"Los militares mataron a Víctor Jara por poetizar la denuncia"
Entrevista a Joan Jara
por Oscar Jara
Su porte alto, los brotes de arrugas en un rostro de huesos largos, la melena entrecana al estilo Beatles, nos da la impresión de fragilidad, sensación que se acentúa con el castellano pausado que habla adornado de un típico acento inglés. Pero en Joan hay más firmeza que lo que le cabe en su cuerpo y lo ha demostrado en 30 años de andar de un lado a otro rescatando del olvido y del perdón el asesinato de su marido Víctor Jara y de miles de chilenos desaparecidos.
Ha tenido que aprender y ha aprendido mucho desde hace 35 años que llegó a Chile como bailarina de ballet clásico, donde se enamoró de un joven estudiante de teatro llamado Víctor y a través de él del país y la gente que le acogían. " Puede resultar tópico decir que a través de Víctor me enamoré de Chile, pero le aseguro que más de uno me entenderá cuando digo que esa relación y ese Chile me sirvió para salir del vacío en que vivimos algunos bailarines, artistas o intelectuales que venimos de Europa".
La historia de amor de dos se ensancha con el nacimiento de su hija Amanda, historia que quedó truncada por la violencia política. La intolerancia se convirtió en carnicería y se llevó por delante a su marido, su forma de vida y su inocencia y fragilidad para siempre.
OSCAR JARA - Se ha hablado mucho de la tortura de su marido y que el sadismo llegó hasta el límite de cortarle las manos. ¿Estos son hechos o mitificaciones? JOAN JARA - A Víctor le llevaron al estadio de la Universidad Técnica, allí le torturaron. Yo vi su cuerpo muy maltratado y las manos machacadas aunque no cortadas. Esto fue un invento innecesario, la verdad era suficientemente brutal como para añadirle más elementos macabros. Le torturaron de una forma bruta y tiraron su cuerpo a la calle. Los del aseo de calles le llevaron a una morgue como anónimo, pero allí le reconocieron y me fueron a buscar. Tuve suerte, si se puede llamar suerte, de encontrarlo y enterrarlo, no como otros chilenos que pasaron años, décadas, buscando a sus hijos, a sus maridos a sus padres...
OJ - Usted también se ha pasado décadas buscando justicia para estos hechos ¿piensa que ha llegado la hora por todo lo que la ha sucedido a Pinochet? JJ - En todo este proceso he pasado de la esperanza a la vergüenza. Esperanza cuando se aceptó la demanda española de juzgar a Pinochet, vergüenza cuando Gran Bretaña le dejó libre, irritación cuando se alzó como Lázaro de su silla de ruedas nada más llegar a suelo chileno, y otra vez esperanza cuando se ha levantado la inmunidad del dictador por parte de la justicia de Chile. Pero esperamos que la justicia llegue no sólo para Pinochet sino para todos sus secuaces que son muchos. Mi hija Amanda y yo somos acusación particular en una querella criminal contra Pinochet y este año ha sido decisivo, y hay que trabajar en Chile por la totalidad de la verdad y la justicia.
Para esta mujer han pasado esos primeros años de pesadilla cuando salvó la vida gracias a su pasaporte británico. Durante años dio clases de danza para sobrevivir y acudía allí donde le llamaban para hablar de lo que sucedía en Chile. En 1983 el gobierno de Patricio Alwin le concedió una pensión, como a tantas otras viudas y mujeres de desaparecidos. En principio no aceptó, pero luego destinó esos fondos para iniciar la Fundación Víctor Jara " donde Víctor está de alguna manera presente con su obra y con su música". El trabajo de esta fundación se centra en dos caminos: conservar las partituras, poemas de Víctor y todo el contexto histórico chileno donde esta obra fue creada.
El otro trabajo fundamental es el rescate cultural de la música y la cultura de pueblos indígenas.
OJ - ¿La Fundación con el nombre de su marido es una colección de su obra y de sus cosas, un sitio para aquellos que buscan al mito? JJ - Hay mucho interés en Víctor, pero nosotros queremos ir más allá. Ponemos a disposición de todo el que esté interesado el material que tenemos, pero esto es un trabajo de rescate importante, por ejemplo las partituras que es algo que se nos demanda mucho.
También se estudia la poesía, el origen y la consecuencia social. Mi marido vino de las capas más pobres de la sociedad chilena, y con su sensibilidad le dio voz a las esperanzas, a las aspiraciones de esa parte de la sociedad, pero sin paternalismos, con humildad. No olvidemos que poetizar la denuncia le causó la muerte.
OJ - ¿no es paternalista el pequeño apoyo a las comunidades indígenas en nombre de mantener una cultura que inevitablemente se ha transformado? JJ - Ese fue un empeño de Víctor, mantener cuanto sea posible, mientras sea posible. En la Fundación apoyamos el mantenimiento de instrumentos musicales autóctonos, que en la mayoría de los casos son rituales y que sin ayuda terminarían por dejar de hacerlos.
La Fundación mantiene contactos con corresponsales europeas que tienen fines parecidos y con interés en la obra de Víctor Jara. Para Joan este trabajo de comunicación constante y de intercambio es un esfuerzo muy grande, pero la mayoría de las energías se van en la comunicación interna en Chile, "ya que es más fácil comunicarse desde Santiago con cualquier capital de Europa que con Punta Arenas, por ejemplo; que está en el interior de Chile" pero la internacionalización es un hecho, no en vano canciones como "Te recuerdo Amanda" o "Duerme, duerme negrito" están interpretadas en muchos idiomas y se escuchan en los lugares del mundo donde hay un chileno, que son muchos, por la diáspora fruto del obligado exilio.
Joan visita Madrid y otras capitales europeas promocionando la nueva edición del libro que recoge la vida del cantautor, y que se imprimió por primera vez hace 25 años con el tituló El canto truncado.
El destino le ha dado a la viuda de Víctor Jara las diversas caras de la justicia y a los golpes atroces le han surgido las compensaciones más inesperadas. La reedición de El canto truncado surgió de la demanda de este libro en Chile y en distintos países europeos, que interesó a los editores. Fue un proyecto anterior a la detención en Londres de Pinochet, y de una manera milagrosa coincidió la segunda vida del libro con el proceso al viejo dictador.
OJ - ¿Este libro, a pesar de su título no ha sido truncado y esto se ve en su larga existencia y nuevas ediciones? JJ - La verdad es que yo siempre he preferido el título original que le di en inglés que es: El canto infinito, pero los editores le dieron en español un título que consideraron mas adecuado a la circunstancia histórica. Pero yo creo en un canto que ha continuado, no sólo por esta nueva edición, sino porque mi marido ha seguido presente en su música. La prueba está en que se han grabado discos recopilatorios, en muchas partes, y uno de los más importantes es el del concierto que se hizo en España con la participación de grandes interpretes españoles y latinoamericanos de las canciones de Víctor.
OJ - ¿Cuáles son las novedades de esta nueva edición? JJ - Trae un capítulo adicional en el que hablo de Pinochet, cuando fue recibido con honores en el Senado de Chile. Con las cosas que han pasado faltaría una nueva actualización, pero no puedo seguir añadiendo capítulos de una manera indefinida y sacar una nueva edición cada vez que avanza o retrocede el proceso en Chile. Espero la justicia definitiva para poner