29 de octubre de 2002
Apuntes sobre José Carlos Mariátegui
Gabriel Lanese [1]
Rebelión
Hoy, cuantos resistimos a sumarnos al coro de tan huero oportunismo, por no decir otra cosa, estamos en el deber de formar en torno de la esclarecida figura de Mariátegui pequeños núcleos de hombres libres y desinteresados, a fin de que se vuelva a oír su clara voz de Amauta.
¿Qué mejor homenaje que el de sentirnos, en Santiago, Buenos Aires, La Habana, México, amigos de José Carlos Mariátegui, no sólo en el décimo aniversario de su muerte, sino siempre, mientras conservemos el ejemplo de su vida y de su obra?
Enrique Espinoza, 1940 [2]
El siguiente artículo es parte de un trabajo de estudio y valoración crítica de la obra de José Carlos Mariátegui, que hemos iniciado con el objetivo de recuperar desde el punto de vista del trotskismo las ideas del marxista peruano, a fin de enriquecer la teoría y la práctica de los marxistas revolucionarios latinoamericanos, en una situación mundial donde el Cono Sur de nuestro continente está plagado de procesos políticos y de lucha de clases.
En este sentido, volver sobre Mariátegui es una tarea indispensable para emprender la tarea de reconstrucción del marxismo revolucionario en los terrenos teórico, político y organizativo, valorando críticamente la importante labor de traducción del marxismo revolucionario al terreno específico de América Latina que éste realizó.
La obra de Mariátegui es vasta y en cierto sentido fragmentaria, aunque destaca una importante cohesión teórico-política. Hemos elegido comenzar por analizar y comentar el proyecto de programa del PS peruano, redactado por Mariátegui a pedido de su Comité Organizador, porque es un documento que condensa una serie de cuestiones fundamentales que permiten abordar las aristas centrales de su pensamiento político y ubicarlo en relación con los debates alrededor de los cuales se constituyó la corriente animada por León Trotsky. El hecho de que sea un texto breve y concentrado no hace más fácil sino más difícil nuestra labor.
Acometemos esta tarea sabiendo que nos encontramos ante una herencia en disputa, la que en la mayoría de los casos tiene como móvil exclusivo, el camuflaje de un oportunismo político visceral[3]
I
Crítica del Proyecto de Programa del Partido Socialista peruano
El texto no presenta un programa acabado sino su esqueleto. Contiene nueve tesis en forma de afirmaciones teórico-políticas. A las tesis sigue un conjunto de reivindicaciones inmediatas, terminando el texto con las tareas que se propone el Partido Socialista en lucha hasta la victoria definitiva del socialismo. Aquí nos limitaremos a comentar el contenido de las 9 tesis, ya que concentran definiciones teórico-politicas que trascienden el programa de reivindicaciones inmediatas. Nos referiremos invariablemente al documento como proyecto de programa o programa a secas.
En el análisis y crítica del documento nos permitiremos algunas disgresiones que sirvan para complementar nuestras observaciones, sin modificar el objetivo de estas líneas.
Internacionalismo proletario y socialismo en un solo país
La primera tesis señala el carácter internacional de la economía contemporánea, que no consiente a ningún país evadirse a las corrientes de transformación surgidas de las actuales condiciones de producción.
En la misma línea la segunda tesis señala el carácter internacional del movimiento revolucionario del proletariado y prosigue afirmando que el PS adapta su praxis a las circunstancias concretas del país, pero obedece a una amplia visión de clase y las mismas circunstancias nacionales están subordinadas al ritmo de la historia mundial [...] es fácil comprender la ley histórica que, en una época de más acentuada interdependencia y vinculación de las naciones, impone que la revolución social, internacionalista en sus principios, se opere con una coordinación mucho más disciplinada e intensa de los partidos proletarios...
Para Mariátegui, el internacionalismo no era sólo un ideal sino una realidad histórica, como había afirmado en sus conferencias sobre la historia de la crisis mundial, realizadas en la Universidad Popular González Prada. Este principio es el que expresan las dos primeras tesis del programa y guió la labor de Mariátegui durante toda su vida, difundiendo la más revolucionaria de las corrientes de transformación surgidas de las actuales condiciones de producción: las lecciones de la revolución rusa y el bolchevismo.
Ahora bien, volviendo a las tesis del programa, es evidente que un punto de vista como el que señalamos es claramente contradictorio con la teoría del socialismo en un solo país, adoptada cual credo servil por el VI Congreso de la Comintern, apenas unos meses antes de la redacción por Mariátegui de este documento.
Sin embargo, el programa no emite juicio, ni siquiera nombra la perspectiva del socialismo en un solo país. No la suscribe, pero tampoco la critica, lo cual constituye el déficit central del documento, ya que la doctrina del socialismo en un solo país constituía una revisión completa de las ideas marxistas en todos los terrenos y un brusco viraje en relación con las tareas de los comunistas hacia una política centrista que, una vez dejado atrás el zig-zag ultraizquierdista del tercer período que permitiera el ascenso de Hitler en Alemania, terminaría cristalizando cada vez más en una política reformista y de conciliación de clases con la burguesía a través del Frente Popular (VII Cogreso de la Comintern, 1935) llegando hasta la miserable exaltación de Roosevelt y otros personeros del capitalismo y a la disolución de la Comintern en 1943.
A pesar de que el programa no toca esta problemática, Mariátegui tomaría posición sobre la lucha política al interior del PCUS en un artículo publicado el 23 de febrero de 1929 en la revista Variedades con el título El exilio de Trotsky.
En este artículo Mariátegui apuntaba que Trotsky había jugado un papel primordial en la política soviética y que representaba la ortodoxia marxista y el sentido urbano, obrero e industrial de la revolución socialista. Incluso decía que sin la crítica vigilante el gobierno soviético podía degenerar en un burocratismo formalista y mecánico.
Pero en el aspecto positivo del debate juzgaba inconsistente el programa de la Oposición y apuntaba que la revolución rusa estaba en un período de organización nacional, en el cual no era lo central el establecimiento del socialismo a escala internacional, sino realizarlo en Rusia. A pesar de su gran admiración por Trostsky, que manifestaba en el artículo, para Mariátegui Stalin representaba a y era parte de una camada de hombres que captaban más profundamente el carácter nacional y los problemas políticos que en ese momento tenía que afrontar la Revolución Rusa.
Esto quiere decir que si bien Mariátegui no adhirió explícitamente a la teoría del socialismo en un solo país, al confundir los inicios del proceso de retroceso y burocratización con un momento coyuntural de organización nacional de la revolución, apoyó la política conservadora de Stalin (que veía como un necesario período de prudencia) y no pudo realizar una evaluación concreta del fenómeno del Thermidor, que suponía posible, cuando en realidad estaba en acto.
Similar error de apreciación cometería otro gran revolucionario como Gramsci, quien confundiera el Thermidor con un proceso de consolidación nacional de la hegemonía de la clase obrera y los comunistas[4], señalando, al igual que el peruano el supuesto cosmopolitismo de Trotsky.
Volviendo al programa, el silencio frente a la situación de la URSS y la teoría del socialismo en un solo país, torna abstractos, vale decir incompletos e insuficientes, los fundamentos internacionalistas de las dos primeras tesis.
II
¿Marxismo-leninismo?
Dice la Tesis 4:
El capitalismo se encuentra en su estadio imperialista. Es el capitalismo de los monopolios, del capital financiero, de las guerras imperialistas por el acaparamiento de los mercados y de las fuentes de materias brutas. La praxis del socialismo marxista en este período es la del marxismo-leninismo. El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo, y de los monopoilos. El Partido socialista del Perú lo adopta como método de lucha.
La identificación del estadio imperialista del capitalismo es fundamental para el análisis de las tesis siguientes sobre las carácterísticas de la formación económico-social del Perú y las fuerzas motrices del proceso revolucionario. Ahora bien aquí queremos detenernos en la definición del marxismo-leninismo como el método revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios.
En principio vale aclarar, que este es un texto escrito en 1928; con esto queremos decir que no es lo mismo hablar de marxismo-leninismo en la actualidad (lo cual suelen hacer los stalinistas de todos los pelajes), que en aquellos años donde el contenido del marxismo y en particular de las ideas de Lenin estaba en disputa.
En este sentido es que una definición como la presente resultaba claramente insuficiente en 1928, en el contexto de lucha política e ideológica por el contenido del marxismo revolucionario. Desde 1923, el debate sobre el leninismo que se desarrolló al interior de la dirección del PCUS y más adelante como una discusión abierta (campañas de difamación antitroskista incluidas) constituyó a grandes rasgos una lucha entre quienes defendían el espíritu de Lenin (Trotsky y sus amigos) y quienes transformaban en letra muerta la obra del gigante revolucionario.
Contra toda repetición escolástica de la letra de Lenin, Trotsky afirmaba que el leninismo es el marxismo en acción para señalar el carácter revolucionario de la praxis bolchevista, contrario a toda canonización.
A simple vista, la definición que hace el programa del marxismo-leninismo se emparenta con la de Stalin que afirmaba el leninismo es el marxismo de la época del imperialismo y de la revolución proletaria, con el objetivo de oponer el marxismo de Lenin al marxismo de Marx, en función de independizarse de la herencia marxiana, para presentar la utopía reaccionaria del socialismo en un solo país como la adquisición más reciente del leninismo.
Ahora bien, ¿el programa postula el mismo punto de vista?
¿Es Mariátegui un partidario de la oposición entre el marxismo de Marx y el de Lenin?
A esta pregunta cabe un rotundo NO . Volvamos para esto a la definición de la tesis 5
La praxis del socialismo marxista en este período es la del marxismo-leninismo. El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo, y de los monopoilos. El Partido socialista del Perú lo adopta como método de lucha.
Notemos que Mariátegui señala no un marxismo de la época imperialista sino una praxis y un método propios del socialismo marxista en las condiciones concretas de la época imperialista.
Es decir, parte de una relación de continuidad y no de oposición entre Marx y Lenin, señalando que la etapa imperialista implica tareas distintas a los revolucionarios marxistas, como parte de una misma tradición revolucionaria.
Nos referimos no sólo al análisis del fenómeno imperialista sino a la premisa de la insurrección como arte, opuesta a la táctica-estrategia reformista de la socialdemocracia, que Mariátegui identificaba no con Marx sino con Lasalle.
Lejos estaba Mariátegui de oponer Lenin a Marx, en función de la orientación conservadora del Kremlin. [5]
Por otra parte, en su trabajo Defensa del marxismo (donde reivindica la figura de Trotsky como la del ideólogo organizador y su Literatura y Revolución) Mariátegui muestra cuan alejado estaba de la escolástica doctrinal stalinista, relacionando el marxismo con las ideas de Sorel, Croce y Gobetti.
Parafraseando a José Ingenieros, por quien Mariátegui tenía gran admiración, el peruano era sin duda un hombre que no se creía obligado a pensar con la cabeza de los demás.
III
Génesis y Estructura del proceso revolucionario
En la quinta tesis, siguiendo las indicaciones de la tesis 3, Mariátegui señala:
La economía pre-capitalista del Perú republicano que, por la ausencia de una clase burguesa vigorosa y por las condiciones nacionales e internacionales que han determinado el lento avance del país por la vía capitalista, no puede liberarse bajo el régimen burgués, enfeudado a los intereses capitalistas, coludido con la feudalidad gamonalista y clerical, de las taras y rezagos de la feudalidad colonial. El destino colonial del país reanuda su proceso. La emancipación de la economía del país es posible únicamente por la acción de las masas proletarias, solidarias con la lucha antiimperialista mundial. Sólo la acción proletaria puede estimular primero y realizar después las tareas de la revolución democrático-burguesa que el régimen burgués es incompetente para desarrollar y cumplir.
Esta tesis implica diversas aristas que iremos señalando hasta intentar junto con el análisis de la tesis 8, reconstruir la visión de la dinámica de clases y del entrelazamiento de tareas democráticas y socialistas en el proceso de la revolución proletaria en su conjunto.
No entraremos aquí en el debate sobre el carácter feudal o capitalista de la colonia. Baste comentar que a pesar de suscribir Mariátegui la primera de estas posiciones, tuvo la perspicacia política y el claro instinto revolucionario de condenar a la burguesía por no realizar ninguna transformación sustancial de la estructura heredada del orden colonial, en lugar de ubicarla como clase dirigente de la supuesta revolución anti-feudal
Ahora bien, aquí es importante señalar dos aspectos. El primero es que partiendo del carácter internacional de la economía capitalista y del desarrollo de la etapa imperialista (tercera tesis del programa), Mariátegui señala la imposibilidad de un desarrollo burgués autónomo del Perú, país en el cual los capitales extranjeros lograron dominar la economía, impidiendo el desarrollo de una burguesía nacional sólida y por el contrario alentando el surgimiento de una burguesía sin raigambre nacional, que actúa como socia menor de la expoliación imperialista e incapaz de terminar con las concentración de las tierras en manos de los gamonales. La sexta tesis completa estas ideas, señalando la importancia del problema del indio que el identificaba con el problema agrario. Mariátegui sostiene audazmente que en la tradición comunitaria del ayllu se encuentran importantes elementos para una solución socialista del problema de la tierra, contemplando tanto el reparto individual como la colectivización según los casos específicos. Este tema será motivo de artículos posteriores, ya que merece un tratamiento especial [7]
Volviendo a la tesis 5, decíamos que Mariátegui asigna un rol central al proletariado en la lucha por la realización plena de las tareas democrático-burguesas que la burguesía es incapaz de realizar (independencia nacional y revolución agraria) en solidaridad con la lucha internacionalista de la clase obrera.
Contra Haya de la Torre y el Aprismo
Aquí hay una polémica, aunque sin nombrarlo, con el punto de vista de Haya de la Torre y los apristas, quienes, veían necesario un período de desarrollo del capitalismo nacional y por lo tanto criticaban a Mariátegui por no ver la necesidad de apoyar a la burguesía nacional del Perú. El punto de vista de Mariátegui es, en este aspecto, plenamente correcto y está sustentado en un análisis minucioso de la realidad nacional del Perú y en una profunda convicción de la facticidad histórica del capitalismo como un sistema mundial, que al devenir imperialismo, extendiéndose a todos los rincones del mundo, planteaba cada vez más claramente la antinomia mundial Capitalismo o socialismo.[8] La convergencia de las dos principales corrientes de lucha contra el imperialismo es un sólido punto de apoyo contra toda visión tanto eurocéntrica como tercermundista.
Diez años después, Trotsky y la revista Clave, polemizarían en términos muy parecidos con Haya de la Torre y los apristas, quienes a la vez que rechazaban la alianza del pueblo peruano con la clase obrera de los países imperialistas, con el argumento de que a los obreros no le interesaban los problemas coloniales, habían descubierto en Roosvelt y el imperialismo yanqui a los guardianes de nuestra libertad [9].
Mariátegui y la Teoría de la Revolución Permanente
Ahora bien, partiendo de que Mariátegui no sistematizó, como es el caso de Trostky con la Teoría de la Revolución Permanente, una teoría general de la revolución, pero tomando lo esbozado en el programa ¿qué visión expresa éste sobre la dinámica de la revolución, sobre las clases y el régimen revolucionario de transición?
Para esto tenemos que reproducir aquí nuevamente una parte de la quinta tesis y la octava íntegra
Sólo la acción proletaria puede estimular primero y realizar después las tareas de la revolución democrático-burguesa, que el régimen burgués es incompetente para desarrollar y cumplir.
La tesis 8 prosigue Cumplida su etapa democrático-burguesa, la revolución deviene en sus objetivos y en su doctrina revolución proletaria. El partido del proletariado, capacitado por la lucha para el ejercicio del poder y el desarrollo de su propio programa, realiza en esta etapa las tareas de la organización y defensa del orden socialista.
Aquí hay una laguna que deja incompleta la dinámica del proceso revolucionario
¿Cuál es el régimen de gobierno que une la etapa democrático-burguesa con la socialista en un devenir totalizador? El programa rechaza el etapismo de tipo menchevique, vale decir la política de alianzas con la burguesía nacional, pero al no definir qué régimen es el que realizará las tareas democrático-burguesas, durante cuya realización la revolución deviene socialista la proposición termina cayendo en un grado de generalidad que torna abstractos los objetivos de la acción revolucionaria. En el mismo sentido constituye un déficit del programa que no señale la necesidad de organismos de democracia directa (soviets) como la base fundamental de la dictadura del proletariado, acaudillando a las masas campesinas.
Vale aclarar que por esos años la IC proponía para los países coloniales y semicoloniales la consigna de la dictadura democrática de obreros y campesinos, que Lenin elaborara para expresar la necesidad de la alianza entre el proletariado y el campesinado en función de realizar las tareas que la burguesía era incapaz de encabezar, contra esa misma burguesía, consigna que Lenin dejó atrás con las tesis de abril, defendiendo la política de todo el poder a los soviets. La aplicación mecánica de esta fórmula, que en los hechos terminó significando la subordinación del PC al KMT en la revolución china, determinó el carácter reaccionario de intentar imponer esa consigna, como contrapuesta a la dictadura del proletariado, en los países semicoloniales, considerados por la IC inmaduros para el socialismo, como señalara Trotsky en su trabajo La Revolución permanente..
Por lo tanto, la necesidad de una definición precisa del régimen revolucionario, las alianzas de clase y los organismos en que se sustenta, era (y sigue siendo) un problema de primer orden, a la hora de delinear las problemáticas básicas de la revolución en el Perú y en América Latina [10].
Esta importante laguna es lo que impide al programa llegar a un nivel totalizador como el de la Teoría de la Revolución Permanente de Trotsky, teoría que une en forma inescindible las causalidades objetivas y la voluntad subjetiva en un proceso dialéctico de conjunto y cuya lógica interna sólo puede comprenderse desde la teoría del desarrollo desigual y combinado, la conquista más relevante del pensamiento marxista en el siglo XX.
No obstante estas limitaciones, Mariátegui intenta en el programa conceptualizar el proceso en su conjunto, demostrando que es la acción revolucionaria del proletariado organizado en partido revolucionario en alianza con el campesinado indígena, en las condiciones históricas de la etapa imperialista, la que determina la unidad de la etapa democrático-burguesa y la socialista en un proceso de conjunto. Pero al no especificar a través de qué régimen se realiza dicho proceso deja abierta la puerta a diversas interpretaciones, incluidas las de los reformistas.
IV
Algunas provisoriedades a modo de conclusión
Hemos intentado aquí hacer una crítica marxista del proyecto de programa del PS peruano, redactado por José Carlos Mariátegui, como una forma de introducir al lector a sus ideas políticas, que es necesario recuperar desde el marxismo revolucionario, vale decir desde el trotskismo. Si bien Mariátegui admiraba profundamente a Trotsky, creemos que no logró comprender la naturaleza de la lucha política que éste dio contra el naciente stalinismo [11], lo cual constituye una limitación importante a su pensamiento político, pero no le impidió hacer importantes aportes en su traducción del marxismo a la realidad histórica del Perú. La misma crítica del proyecto de programa nos ha obligado a recurrir a otros debates y artículos del Amauta, trabajo que profundizaremos en próximas entregas.
Será objeto de próximos artículos, su importante rol como estratega y organizador de la CGTP, el análisis de sus trabajos más sólidos como Los siete ensayos... y la Defensa del marxismo, en los cuales acometió su gran empresa de interpretación histórica de la formación económico-social peruana y expuso en forma polémica su visión sobre el contenido filosófico del marxismo y la relación del mismo con las principales corrientes de la filosofía de su tiempo, su crítica del cientificismo socialdemócrata (rechazo del cientificismo y no de la ciencia), sus debates contra el pragmatismo norteamericano, que revisten características similares a las polémicas de Trotsky con Shachtman y Burnham en defensa de la dialéctica.
Todas estas páginas son una muestra fiel del espíritu profundamente nacional a la vez que internacionalista de sus ideas. Estamos convencidos de que, como decía el peruano el socialismo no puede ser la consecuencia de una bancarrota sino el resultado de un tenaz y esforzado trabajo de ascensión, trabajo de ascensión hasta tomar el cielo por asalto, para el que Lenin y Trotsky nos dejaron las principales premisas teórico-prácticas. Por eso siguiendo el camino que abrieron esos dos gigantes del pensamiento y la acción revolucionarios, tenemos la obligación de recuperar la obra de José Carlos Mariátegui, verdadero estratega continental de la clase obrera latinoamericana, para volver a forjar los instrumentos morales y materiales de la lucha revolucionaria.
[1] El autor es coordinador de la Cátedra Libre Karl Marx de la Facultad de Humanidades de Jujuy y militante del PTS de Argentina.
[2] En el décimo aniversario de la muerte de José Carlos Mariátegui, Revista Clave, segunda época, abril-mayo 1940, en León Trotsky Escritos Latinoamericanos, Bs As 1999, Ed CEIP León Trotksy.
[3] El ejemplo más descarado de esto es el del Partido Comunista Argentino, que ha descubierto en Mariátegui un supuesto precursor... de su actual giro socialdemócrata y como si eso no fuera suficiente, habla de la creación heroica del socialismo chino, el cual llama a interpretar con espíritu mariateguista. Por otra parte en los últimos años ha habido intentos más serios, aunque como fundamento de posiciones socialdemócratas de parte de los intelectuales cubanos como Joaquín Santana Castillo, de asiduos colaboradores de Le Monde Diplomatique como Jaime Massardo y otros. Un caso especial constituye la lectura de Otto Vargas en su El Marxismo y la Revolución Argentina tomo II, que contra las lecturas socialdemócratas de Aricó y Claudia Korol, reivindica un Mariátegui que llego a adherir al leninismo y las etapas de la Revolución, vale decir un Mariátegui stalinista.
[4] Carta al CC del PCUS de octubre de 1926 y el fragmento de los Cuadernos de la cárcel Internacionalismo y política nacional.
[5] En un artículo publicado el 5 de marzo de 1924 en Claridad había escrito: La muerte de Lenin significa una perdida inmensa para la Revolución: Lenin habría podido aun dar mucho esfuerzo inteligente a las muchedumbres revolucionarias. Pero ha tenido tiempo, afortunadamente, para cumplir la parte esencial de su obra y de su misión; ha definido el sentido histórico de la crisis contemporanea, ha descubierto un método y una praxis realmente proletarios y clasistas y ha forjado los instrumentos morales y materiales de la Revolución. Millares de colaboradores, millones de discípulos proseguirán, completarán y concluirán su obra.
[6] Esto señala correctamente Néstor Kohan en Los combates de Mariátegui del libro De Ingenieros al Che. Ensayos sobre el marxismo argentino y latinoamericano. Ed Biblos, Bs As 2000. Sobre el debate acerca del carácter de la colonización, remítase el lector al trabajo de Milcíades Peña Antes de Mayo, Bs As, 1973, Ed El Lorraine.
[7] Por los mismos motivos hemos omitido el análisis de la séptima tesis, referida a la instrucción pública, problema profundamente estudiado en los Siete Ensayos.
[8] Aniversario y balance, donde señala no queremos ciertamente que el socialismo sea en América calco y copia... está precedida por otra que señala que la oposición de idiomas, razas y espíritus no tiene ningún sentido decisivo y considera ridículo hablar del constraste entre una América sajona materialista y una América latina idealista. Ya hemos visto que el proyecto de programa señala correctamente que las especificidades nacionales están sujetas al ritmo de la historia mundial.
[9] Ver Haya de la Torre y la democracia y La ignorancia no es un instrumento de la revolución en León Trostsky Escritos Latinoamericanos, Bs As 1999, Ed CEIP León Trotsky.
[10] De hecho en la Primera Conferencia Comunista Sudamericana, realizada en Bs As en 1929, se sancionó la fórmula de la dictadura democrática de obreros y campesinos, soslayando la importante experiencia de la Revolución Mexicana y consagrando el escolasticismo de factura bujarino-stalinista. El PS del Perú participó como grupo simpatizante de la IC con dos delegados que llevaron dos tesis escritas por Mariátegui, Punto de vista anti-imperialista y El problema de las razas en América Latina, pero esa es otra historia.
[11] Mariátegui no fue un funcionario de la IC; de hecho el PS del Perú era considerado simpatizante de la dicha organización. Por otra parte murió en 1930 y no llegó a ver el profundo salto que pegó el proceso de degeneración del estado soviético. Siempre siguió reivindicando la figura de Trotsky y Rosa Luxemburgo junto con la de Lenin.