VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
CHE, AYER, HOY Y SIEMPRE

Los ecos de un mito

 Juventud Rebelde

Apenas trascurridas cuarenta y ocho horas del asesinato del Che, y en planes de desaparecer su cadáver, en un memorando que confirmaba su muerte, fechado el día 11 de octubre de 1967, el consejero presidencial del mandatario norteamericano Jonhson, afirmaba que para él la decisión de ejecutar a Guevara "es estúpida".
No obstante, el funcionario yanqui reconocía explícitamente que a pesar de esto habían buscado la desaparición física de Guevara, pues la misma demostraba "la validez de nuestra ‘medicina preventiva’ para ayudar a los países que hacen frente a la insurrección incipiente".
Al otro día, aun antes de que la confirmación oficial de la muerte del Che se regara por el mundo, Thomas Hughes, especialista para América Latina del Departamento de Estado, analizaba el significado de "la derrota del ‘táctico’ de la estrategia revolucionaria cubana". En su informe explicaba que el Che sería elogiado "como el revolucionario modelo que escogió una muerte heroica".
Por esta razón, vaciar la imagen del Che, desideologizarlo, hacer un arquetipo hueco de aventurero y soñador, ha sido la constante que ha guiado la estampa de la mítica figura en camisetas, banderas, insignias, calzoncillos y hasta trajes de baño. La estrategia estaba bien trazada por la CIA, y así lo demuestran los primeros pasos dados por esta para calumniar a la guerrilla.
Ya antes de morir, la instantánea de un Guevara preso y rodeado de sus captores, que tomó el fotógrafo de la agencia Reuters Freddy Alcorta, tras pagarle 75 dólares a sus guardianes, recorrió el mundo entero en un intento por demostrarlo derrotado.
Igual publicidad se le dio al resto de las imágenes del Che muerto, tiradas por fotógrafos seleccionados, a los cuales les impidieron acercarse lo suficiente como para que vieran el tiro de gracia detrás de la oreja, que desmentía la versión de caído en combate.
En mayo de 1968, un artículo fabricado por la CIA difamando a Tania la Guerrillera era publicado en el periódico alemán Welt Ann Sontang, y en junio se replicaría en el boliviano El Diario, después que un oficial CIA se reuniera con varios periodistas.
Llama la atención que cuando estos reporteros le espetaron al agente de la Agencia que nadie en Bolivia creería esas mentiras, indignado el funcionario del espionaje les respondió: "No importan los bolivianos, ellos son analfabetos, no saben leer, importan los europeos y los norteamericanos. Allí un por ciento va a creer, a otro por ciento les convendrá creer, a otro por ciento le haremos creer, el resto dudará".
Y sería más categórico todavía al indicar la estrategia desinformadora futura: "Nuestro éxito consistirá cuando hagamos de los guerrilleros unos aventureros y de Tania una mujer vulgar."
Un duro golpe en este intento de desvirtuar la esencia revolucionaria de la guerrilla sería la publicación en Cuba del Diario del Che en Bolivia, distribuido gratuitamente el primero de julio de 1968, y por cuya causa fue perseguido Antonio Arguedas, entonces ministro del Interior de ese país, quien proporcionó un juego de las copias secretas de las anotaciones del mítico guerrillero.
La estrategia, a pesar de todos los esfuerzos, de la sistemática campaña de publicidad con libros, folletos, escritos en los periódicos, entrevistas y hasta el pago de intelectuales vendidos, ha fracasado. Porque el Che, por encima de la mercantilización de su imagen, de los intentos por encerrarlos como un arquetipo de nylon, es una expresión genuina del altruismo y el humanismo.
Único ídolo blanco venerado en los guetos negros de los Estados Unidos, figura repetida en las pancartas enarboladas por los estudiantes durante el Mayo Francés del 68, o en portadas de álbumes de grupos rockeros, son algunas formas de tomar al Che como estandarte de rebeldía. Sí, es ropa, moda. Pero es a la vez contenido.
El hombre que de forma irreverente firmaba los billetes del Banco Nacional de Cuba, como recordara Eliseo Diego; la persona que sudaba con los obreros en un trabajo voluntario y alertaba en un libro de cabecera para muchos sobre las "armas melladas del capitalismo", ha sido atrapado en camisetas, pero también en sus libros.
La larga melena, la voluntad a toda prueba, el desinterés internacionalista, ese sentir en la mejilla propia el golpe recibido por cualquiera en alguna parte del mundo, hacen del Che algo más que un ícono frío.
Las palabras de Fidel cuando aseguró que "se confunden quienes creen que su muerte es la derrota de sus ideas, la derrota de sus tácticas, la derrota de sus conceptos de la guerrilla", persiguen desde entonces constantemente a los que pretendieron aniquilarlo