"Haremos aullar de dolor a la economía chilena",
dijo el mandatario estadunidense
Informe Church:
Utilizó Nixon todos
los medios a su alcance para derrocar a Allende
Al mes de su asunción, "todos los esfuerzos de la Casa Blanca estaban
orientados al golpe"
XIMENA ORTUZAR
Enviada, La Jornada
Santiago, 9 de septiembre. "ĦEse hijo de puta, ese bastardo de Salvador Allende!",
gritaba, fuera de sí, Richard Nixon, presidente de Estados Unidos, relató
Richard Helms, director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus
siglas en inglés), al dar cuenta de una reunión en la Casa Blanca,
en octubre de 1970, a la que asistieron también Edward Korry, embajador
estadunidense en Chile, y el asesor presidencial Henry Kissinger.
La furia de Nixon se debía al triunfo electoral del candidato de la Unidad
Popular (UP, coalición de izquierda) en la elección presidencial
del 4 de septiembre de 1970.
Nixon había ordenado impedir ese triunfo, a cualquier costo, o la asunción
del socialista Allende a la presidencia. Un golpe militar era la vía
para lograrlo.
"Entre el 5 y el 20 de octubre de 1970 la CIA mantuvo 21 contactos con oficiales
clave de los militares y la policía militarizada (carabineros) de Chile.
A los chilenos que se sentían inclinados a ejecutar un golpe de Estado
se les aseguró que habría apoyo decidido al más alto nivel
del gobierno de Estados Unidos, tanto con anterioridad como después de
consumarlo", indica el informe de la Comisión Church, designada por el
Congreso estadunidense para estudiar las operaciones gubernamentales y actividades
de inteligencia realizadas en Chile entre 1963 y 1973.
Un mes después de la elección de Salvador Allende, "todos los
esfuerzos de la Casa Blanca estaban orientados al golpe militar", agrega el
informe.
Korry intentó convencer a Nixon de que un golpe militar no era viable
en Chile en ese momento porque el comandante en jefe del ejército, general
René Schneider, no era comprable ni cooptable para tal aventura. A grandes
males... En la valija diplomática estadunidense llegaron a Chile, a mediados
de octubre, tres subametralladoras y abundante munición que fueron entregadas
al comando encargado de retirar ese "escollo" del camino.
Schneider fue secuestrado el 22 de octubre de 1970 y herido de muerte, utilizando
esos aportes, indica el informe y lo ratifican documentos desclasificados de
la CIA, que agregan que para tal fin se destinaron 250 mil dólares (una
fortuna, en el mercado negro).
La vía democrática
"Ocho millones de dólares fueron gastados secretamente entre 1970 y el
golpe militar de 1973", dice el informe Church, y agrega que en ese lapso "la
CIA y militares estadunidenses establecieron contactos con militares chilenos
con el fin de reunir materiales de inteligencia y permitir a Estados Unidos
entrar en comunicación con el grupo con más posibilidades de arrebatar
el poder al presidente Salvador Allende".
La prensa colaboracionista, encabezada por el diario derechista El Mercurio,
fue vocera de la campaña de terror que, según el informe Church,
"contribuyó a la polarización política y al pánico
financiero de la época, temas desarrollados durante la campaña
y que fueron explotados con mayor intensidad en las semanas posteriores a la
elección de Allende".
Igualmente, se financiaron huelgas y atentados terroristas y se fomentó
el desabastecimiento. La inflación era galopante.
Philip Agee, ex agente de la CIA, confesó años después:
"La agencia, al financiar a los camioneros, comerciantes y otros gremios que
se organizaron contra Allende (acaparando mercancías y paralizando al
país), pudo crear la apariencia de caos y desorganización que
siempre resulta atractiva a los líderes militares de derecha que abogan
por el orden y la disciplina. Esto haría que intervinieran para restaurar
el orden, la paz y la dignidad de la nación".
En materia financiera y económica, el sabotaje a Allende fue gigantesco:
la ayuda estadunidense que en 1965 -gobierno de Eduardo Frei Montalba- fue de
35 millones de dólares, bajó a 1.5 millones en 1971. La cifra
récord de 234.6 millones de dólares en créditos del Eximbank
a Chile en 1967 fue de cero en 1971, a la vez que se ponía a Chile en
la peor calificación crediticia.
El Banco Interamericano de Desarrollo, que en 1970 prestó a Chile -cuando
aún gobernaba Frei- 45.6 millones de dólares, en 1972 -con Allende-
prestó apenas 2.1 millones, en tanto que el Banco Mundial no prestó
al Chile de la UP un solo dólar.
El Club de París, presionado por Washington, no renegoció con
Allende la deuda ex-terna gigantesca heredada de sus antecesores.
Al asumir la presidencia, Allende reiteró al país: "Chile inicia
su marcha hacia el socialismo sin haber sufrido la trágica experiencia
de una guerra fraticida. Y este hecho, con toda su grandeza, condiciona la vía
que seguirá este gobierno en su obra transformadora. La voluntad popular
nos legitima en nuestra tarea. Mi gobierno responderá a esta confianza
haciendo real y concreta la tradición democrática de nuestro pueblo".
Los informes de inteligencia ratificaban lo dicho por Allende y no incluían
indicio alguno de que la UP pretendiera utilizar la fuerza para neutralizar
a la oposición y perpetuarse en el poder político.
El plan era mucho más preocupante para los intereses de Washington: se
trataba de cumplir con el programa de gobierno, mejorar la condición
de vida de los chilenos mediante una redistribución justa del ingreso
y, con votos, ir avanzando hacia etapas posteriores: el socialismo democrático.
Los mismos informes señalaban que ese plan tendría una primera
etapa de tres años.
Para marzo de 1973 estaba prevista una elección parlamentaria. La meta
de la oposición, mayoritaria en el Congreso -que actuaba como dique de
contención a los planes de reforma del Estado del presidente-, era aumentar
su representación hasta los tres tercios necesarios para acusar a Allende
de violar la Constitución, y destituirlo de su cargo.
Los informes de inteligencia estadunidenses advertían que si Allende
cumplía el programa que lo elevó a la presidencia, podría
no sólo impedir que la oposición tuviera los tres tercios, sino
alcanzar la mayoría.
Todas las luces de alarma se encendieron en la Casa Blanca, el Pentágono
y la CIA.
"Hay que hacer aullar de dolor a la economía chilena", ordenó
Nixon. Más aún, anunció que haría "todo lo posible
para dañar a Allende y hacerlo caer." Así está asentado
en los documentos desclasificados de la CIA.
Un memorando de Henry Kissinger, enviado apenas cinco días después
de la asunción de Allende, entregaba un completo plan de acción,
dentro y fuera de Chile, para aislarlo, hacerlo fracasar y eliminarlo.
Allende, consciente de la conspiración en marcha, adelantó: "Que
lo sepan, que lo oi-gan, que se les grabe profundamente: defenderé esta
revolución chilena y al gobierno popular porque es el mandato que el
pueblo me ha entregado. No tengo alternativa. Sólo acribillándome
a balazos podrán impedir la voluntad de cumplir el programa del pueblo."
En marzo de 1973 la UP obtuvo más votos que en la elección presidencial.
Los 8 millones de dólares destinados a sabotear a Allende, que a precio
de mercado negro serían mil 600 millones de dólares, no habían
bastado para frenar el avance popular.
En Washington afinaban la puntería para el "Día D"; así
llamaron al día del golpe. Faltaba definir la fecha y quién lo
encabezaría. Fue el 11 de septiembre de 1973. Lo encabezó el general
Augusto Pinochet Ugarte.