al pueblo chileno. Su delito fue hacerse presente para ofrendar su vida por un proceso de justicia social en un pueblo hermano.
Horas después fui tomado prisionero junto a otro venezolano por una patrulla de soldados, quienes nos llevaron al cuartel de carabineros más cercano donde hubo la orden de fusilarnos. żEl delito? "Ser extranjeros", "Ser guerrilleros entrenados en Cuba y haber ido a Chile a matar chilenos", esa era la acusación que nos gritaban a todo pulmón los soldados y carabineros que nos interrogaban mientras, tirados en el piso del cuartel, nos colocaban una ametralladora en la frente. Eramos unos muchachos con edades de 20 y 21 años. Nos salvó un oficial de alta graduación que había estado en Venezuela haciendo un curso en el politécnico de la Fuerza Armada de Venezuela y nos envió a nuestra embajada en un taxi.
Fui uno de los pocos venezolanos que se quedó en Chile después del golpe de estado por razones de índole personal, viví un año bajo el terror de los allanamientos de los edificios cercanos a mi residencia, la tortura de amigos y desaparición de personas conocidas. Viví la presencia de soldados en los pasillos de la universidad y la ausencia de profesores por los exilios forzados y las desapariciones, el allanamiento de mi residencia, el seguimiento de la DINA y varios interrogatorios hasta que finalmente, por mi seguridad personal, opté por salir de Chile y regresar a Venezuela.
Pensé en esa época siendo un joven y sigo pensando ahora 30 años después que fue innecesaria tanta muerte y tanto dolor. Los partidos de la izquierda chilena no representaban un peligro militar para el ejercito chileno. La situación estuvo controlada al cabo de 24 horas, una vez reducidos algunos bolsones de resistencia en dos o tres de las ciudades principales. El ejercito chileno se ensañó contra su propio pueblo. En Chile se fabricó un mito basándose en mentiras y alegando la "presencia de 20.000 guerrilleros extranjeros entrenados en Cuba para establecer un gobierno comunista" una mentira trillada por la derecha latinoamericana y que ahora nos parece familiar a los venezolanos. Sólo éramos un grupo de estudiantes venezolanos, colombianos, argentinos, bolivianos y de otras nacionalidades que, cuando fueron allanadas y cerradas la mayoría de las universidades suramericanas por los gobiernos derechistas de la época, aprovechamos el generoso ofrecimiento del presidente Salvador Allende de abrir las universidades chilenas a los estudiantes latinoamericanos,.
La sociedad chilena, los muertos del golpe de estado del 11 de septiembre, los exiliados, los desaparecidos y los torturados, así como todos los que de una u otra manera fueron afectados en sus vidas por los hechos ocurridos en Chile 30 años atrás, fueron víctimas del miedo, del odio y la desesperación de una clase social privilegiada con una mentalidad medieval que, como bien lo dijo el presidente Allende 30 años atrás en su último mensaje por radio, sentados en sus casas esperaban que una mano ajena les restableciera la tranquilidad de saber que sus privilegios groseros seguirían incólumes e intocables.
Compañero Enrique Maza Carvajal, treinta años después admiro tu coraje y convicción, pues siendo un muchacho que no tenía ni entrenamiento, ni sabia disparar un arma, tuviste el coraje de enseñarnos que ser revolucionario no es sentarse en un café universitario a hablar pistoladas y teorizar sobre la revolución, nos mostraste que ser revolucionario es tener la decisión y el coraje de asumir nuestra responsabilidad como tu la asumiste. Tu muerte no ha sido en vano.
Gracias presidente Salvador Allende por mostrarnos un camino ya que la experiencia del proceso chileno ha sido un gran aprendizaje, tu recuerdo y tu sacrificio permanecerá en la memoria de nuestros pueblos.
ĄCOMPAÑERO ENRIQUE MAZA CARVAJAL: PRESENTE, AHORA Y SIEMPRE!