Resumen de las principales propuestas de Estados Unidos para el ALCA
Por Marcos Arruda
En las reuniones de Venezuela en la semana pasada, y de Panamá, el 12-13/5/2002,
Estados Unidos insiste en forzar la convergencia en torno de sus intereses.
La postura de los gobiernos latinoamericanos ha sido tibia, débil y cobarde.
El contexto internacional no es de liberalización, pero sí de
creciente proteccionismo comercial. Al inicio de mayo Estados Unidos decidió
aumentar los subsidios a los agricultores, reduciendo así la competitividad
de productos agrícolas importados. Esto afecta a algunos sectores exportadores
de los países en desarrollo, en particular a Brasil. Algunas semanas
antes Estados Unidos había tomado medidas proteccionistas contra el acero
importado -y uno de los principales afectados también fue Brasil. La
reacción de la Unión Europea fue también crear barreras
al acero importado, ampliando el efecto negativo sobre las exportaciones brasileñas
de acero.
Observamos también que el comercio internacional decreció en los
últimos 12 meses, excediendo apenas los US$ 6 billones en 2001 - un valor
casi despreciable, si se compara con la danza de los capitales especulativos,
cuyas transacciones exceden los US$ 1,5 billones por día! El telón
de fondo de este avance del proteccionismo de los países ricos y de esta
disminución de la actividad comercial internacional para la economía
de los países altamente endeudados, como Brasil y Argentina, es que ellos
están supuestamente en pleno esfuerzo para ampliar sus balanzas comerciales
a fin de viabilizar el servicio de la deuda externa -en realidad, del conjunto
del pasivo externo, incluyendo las transferencias en divisas relativas a lucros,
dividendos, royalties y otros pagos. Hay que considerar además el agravamiento
de la vulnerabilidad externa del sector público brasileño ante
una megadeuda interna, un tercio de la cual en títulos con corrección
cambiaria. Dificultades en el ámbito de las exportaciones obligan a Brasil
a un esfuerzo extra para reducir las importaciones, a fin de obtener algún
superávit comercial, o al menos evitar un déficit, que cargaría
seriamente la situación de sus reservas internacionales y lo obligaría
a una nivelación aún más costosa de la deuda externa.
La conclusión es que los países del Norte, sobre todo Estados
Unidos, no tienen ningún empacho en aumentar las dificultades comerciales
de los países endeudados, en particular de algunos "emergentes" (hoy
sumergidos) como Brasil y Argentina. En este año electoral en Brasil,
la impresión que dan los negociadores de Estados Unidos es que desean
crear la mayor presión posible sobre el gobierno que tomará posesión
al inicio del 2003. Merece, pues, que nos detengamos en los elementos esenciales
de la propuesta de los Estados Unidos para el ALCA, presentada en la reunión
de Venezuela hace pocos días.
1. En la reunión de Venezuela fue definido que los países integrantes
de la futura ALCA deberán entregar hasta el 15/1/2003 sus propuestas
de liberalización de mercados en cinco áreas fundamentales:
* bienes industriales
* agricultura
*servicios
*compras gubernamentales
*inversiones directas extranjeras
Liberalización en cursiva, para indicar la orientación política
del acuerdo. Mientras Estados Unidos protege, a los supuestos asociados les
obliga a liberalizar. A Estados Unidos, la mayor potencia comercial de América,
le interesa la "libertad", y la "igualdad de derechos", pues con ellas Estados
Unidos predomina y somete a los asociados a las reglas que le favorecen. Es
la ley del más fuerte -el darwinismo comercial, coherente con el darwinismo
social que se refuerza en las relaciones de producción capitalista. Pero
para otros países del continente, en particular aquellos de América
Latina y Caribe, esta libertad es una trampa, y la igualdad de derechos se basa
en la desigualdad de condiciones en el punto de partida. Dar derechos iguales
a socios desiguales es beneficiar al más fuerte y perjudicar a los ya
perjudicados.
2. Se definió también que las tarifas referenciales de exportación
para la apertura comercial que el ALCA pretende promover serán las que
estuvieran en vigor el 15/1/2003, o las que la OMC haya aprobado hasta el final
del 2004. Prevalecerán las que fueran más bajas. Con esto, el
nuevo gobierno brasileño no tendrá tiempo para tomar aliento.
Ya de inicio estará metido en un juego de cartas marcadas.
3. Con relación a las inversiones, Estados Unidos quiere igual tratamiento
a los capitales extranjero y nacional (algo que el gobierno de Fernando Henrique
Cardoso trató de introducir ilegítimamente por enmienda constitucional
luego del inicio del primer mandato -un súbdito que es más realista
que el rey...). Notemos que la propuesta norteamericana en esta área
retoma diversos puntos del Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI), que fue
derrotado en las negociaciones oficiales de la OCDE por presión de los
movimientos sociales globales, pero fue soterradamente transferido al ámbito
de la OMC. Hoy hace parte de las discusiones de esa organización bajo
el título TRIMS (Medidas sobre Inversiones Relacionadas con el Comercio).
La liberalización de las inversiones externas se vienen infiltrando en
diversos acuerdos bi y multilaterales, inclusive bajo la forma de condiciones
en los paquetes de "salvamento" del FMI.
4. En relación a las compras gubernamentales, la pretensión norteamericana
es que las reglas del ALCA se apliquen no solamente a nivel federal sino también
a los gobiernos estaduales y municipales.
Esto significa una imposición más de gobernanza de arriba hacia
abajo.
Las reglas que son buenas para los protagonistas de la globalización
del capital serían impuestas hasta el nivel más local de gobierno,
robando una vez más la soberanía a la población de definir
sus propios caminos de desarrollo. A quién comprar, estimulando puestos
de trabajo para quién, valorizando los productos de quién, adoptando
qué políticas de precios -todo eso son decisiones que deberían
competir a la población de cada municipio y estado, en acuerdo con sus
respectivos gobiernos. Esto, claro, en contextos de democracia participativa.
La lógica del ALCA es inversa: las decisiones vienen de arriba, en beneficio
de los agentes económicos más fuertes y capaces de ofrecer los
precios más bajos. Nuestra respuesta es: estos no deben ser las únicas
directrices para las compras gubernamentales.
Es derecho soberano de los países, estados y municipios el de decidir
a quién compran y con qué criterios. En la perspectiva de la socioeconomía
solidaria, un criterio no necesariamente mercantil se presenta: el de facilitar
compras de empresas o redes de producción asociativa, autogestionaria
y ambientalmente sustentable, y de comercio justo.
5. Recordemos que la Cámara de Representantes de Estados Unidos concedió
al Ejecutivo, a fines del 2001, un mandato negociador que saca de la negociación
del ALCA todos los principales temas de interés de Brasil (ver artículos
de Paulo Nogueira Batista Jr. en la Folha de Sao Paulo). La conclusión
de este economista en su artículo "Alca y Vocación Colonial" (FSP,
2/5/2002: B2) es: "Y nadie en el gobierno brasileño parece hacer la pregunta
obvia - ¿qué es lo que Brasil aún está haciendo en esa
mesa de negociaciones?" Evoquemos, en fin, las palabras del Embajador Samuel
Pinheiro Guimaraes: "La sociedad brasileña debe, por lo tanto, movilizarse
desde ya en defensa de preservar el derecho soberano de Brasil a tener una política
de desarrollo, que tiene que ser construida por instrumentos de política
comercial, industrial y tecnológica que una futura ALCA vendrá
a impedir definitiva y legalmente". (Jornal dos Economistas, marzo del 2002:
5).
Marcos Arruda, es economista y educador del PACS (Instituto de Políticas
Alternativas para el Cono Sur, Río de Janeiro) y miembro del Instituto
Transnacional (Amsterdam).
Servicio Informativo "Alai-amlatina"
23 de mayo del 2002