El gobierno norteamericano y la Unión Europea han anunciado medidas contra la importación de los productos de la industria textil china. Los empresarios norteamericanos y europeos dicen que China representa, a corto plazo, una amenaza para su economía y que está preparada para invadir el mundo entero. Por todas partes se oye: "¡Cuidado con el Peligro amarillo!". Pero en realidad ¿qué es lo que está pasando?. Traducido para Rebelión por Rocío Anguiano
China fue durante cien años una tierra de riquezas
Entre 1840 y 1949, China fue una fuente de riquezas y de beneficios para Occidente. Inglaterra, Francia, Japón, Estados Unidos organizaron una guerra tras otra para someter China y repartirse el país entre ellos. Hoy, cuando China deja atrás su pasado, Occidente se queja.
En 1840, se desencadena la primera guerra del opio, que estalla al decretar las autoridades chinas la prohibición de comerciar con esta droga. El negocio se encuentra en manos de los ingleses que son los que controlan dicho comercio. Ya han conquistado la India y desde allí organizan el tráfico de opio, que produce importantes beneficios y convierte a miles de chinos en adictos apáticos, lo que facilita la conquista del país. Las autoridades chinas se apoderan de las reservas inglesas de opio en Cantón, y acto seguido los ingleses envían sus buques de guerra. El ejército imperial chino es derrotado. En 1842, se firma el tratado de Nankin y la ciudad y el puerto de Hong Kong son declarados propiedad de Inglaterra. Otros cinco puertos, entre ellos Shangai, se abren al comercio británico.
En 1858, se produce la segunda guerra del opio, esta vez con Inglaterra y Francia, que acaba de nuevo con una derrota china y con el tratado de Tianjin. Este estipula que se abren también otros diez puertos.
En 1884, Francia invade Vietnam y, al mismo tiempo, las provincias del sudoeste de China y Taiwán. El resultado es una nueva guerra, otra derrota y el tratado de Tientsin que garantiza a Francia una libertad de movimientos en China todavía mayor.
En 1900 estalla una revolución campesina contra las concesiones a países extranjeros. Estados Unidos, Gran Bretaña, Japón, Alemania, Rusia, Francia, Italia y Austria responden con una guerra. La nueva derrota china culmina con el Protocolo de 1901, en el que se dice que las potencias extranjeras podrán instalar bases militares en las ciudades (y alrededores) de Pekín y Tientsin y en una parte de la costa este. China deberá también pagar los grandes daños de la guerra.
La industrialización de Occidente made in China
De esta forma, las potencias extranjeras pasan a poseer amplios territorios de China. En 1911, el lugarteniente norteamericano Joseph Stilwell desembarca en la ciudad portuaria de Shangai. La historiadora Barbara Tuchman escribió una obra sobre las experiencias de Stilwell: "Lo primero que descubrió su mirada en Shangai fue la flota de navíos de guerra extranjeros: dos japoneses, dos franceses, uno británico, uno alemán y uno norteamericano, que no se balanceaban en las aguas color café del puerto en calidad de visitantes sino de ocupantes. Esta metrópolis y capital de negocios de China, creada por empresarios extranjeros, constituía una concesión dirigida sobre todo por extranjeros. La ciudad está situada en la desembocadura del Yangtze, la principal vía fluvial del país y el río más recorrido de Asia. La mitad de la industria china se situaba en sus parajes y sus muelles acogían la mitad del comercio chino" (1)
Las potencias extranjeras ocupan los principales puertos chinos, establecen las tasas de importación, supervisan la aduana, controlan las vías comerciales terrestres, aéreas, fluviales y marítimas, y han instalado bases militares en los principales puertos, ciudades y alrededores, con el fin de proteger su imperio.
China se ha convertido en una tierra de riquezas. Al igual que la mayor parte de Asia y de África. En 1900, el 90% de África y el 56% de Asia son posesiones coloniales (2). Es una edad de oro para Occidente. El pillaje de Asia, África y América Latina proporciona el capital que permite la rápida industrialización de Occidente. El paso de la Europa feudal de la Edad Media a la Era moderna fue posibilitado y financiado por China y el resto de colonias del tercer mundo. Entre tanto, Occidente destruyó la emergente industria de estos países mediante la importación de mercancías y la organización de una producción local bajo control occidental. Occidente impone a China "compensaciones" demasiado elevadas por las distintas guerras. El escaso capital interior no se utiliza en el desarrollo de una economía nacional, sino en las mencionadas "compensaciones". Así, la base económica y financiera del propio desarrollo de China fue aniquilada.
El miedo a perder mercados
En 1949 la revolución china, dirigida por Mao Zedong, acaba con esta situación. China inicia la construcción de un nuevo Estado, que surge completamente de la nada y se crea sobre las ruinas del colonialismo y del feudalismo. Con altibajos, con pequeños y grandes errores, el país busca su propio camino hacia el desarrollo.
En el último cuarto de siglo, la economía china crece a una media del 9,4% anual, el comercio internacional al 16,7% anual y el consumo interior al 7% anual. A partir de los noventa, el comercio con otros países del tercer mundo avanza a grandes pasos. En 2004, las exportaciones asiáticas hacia China ascendían a 254 millones de dólares, es decir un incremento del 35% con relación al año anterior. Las exportaciones de países africanos hacia China aumentaron el 87% con relación al año anterior y las de América latina el 77%.
Se podría decir: muy bien, excelente, adelante, porque el tercer mundo saca también provecho de esta situación. Pero, entre un gran número de empresarios norteamericanos y europeos, la agresividad hacia China va en aumento. Se dan cuenta de que, gracias a China, muchos países del tercer mundo tienen la posibilidad de escapar a su control. Temen que la pérdida de mercados en África, Asia y América Latina lleve a una crisis fatal en Estados Unidos y Europa occidental. La agresividad de los empresarios se debe al temor de que el desarrollo del tercer mundo, con China como principal motor, ponga en jaque la cabeza de su sistema.