La doctrina Monroe a la luz del Alba
Eloy Reverón*
Después de la muerte del general Juan Vicente Gómez, todos los gobiernos venezolanos del siglo XX se manifestaron teóricamente bolivarianos. Sólo tres de ellos mostraron intención de llevar la conciencia de este ideal a la práctica.
La idea de construir una ideología política fundamentada en la exaltación del pensamiento bolivariano sobre la base del culto a Simón Bolívar como alternativa política adquiere fuerza y vigor por iniciativa de general Eleazar López Contreras después de 1936 para servir de contrapeso a los influjos de las ideologías marxista y fascista, ideologías que fueron disminuyendo su influencia durante la Guerra Fría, hasta la caída del Muro de Berlín.
Detrás de la creación de la Sociedad Bolivariana prevalece un principio de unidad americana que la doctrina del Libertador podría sintetizar con una frase: América para los americanos; expresada por nuestros hermanos del norte a través de la Doctrina Monroe, la cual podría resumir mediante la frase: América para los americanos. Antes valdría la pena recordar: ¿Cómo se dice estadounidenses en inglés?
Las sutilezas del lenguaje en materia de traducción no son fortuitas. La gente se habitúa a los estereotipos y sacrifica el sentido esencial de las palabras en aras del menor esfuerzo que los mantiene en el nivel superficial del asunto.
El general Isaías Medina Angarita fue derrocado en 1945 mediante un golpe perpetuado por sus adversarios ¿sin el apoyo foráneo? . Lo relevante es que fue derrocado después de haber terminado una gira por los países bolivarianos con un discurso que solicitaba la unión como fuerza política continental. Intentó llevar el ideal bolivariano al plano de la política internacional.
Durante la Conferencia Panamericana que tuvo lugar en Panamá, el general Marcos Pérez Jiménez presentó una propuesta que, se puede pensar, le costó el poder político cuando amenazó intereses foráneos al proponer la creación de un fondo monetario para contribuir al desarrollo de los países más empobrecidos del continente, con el aporte de un porcentaje que oscilaría entre el 3 y 4 % del presupuesto de cada país asociado. Una suerte de alianza colectiva para el progreso, que no empeñaba la voluntad política de con la voluntad de alguno que monopolizaba la capacidad de ayuda.
El tercero fue el gobierno del comandante Hugo Chávez Frías, respaldado por la misma herencia y formación ideológica institucional de sus antecesores, pero un bolivarianismo que descontinuaba la política cultural internacional expresada en la erección de bustos del Libertador en las principales ciudades de nuestros países amigos, pero ahora reorientada por la propuesta bolivariana que pretende construir una América para los americanos fundamentada en acciones orientadas a la integración económica y política a través del ALBA. Mientras era un bolivarianismo de plazas y banderas, no hubo problemas. ¿Verdad?
Los tres fueron derrocados inconstitucionalmente, con m´´as excusas y mejores justificaciones. El último fue restaurado al tercer día porque el mundo del siglo XXI proyecta diferentes relaciones de poder, las cuales están en proceso de gestación y no responderán a nuestras interrogantes hasta tanto no termine de definirse el nuevo perfil internacional en pleno desarrollo. Mientras tanto seguimos llamando a los estadounidenses norteamericanos, como si los canadienses no fueran americanos del norte, y los primeros se autodenominan americans, con un apócope extraño que induce a imaginarlos como si ellos fueran los únicos americanos o norteamericanos. En pocas palabras, como diría Monrroe en correcto español: América para los estadounidenses mediante el ALCA.
* Historiador de la UCV Master en Relaciones Exteriores erivem@cantv.net