Alca
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LA FIRMA DEL CAFTA
Marcelo Colussi
ARGENPRESS.info
Tras un año de negociación y luego de nueve maratónicas rondas, acaba de firmarse
a mediados de diciembre pasado el Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica
y Estados Unidos (conocido como CAFTA, por su sigla en inglés) entre El Salvador,
Nicaragua, Guatemala, Honduras y Washington.
Costa Rica dejó momentáneamente en suspenso su participación por no encontrar favorable a sus intereses el acuerdo. El texto definitivo aún no se ha dado a conocer en forma abiertamente pública; en estos momentos está a la espera de ser ratificado por el Congreso del país norteamericano, cosa que se da como casi descartada, luego de lo que se conocerá en detalles.
Al anunciar la suscripción, el Representante de Comercio de Estados Unidos, Robert Zoellick, aseguró que se trata de un mecanismo que 'fortalecerá la democracia' centroamericana y 'servirá de cimiento al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA)', el ambicioso proyecto comercial que viene impulsando su país como prioridad estratégica.
El Presidente Bush había anunciado en enero del 2003 que el CAFTA constituye una prioridad de primera línea para su administración. En realidad el volumen comercial de intercambio entre el gigante del norte y los pequeños países del istmo centroamericano es pequeño, representando apenas el 1% del comercio externo de Estados Unidos. ¿A qué se debe esta decisión de Washington entonces?
El ALCA busca liberalizar los mercados continentales antes del 2005 creando una zona de reinado absoluto del dólar y de la economía estadounidense para gestionar un enorme bloque bajo su influencia con lo que contrarrestar el fortalecimiento de la eurozona y eventualmente el crecimiento de la República Popular China, pero ante la resistencia opuesta por algunos países sudamericanos a aceptar las condiciones de negociación impuestas por Washington, éste optó por impulsar entonces acuerdos regionales o bilaterales en lugar de un gran acuerdo general. Ahí surge la importancia estratégica del CAFTA.
El establecimiento del ALCA se le ha venido complicando a la potencia del norte por la resistencia que encontró en algunos países 'rebeldes' (Brasil, Argentina, Venezuela), donde tanto sus gobiernos como la sociedad civil levantaron voces críticas contra un acuerdo atentatorio de su soberanía, tanto por las condiciones laborales que fija como por la degradación medioambiental a que los sometería. Centroamérica pasa a convertirse así, en la estrategia continental de Washington, en territorio de expansión natural del Tratado de Libre Comercio ya existente entre Canadá, Estados Unidos y México, y en una importante vía con que intentar cercar a los insumisos del Sur.
Si el ALCA llegara finalmente a buen término tal como desea el interés imperial de Estados Unidos, los embarques de bienes de exportación e importación tendrán que pasar por la región mesoamericana. Por lo tanto el CAFTA es un paso vital para expandir el acuerdo continental. Sin la aprobación de dirigentes empresariales y funcionarios de los gobiernos centroamericanos, el ALCA será prácticamente imposible.
Dicho en forma sintética el CAFTA apunta a los siguientes temas básicos: 1) Servicios: todos los servicios públicos deben abrirse a la inversión privada, 2) Inversiones: los gobiernos se comprometen a otorgar garantías absolutas para la inversión extranjera, 3) Compras del sector público: las compras del Estado se abren a las transnacionales, 4) Acceso a mercados: los gobiernos se comprometen a reducir, llegando a eliminar, los aranceles de protección a la producción nacional, 5) Agricultura: libre importación y eliminación de subsidios a la producción agrícola, 6) Derechos de propiedad intelectual: privatización y monopolio del conocimiento y las tecnologías, 7) Subsidios: compromiso de los gobiernos a la eliminación progresiva de barreras proteccionistas en cualquier ámbito, 8) Política de competencia: desmantelamiento de los monopolios nacionales, 9) Solución de controversias: derecho de las transnacionales de enjuiciar a los países en tribunales internacionales privados.
La manera en que la firma del tratado fue celebrado por gobernantes y gran empresariado de las pequeñas naciones firmantes fue triunfalista, pero objetivamente analizado permite ver que las aristocracias locales cedieron demasiado en aspectos sensibles (políticas sociales) a cambio de cuotas azucareras y de exportaciones textiles que no compensan el beneficio final. Si los agroexportadores e industriales maquileros centroamericanos ganaron algo en el acuerdo, los perdedores son los miles de pequeños campesinos de subsistencia (base de la economía doméstica de los países istmeños) y los pequeños productores de carne, puesto que no podrán competir con los agricultores estadounidenses que, además de estar mecanizados, reciben enormes subsidios gubernamentales.
La vulnerabilidad de los países centroamericanos y la propensión al vasallaje de sus gobiernos son reconocidas por Washington como elementos que favorecen su estrategia de expansión continental, buscando con esta maniobra acorralar la oposición al ALCA encontrada en Sudamérica.
Sin ningún tipo de rodeos Zoellick subrayó que el CAFTA será el mejor escudo del que dispondrán las empresas textiles norteamericanas para sobrevivir a la competencia china cuando en el transcurso del año 2004 sean eliminadas las tarifas del sector bajo acuerdo de la Organización Mundial de Comercio. Lo cual puede entenderse entonces como: más maquilas para Centroamérica, es decir, mano de obra barata, sin sindicatos y en condiciones laborales extremas.
Definitivamente si el CAFTA beneficia a alguien, por cierto no es a las grandes mayorías centroamericanas.