22 de noviembre del 2003
Miami estuvo en estado de sitio; 20 mil personas marcharon contra el ALCA
Miami amaneció como la capital de un país bananero que acabara de sufrir un golpe de Estado: miles de policías estrenando equipo antimotines, cañones lanza agua, vehículos artillados, helicópteros que sobrevuelan todo el día y sospechan que todo manifestante es enemigo potencial de la ley y el orden.
Pero unas 15 mil personas mantuvieron la paz, a pesar de provocaciones e intimidación de las autoridades, al marchar por el centro de la ciudad, aunque se les mantuvo lejos -a unas 10 cuadras- del sitio donde se celebra la reunión ministerial para el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
Los manifestantes emitieron una declaración conjunta en solidaridad con los cientos de miles de personas que en Londres protestan contra la visita del presidente George W. Bush y con los activistas que están por participar en una protesta masiva contra la Escuela de las Américas este fin de semana.
''La invasión y ocupación de Irak, la capacitación de soldados en contrainsurgencia en la Escuela de las Américas, y la expansión de los llamados acuerdos de libre comercio como el ALCA, son estrategias en la construcción de un imperio basado en la avaricia, la violencia y el poder'', declararon. ''Estas políticas -sostuvieron- no están haciendo más seguro al mundo como tampoco sus políticas económicas están generando prosperidad''.
La policía de Miami dedicó gran parte del día a evitar que la mayoría de los pacíficos manifestantes pudieran llegar siquiera a un kilómetro de la sede que alberga la reunión ministerial del ALCA.
Con nuevos uniformes y equipos antimotines de última moda, los policías dispararon balas de hule, gas pimienta, usaron instrumentos láser eléctricos y bastones contra manifestantes que intentaban acercarse al hotel donde se realizaban las negociaciones oficiales.
Varios activistas acabaron con las cabezas ensangrentadas y fueron atendidos por médicos y enfermeras voluntarios, que también tuvieron que dar tratamiento a los que quedaron expuestos a agentes químicos. ''La policía sistemáticamente violó los derechos humanos en un esfuerzo por silenciar las protestas contra el ALCA'', declaró Patrick Reinsborough, vocero de los manifestantes.
El acto magno del día fue una enorme marcha y mitin encabezados por el sindicato nacional metalúrgico de Estados Unidos, junto con representantes de sus colegas brasileños. Vestidos con camisetas iguales que llevaban leyendas como: ''El ALCA asquea'' y con banderas que en tres idiomas reafirmaban la solidaridad, unos 2 mil obreros siderúrgicos integraron el contingente más grande visto en una marcha, que incorporó a representantes de las diversas organizaciones sociales integrantes del movimiento global altermundista.
Los organizadores de la marcha denunciaron la abrumadora presencia policíaca, que las autoridades no permitieron la llegada de más de 100 autobuses con 2 mil sindicalizados y negaron el acceso al sitio de la manifestación a cientos más.
''Hoy me desperté con el rugir de helicópteros. Ellos pueden parar nuestros autobuses, pueden negar que la gente llegue a esta manifestación, pero jamás podrán detener este movimiento por la justicia económica y social en las Américas'', declaró Leo Girard, secretario general del sindicato nacional siderúrgico de Estados Unidos (USWA).
''Arriba, abajo, el ALCA al carajo'', corearon unos, mientras otros gritaban consignas sobre el medio ambiente, contra la privatización del agua, por la defensa de los inmigrantes, contra la intervención estadunidense en Colombia y Venezuela, y toda una gama de temas, pero todos reunidos en su rechazo al ALCA.
Jornaleros mexicanos de Florida portaban una enorme bandera de México, un contingente de sindicalistas y ambientalistas llevaba otra, mientras activistas de San Antonio mostraban una manta contra la militarización de la frontera.
La mayoría de los participantes pertenecían a sindicatos nacionales como los contingentes del gremio textilero, de trabajadores del gobierno, electricistas, de servicios, maquinistas, pintores y choferes, junto con jornaleros.
También había indicios de la novedosa alianza del sector laboral con el ambiental, y algunos sindicalistas portaban pancartas de la organización Sierra Club. Manifestantes disfrazados de delfines marchaban junto con otros vestidos de blanco que decían ser agentes antitóxicos, al lado de unos ''jitomates asesinos'' y un grupo con sedas de varios tintes de azul que representaban el mar. Pasaban contingentes de la Alianza Social Continental, de jubilados, el bloque negro, artistas, y uno llevaba una pancarta de ''Alcohólicos contra el ALCA''.
Muchos de los participantes entrevistados por La Jornada eran miembros de sindicatos que han perdido miles de empleos por los efectos de las políticas de libre comercio, que trasladaron sus empleos a México o China. Un metalúrgico de Indiana contaba que su planta acaba de perder 50 empleos; un textilero de Carolina del Norte habla de la pérdida de 4 mil puestos de trabajo; uno de la empresa Maytag dice que cientos de empleos se perderán por el traslado de la empresa. ''Es el asesinato premeditado de nuestras comunidades'', comentó Dave Berard, trabajador siderúrgico.
La protesta contra el ALCA se combinó con la denuncia de las políticas del presidente George W. Bush -con la participación de grupos de paz en esta acción- y estas expresiones se unieron a las voces que se escuchan al otro lado del Atlántico, en Londres. ''Bush, te conozco, eres un ladrón, mentiroso y asesino también'', coreaban unos, y en cada foro y mitin aquí se ha señalado la prioridad de derrotar a Bush en las elecciones del año entrante.
El día comenzó con la celebración de un ''Área de Libre Carnaval de las Américas'', con títeres y grupos de manifestantes que se congregaron desde varios puntos para sumar unas mil personas que bailaban, tocaban tambores y celebraban la resistencia al ALCA.
La primera manifestación empezó con una larga columna de activistas encabezados por el gran títere de un pájaro de cinco metros, con tambores, canciones y bailes, y cuyo avance fue bloqueado en cada esquina para evitar que se acercaran a menos de unas 10 cuadras de donde se reunían los ministros.
Pero desde que amaneció la policía inundó todas las rutas al centro y rehusó permitir el acceso a lugares que antes habían sido establecidos como zonas acordadas para la protesta. Una y otra vez movían las líneas de uniformados para arrinconar a los grupos de manifestantes, a veces utilizando la fuerza. En varios cruces los activistas resistieron estas tácticas pero la policía operó en formaciones militares, golpeó a los manifestantes en riñones y cabeza, al tiempo que disparó cápsulas de gas pimienta y balas de hule.
En cierto momento los manifestantes intentaron derrumbar un segmento de la gran barda de metal que la policía había instalado alrededor de unas 20 cuadras del centro, y los agentes respondieron con toques eléctricos y gas lacrimógeno. Para la mayoría de los observadores y periodistas estas acciones parecían diseñadas para intimidar y establecer control a toda costa, más que un intento para manejar los movimientos de manifestantes.
Un enorme grupo de sindicalistas que acudía a un acto autorizado por la policía se encontró frente a una acción de asalto donde una decena de agentes ingresó al grupo, arrestó a dos personas (supuestamente por haberles arrojado una manta) y apuntó sus armas contra los sorprendidos sindicalistas.
Dos sindicalistas mexicanos empezaron a gritar a los policías ''culeros''. Girard, líder de los siderúrgicos, informó que una de sus agremiadas fue arrojada al piso de concreto mientras los policías le apuntaban a la cabeza con sus pistolas.
Al concluir la gran marcha y mitin de los sindicalistas, grupos de activistas dispuestos a realizar acciones directas fueron correteados después de un largo y tenso momento de negarse a abrir el paso a la policía en una avenida. La policía insistió en que este grupo estaba por iniciar acciones de destrucción de propiedades y les ordenó abandonar el sitio, pero al negarse fueron reprimidos. Menos de 100 activistas decidieron incendiar basura y colocar obstáculos en la avenida, con lo cual la policía empezó a perseguirlos por varias cuadras.
Para el fin del día la policía había detenido a más de 50 activistas pero hasta el momento nadie sabe cuántos fueron heridos, mientras de su parte reportaron que dos de sus agentes sufrieron heridas.
''Más de 8 millones de dólares se usaron para espantar a niños y a gente mayor de edad'', comenta a La Jornada Tony Fransetta, que organizó la participación de unos mil 200 trabajadores jubilados de varias partes de Florida que llegaron aquí en 25 autobuses. Lo hicieron, dice, porque acuerdos como el TLCAN y el ALCA sólo llevan a menos empleos y salarios deteriorados. ''Esto no es posible, es un Estado policiaco, sólo para intimidar a estos jóvenes que actúan por sus ideales''. Concluyó: ''yo soy veterano de la guerra de Corea, pero este no es el país por el cual luché''.
Jim Cason, David Brooks y Roberto González Amador