Medio Oriente - Asia - Africa
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El protagonismo de Afganistán
Txente Rekondo
La muerte de diecisite militares españoles en Afganistán ha permitido a ese
país asiático recuperar el protagonismo en los medios de comunicación. Los
acontecimientos en otras partes del mundo habían convertido a la situación
afgana en una especie de «víctima colateral», haciendo pasar desapercibida la
grave situación que allí se vive, y probablemente rompiendo con la imagen de
«control casi absoluto de la situación» que se nos vende desde EEUU y sus
aliados
Desde la invasión norteamericana a finales del año 2001 se ha intentado
presentar el país afgano como un camino hacia la normalización, y una ruptura
con el anterior régimen Talibán. Sin embargo, las cosas lejos de mejorar están
empeorando cada día para los intereses hegemonistas y de control mundial de
Washington.
De momento, la formación del nuevo Ejército afgano está llena de obstáculos. Sus
fuerzas tiene una moral muy baja como consecuencia de los continuos ataques de
la resistencia afgana y día a día el número de víctimas entre sus filas aumenta.
Algunos militares han expresado en privado su disconformidad con la táctica
norteamérica, que les hace sentirse como «carne de cañón». Además, la llamada
Policía Nacional afgana, otro de los pilares de la nueva propuesta de seguridad
de EEUU, tiene una más que fundada fama de cuerpo corrupto e indisciplinado.
Por otra parte, las denuncias de torturas y malos tratos por parte de los
soldados de Bush en las cárceles afganas, unido a las imágenes despectivas hacia
el Corán en Guantánamo, han incrementado las protestas populares, uniéndose a
éstas y bajo el grito de «muerte a América» numerosas personas que no entrarían
en los círculos de la resistencia.
Tampoco la industria en torno al opio ha disminuido, al contrario. Según fuentes
locales, se encuentran en todo su esplendor, con unas fuerzas de
narcotraficantes que están extendiendo su poder y sus redes por todo el país, e
incluso por los países vecinos.
Lo cierto es que Estados Unidos no ha pretendido nunca establecer un régimen
democrático o progresista en Afganistán, ni acabar con los males endémicos de
esa sociedad. Sus pretensiones tiene que ver con la importancia geoestratégica
que tiene ese país para poder asentar sus intereses en esa región. Y dentro de
esta línea de actuación juega un papel muy importante la construcción de bases
militares. Una de éstas, la de Herat tiene el protagonismo central. Considerada
como la mayor de todas y eje de la estrategia de la OTAN, su ubicación junto a
la frontera de Irán hace subir enteros a su papel dentro de esa «hoja de ruta»
norteamericana. Por eso, no deja de ser curioso cómo se nos quiere presentar la
presencia de tropas extranjeras en Afganistán bajo la excusa de la colaboración
de cara al buen desarrollo de las elecciones parlamentarias del próximo 18 de
septiembre. Cualquier observador neutral puede descubrir sin ningún problema,
cuál es la verdadera intención de EEUU y sus aliados al mantener las tropas en
la región.
La resistencia
Los esfuerzos norteamericanos por acabar con la resistencia se centran en el
movimiento Talibán y en el grupo de Gulbuddin Hekmatyar, Hezb-e Islami. En el
pasado se ha hablado de alguna alianza de esas organizaciones para combatir la
presencia extranjera. No obstante, en la actualidad, a pesar de acciones
esporádicas conjuntas, ambos grupos parecen mantener sus propias agendas.
De los dos el movimiento talibán sería el más fuerte en estos momentos. Tras la
invasión de EEUU, no fue hasta el año 2002 cuando se produjeron los primeros
ataques del Talibán contra las tropas extranjeras y el gobierno local, pero su
imagen era la de una fuerza desorganizada y sin una estructura central. Ya a
comienzos de 2003, el movimiento hizo público un comunicado en forma de fatua,
firmado por millar y medio de líderes religiosos. En el documento destacan dos
artículos, el primero recordaba «la obligación de los musulmanes para practicar
la jihad» y el segundo señalaba que «cualquier colaboración con los infieles se
pagaría con la muerte».
En junio de ese mismo año se hizo pública la formación de un consejo dirigente
de diez miembros, bajo la dirección del Mullah Omar. En la actualidad y, al
parecer tras la experiencia iraquí, la resistencia afgana se ha dotado también
de algunas células operativas al margen de las estructuras tradicionales de la
resistencia, con un carácter muy clandestino y que confiere mucha más seguridad
a sus miembros.
Estados Unidos ha intentado contrarrestar este auge de la resistencia a través
de la operación «Lealtad». Así, ha logrado algunas deserciones de líderes
apoyados por los servicios secretos de Pakistán (ISI) y el arrepentimiento de
otros que estaban en prisión. No obstante cuantitativa y cualitativamente no
representan gran cosa a tenor de los acontecimientos.
Los movimientos de la resistencia están ejecutando una estrategia que constaría
de dos fases, la primera es el acoso al gobierno local y a sus aliados
extranjeros, y la segunda giraría en torno a la movilización de las masas bajo
la bandera del Islam.
Complejidad
Algunos señalan que la escalada de estas organizaciones como un movimiento a
corto plazo, destinado a condicionar las elecciones de septiembre. Sin embargo,
otras fuentes apuntan una serie de acciones que darían más peso a los argumentos
de quienes apuestan por que la ofensiva es una táctica a medio o largo plazo,
que buscaría acabar con el actual gobierno y con la expulsión de las tropas
extranjeras del país.
En esta línea se situaría el ataque y toma temporal del distrito de Mian Nishin
en Kandahar y la captura de varias decenas de agentes gubernamentales, el
control talibán de áreas de la provincia de Helmand y los enfrentamientos
directos con tropas estadounidenses en las provincias de Urozgan y Kunar.
El escenario afgano cada vez se parece más a la historia del país cuando la
guerra contra los soviéticos en la década de los ochenta, pero aderezado con
otra similitud, la actual situación iraquí (de hecho, los secuestros y atentados
junto a mezquitas también se están produciendo en Afganistán en estos momentos).
Los combates y ataques se suceden todos los días y por todo el país. El gobierno
local, con el apoyo extranjero apenas puede salir de sus refugios en la capital.
En los tres últimos meses han muerto más de quinientas personas. La situación es
más complicada que nunca, con el gobierno central combatiendo junto a EEUU y sus
aliados contra el movimiento Talibán y otras organizaciones de la resistencia,
contra el descontento de la etnia mayoritaria, los Pashtunes, haciendo frente a
la oposición de líderes religiosos, gobernadores regionales, señores de la
guerra o redes de narcotraficantes.
Por todo ello, cuando se nos pretende presentar la situación en Afganistán como
relajada y bajo control occidental, debemos poner todos nuestros sentido en
guardia, y evitar caer en esa lecturas simplistas e interesadas que nos ocultan
la verdadera realidad afgana. -
(*) Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN).