10 de febrero del 2003
México: El ALCA a consulta / III b
Sebastián López
Rebelión .
Un sueño largamente acariciado parece próximo a hacerse
realidad. No se trata del de Simón Bolivar, de hacer del continente todo
nuestra Patria Grande; mucho menos el de José Martí, de ver libre
a los pueblos de América de la garra del imperialismo..
1823. James Monroe, quinto presidente de los Estados Unidos, exponía
los principios que regirían la política exterior de su país
hacia el resto del continente. Sin respaldo de ninguna ley aprobada por su propio
Congreso ni ratificada en el Derecho Internacional, su doctrina no tendría
gran repercusión sino hasta 1840, cuando su tocayo James Knox Polk la
aplicaría para justificar los objetivos básicos de su administración:
reducción de aranceles, eliminación de presiones a la banca privada
y, muy especialmente, anexión de Texas, California y Oregon; con lo cual,
además de perder más de la mitad de nuestro territorio, se inauguraba
una nueva doctrina que según justificaba la ocupación geográfica
de América por Estados Unidos: el Destino Manifiesto..
Más de tres cuartos de siglo después, dos años antes de
ser premiado con el Nobel de la Paz, el presidente estadounidense Theodore Roosevelt
en su denominada política del Big Stick (Gran Garrote) sostenía
que su país podía intervenir en cualquier nación latinoamericana
"culpable de actuar incorrectamente en su política interior o exterior".
Dado el poder policial hemisférico que tales argumentos requerían
para abandonar el plano de las simples declaraciones, el que luego sería
el gendarme del planeta se dio a la tarea de modernizar sus fuerzas armadas
haciendo del llamado "Corolario Roosevelt" la piedra de toque de su "política
de buena vecindad" con el resto del continente..
De todos modos tendrían que pasar otros cuarenta años para desarrollar
la presencia militar del Big Brother hasta toparse de frente con la del
llamado bloque socialista. Había llegado la era Truman, dejando tras
de sí la del cuatro veces reelecto Franklin D. Roosevelt, y con ella
el mundo sería testigo de los lanzamientos de las primeras bombas atómicas
y del inicio de las hostilidades que marcarían la caliente Guerra Fría.
Son los tiempos del concepto estadounidense de Seguridad Nacional como pretexto
para la creación del Departamento de Defensa y del edificio pentagonal
que lo aloja, así como de la afamada Agencia Central de Inteligencia
(CIA), coadyuvante en la intervención contra Corea y en la "cacería
de brujas" del macartista Comité de Actividades Antiaméricanas
que iría en pos de "peligrosos comunistas" como Bertolt Brecht, Arthur
Miller o Charles Chaplin..
Estos son también los años que verían nacer al primer centro
de adiestramiento para fuerzas armadas en Latinoamérica bajo mando estadounidense.
Su sede estaría en el Fuerte Amador, cuyo nombre lo tomaría del
apellido de quien fuera el primer presidente de Panamá, nación
que a decir de no pocos analistas se creó por interés del propio
gobierno de los Estados Unidos. Luego cambiaría de residencia a Fort
Gulick, igual en suelo panameño, para ser rebautizado como Escuela del
Caribe del Ejército de Estados Unidos y adoptar el español como
idioma oficial..
Paralelamente, con Dwight D. Eisenhower en la presidencia, el Tío SAM
continuaba con su política de hegemonía económica y política
en el continente, y hacia julio de 1956 se reunirían los 19 presidentes
de los países miembros de la Organización de Estados Americanos
(OEA) en lo que sería el primer antecedente de las cumbres que hoy enmarcan
la firma del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA)..
El segundo empujón lo daría un egresado de la Universidad de Harvard,
John Fitzgerald Kennedy, quien un año después de llegar a la presidencia
de su país y bajo la supuesta intención de invertir la fórmula
Truman-Eisenhover de mucho apoyo militar y poca ayuda económica para
con los países americanos, impulsaría en Punta del Este, Uruguay,
su denominada Alianza para el Progreso, con la cual, según decía,
pugnaba por la cooperación hemisférica, la defensa de la democracia
y la justa redistribución de la riqueza entre los países de la
OEA. Sin embargo, como lo había previsto Ernesto Guevara, representante
de Cuba ante el Consejo Interamericano Económico y Social (CIES) de la
OEA, la mentada Alianza para el Progreso terminó por hundir aún
más al continente..
Lo que sí ya iba viento en popa era la estrategia contrainsurgente del
Tío SAM "para combatir la amenaza comunista y colaborar con el desarrollo
de una contraofensiva a la creciente influencia cubana y soviética en
la formación de grupos guerrilleros": Fuerte Amador se erigía
como la primera sede de la recién instituida Conferencia de Ejércitos
Americanos (CEA), en la cual participaban 17 países en calidad de miembros
estando el nuestro como observador. Adivine quién era el anfitrión..
Punta del Este y el CIES fueron, junto con la expulsión de Cuba de la
OEA, el marco en el que se aprobó la Alianza para el Progreso que seis
años después serviría de pretexto para la realización
de una segunda cumbre de líderes del hemisferio. En dicha reunión,
Lyndon B. Johnson y 18 jefes de Estado más firmaron la llamada Declaración
de los Presidentes de América, en la cual se establecía la creación
del Mercado Común para América Latina y la cooperación
multilateral de desarrollo de infraestructuras, agricultura, control de armas
y educación. żLe suena conocido? .
Para esas fechas el intervencionismo norteamerigringo tenía las
manos metidas en Panamá, República Dominicana y Vietnam, así
que se veía obligado a reforzar su influencia militar en el continente.
La CEA se preparaba para su octava versión, a celebrarse en Brasil, y
la escuela militar en Fort Gulick, que hacía cuatro años se llamaba
la United State Army School of Americas (USARSA), mejor conocida como
Escuela de las Américas, llevaba un conteo aproximado de mil soldados
entrenados al año, 96 de los cuales fueron mexicanos.