Latinoamérica
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Trópico de Capricornio
Antonio Peredo Leigue
Alai
Miles de hombres y mujeres, arribando desde varios puntos y recorriendo la
ciudad de La Paz, se concentraban en la plaza San Francisco, este lunes 23 de
mayo, ratificando su voluntad de lograr una Ley de Hidrocarburos que satisfaga
las expectativas populares y la pronta convocatoria a la Asamblea Constituyente.
Era la culminación de una marcha que, una semana antes, iniciaron integrantes de
organizaciones sociales y del Movimiento al Socialismo (MAS) en Caracollo, a más
de doscientos kilómetros de esta ciudad.
A esa marcha, se unían grandes grupos que se incorporaron a lo largo de la
carretera, se adhirieron en El Alto y llegaron desde Yungas. También
participaban organizaciones sociales de La Paz. El cabildo colmó la Plaza San
Francisco. Los cabildantes emplazaron al Congreso Nacional para que convoque de
inmediato a la Asamblea Constituyente y aprobara las modificaciones a la Ley de
Hidrocarburos.
La geografía convulsionada
Toda la extensión de Bolivia se halla por sobre la línea del Trópico de
Capricornio; debía ser un país totalmente tropical. De hecho, gran parte de su
territorio forma parte de esa inmensa meseta que riegan el Amazonas y sus
caudalosos afluentes. Pero, una buena parte de su población se concentra en las
partes occidental y central, que tiene una geografía escarpada y climas que van
de templado a frío.
Aunque Bolivia es conocida como "país andino de ciudades colgadas de la montaña
y rodeadas de nieves eternas", lo cierto es que la ciudad Santa Cruz, que
actualmente ostenta el primer lugar de concentración urbana, se halla a menos de
500 metros de altura sobre el nivel del mar, su temperatura promedio anual se
acerca a los 30° centígrados y goza de una abundante vegetación tropical. Por
supuesto, sus habitantes son campechanos en sus costumbres y fogosos en sus
definiciones.
La otra ciudad densamente poblada es La Paz, sede del gobierno nacional,
enclavada a 3.600 m.s.n.m. Sus límites urbanos se confunden con los de la ciudad
de El Alto a 4.000 m.s.n.m., que rodea el aeropuerto internacional de La Paz y
es atravesada por la carretera que une la sede gubernamental con el resto del
país. Hay una íntima rivalidad entre ellas, por el carácter reservado de sus
habitantes –más notorio en El Alto- y de una compartida persistencia en sus
resoluciones.
Los temas económicos y políticos que delinean el acontecer de los últimos 20
meses, se desarrollan en estos escenarios.
Las tensiones aumentan
Así, mientras en El Alto se mantenía un paro cívico indefinido y la ciudad de La
Paz se paralizaba por las marchas y concentraciones de varios sectores, el
Comité Cívico pro Santa Cruz lograba reunir a sus similares de Tarija, Beni y
Pando, tratando de reeditar lo que, hace un año, se llamó "la media luna", en un
intento gráfico por aislar a los distritos del valle y el altiplano, donde se
concentra el grueso de la población nacional.
Los comiteístas se proponían –este martes 24- lograr que su autoconvocatoria
tenga el refrendo de sus pares interesados en el aislamiento de los distritos
centro-occidentales. Mientras tanto, en La Paz y El Alto se demandaba, ya no la
modificación de ciertos artículos de la ley de hidrocarburos, sino la
nacionalización de estos recursos y la expulsión de las trasnacionales, además
del cierre del Parlamento y la renuncia del presidente Mesa. En este caso,
parecían encontrarse los extremos. De un lado se busca la división del país con
el sólo objetivo de imponer un referéndum que implante la autonomía de los
departamentos antes que la Asamblea Constituyente señale el carácter que debe
tener ésta. Del otro, se pretende la disolución de los poderes del Estado con la
idea confusa de que, una Asamblea Constituyente, hará surgir un nuevo país de
estas cenizas. Que esta actitud destructiva es consciente o no, es materia de
innumerables debates en los medios de comunicación, los círculos políticos y
cuanta tertulia se produce.
Las tensiones se agudizan porque, en concierto con tales actitudes, el gobierno
no toma decisiones y el parlamento cumple un receso, a cuenta de muchas razones,
pero esencialmente porque no halla acuerdos en su interior y teme volver a
mostrar las duras fricciones que ocurrieron la semana anterior.
Propuestas desoídas
Cuando el Movimiento al Socialismo (MAS) presentó su propuesta para una Ley de
Hidrocarburos, la diseñó sobre la base de establecer la recuperación de la
propiedad de este recurso, la refundación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales
Bolivianos (Y.P.F.B), el reconocimiento del derecho de los pueblos originarios a
preservar el medio ambiente y un beneficio adecuado para el país mediante la
fijación de una regalía consistente en el 50% de la producción.
El largo debate que se generó en el Congreso Nacional incluyó esa propuesta,
junto a las de otros partidos políticos, pero esencialmente se hizo sobre el
proyecto presentado por el gobierno. El texto que se elaboró en la Comisión de
Desarrollo Económico fue resultado del intercambio de opiniones de las distintas
bancadas, pero principalmente con los personeros del ejecutivo.
La ley que finalmente fue promulgada por el presidente del Congreso, dado que el
presidente de la república decidió no hacerlo, fue un documento que tenía tanto
de una como de otra propuesta, aunque se haya difundido la imagen de que se
trata de "la ley del MAS". De hecho, el elemento central –la definición de los
beneficios- dista mucho del planteamiento hecho por este movimiento.
Pero además, en la revisión hecha por el Senado, antes de su aprobación, se
recortó atribuciones al gobierno para fijar precios a los hidrocarburos y
facultades a Y.P.F.B para operar por sí sola. Con estos elementos claramente
definidos, la ley pudo haber satisfecho las mínimas exigencias populares. No fue
así y el hecho desató una serie de exigencias largamente retenidas por los
diversos sectores, esperando que la nueva Ley de Hidrocarburos abriese el camino
de solución para sus problemas.
Todo parece indicar que, si en principio se hubiese aceptado la proposición del
MAS –50% de regalías-, no se habría producido la reacción que hoy vivimos. La
derecha, rearticulada tras los comités cívicos, no habría tenido ocasión de
hacer sus planteamientos de confrontación ni los sectores radicalizados habrían
podido reflotar sus demandas que fueron descartadas con los resultados del
referéndum energético, en julio de 2004.
Sumas que dividen
Los conflictos están aumentando cada día. Mientras los marchistas organizados
por el MAS demandan la complementación de la ley de hidrocarburos y la inmediata
convocatoria a Asamblea Constituyente, los vecinos de El Alto proclaman
nacionalización del recurso, cierre del parlamento y renuncia del presidente. A
esto se agrega la no menos agresiva decisión de los comités cívicos de Santa
Cruz, Tarija, Beni y Pando de autoconvocarse a referéndum autonómico, exigiendo
que el congreso ratifique esa demanda.
A la vez, los maestros están en huelga general demandando aumento salarial, lo
mismo que los trabajadores en salud. Los trabajadores de AASANA, que atiende los
aeropuertos del país, anunciaron que pararán en cualquier momento. Los médicos
están en apronte para declararse en huelga por sus propias reivindicaciones. Por
supuesto, todos ellos, levantan la bandera de la demanda por los hidrocarburos
en diversa intensidad.
Sumando conflictos, la situación ha alcanzado el grado de ebullición. La mañana
de este miércoles 25, un par de oficiales del ejército lanzó una declaración
propiciando la entrega del gobierno a una junta cívico-militar. La reacción de
los sectores movilizados fue de rechazo unánime; el alto mando militar se vio
obligado a convocar a una conferencia de prensa, en la que ratificaron su
sometimiento a la constitución y la defensa de la democracia. No obstante, el
peligro de una salida golpista ha quedado flotando en el ambiente.
Se baraja otra alternativa, como la sucesión constitucional, que recaería en el
actual presidente del congreso, el senador Hormando Vaca Díez, quien no
despierta simpatías en ningún sector. Dirigente del MIR que encabeza el ex
presidente Jaime Paz Zamora, es oriundo de Santa Cruz y la opinión pública
destaca su ligazón con los sectores oligárquicos de aquella región. Se afirma
que, tal sucesión, no sería otra cosa que un golpe de Estado revestido de
formalidad constitucional.
La posibilidad de una elección anticipada es sustentada por algunos grupos. En
general, los partidos tradicionales, duramente castigados al producirse la caída
del entonces presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, entienden que no tendrían
opción en una confrontación de ese carácter. Empero, estiman que el ex
presidente Jorge "Tuto" Quiroga sería una carta de triunfo, aunque la verdad es
que no está presente en el país, lo cual le quita muchos puntos.
La peor alternativa, por supuesto, sería el enfrentamiento de dos bloques
regionales, con el peligro de una guerra civil. La persistencia de los comités
cívicos de Santa Cruz y Tarija, apoyados por algún otro, podría derivar en esa
situación que sólo podría ser conjurada con un gran esfuerzo al que debieran
contribuir los países de la región.
Desbordes de la situación
No parece que tal situación pueda contenerse indefinidamente en los límites del
país. Sus repercusiones están alcanzado a los vecinos. Muy preocupados, los
gobiernos de Brasil y Argentina, han enviado altos funcionarios, que quieren
contribuir a una solución que despeje la recargada atmósfera política. Mientras
tanto, intereses de otros países, a buen seguro, tienen enviados que están
trabajando para situarse adecuadamente en cualquier salida que se produzca en
los próximos días.
Pero, por otra parte, no hay razón para esperar que las soluciones vengan de
fuera. La salida pasa, en forma inequívoca, por la unidad de los sectores
populares. Eso permitirá definir claramente los objetivos de esta parte
mayoritaria de la sociedad y, al mismo tiempo, parar las pretensiones de los
grupos oligárquicos que buscan provocar el caos, como caldo de cultivo de sus
mezquinas pretensiones.
P.D.: terminé esta nota el miércoles 25 de mayo a las 3 de la tarde, hora local.