14 de agosto del 2002
Unidad y pluralidad en el Foro Mesoamericano
Contra el Alca y el Plan Puebla Panamá
Iosu Perales (Miembro de la ONGD Paz y Tercer Mundo)
El Foro Mesoamericano contra el Plan Puebla Panamá y contra el
ALCA (Área de Libre Comercio) celebrado muy recientemente en Managua
ha sido un éxito. Por el número de participantes, 1200, y por
la calidad de los debates que han permitido unificar criterios y establecer
una agenda de acción regional. Pero el resultado global no debe difuminar
la importancia de los puntos de disensión y, en particular, la lucha
dialéctica librada contra una corriente de pensamiento instalada en la
izquierda social que tiene a su favor el ambiente neoliberal y el atractivo
de presentarse como fuerza realista, pragmática, lista para negociar
con los centros de poder externos a Mesoamérica. Esta corriente de pensamiento
utiliza un tríptico que se despliega de este modo: la globalización
neoliberal y los tratados de libre comercio son algo inevitable (una especie
de fenómeno natural); la izquierda social y política no tenemos
una alternativa simétrica, global, que oponer; por consiguiente la más
inteligente consiste en aceptar las reglas del juego predominantes y tratar
de humanizar el Plan Puebla Panamá y el ALCA presentando mejoras.
Sin embargo, el Foro, muy mayoritariamente ha sabido percibir en ese realismo
un espacio de ilusión, propio de quienes bien por ingenuidad o bien por
intereses, quieren creer que es viable influir sobre las decisiones centrales
de la política norteamericana y de sus instrumentos llamados BIRD y Banco
Mundial. El Foro ha comprendido que los tratados son mucho más que programas
económicos y responden a un esquema geopolítico continental que
incluye la militarización y la pérdida de la soberanía
de los Estado-nación. El Foro ha escogido la lógica de no negociar
ni cuánto ni cómo van a descapitalizar los recursos naturales
de la región; no negociar la asfixia de las políticas públicas,
ni negociar cuál será el volumen de las emigraciones, ni hasta
dónde llegará la des-democratización de una región
dirigida por centros de poder externos; no negociar la agresión a los
pueblos indígenas y a sus bienes comunales; no negociar la extensión
de la maquila; no negociar una agricultura sin agricultores.
El Foro decidió no negociar cómo nos van a matar, si por vía
rápida o por vía lenta.
De manera que en el Foro Mesoamericano se han enfrentado dos enfoques:
uno reposa sobre la resignación y la asunción de la derrota; el
otro aspira a proseguir la resistencia y continuar trabajando una integración
regional desde abajo, en la medida en que tiene la convicción de que
tanto el PPP como el ALCA constituyen una fuerte amenaza a la construcción
de un proyecto regional soberano, autocentrado, y son una forma más de
anexión y colonialismo. En el Foro se ha puesto de relieve la necesidad
de una unidad regional apoyada en una estrategia económica que ponga
en primer plano las necesidades y los mercados nacionales y no en economías
orientadas a la exportación basadas en alienación de los recursos
de la gente, la destrucción de la biodiversidad y la superexplotación.
Una unidad mesoamericana alrededor de cuatro grandes ámbitos: a) La defensa
y valorización del capital natural, cultural y patrimonial; b) La defensa
del capital social y democrático, es decir la importancia del fortalecimiento
de las instituciones públicas, así como la revitalización
de la sociedad civil, el fomento de la participación ciudadana en el
espacio municipal, regional y nacional, y la profundización de los valores
de la libertad y la tolerancia; c) La defensa del capital humano, mediante la
mejora del acceso a la educación, nutrición y salud, así
como el fortalecimiento del papel de la mujer en la sociedad, y la capacitación
de los recursos humanos según las necesidades de innovación de
los sistemas productivos; d) El capital económico que contemple el desarrollo
endógeno y las necesidades internas de empleo y crecimiento, programas
territoriales que atiendan a ventajas comparativas, servicios de apoyo a la
producción, acceso a los mercados de los pequeños y medianos productores,
fomento a la innovación productiva de calidad, a la gestión eficaz
y acceso al crédito.
De tal manera, lo que se ha discutido no es la existencia de la globalización
en sí, que es un proceso histórico que presenta aspectos positivos,
sino la globalización actual, neoliberal, que tiene como doctrina la
dictadura de un mercado que no tiene sentido social ni de la justicia. Lo que
se ha puesto de relieve es que no cabe "humanizar" un modelo en esencia depredador.
Entendemos que el combate a la pobreza no es factible en términos de
eficacia mientras se considere que el modelo económico neoliberal es
el estado natural de la sociedad; una economía desembarazada de frenos
sociales. La idea del mercado autorregulador que afirma que no hay alternativa
es parte del problema; su enfoque para luchar contra la pobreza es completamente
errático. En el Foro se ha denunciado como el PPP y el ALCA responden
a la lógica de las empresas transnacionales y de los grupos oligárquicos
nacionales que son rehenes y a la vez capataces de un proceso de expoliación,
des- nacionalización de los Estados y des-democratización de la
vida política de nuestras sociedades. En consecuencia, la globalización
regional de la lucha, pero también del despliegue de economías
sociales y populares alternativas, de la participación ciudadana y de
la solidaridad, son un buen camino a seguir.
Sabemos que el Banco Mundial y el BIRD han establecido políticas de cooptación
sobre los movimientos sociales y ONGs, tratando de fabricar una oposición
controlada sin capacidad de respuesta popular y volcada a prácticas negociadoras
en condiciones de total desigualdad y, por lo tanto, estériles en cuanto
a resultados. Esta estrategia de cooptación cuenta con la desvertebración
social y la fatiga de los movimientos como ambiente aliado de sus propósitos.
Sin embargo, esta tentativa de cooptación, a pesar de contar con grandes
recursos, revela que el neoliberalismo padece de soledad en cuanto a respaldo
social y de ahí su empeño en consolidar enclaves posibilistas
en el interior de la sociedad civil. La respuesta a estos organismos internacionales
la vienen dando los movimientos sociales en numerosas partes de América
Latina. Con este Foro Mesoamericano la región se suma a la resistencia
frente a estrategias económicas, políticas y militares diseñadas
para crear más dependencia, al tiempo que apuesta por la vida, por otro
desarrollo y por otra democracia. La pluralidad, necesaria e imprenscindible
para construir propuestas y pensar mejor, ha sabido en consecuencia consolidar
una unidad de las mayorías del Foro en torno a unos principios necesarios.