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¿De qué democracia nos hablan?
Attac Santiago
Es paradójico que esta semana se reúna la Comunidad de Democracias en Santiago de Chile. En primer lugar porque en Chile, pese a casi quince años de transición, la democracia sigue estando bajo el amparo de una Constitución que lleva la firma de un dictador corrupto que cometió crímenes contra la humanidad.
También es paradójico que una de las "estrellas" invitadas a este evento internacional sea la jefa de la diplomacia de Estados Unidos, Condoleezza Rice, una de más férreas promotoras de las "guerras preventivas" que inauguró George Bush con la invasión a Irak. Guerra que atropelló la libre determinación de los pueblo y trasgredió la institucionalidad de las Naciones Unidas.
Es preocupante que el gobierno chileno sea anfitrión de una reunión de la Comunidad de Democracias, sin que al mismo tiempo plantee con fuerza y muestre una voluntad real de cambiar el entramado constitucional que ha consagrado la exclusión política como su sello distintivo. Durante quince años, elección tras elección, dos bloques dominantes se han repartido el Gobierno, el Congreso y los municipios, con una "democracia" que limita la soberanía popular y margina a vastos sectores ciudadanos.
También es preocupante que la representante de la "diplomacia de las bombas" venga a Chile a dar clases de democracia, la misma que ha intentado imponer en Oriente Medio a través de la guerra en Irak o el "Muro" que impide que el pueblo palestino circule libremente por sus territorios.
La ciudadanía chilena es ajena y rechaza estas pomposas reuniones que no son capaces de abordar los reales problemas de nuestros pueblos: la pobreza, la desigualdad y las carencias de los sistemas democráticos.
Rechazamos la presencia de la secretaria de Estado de EEUU porque encarna el autoritarismo, el militarismo y la guerra.
Es necesario que Chile avance hacia el bicentenario de su Independencia con una democracia real, con una Constitución que emane de la soberanía popular expresada a través de una Asamblea Constituyente y que incorpore el mecanismo de Plebiscito para dirimir las controversias. Sólo así se puede comenzar a hablar en serio de Democracia.
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