Latinoamérica
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¿Por qué no gusta que los arroceros hagan uso de la democracia?
Aurelio Suárez Montoya
MOIR
El ministro de Agricultura, Andrés Arias, ha decidido emprender una campaña contraria a la iniciativa de los arroceros de Tolima, Huila, Cauca, Meta y Casanare de realizar una consulta ciudadana sobre el Tratado de Libre Comercio que el gobierno de Colombia negocia con el de Estados Unidos. Desde el 9 abril, organizaciones arroceras de los productores de la variedad en riego, que producen el 80% del cereal de Colombia o, dicho de otro modo, que colocan cuatro de cada cinco platos que en el país se consume, determinaron que el 5 de junio instalarán en veredas y municipios de las respectivas regiones urnas donde responderán dos preguntas relacionadas con la conveniencia de que el gobierno firme un acuerdo bilateral donde se incluyan los productos agrícolas altamente subsidiados por los norteamericanos.
Las fórmulas que los negociadores colombianos presentaron en las mesas, ideadas insólitamente por FEDEARROZ, aceptan tales subsidios y permiten que desde el primer año de vigencia del TLC ingresen al país cantidades de arroz, maíz, trigo, cebada y otros cereales y oleaginosas sin pagar ningún arancel y gozando del apoyo de esas ayudas internas lo cual les permitiría llegar con precios por debajo del costo de producción. En Lima, los gringos coincidieron en lo fundamental con dicha formulación (¡cómo no!) sólo que pidieron mayores volúmenes de producto desde el inicio y unos ritmos más rápidos para llegar al pleno libre comercio de la agricultura así como otras canonjías adicionales. Es decir, que ya las dos partes han coincidido en la misma lógica. Con esto se cumple con lo acordado en Atlanta: que tarde o temprano en todos los bienes agropecuarios e industriales, incluidos los residuos y subproductos, se llegará a aranceles iguales a cero.
Las comisiones oficiales que pretenden embaucar a la base arrocera sobre las bondades de tal entuerto han ido a Villavicencio e Ibagué y, con atrevimiento, insisten en que se adopte como buena una negociación que conducirá a la eliminación del arroz de la superficie cultivada nacional. Y, en el colmo, quieren además que lo haga sin chistar o aún sin opinar. Para ese torcido propósito, no sólo se recurre al autoritarismo e intemperancia habituales, sino a las falsedades como las que Arias profirió en la sesión del miércoles 27 en la Cámara de Representantes al ocultar que los volúmenes permitidos de importación a Estados Unidos crecerán hasta llegar al libre comercio total.
FEDEARROZ se ha visto en calzas prietas para refrendar ante el gobierno una vocería gremial que está en entredicho. De persistir en el papel de cómplice de la negociación y en darle la espalda a los cultivadores, FEDEARROZ terminará desvirtuada en las regiones productoras. No se está en cualquier coyuntura sino en la más trascendental de todas las que el arroz en Colombia ha debido atravesar. En un intento desesperado por no quedar rebasados tanto el Gobierno como FEDEARROZ argumentan que los riesgos inmensos podrán conjurarse con la cacareada agenda interna. ¿ Cuál es su viabilidad cuando el costo de los insumos está disparado? ¿ Cómo puede pensarse en tal remedio cuando el contrabando es incontenible? ¿Cuál la esperanza cuando hasta CORPOICA se ha dedicado a perseguir de los proveedores de semilla? ¿ De cuál agenda interna puede hablarse cuando plagas como el ácaro que hoy azota los arrozales del país no encuentran fácil solución técnica?
A pesar del embate del ministro Arias, del triste rol de FEDEARROZ y también de las órdenes impartidas por Condoleezza Rice al presidente de Uribe de tener voluntad política para llegar rápidamente a un acuerdo, la decisión democrática de los arroceros es irreversible y el deber de los auténticos demócratas colombianos es acompañarla y velar porque el 5 de junio sea lo más exitosa y legítima posible.