"El ALCA: entre la complacencia y la resistencia"
Por Lourdes Ma. Regueiro Bello, Centro
de Estudios sobre América Cuba
Planteamiento del problema
La culminación de la III Cumbre Hemisférica, la publicación
del borrador del ALCA, las posiciones disonantes de Brasil y Venezuela durante
la Cumbre que sugirieron la posibilidad de que participar en las negociaciones
no implicaría necesariamente firmar el acuerdo, estimulan la realización
de un ejercicio para identificar los actores que favorecen y los que se resisten
al ALCA, así como profundizar sobre la naturaleza y posible evolución
de los posicionamientos frente al ALCA.
Con la publicación del borrador del ALCA las sociedades latinoamericanas
en su diversidad socioclasista, de desarrollo relativo y de intereses se enfrentan
finalmente a una propuesta concreta, que permitirá aquilatar los presumibles
costos y beneficios de su adhesión al proyecto, así como estructurar
reacciones y asociaciones.
Para las encuestadoras internacionales Gallup Internacional y Latinobarómetro
el ALCA aún no ha sido un tema para sus sondeos de opinión. Según
una encuesta de Gallup (encuestadora local en Argentina) el 57% de las personas
entrevistadas dijeron no haber oído nunca hablar sobre el ALCA,
[1] lo cual refleja que a pesar de su significación
para los destinos de la región el ALCA no forma parte de la agenda del
ciudadano medio en América Latina, ni en los Estados Unidos.
Este trabajo se propone, primero: un levantamiento primario del espectro de
posiciones con relación al ALCA y de quiénes la protagonizan,
dentro de los límites que la información disponible ha permitido;
segundo: identificar la naturaleza diferente de las posiciones de resistencia
y/o rechazo; y finalmente esbozar sus posibles evoluciones. Muchas de las apreciaciones
no tienen el respaldo de un trabajo de investigación desde fuentes primarias,
sino que está basado en fuentes diversas y no sistematizadas en torno
al tema.
El espectro de opiniones se mueve en un rango amplio que va desde la aprobación
del ALCA como la mejor opción, pasando por la indiferencia y la defensa
de espacios sectoriales, hasta la oposición al proyecto. Tal abanico
no dice nada por sí mismo, el problema radica en el peso que tienen los
representantes de cada una de estas posiciones en el proceso de decisión
política, dada por la interacción de influencias de diversos grupos
y por la capacidad de articular tales posiciones como propuestas.
Con el sólo objetivo de agrupar las posiciones, éstas se han resumido
en 2 categorías generales: aceptación y resistencia. La
resistencia incluye tanto las posiciones o actitudes que quedan en la frontera
de la no aceptación del ALCA en su actual versión, como la oposición
radical; por lo que en las posiciones de resistencia se distinguen la negociable
y la estructural o no negociable. En la primera se recogen aquellas posiciones
que pueden evolucionar a la aceptación si se producen reformas de diferente
grado en la actual formulación del ALCA, sin que tales cambios varíen
su esencia como proyecto hegemónico y de profundización de las
asimetrías. En la segunda se recogen las posiciones de resistencia cuyas
demandas trascienden las reformas del proyecto y en todo caso reclaman otro
ALCA donde se reconozcan las asimetrías de desarrollo y poder, así
como la capacidad soberana de los Estados nacionales de definir su estrategia
de desarrollo.
Es importante no caer en la tentación de asumir los diferentes actores
como actores coherentes, unitarios y racionales. La heterogeneidad de los actores
cuenta. Con ello se significa que la posición del gobierno de los Estados
Unidos o de cualquier país latinoamericano es la posición resultante
de un balance de influencias en la política, pero plagado de contradicciones.
Por esa razón un estudio más exhaustivo del problema debiera poner
mayor énfasis en las contradicciones de y entre los actores, más
allá de lo común que los identifica como actor afiliado a una
u otra posición.
Un segundo elemento a tener en cuenta es diferenciar retórica y realidad.
Toda esquematización supone una cuota de simplificación. En el
trabajo se presta especial atención al actor gubernamental y al empresarial
(latinoamericano) por el peso que tienen en el proceso del ALCA al estar reconocida
de forma institucional su participación en el proceso de negociación
y en menor medida a otros componentes de la sociedad civil como los sindicatos
(salvo en el caso de Norteamérica donde la resistencia articulada de
los sindicatos tiene un peso importante en la dinámica del actor gubernamental),
movimientos sociales, etc.
El objetivo principal de este trabajo es presentar un espectro de posiciones
y en función de ese objetivo es que se han seleccionado los actores hemisféricos
relevantes, que expresan los extremos de una posición, o son más
representativos en sus posiciones.
ALCA: actores, motivaciones, expectativas y contradicciones.
El gobierno de los Estados Unidos. A diferencia de lo que tiende a percibirse
desde América Latina no se trata de un actor racional, único y
mucho menos coherente. A lo largo de toda la década de los 90, dos administraciones
norteamericanas y la actual en el inicio de la presente, han desarrollado una
retórica comprometida con la creación de un área de libre
comercio hemisférica. La primera interrogante es si este discurso es
coherente con la preferencia por estrategias multilaterales declarada de ese
país. La segunda es si la región constituye una prioridad para
la política exterior norteamericana.
Ambos puntos son objeto de la mayor polémica en circuitos políticos
y académicos. En cuanto a la primera pregunta, si bien los Estados Unidos
en su condición de global player tienen una vocación declarada
[2] por las estrategias multilaterales, cuando éstas
no son políticamente factibles, impulsa sus intereses por pautas regionales.
La Iniciativa Bush para las Américas en 1990, como antecedente inmediato
del ALCA tuvo como contexto el estancamiento de la Ronda Uruguay del GATT. Entre
1995 y 1998 el proyecto ALCA fue depositario de la indiferencia y la cautela
norteamericanas, la negativa del Congreso a otorgar el fast track al
ejecutivo, puso en dudas la credibilidad del compromiso norteamericano con el
libre comercio y adicionalmente ponía en tela de juicio la real prioridad
que la región representa para los Estados Unidos. El ALCA quedó
relegado a un plano secundario, con un consecuente vacío de liderazgo
en el tema de integración que fue cubierto parcialmente, no sin preocupación
por parte de los Estados Unidos, por la proyección de Brasil a través
del MERCOSUR .
A pesar del avance que significó el lanzamiento de las negociaciones
en la II Cumbre Hemisférica, celebrada en Santiago de Chile en 1998 y
la presentación de un borrador del proyecto elaborado por los nueve grupos
negociadores a principios de 2001, la ausencia del fast track, hasta la fecha
de elaboración de este trabajo y la complejidad de la discusión
en el Congreso, donde parece difícil la construcción del consenso
bipartidista en torno a este tema, en un ambiente enrarecido adicionalmente
por las propuestas de controvertidas figuras para atender la política
exterior hacia la región, pone una nota de incertidumbre a la posibilidad
real de concluir las negociaciones en el 2005, al menos con las economías
mayores y estructuralmente más complejas. El tema del libre comercio
es un asunto sensible para la política norteamericana; si el fast track
no es otorgado antes de que finalice al año 2001, será mucho más
difícil en el 2002 al acercarse un período electoral, cuando el
Congreso elude temas conflictivos; de otra parte las negociaciones con China
tienen una prioridad mayor.
El papel de la región para Estados Unidos es ambiguo. Si se evalúa
por los hechos resulta evidente la importancia de México como segunda
frontera, reconocida en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN), y la del Caribe (insular y Centroamérica), reconocida en U.S.-
Caribbean Basin Partnership Act (CBTPA) y la Iniciativa para la Tercera Frontera.
Si bien estas dos subregiones representan sólo la tercera parte de la
población total de América Latina y el Caribe, son receptoras
de casi el 50% de las inversiones norteamericana destinadas a la región.
[3]
La institucionalidad que refieren estos acuerdos respaldan la estrategia de
las empresas norteamericanas en México y en la subregión del Caribe,
espacios donde el objetivo de estas corporaciones es incrementar la eficiencia
de los sistemas de producción internacionalmente integrados en el sector
manufacturero a fin de reducir los costos en industrias como la automotriz,
la electrónica y la de prendas de vestir para competir en el propio mercado
norteamericano,
[4] es decir que esos sectores en estas subregiones
están integrados a las cadenas de producción globales de las empresas
norteamericanas. La estrategia de las corporaciones norteamericanas hacia las
otras subregiones tiene otro objetivo: acceso a mercados y recursos naturales
Teniendo en cuenta que las prioridades de la política exterior norteamericana
se definen por situaciones de crisis, el conflicto en la región andina
explica su proyecto de "participación" a través del
Plan Colombia primero, y de la Iniciativa Regional Andina después.
Sin embargo, el discurso de muchos funcionarios gubernamentales norteamericanos
otorga un papel relevante a la región en la política exterior
norteamericana; en la administración Bush esta idea es recurrente, pero
al igual que su predecesor salvo las gestiones para conseguir del Congreso el
fast track y los intercambios con algunos presidentes latinoamericanos
previo a la Cumbre de Québec, si el compromiso se mide por los resultados
de acciones concretas para hacer avanzar el ALCA por parte de los Estados Unidos,
la ausencia del fast track es el indicador fundamental para la evaluación
desde América Latina.
En los últimos seis años en el discurso de los funcionarios de
la USTR ante el Comité de Finanzas y la Comisión de Medios y Arbitrio
del Senado se ha puesto especial énfasis en destacar el creciente papel
de la región para el desarrollo de las exportaciones estadounidenses.
En agosto de 1995, Charlene Barshefsky, [5]
declaró ante el Comité de Finanzas del
Senado, que América Latina y el Caribe eran la segunda región
de mayor crecimiento a escala mundial y según los pronósticos
para el año 2010 Estados Unidos venderían más bienes y
servicios a esta región que a Europa y Japón juntos. De igual
forma en un reciente estudio presentado por el Council on Foreign Relation al
Presidente llama la atención sobre señales de desplazamiento económico
de Estados Unidos por la Unión Europea y una pérdida de influencia
norteamericana en Brasil (ya España desplazó a Estados Unidos
como primer inversionista en Brasil.)
Se evidencian las contradicciones entre un discurso comprometido con el ALCA
y la persistencia de dificultades para movilizar los instrumentos de la política
interna necesarios para viabilizar el proyecto. De otra parte, se percibe la
preocupación porque el estancamiento del ALCA propicie un avance de la
Unión Europea, especialmente en el área del MERCOSUR, lo que a
su vez podría actuar como un acelerador del proyecto ALCA, en la medida
que la preocupación sea percibida como amenaza a su influencia.
Refiriéndose a la ambigüedad de la política norteamericana
hacia la región en un reciente artículo Abraham Lowenthal señala:
"las relaciones entre Estados Unidos y los países de América
Latina y el Caribe son algo confusas. Aunque éste no es un periodo de
amplia cooperación interamericana ni de conflicto hemisférico
generalizado, de hecho se da una cooperación sin precedentes al mismo
tiempo que hay conflictos crecientes. No es una época de intervencionismo
agudo de Estados Unidos en América Latina ni de políticas de cooperación,
pero ambas conductas existen. En la actualidad Estados Unidos no está
ostensiblemente concentrado en América Latina ni desatiende del todo
la región, pero hace un poco ambas cosas."
[6]
De otra parte es necesario considerar el papel estratégico del ALCA.
Desde la pasada década los Estados Unidos han manejado la firma de acuerdos
de libre comercio con la región como un instrumento para consolidar la
reforma neoliberal y promover la liberalización y desregulación
de los mercados y la privatización. John Negroponte, embajador norteamericano
en México en un memorando confidencial enviado al Dpto de Estado en 1991
expresaba: «Podemos ver al TLC como un instrumento para promover, consolidar
y garantizar la continuación de políticas de reforma en México
más allá de la administración de Salinas. Creo razonable
suponer que las propias negociaciones del TLC constituirán una palanca
para forzar una mayor apertura de la economía mexicana»
Otra perspectiva en torno al asunto es la de los sectores conservadores con
influencia en el gobierno. En ellos la crítica a la gestión de
la administración Clinton en la promoción de la liberalización
comercial hemisférica constituye una resistencia de derecha al avance
del ALCA: "Aunque el Presidente Bush apoya la creación de un Área
de Libre Comercio de las Américas (ALCA), durante la Cumbre de Québec,
el Presidente no debería caer en la tentación de relanzar el ALCA
de acuerdo a como fue diseñada durante la primer cumbre de las Américas
en 1994. en aquel entonces, la Administración Clinton buscó ligar
el libre comercio al año 2005. Más que alentar a los países
a que continuaran abriendo sus mercados, esta política los indujo a frenar
su liberalización. Los gobiernos latinoamericanos se dieron cuenta de
que la implementación de reformas sería una carta de negociación
en los futuros tratos comerciales, carta que sería malgastada liberalizando
antes del 2005, momento en el cual podrían lograr un convenio comercial
con los Estados Unidos."
[7] Y más adelante señala que la promesa
de una ALCA para el 2005 tuvo el efecto de reducir el ritmo de la introducción
de las reformas económicas.
[8]
En "Indice de libertad económica 2001" trabajo auspiciado
por The Heritage Foudation (afamado "tanque pensante") propone una
nueva estrategia comercial para el hemisferio: la creación de un Área
de Libre Comerco Global (ALCG) basada en normas y principios cuyos miembros
deben cumplir, a saber: una política comercial abierta; políticas
de inversión extranjera transparentes y abiertas, la menor cantidad posible
de regulaciones para la instalción de nuevas empresas; y derechos de
propiedad garantizados.
La propuesta resulta clara: un depurado código neoliberal.
El citado trabajo lista las reformas concretas necesarias en varios países
latinoamericanos para ser acreedores de formar parte del ALCG. En el caso de
Argentina: la desregulación del mercado laboral, disminuir las barreras
al comercio, asegurar los derechos de propiedad intelectual; en el de Brasil:
disminuir las barreras al comercio, asegurar los derechos de propiedad intelectual,
reducir las regulaciones para las empresas y abrir los mercados a la inversión
extranjera; en los de Ecuador, Nicaragua, Paraguay y Perú: disminuir
las barreras al comercio, asegurar los derechos de propiedad y reducir las regulaciones
para las empresas; en el de El Salvador: asegurar los derechos de propiedad;
en el de Uruguay: reducir las regulaciones para las empresas; y en el de Venezuela:
asegurar los derechos de propiedad, reducir las regulaciones para las empresas,
abrir los mercados a la inversión extranjera y disminuir las barreras
al comercio.
[9]
El ALCG se diferencia del ALCA en que para formar parte de la primera los países
primero deben abrir sus mercados;
[10] es una estrategia comercial que "recompensa"
el compromiso neoliberal.
Por otra parte el gobierno norteamericano está bajo la influencia de
grupos de presión e interés que reclaman la preservación
de medidas de protección comercial que afectan a exportadores latinoamericanos
y que han significado un límite real a la penetración del mercado
norteamericano en ciertas industrias, aun cuando el 76,8% de las exportaciones
latinoamericanas a los Estados Unidos en 1999 entraron libres de derecho.
[11] No son los aranceles los que realmente limitan
el acceso latinoamericano al mercado norteamericano sino los procedimientos
antidumping y los incentivos a las exportaciones, como financiamiento para exportar
en condiciones preferenciales y la subvención a la exportación
agrícola que tiene un impacto no sólo en el acceso al mercado
norteamericano, sino a terceros mercados.
[12]
Las cuestiones aquí señaladas apuntan a las condiciones contradictorias
y complejas en que se da el compromiso de los Estados Unidos con el ALCA como
promotores del proyecto y las resistencias internas que impiden su avance. Sin
embargo, tales resistencias caen dentro de las negociables.
Los sindicatos norteamericanos. La AFL-CIO es un foco de resistencia
al ALCA, que es definido por esta organización como una ampliación
del TLCAN.
La resistencia de la AFL-CIO es estructurada y consistente. Se oponen al otorgamiento
del fast track o a la trade promotion authority, (como eufemísticamente
se ha llamado a ese instrumento en la administración Bush), porque no
incluye los temas laborales y ambientales en la negociación comercial.
En su estrategia de resisitencia estableció alianzas con el movimiento
ambientalista, con las coaliciones de protección al consumidor y promotoras
del comercio justo en los años 1997 y 1998, ocasiones en que el presidente
Clinton intentó promover esa legislación. Adicionalmente cuestiona
ese instrumento de la política comercial norteamericana por su carácter
antidemocrático al dotar al Ejecutivo de un poder de negociación
que no puede ser enmendado por el Congreso.
AFL-CIO señala que un estudio sobre los 7 años del TLCAN, realizado
por el Economic Policy Institute arrojó que en Estados Unidos se perdieron
766 030 puestos de trabajo y en Canadá 276 000.
[13]
El mencionado estudio señala que el déficit comercial resultante
del TLCAN ha presionado a la baja los salarios de los trabajadores no calificados,
así como que los trabajadores desplazados de la manufactura se han relocalizado
en el sector de los servicios donde el salario promedio es 23% más bajo
[14] .
Los empresarios utilizan la libertad del desplazamiento transfronterizo como
instrumento de presión en la negociación con los sindicatos bajo
la amenaza de cerrar las plantas y relocalizarlas en países donde las
exigencias laborales y ambientales sean menores.
Por su parte los trabajadores mexicanos han sufrido el incumplimiento de las
promesas del TLCAN; para los trabajadores de la manufactura el salario se ha
reducido 21% y 25% para los asalariados en general, 40% para los trabajadores
por cuenta propia y el poder de compra del salario mínimo se ha reducido
a la mitad.
[15]
Los daños que reclama la AFL-CIO no se limitan a lo económico,
y acude a un informe del grupo Human Rights Watch que denuncia cómo se
han ignorado importantes obligaciones en materia de derechos laborales bajo
el TLCAN.
La oposición de AFL-CIO al ALCA se fundamenta también en que bajo
ese proyecto la transgresión a los derechos de los trabajadores es aún
mayor que en el TLCAN, ya que no incluye ni los derechos mínimos de protección
al trabajador que aparecen en el Anexo Laboral de su antecesor y que contempla
principios como la libertad de asociación, salario mínimo, etc.
Además de que el ALCA impone mayores restricciones al gobierno que el
TLCAN para regular los servicios de interés públicos.
La evaluación de la oposición-resistencia de AFL-CIO al ALCA es
un punto muy sensible, pues se trata de un interés sectorial (garantía
de empleo, respeto de los convenios de la OIT en las negociaciones, etc.) y
no una resistencia estructural basada en criterios de solidaridad de clase con
los trabajadores de América Latina y el Caribe. La mayor parte de las
agrupaciones sindicales latinoamericanas y caribeñas, ni aún los
gobiernos latinoamericanos comparten el criterio de incluir los temas laborales
y medioambientales en las negociaciones comerciales por el temor a que tales
criterios fertilicen el proteccionismo.
En el hipotético caso de que el tema laboral y medioambiental se incluyera
en la negociación, en términos que cumplieran las demandas elementales
de la AFL-CIO el consenso vs ALCA de esa organización se fracturaría
y la resistencia articulada al proyecto se diluiría. De forma que la
resistencia-oposición de la AFL-CIO es finalmente negociable, no se trata
de resistencia estratégica de oposición al proyecto ALCA por su
naturaleza hegemónica y afianzadora del neoliberalismo. Aun cuando quedarían
núcleos de resistencia estructural, estos serían minoritarios
y dispersos.
Los gobiernos latinoamericanos. El espectro de posiciones y matices
de los gobiernos latinoamericanos y caribeños frente al ALCA son prolijos.
Cuando el presidente George Bush (padre) lanzó la Iniciativa para las
Américas en 1990 tuvo una acogida favorable entre los gobiernos latinoamericanos,
especialmente en su aspecto comercial atendiendo a la expectativa centrada en
el acceso al mercado norteamericano. Esta reacción encajaba en la lógica
de la implementación de un modelo de acumulación impuesto por
los organismos financieros internacionales basado en el crecimiento de las exportaciones
a fin de satisfacer el cumplimiento del servicio de la deuda externa. Si las
exportaciones eran el eje del crecimiento asumido por la mayor parte de los
países de la región, el acceso al mercado norteamericano que absorbe
el 20% de las importaciones mundiales,
[16] con mayores índices de consumo per cápita
aparecía como una aspiración coherente con los preceptos neoliberales.
En 1994 la inclusión de México en el Tratado de Libre Comercio
Canadá-Estados Unidos (1988) que dio vida al Tratado de Libre Comercio
de América del Norte (TLCAN, o NAFTA, por sus siglas en inglés)
fue un incentivo adicional para los gobiernos latinoamericanos cuando concurrieron
a la I Cumbre Hemisférica en diciembre de 1994, donde se oficializa el
proyecto del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y se
aprueba la fecha del 2005 para su entrada en vigor. Algunos incluso plantean
que fueron los presidentes latinoamericanos los que incorporaron el tema comercial
en la agenda,
[17] asumiendo que ello fuera así estaríamos
ante una propuesta latinoamericana reciclada según intereses y conveniencias
norteamericanas.
Si bien el interés por el acceso al mercado norteamericano es un interés
compartido por los países de al región, no para todos tiene igual
significación:
Destino de las exportaciones latinoamericanas por grupos de países, 1998
EE.UU UE Japón Asia A.Latina Otros Total
México 86.8 3.4 0.5 1.2 5.4 2.8 100
Centroamérica 36.3 18.8 1.6 3.5 35.1 4.8 100
Mercosur 15.1 25.9 5.2 7.6 35.0 11.3 100
Grupo Andino 40.5 13.0 2.1 2.2 26.9 15.4 100
Total A.L. 51.7 13.6 2.5 3.8 20.6 7.9 100
CEPAL: " Perspectivas de América Latina en el nuevo contexto internacional
de 2001", Santiago de Chile, mayo de 2001
De otra parte las asimetrías económicas entre Estados Unidos y
los países de la región (el PIB norteamericano representa más
del 70% del PIB hemisférico) y las existentes al interior de América
Latina asociadas al tamaño, a la productividad, a la estructura productiva,
escalas de produccción y de mercado, formas de concebir la inserción
internacional del país, grado de apertura de la economía son factores
que influyen en los matices y prioridad que representa el ALCA, en un contexto
de aceptación general de la propuesta. Es decir, que ninguna de las objeciones
planteadas entre 1994 y 2000 por los gobiernos en materia de negociación
ha cuestionado la existencia misma del ALCA, es decir, es asumido incluso como
una realidad existente, susceptible de ser mejorado, pero inevitable, y en muchos
casos hasta deseable.
Previo a la Cumbre de Québec cobró fuerza la idea de un posible
adelanto en la fecha de conclusión de las negociaciones al 2003; fue
calorizada por Chile (que en noviembre de 2000 fue invitado a negociar un acuerdo
comercial con los Estados Unidos, revitalizando la propuesta que se le hiciera
en 1994), como una forma de reconocer su desempeño en la reforma económica
neoliberal, lo que interrumpió el inicio del proceso de su entrada como
miembro pleno del MERCOSUR, con la ganancia residual de debilitar ese bloque
y avivar contradicciones internas, pues Argentina también avaló
el adelanto de fecha, impugnado por Brasil, y aunque ese país reiteró
que las negociaciones las haría a través del MERCOSUR, esta posición
posición que no es firme dadas las contradicciones explícitas
entre el canciller Rodríguez Giavarini y el ministro de Economía
Domingo Cavallo sobre el papel del bloque sudamericano y su preeminencia sobre
el proyecto hemisférico.
Brasil y la Caricom rechazaron el adelanto de las negociaciones. México,
de manera discreta, si bien no tomó distancia declarada de la propuesta
dijo que no haría nada por el adelanto. Finalmente en la Cumbre de Québec
se ratificó el 2005 como fecha de conclusión de las negociaciones.
Vale la pena aclarar que la idea del 2003, no tenía futuro si el Congreso
no aprobaba e fast track en el curso del año 2001, pero fue una habilidosa
propuesta para reanimar un proyecto que cíclicamente sufre crisis de
credibilidad.
Uruguay, en una posición pública similar a la de Argentina ha
planteado la posibilidad de que si el ALCA no avanza ir a una negociación
individual con los Estados Unidos, al igual que Paraguay. En Centroamérica,
Costa Rica también busca una negociación individual.
En la Cumbre de Québec no resultó tan evidente la adhesión
acrítica de los gobiernos latinoamericanos al ALCA, los presidentes de
Brasil y Venezuela, en distinto grado dejaron abierta la posibilidad de no suscribir
el acuerdo si éste no satisfacía las expectativas de sus países.
Chávez puso objeciones al posible adelanto de la entrada en vigor del
acuerdo y a la cláusula democrática, así como la necesidad
de llevarlo a un plebiscito; Fernando Henrique Cardoso, por su parte planteó
que el ALCA sería bienvenido si su creación diera acceso a mercados
más dinámicos, si realmente fuera un camino para reglas compartidas
sobre antidumping, si redujera las barreras no tarifarias si redujera la distorsión
proteccionista de las reglas sanitarias, si al proteger la propiedad intelectual,
promovía la capacidad tecnológica de nuestros pueblos, si corrigiera
las asimetrías en el área agrícola y concluía que
si no fuera así el ALCA sería irrelevante, o en la peor de las
hipótesis, indeseable.
[18]
El disenso de Brasil no debe ser identificado con un cuestionamiento a la naturaleza
del ALCA. Fernando Henrique Cardoso al referirse a las críticas que recibe
su gobierno por parte de ciertos sectores con relación a la negociación
del ALCA expresó: "Los brasileños que critican están
mal informados o tienen un punto de vista contra el capitalismo. El gobierno
tanto en el ALCA como en el de la Unión Europea defiende los intereses
de Brasil. Son procesos de la misma naturaleza. Nosotros queremos incrementar
el comercio lo mismo con Europa que con los Estados Unidos. Algunas personas
aquí son antinorteamericanas. Cuando discutimos con los Estados Unidos
encuentran que eso es pésimo, cuando discutimos con Europa encuentran
que es óptimo. Es una cuestión de preconcepto ideológico.
Nosotros estamos queriendo hacer buenos acuerdos."
[19]
Es importante que el actor gubernamental ha sido muy claro en precisar el carácter
técnico de sus desencuentros con la propuesta, incluso se ha planteado
la necesidad de "desideologizar" las discusiones del ALCA. No obstante
el hecho de que el gobierno de Brasil haya dejado abierta la posibilidad de
no suscribir el acuerdo no debe ser subestimado, más cuando no será
la administración de Fernando Henrique la que deba firmar el acuerdo.
Si las próximas elecciones fueran ganadas por el PT, lo cual es una posibilidad
real, las probabilidades de que Brasil no suscriba el ALCA podrían ser
mayores.
Los principales puntos de fricción por parte de los gobiernos latinoamericanos
y caribeños están relacionados con la gradualidad de las negociaciones
y de la implementación, con el tratamiento de las diferencias, en especial
las pequeñas economías (elemento sensible para los países
del Caribe), el temor de una mayor concentración del comercio con los
Estados Unidos (en especial para aquellos países cuya pauta geográfica
de comercio es más diversificada), la política antidumping y los
subsidios agrícolas (tema sensible para los Estados Unidos), etc.
De manera que en el actor gubernamental latinoamericano encontramos una posición
de apoyo general al ALCA, con desavenencias en el orden técnico, que
puede ser virtuales puntos de resistencia, pero negociables; la circulación
del primer borrador del acuerdo podría exhacerbar las fricciones, pues
sólo ahora es que el ALCA salió de los grupos negociadores y podrá
ser aquilatado como "los costos del acceso al mercado norteamericano."
Los empresarios latinoamericanos. La heterogeneidad de lo que
eufemísticamente llamamos empresariado latinoamericano es de espectro
muy amplio; cubre pequeños, medianos y grandes capitales, asociado o
no de diversas maneras y grados con el capital transnacional.
No existen estudios a nivel regional sobre las posiciones del empresariado,
por lo que se tomará como referencia estudios nacionales, que aun cuando
las muestras no son representativas, a los efectos de recoger el abanico de
posiciones sobre el tema es cualitativamente consistente, aunque se carezcan
de los medios para evaluar el peso de cada una de estas posiciones. No se dispone
de información sistematizada y actualizada sobre las posiciones del empresariado
en los países de la región por lo que se toman como referencia
las posiciones de los argentinos y brasileños.
Las posiciones del empresariado con respecto al ALCA están determinadas
por la percepción, fundamentada o no, de los beneficios y costos que
tendrá el acuerdo.
En general, el proceso de financiarización de las economías ha
favorecido las posiciones aperturistas de los representantes del capital que
operan en ese sector, lo que es perfectamente compatible con la propuesta del
ALCA. En cambio aquellos segmentos del empresariado cuyas producciones tienen
como destino el mercado interno son más reticentes al ALCA, en tanto
pueden ser desplazados de esos mercados por competidores más eficientes.
Importantes sectores del empresariado brasileño han sostenido explícitamente
la necesidad de fortalecer el Mercosur antes de ir a una negociación
del ALCA o incluso con la Unión Europea, ya que la única manera
de que Brasil ocupe un espacio propio en la economía mundial es fortaleciendo
el Mercosur, pues de lo contrario sería entregarse a la dominación
de Estados Unidos o de la UE
[20]
Otros sectores del empresariado brasileño plantean la necesidad de fortalecer
el Mercosur, pero a su vez señalan la inevitabilidad del ALCA y alertan
sobre la debilidad de abrir el mercado sin exigir reciprocidad real a los Estados
Unidos.
A diferencia de lo que sucede en otros lugares el ALCA si es un tema para la
media del empresariado brasileño, que además tiene una reacción
proactiva hacia las negociaciones, reclamando el análisis de las consecuencias
del TLCAN que Brasil debería reivindicar en las negociaciones, así
como un involucramiento efectivo en las mismas. Otro elemento distintivo en
el empresariado brasileño es la conciencia de que los mayores obstáculos
para el acceso al mercado norteamericano no son los aranceles, (los aranceles
promedio con que entran los productos latinoamericanos a Estados Unidos no son
altos, menos del 2% en 1999)
[21] sino las barreras no arancelarias, las leyes antidumping
norteamericanas y la manipulación de la legislación comercial,
de lo que concluyen que si estos temas no pueden ser objeto de la negociación,
no habría ventaja alguna en entrar al ALCA.
[22] Un estudio de la UNCTAD reveló que el 60%
de las exportaciones brasileñas a los Estados Unidos enfrenta algún
tipo de barrera no arancelaria.
[23]
La proyección del empresariado argentino es diferente. Según los
resultados de un estudio realizado por el Centro de Estudios para la Producción
de la Secretaría de Industria, Comercio y Minería del Ministerio
de Economía el empresariado argentino es más proclive a percibir
el ALCA como un proyecto ventajoso que facilitaría el acceso al mercado
norteamericano.
La principal preocupación sobre las perspectivas de exportación
a los mercados del TLCAN son los niveles arancelarios vigentes y las preferencias
comerciales para los miembros de ese acuerdo, esta apreciación favorece
las expectativas del acceso garantizado por el ALCA. Sólo un reducido
porcentaje de firmas entiende que sus posibilidades de exportación a
esos mercados están limitadas por estándares técnicos,
sanitarios o ambientales.
[24] Predomina la percepción de que las exportaciones
al mercado norteamericano crecerían con el ALCA sin tener en cuenta que
se incorporarían otros competidores que podrían limitar su participación.
Tampoco existe preocupación generalizada por la posible pérdida
de capacidad competitiva en el mercado interno, ni en el de Mercosur por la
generalización de las preferencias arancelarias a ese mercado. Los capitales
asentados ya en el mercado del TLCAN no perciben el riesgo de su desplazamiento,
en cambio los posicionados en Mercosur sí perciben que el ALCA puede
afectarlos. [25]
Coincidentemente con los brasileños señalan que la estrategia
negociadora debe combinar la profundización y ampliación del Mercosur,
avanzar en la liberalización con otras áreas sobre bases de prudencia
y gradualidad en los compromisos de desgravación y no descuidar las negociaciones
multilaterales.
La evaluación de la posición de este actor concebido regionalmente
no puede hacerse a través de las percepciones argentinas y brasileñas
pues son economías atípicas dentro de la región, especialmente
en el caso de la brasileña, donde el vínculo del empresariado
con el mercado interno es significativo.
De todas formas, las percepciones apuntan a que no existe un rechazo frontal
al ALCA.
Sociedad Civil Los diversos sectores sociales, partidos políticos,
movimientos sociales que identificaron el trasfondo hegemónico del proyecto
y avizoraron sus consecuencias no lograron articular una resistencia movilizadora
desde el lanzamiento del proyecto. El impacto desestabilizador de la caída
del Muro de Berlín en los sectores de la izquierda latinoamericana y
la segmentación del tejido social resultante del neoliberalismo explican
en cierta medida la indiferencia pública inicial ante la emergencia de
un proyecto revitalizador del panamericanismo monroísta
La II Cumbre de las Américas celebrada en Santiago de Chile en 1998,
en la que se hizo el lanzamiento de las negociaciones del ALCA, a diferencia
de lo que ocurrió en Miami, sí contó con una movilización
continental de rechazo en la que se congregaron cerca de 1 000 hombres y mujeres
de casi todos los países del hemisferio en lo que se llamó la
Cumbre de los Pueblos de las Américas, cuyo objetivo era expresar el
rechazo a la agenda neoliberal, con sus propuestas de liberalización
del comercio y de la inversión, la desregulación y la privatización.
Esta reunión continental se propuso la construcción de una alianza
hemisférica social en torno a alternativas concretas que posteriormente
se convirtió en un documento que hasta la fecha va por su tercera versión,
fruto de la discusión colectiva en el que jugaron un papel protagónico
la Alliance for Responsible Trade (ART-Estados Unidos), Common Frontiers/Fronteras
Comunes (Canadá), Red Chile por una Iniciativa de los Pueblos (RECHIP-Chile),
Red Mexicana de Acción Frente al Libre Comercio (RMALC-México),
Réseau Québécois sur l'Intégration Continentale
(RQIC-Québec) y otros.
La III Cumbre celebrada en abril de 2001 en Québec, también estuvo
signada por las masivas protestas, siguiendo la dinámica de la reunión
de Seattle, y por la ampliación de la Alianza Social Continental.
La formación de la Alianza como una red de organizaciones y redes del
Norte y del Sur ha mostrado una creciente capacidad de convocatoria y de trascender
el tema comercial denunciando el déficit democrático del proceso
y caracterizando el proyecto de ALCA como "un estatuto de derechos y libertades
para los inversionistas, consagrando la supremacía del capital sobre
el trabajo, transformando la vida y el mundo en mercancías, negando a
los derechos humanos, saboteando la democracia y socavando la soberanía
de los Estados"
[26] .
No obstante estos eventos de protesta, inéditos en décadas anteriores,
su arraigo en las sociedades latinoamericanas no debe ser sobreestimado. Por
otra parte la Alianza Social Continental es muy heterogénea por lo que
el establecimiento del consenso en la medida que avancen las negociaciones del
ALCA y se planteen otras disyuntivas podría dificultarse.
Lo relevante es que en la sociedad civil es donde se encuentran los núcleos
de resistencia estructural al proyecto, aunque no cohesionados, ni articulados
en torno a una propuesta alternativa.
Actores extrahemisféricos: la UE
La Unión Europea como entidad no ha hecho declaraciones oficiales con
respecto al ALCA; sin embargo, es evidente el interés de ese bloque en
avanzar las negociaciones con países y subregiones de América
Latina: México y el Mercosur
La Unión Europea es un potencial perjudicado con la puesta en marcha
del ALCA. Según un estudio de simulación del ALCA realizado por
el Instituto de Pesquisas Económica Aplicadas de Brasil, en un hipotético
escenario de liberalización arancelaria total se produciría un
notable efecto de desvío de comercio en el mercado brasileño,
lo que puede servir como ilustración de lo que sucederá con la
región en general.
Impactos de Desvío de Comercio sobre socios extrahemisféricos
de Brasil (millones de USD)
Exportaciones para Brasil pre-ALCA Exportaciones para Brasil post-ALCA Reducción
total de las exportaciones
Valor %
Unión Europea 13 075,0 12 597,13 477,87 3,65
Japón 2 756,2 2 635,05 121,15 4,40
Tigres Asiáticos 2 577,3 2 464,52 112,45 4,36
China 1 125, 81 1090,81 37,89 3,36
Otros 9 226,9 8 976,1 250,80 2,72
Total 28764,2 27764,01 1000,19 3,48
Fuente: Alexandre Carvalho y Andrea Parente: "Impactos Comerciais
da Área de Livre Comércio das Américas", IPEA, Marzo
de 1999, Brasilia
Es de esperar que en el período que media entre el año 2001 y
2005 la Unión Europea dinamice las negociaciones con el Mercosur.
Las afectaciones que recibirían otros socios comerciales del ALCA hacen
pensar en ellos como nichos de resistencia, pero atendiendo a otros procesos
políticos tan sensibles como las contradicciones UE-EE.UU por la política
armamentista de la administración Bush, es probable que este tema no
desarrolle un alto perfil en la retórica, aunque se desarrollen acciones
económicas como consolidar el proceso inversionista y de posicionamiento
en determinados mercados como mecanismo para paliar el impacto del ALCA.
Construyendo un consenso de resistencia al ALCA:
Según la anterior evaluación en las instancias que hoy están
decidiendo el curso del ALCA se observa la preeminencia de las posiciones aceptación-resistencia
negociable. La sociedad civil está excluida de las negociaciones; excepto
el Congreso norteamericano los parlamentos no han sido sujetos de consulta para
la aprobación del ALCA.
La construcción de un consenso articulado de resistencia al ALCA es un
reto de la mayor urgencia, con la agravante de lo que significa ir "en
contra de la corriente"
Un elemento en la construcción de un consenso de resistencia es el establecimiento
de las relaciones entre procesos en curso que la propuesta del ALCA contribuiría
a reforzar; por ejemplo, las privatizaciones. Según encuesta realizada
en 17 países de América Latina en la que fueron encuestadas 18
000 personas se observa un consenso de creciente rechazo en torno a las privatizaciones.
En México y Sudamérica en 1998 43% de los encuestados consideraron
que las privatizaciones de las empresas estatales no habían sido beneficiosas
para el país, en la encuesta de 1999-2000 tenían esa opinión
el 56% de los encuestados; en Centroamérica el 43% en 1998 y el 58% en
1999-2000
[27]
La divulgación de qué es lo que ha pasado con México después
del TLCAN puede ser un factor esclarecedor como anticipo de lo que sucedería
con América Latina y el Caribe. En los últimos tiempos se ha reforzado
la propaganda sobre los supuestos beneficios que ha recibido México del
TLCAN, incluso se asocia la derrota del PRI en las últimas elecciones
a los "benéficos" efectos del comercio. Se hace alusión
al desarrollo de la industria automovilística, pero no se dice nada sobre
el deterioro de la industria de autopartes, ni de la cantidad de puestos de
trabajo que aportan una y otra.
[28] Sin embargo es asombroso el desconocimiento que
existe en la región sobre estos procesos; una encuesta de Latinobarómetro
en 1998 sobre el conocimiento de los acuerdos comerciales, sólo el 50%
de los encuestados en Sudamérica y México habían leído
o escuchado algo sobre el TLCAN.
Desmitificar los supuestos beneficios del ALCA en materia de inversiones es
otro elemento importante en la construcción de un consenso de resistencia.
Es un lugar común el argumento de que ALCA promoverá las inversiones
en la región, esto no está comprobado, la liberalización
podría hacer más atractiva la importación de productos
que la inversión.
Se avecinan largas jornadas de esclarecimiento sobre la naturaleza y posibles
consecuencias del ALCA para la preservación de la identidad y de la capacidad
soberana del Estado Nación para definir estrategias de desarrollo. Se
avizoran movilizaciones continentales contra el ALCA. El reto en este contexto
va más allá del "NO AL ALCA", exige una propuesta alternativa
de relación e inserción para América Latina y el Caribe,
lo que pone en la mesa de discusión la necesidad de un proyecto de desarrollo;
para algunos revertir el ALCA es la meta; para otros, es un punto de partida
en el proyecto de transformación social. Ello no deslegitima que lo inmediato
es marchar.
[1]
" El 57% no sabe qué es el ALCA", en
Diario La Nación, Argentina, 14 de mayo de 2001
[2]
Es importante aclarar que los Estados Unidos declaran
una preferencia por las estrategias multilaterales, pero tienen un récord
importante de prácticas bilaterales.
[3]
Lowenthal, Abraham: "Estados Unidos y América
Latina en el nuevo siglo"
Del Foreign Affairs En Español, mayo de 2001
[4]
CEPAL: Informe de la Inversión Extranjera en
América Latina y el Caribe, 1999.
[5]
Representante comercial de Estados Unidos en la administración
Clinton
[6]
Lowenthal, Abraham: Op. Cit.
[7]
Eiras, Ana I. : "EL avance del libre comercio en
la Cumbre de Québec", The Heritage Foundation, 18 de abril de 2001.
[8]
Ibid.
[9]
Ibid.
[10]
Ibid.
[11]
CEPAL: Panorama de la Inserción Internacional
de América Latina y el Caribe 1999-2000
[12]
Ibid
[13]
AFL-CIO:"After NAFTA, FTAA Could Bring More Disaster",
en Internet: http://www.aflcio.org/news/2001/0419
fta
[14]
Ibid.
[15]
Ibid
[16]
CEPAL: " Perspectivas de América Latina
en el nuevo contexto internacional de 2001", Santiago de Chile, mayo de
2001
[17]
Rojas Penso, Juan Francisco: "EL Mercosur ganará
con el ALCA", entrevista concedida a mercosur.com, 11 de septiembre de
2000. Internet.
[18]
Cardos, Fernando Henrique: Discurso en la apertura de
la III Cumbre de las Américas, Québec, Candá, 20 de abril
de 2001.
[19]
Cardoso, Fernando Henrique: Entrevista concedida a Valor
Económico, 19 de abril de 2001
[20]
Sena, Alberto: "Melhor que NAFTA, UE e ALCA, é
investir agora no Amercosul", Forum de Líderes, Gazeta Mercantil,
24 abril 2001
[21]
CEPAL: Panorama de la inserción internacional
de América Latina y el Caribe, 1999-2000. Internet
[22]
Sena, Alberto: "Polanczyk quer discussoes sobre
conteüdos nas negociacoes da ALCA", Forum de Líderes, Gazeta
Mercantil, 25 de abril de 2001.
[23]
Lafer, Celso:Discurso en el seminario: "O Continente
Americano e o Futuro das Integracoes Regionais", Sao Paulo, 4 de abril
de 2001
[24]
Ferraro, Carlos; Kosacoff, Bernardo; Porra, Fernando;
Szelepski, Silvia; y Wang, Lucía: Expectativas empresariales frente a
la negociación del ALCA, CEP, Argentina.
[25]
Ibid.
[26]
Declaración de la Segunda Cumbre de los Pueblos
de las Américas, Québec 19 de abril de 2001
[27]
Latinobarómetro 1996-2000
[28]
Intervención de Héctor de la Cueva
(Tomado de www.cubaminrex.cu)