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Mauritania:
Adam Wade
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El descubrimiento de yacimientos y la llegada de las multinacionales cambió el panorama en el país de los mil poetas. Allí está la matriz del último golpe de Estado, un escenario en el que Estados Unidos y Francia especialmente, ponen en juego su poder para influir en la política interna.
La visita del coronel Maouya Ould Sidi Ahmed Taya a los lugares santos no le trajo suerte. Como en 1984, cuando tomó el poder, por el desplazamiento de su predecesor en Bujumbura, Maoûya vivió ahora la amarga experiencia de lo que es el poder en Mauritania. Un país que no disfrutó nunca de una alternancia pacífica. Desde que se demostró que este territorio rebosa petróleo bajo sus vastas extensiones de arena árida, golpe y contragolpe se suceden. Entre 2003 y noviembre de 2004, hubo varias tentativas de golpe de Estado. Desde el comienzo de este año, los arrestos a islamistas son moneda corriente. Algo cambió en este país con el descubrimiento de petróleo, la llegada de las multinacionales y las promesas de un futuro mejor. Y como hace veinte años, cuando Ould Haidallah fue depuesto, los observadores intentan ahora saber cuál es la posición de Francia.
La ex potencia colonial perdió influencia frente a Washington, pero mantiene sobre Mauritania sus ojos y sus oídos capaces de controlar todo. Símbolo de esta alianza entre Nouakchott y el Tío Sam, el nuevo palacio presidencial está situado muy cerca de la embajada norteamericana. El ciudadano común piensa que estos dos edificios están comunicados por un corredor secreto. La embajada norteamericana se vio obligada a reforzar sus muros después del fallido golpe de Estado del 8 de junio de 2003, y tuvo que salir a desmentir a los que la acusaban de albergar al presidente.
Al contrario de este acercamiento transatlántico, las relaciones entre Nouakchott y París están todavía algo alejadas por estos días, luego de la condena que le dio un tribunal francés a un oficial de Mauritania por torturas. Una condena de quince años que empujó a algunos sectores cercanos al poder a pedirle al presidente que suspenda la cooperación militar con Francia.
Otro signo de cambio: el ataque, el 5 de junio último, a la guarnición militar de Lemghtey, en el nordeste del país. Rápidamente, luego de esta tentativa, el Tío Sam desplegó efectivos para maniobras y consejeros militares fueron enviados a toda prisa a esta región fronteriza con Argelia.
Durante este tiempo, Francia se contentó con un comunicado en el que «expresa su inquietud y condena el terrorismo». El petróleo llegó para complicar todo, según algunos observadores. En la larga lista de sociedades anglosajonas que se benefician con contratos petroleros, Haliburton, la sociedad norteamericana de Dick Cheney, desplazó a la australiana Woodside y a un grupo de sociedades australiano canadienses. En esta caza del tesoro, la francesa Total ocupa el lugar que le dejan, sin poder instalar su dominio en esta "tierra de influencia francesa".
Mientras el nuevo comité militar en el poder acababa apenas de leer su programa frente a los mauritanos que dan prueba una vez más de su calma legendaria (no por nada tienen reputación de poetas), ninguna prueba material permitía explicar este cambio de poder en Nouakchott por el alejamiento de París o las cuestiones de geopolítica regional. Pero otro signo interesante es que Francia, contrariamente a España, no condenó inmediatamente el golpe.
Es mucho lo que hay en juego Por Rachid Abbar
Mauritania es un país con más de la mitad de su superficie constituida por desierto. Su población se estima en 2,8 millones de habitantes. Más del 80 por ciento de los mauritanios son moros (« negros » y « blancos »). Los negroafricanos representan el 18 por ciento de la población, según un censo oficial.
La costa atlántica hizo de la pesca un sector vector de la economía del país. De hecho, la pesca asegura más del 50 por ciento de sus ingresos por exportación. El sector rural contribuye con el 20 por ciento del producto bruto interno y el 60 por ciento de los empleos, según las autoridades. Las minas (hierro, cobre y fosfatos) constituyen otro sector importante de la economía de Mauritania.
Es también un país extremadamente pobre. Forma parte de los 18 países más pobres del planeta, de los cuales 14 son africanos, y fue beneficiado con la anulación de su deuda, el 11 de junio, por el G8.
El descubrimiento de petróleo en este país despertó la esperanza. La llegada de una nueva era se anunciaba. Su primer yacimiento de petróleo en Chinguetti, descubierto por la compañía australiana Woodside, debería estaría operando a fin de este año. La producción podría llegar a los 80.000 barriles por día. Según los expertos, esta primera plataforma, ubicada en aguas profundas cerca de la capital, Nouakchott, podría tener reservas de cerca de 100 millones de barriles.
Esto despierta la ambición. Los Estados Unidos quisieron imponer un nuevo espíritu a los intercambios económicos y comerciales con Mauritania. En el curso de una conferencia de prensa en Nouakchott, el director de la oficina de Política y Planificación del Departamento de Comercio de los Estados Unidos, David Bohigian, indicó que estos intercambios serán muy "ventajosos" para todas las partes. El responsable del Departamento de Comercio también había señalado que el nivel "de los intercambios entre Mauritania y los Estados Unidos progresa rápidamente", aunque sin dar cifras.
Pero, no sólo los norteamericanos se sienten atraídos por los yacimientos petrolíferos. El ministro mauritano de Petróleo y Energía, Zeidane Ould H`Meida, firmó recientemente dos contratos de producción petrolera con la compañía española Repsol Exploración-SA. Estos dos contratos, firmados por Ould H`Meida y el presidente director general de Repsol, Antonio Brigo Niubo, involucran petróleo de la cuenca de Taoudenni contra un compromiso de la parte española de realizar trabajos geofísicos y geológicos. Se trata nada menos que de veinte millones de dólares.
Los británicos también están interesados por el petróleo de Mauritania. La sociedad petrolera británica Energem Ressources Inc firmó un contrato con el gobierno de Ould Taya, por trabajos en una superficie de 5.265 kilómetros cuadrados cerca de la costa durante nueve años. La compañía se comprometió a invertir 2,5 millones de dólares en el curso de los 18 primeros meses dedicado al trabajo de búsqueda, y 11 millones de dólares por cada perforación efectuada. Es mucho lo que hay en juego.
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