Un hombre extraordinario, pero real
A 75 años del natalicio del Che, sus hermanos Juan Martín y Celia, recuerdan en exclusiva a quien nunca dejó de ser para ellos su Ernestito
Deisy Francis Mexidor
En los primeros días de junio de los años 1936 y 1937, toda la familia Guevara de la Serna salía para Buenos Aires. Vivían en un pueblito de Córdoba, llamado Alta Gracia, sitio al que se trasladaron por recomendación de los médicos, a causa de la persistente asma que aquejaba al hijo mayor. A Buenos Aires solían viajar para festejar el cumpleaños de Ernesto, el primogénito, y de la abuela Ana, que cumplía un día después.
De esa época no puede hablar el quinto y último de la prole, Juan Martín. Aún no había nacido, pero sí asegura que la familia disfrutaba de aquellas jornadas todavía vivas en el tiempo.
Para Juan Martín solo existe la memoria, porque lamentablemente, no guarda fotos. Quedaron fuera de su poder debido a las idas y venidas que le deparó la vida. Juntos, no recuerda ninguna imagen, "quizá hay alguna de Punta del Este, Uruguay, que debería tener Roberto, mi otro hermano, o tal vez alguna de Cuba, en 1959, que pueda estar en manos de Ana María Erra, la viuda del Viejo, que vive en La Habana".
Mas prefiere conservar ese sentimiento muy suyo que no solo a él, sino también a Celia y Roberto —Ana María ya falleció—, los hace huidizos a la publicidad. A fin de cuentas las heridas están ahí. No cierran, por eso "no soy (somos ) muy afectos a las entrevistas. Pero tratándose de la juventud cubana, voy a responder..."
HABLAR DE TANTAS COSAS
Ernesto vivió en Alta Gracia desde los cinco años hasta los 16, o sea, su niñez y adolescencia. Juan Martín, el menor, llegó cuando el joven Ernesto tenía 15 años.
"El Che que yo recuerdo —el que conocí directamente—, es el de los primeros días de la Revolución (6 de enero de 1959). Por aquel entonces estuvimos unos meses en Cuba, tenía yo 15 años. El cambio de quien era Ernestito, al Comandante, era mucho más grande, viendo cómo los demás lo trataban; porque en nuestro trato personal, yo lo seguía viendo y sintiendo con el mismo ánimo jodedor irónico de siempre.
"Por supuesto que la diferencia entre Ernestito y el Che, era inmensa. Pero nunca pude verlo con esa dimensión histórica y de dirigente tan importante, sino que lo seguí viendo como mi hermano mayor, con ese cariño y calor.
"La segunda vez que estuvimos juntos —y fue la última en que estuvo toda la familia—, fue en Punta del Este, Uruguay, en ocasión de la reunión de la OEA, en 1961.
"Los dos años transcurridos entre el 1959 y el 1961 habían hecho madurar en mí más cosas. La dimensión de la Revolución cubana y del Che eran ya más importantes para mí. Pero seguía siendo aquel hermano con el que se podía hacer chistes, sobre él, sobre nosotros y sobre todo. Además, a pesar de la autoridad que imponía, seguía siendo enemigo de la formalidad y el protocolo, al menos entre nosotros. Y conversábamos de cosas más trascendentes (para mí), por ejemplo, de qué haría yo en el futuro, de los momentos que él veía que se avecinaban, porque sus tiempos de familia eran escasos".
ESCRIBIR EN LOS COSTADOS
"Me regaló un libro, me dijo que lo leyera, que lo estudiara, pero que fuera con actitud crítica. Era un manual de economía política de la Academia de Ciencias de la antigua Unión Soviética. De estudiarlo, no lo hice, pero leerlo y con actitud crítica, sí. Y creo que es algo que me queda aún hoy de aquel consejo.
"Por la diferencia de edad entre él y yo, ya cuando tengo uso de memoria y razón, no era la edad de las travesuras de Ernesto. Yo solo recuerdo comentarios relacionados con su desenfado, que, por otra parte, era moneda común en mi casa, con sus audacias, y con su forma de "cargar", o sea, "hacer bonche" sobre sus amigos y sobre nosotros.
"En nuestra casa había libros de toda clase; como él estudiaba medicina, lógicamente había libros de medicina, pero tenía las obras completas de Freud, mezcladas con libros de poesías (por ejemplo de autores franceses, que leía y recitaba en francés desde los lugares más inesperados.) Novelas, libros políticos. Lo que más se daba en casa eran discusiones sobre política, tanto del país como internacionales, cada vez que se reunían más de dos personas por un rato, se avecinaba una discusión.
"La filosofía le interesaba tanto que escribió un glosario, algo así como un diccionario filosófico. Además tenía la costumbre —odiada por todos los demás ocupantes de casa— de escribir en los costados, arriba, abajo, sus comentarios, en el libro que estuviera leyendo. Entonces cuando uno leía ese mismo libro, andaba pensando por qué habría subrayado esto o aquello, en vez de enfocar al autor.
"Nuestra madre era gran lectora, nuestro padre tenía inquietudes artísticas y mucha fantasía. Los pensamientos de la familia eran variados (dentro de la apertura de lo que pudiéramos llamar librepensamiento), y de mucho debate, mucha polémica. Nunca una cuestión importante pasaba sin que hubiera alguna discusión.
"Además, nuestro padre sostenía que había que estudiar para tener un título, porque por más que uno supiera, si no tenía título, no eras nadie. Al parecer mis hermanos entendieron tanto lo de estudiar como lo del título, porque todos fueron profesionales, salvo el que suscribe".
AMIGOS TENÍA MUCHOS
"Definitivamente sí y a viva voz", afirma Juan Martín al referirse a cómo en la propia intimidad del hogar Ernesto expresaba sus inclinaciones políticas, aunque nunca estuvo afiliado ni fue militante activo de ninguna organización mientras vivió en Argentina.
"Ernesto era para mí un hermano mayor, siempre dispuesto a lo que como pibe (fiñe) yo estuviera buscando, siempre se interesó por qué cosa uno estaba pensando. Siempre me insistía con el estudio, porque no me veía muy convencido del asunto.
"Nuestro núcleo familiar estaba bastante disperso, pues algunos se casaron pronto, otros estaban en sus actividades de trabajo o estudio, mis viejos se separaron por la época de mi niñez, así que la familia que yo tengo en la mente estaba, como planteé, algo dispersa.
"En él, claro que hubo algo de aventura en sus planes constantes de embarcarse de enfermero en petroleros, de hacer un tour en bicicleta por el país, en andar en planeador, o en moto con nuestro tío Jorge, y así... Me imagino que la inquietud que cada viaje y aventura le traía, le haría idear otros nuevos, y también en cada viaje la cuestión sería menos aventurera y más de conocer y profundizar en aquello que se entreveía. Esto lo supongo.
"Con la Vieja, es sabido la predilección de ella por él y la relación que con el tiempo, fue mucho más allá del cariño para pasar a respeto y coincidencias. El carácter duro de la Vieja, más su asma, seguro que influyeron en él, lo mismo que en nosotros, a nuestra manera.
"Amigos tenía muchos, de los que venían de Córdoba, de los que había conocido en sus viajes, algunos parientes, compañeros de estudio. Con algunos jugaba al ajedrez muy seguido, con otros se dedicaba al deporte o al periodismo deportivo, con otros al estudio de la alergia y así recuerdo, toda clase de amigos. Ninguno de ellos se distinguía por tener dinero o ser de clase social alta. Lo contrario sí podía ser.
"Mi vieja siempre apoyó las decisiones de Ernesto, y en general las de cualquiera de nosotros. El Viejo siempre tuvo diferencias y temores y trató de entrometerse en las decisiones. No tuvo mucho éxito. En lo que respecta a mí, por supuesto que lo apoyé por dentro y explícitamente.
"Me entero de su muerte por la prensa, con aquella foto que circuló por el mundo, y que en un principio algunos se resistían a creer. Yo estaba en la calle, trabajando, era ayudante de repartidor de un camionero, y allí, de madrugada, vi el diario con la foto. Todavía no se sabía que lo habían asesinado a sangre fría, pero desde el primer momento estuve convencido de que era él y de que lo habían matado."
Actualmente Juan Martín Guevara es presidente de la empresa Puro Tabaco S.A., distribuidora exclusiva de Habanos en Argentina.
Un recuerdito de Celia
Tuvimos la posibilidad, en esta búsqueda, de contactar también con Celia Guevara, otra de las hermanas del Che y he aquí lo que nos narra: "A festejar el cumpleaños de Ernesto y de la abuela íbamos en un auto viejo que le decían la "catramina" y que creo que era un Chevrolet. Tenía cabina para dos, y un toldito para la lluvia y el sol, y en el baúl de atrás nos acomodaban a los cuatro. Martín llegó después.
"Tardábamos tres días en llegar a Buenos Aires y mientras tanto dormíamos en pensiones en los pueblos del camino. Leíamos revistitas: Patoruzú, Billiken y libros de Verne y Salgari y nos peleábamos continuamente por los turnos para leer.
"De vez en cuando papá o mamá se bajaban del auto y ponían orden. Nosotros, estoy segura, que nos divertíamos de lo lindo en el viaje, mis padres no sé.
"Después, al llegar, nos repartían entre los tíos. Ernesto se quedaba siempre con mi abuela y Beatriz, su tía preferida. Siempre estuvo más cerca de la familia de papá que de la de mamá. Los 15 de junio nos reuníamos todos, padres, tíos, sobrinos en casa de mi abuela, donde se hacía gran fiesta familiar con torta para los dos festejados. Me parece que abuelita era además su madrina y había vivido con ella hasta el año. Era su nieto preferido.
"A veces nos dejaban en una quinta, en un lugar que se llama San Isidro, en casa de una tía, hermana de papá, María Luisa, a quien adorábamos, y allí la vida era un paraíso, porque el terreno tomaba casi media manzana. Llena de árboles, plantas talleres, veredas y primos.
"Esto fue así hasta que nos mudamos a Córdoba, en 1943. Después creo que viajábamos en tren, pero siempre en junio íbamos a ver a mi abuela, que era la única abuela que conocimos. Alguna vez abuelita vino a Alta Gracia, pero le costaba viajar. Su muerte, en 1947, fue muy llorada por todos.
"Sí sé que el cumpleaños de Ernesto lo festejábamos, hasta que él se fue..."
NOTA AL PIE DE CORREO
"¿Por qué crees que pudo estar preso Martín?, por argentino revolucionario", me confirmó una amiga, vieja luchadora de aquella nación sudamericana. En una nota al pie del correo en el que llegaron las respuestas a esta entrevista, él confiesa: "...efectivamente, estuve en prisión desde el año 1975 a 1983, pero este capítulo lo dejaremos para cuando, como usted dice, nos veamos frente a frente, como manda el género.
"Un saludo enorme para toda la juventud cubana desde nuestro frío sur, pero con el calor del corazón..."
Juan Martín Guevara