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CHE, AYER, HOY Y SIEMPRE

Riendo con el Che

Luis Hernández Serrano

No obstante su aparente impenetrabilidad al primer golpe de vista, el Che era una persona bromista y alegre. Su propio padre declaró que "generalmente tomaba a chacota todas las cosas". Y efectivamente, reía y hacía reír con sus ocurrencias.
"A los nueve meses de mi matrimonio —narró uno de sus escoltas— nacieron mis hijas jimaguas. Al Che le gustaba verlas, se ponía a contemplarlas y un día me dijo: ‘Alberto, ¿cuál de las dos es tuya y cuál la de Cancino?’" Este era un compañero de Amancio Rodríguez que había venido en la guerra y no tenía dónde vivir y ese rebelde lo alojó en su casa.
En una ocasión al secretario de la UJC de la región matancera de Jovellanos, Alfredo Villalobos, le preguntó por su salario como dirigente de la Juventud.
—Yo gano 95 pesos más un estipendio de 25, Comandante.
Y Guevara, sonriente, le repuso:
—Está bien, tú eres chiquitico y tienes poca barriga, así que con eso te puedes mantener bien.
Un combatiente suyo, Meynardo Ramírez, allá en la Sierra Maestra, utilizó la parte más floja de una yagua y se improvisó lo que llamó unas "alfalacas" horrorosas que le protegían los pies de espinas y piedras. El Comandante no lo había visto todavía, pero al descubrirlo con aquel invento raro, lo llamó enseguida y le dijo:
—Oiga lo que voy a decirle: se me quita inmediatamente esa chapucería que se ha puesto, porque lo que usted parece, en lugar de un soldado rebelde, es un payaso de circo.
En el Hotel Sovietskaya, en la Unión Soviética, al Che le brindaron un café aguado que más bien parecía un refresco de cola. Enseguida, auxiliándose de su traductor, mandó a llamar al camarero y le preguntó cómo lo había hecho. El joven gastronómico le explicó que ponía en un vaso de agua una cucharadita del polvo de café y así obtenía la estimulante bebida.
El Che, sin demora, le dijo: "Mire, compañero, eso no está bien así. Hay que hacerlo justamente al revés: en un vaso lleno de café molido, eche una cucharadita de agua y entonces sí que saldrá café. De lo contrario es solo agua caliente".
Otro día, cuando llegó de madrugada al Ministerio de Industrias, se encontró que la compañera que estaba de guardia de Milicias dormía plácidamente. La tocó por el hombro y ella, que pensó que era su jefe inmediato, le dijo: "Déjame dormir, chico, que me estoy revisando por dentro." El Comandante volvió a tocarla y ella, al despertarse y ver quién era, exclamó, asustada: "¡Ay, mi madre, el Che!", a lo que Guevara contestó: "¡Ay madre, no, hay sueño!"
En una oportunidad, recién ascendido, declaró: "Cuando yo era nada más que el médico de la tropa y el combatiente simple, tenía la barriga como una sábana. Pero ahora, desde que me ascendieron a Comandante, me está creciendo de una manera increíble, porque los guatacas estos nada más me dicen: "Comandante, tome; Comandante, coja; Comandante, venga... y antes no, antes no era así".
El combatiente Roberto Rodríguez, El Vaquerito, quien después fuera el jefe del Pelotón Suicida en Santa Clara y muriera heroicamente, era un cuentero exquisito. Una noche le contó al Che sus vivencias personales y el Che se dedicó a ir anotando cosas en su agenda, que le sirvieron para después resumir el hecho de esta forma jocosa: "El Vaquerito empezó a contar su vida y como quien no quiere las cosas, nosotros a hacer cuentas con un lápiz. Cuando acabó, después de muchas anécdotas chispeantes, le preguntamos cuántos años tenía. El Vaquerito en aquella época tenía poco más de 20 años, pero del cálculo de todas sus hazañas y trabajos, se desprendía que había comenzado a trabajar cinco años antes de nacer".
El Che, en Bolivia, en el poblado de Caraguatarenda, quiso conversar con algunos campesinos de la zona y Elfi Tapia, la maestra del lugar, le brindó café al grupo guerrillero. Le dieron café, pero él pidió más, estaban apremiados de tiempo y solicitaron que no lavaran las tazas. Cuando la maestra creyó que él había terminado de tomar y va a coger su taza para servirle a otro compañero, Guevara le dijo: "¡Un momento, un momento!, amiga, que el Comunismo no ha llegado todavía y tiene que respetar mi propiedad privada".
En el Congo, a una pregunta de los combatientes, el Che contestó: "En mi país de origen son famosas dos personas: Carlos Gardel y yo".
Al habla con el administrador de la hilandería Inejiro Asanuma, de Gibara, le preguntó qué tiempo acumulaba en la tarea. El compañero le dijo que un mes y Guevara le comentó: "¡Entonces estoy más preparado que tú, porque yo llevo más tiempo como Ministro de Industrias!"
En la Sierra Maestra, cuando La Chivata, una avioneta de la tiranía, sobrevuela la zona donde está, el Che le dice a su tropa: "¿Qué estará buscando esa puta?"
Luego del desastre de Alegría de Pío, del 5 de diciembre de 1956, le escribe a sus padres y les dice: "Queridos Viejos: Estoy perfectamente. Gasté solo dos y me quedan cinco (...)", aludiendo a que es como el gato, que tiene siete vidas.
Y a un compañero que le dice que él no es tan equitativo, porque un día comía sin darle un poco, le contestó: "Peor eres tú, que en Fomento estabas con una rubia linda y ni siquiera me brindaste". (Fuente: Archivo de Juventud Rebelde)