Chile: temporeras,
esclavas del siglo X
Trabajar encadenada
Patricia Bravo
Punto Final
Sólo cuando las despidieron sin pagarles su sueldo y se fueron agotando los
medios para conseguir que el empleador cumpliera este compromiso, las
trabajadoras temporeras del packing Santa Ana Export, de Requínoa (VI Región),
se atrevieron a contar la forma en que habían sido tratadas.
Laboraban de 12 a 14 horas diarias, seleccionando ciruelas, de pie y encadenadas
a la mesa de trabajo, para que no fueran al baño. Tal cual. Con dos cadenas, una
circundando la cintura y otra, en las piernas.
'De Rancagua eran 50, 30 de Graneros y 20 de Requínoa. La mayoría mujeres y
todas trabajaban en las mismas condiciones. Además, contaron que lo más terrible
era un jefe acosador sexual con todas las mujeres, sin importarle la edad que
tuvieran', denuncia Juana Carvajal, dirigenta de la Federación Campesina
Bernardo O'Higgins, de Rancagua. Habían llegado al packing en abril del año
pasado y soportaron en silencio este trato humillante por no perder la
posibilidad de un salario que nunca llegó. Sólo les dieron un anticipo. La mayor
parte de ellas fue 'enganchada' por contratistas y, como sucede en la mayoría de
estos casos, nunca tuvieron contrato. Eso facilitó el despido sin pagarles un
peso.
Juana Carvajal, recibió el testimonio de las temporeras cuando acudieron a la
Federación para pedir asesoría ante la Inspección del Trabajo. 'Hubo varios
comparendos, pero el contratista jamás reconoció que hubo una relación laboral,
menos el representante de la empresa (Leo Romeu). Entonces, el caso quedó
botado, porque había que poner una demanda y no teníamos abogado ni plata.
Recurrimos a las autoridades para ver si podían presionar a la empresa para que
cancelara los sueldos. Fue ahí cuando ellas empezaron a contar cómo trabajaban.
Mucha gente se espantó. Tuvimos una entrevista con el seremi del Trabajo,
Rodrigo Vergara, y no lo podía creer', relata la dirigenta. Sin embargo, cuando
le pidieron ayuda para conseguir un abogado, éste las envió a la Corporación de
Asistencia Judicial. 'Hemos tenido pésimas experiencias en la Corporación, así
que le dijimos al seremi que si no se solucionaba luego el problema de estas
trabajadoras, a la prensa', recuerda Juana Carvajal. Pero como no pasó nada,
dieron una entrevista a El Rancagüino en el mes de octubre.
El diario estaba preparando un reportaje sobre los temporeros y la supuesta
mejoría de su situación, con los nuevos tratados de libre comercio. 'Ahí quedó
la escoba -dice la dirigenta sindical-. A mí me llamó Luis Sepúlveda, director
regional del Trabajo, y me dijo que 'las dirigentas polémicas duran poco en sus
cargos...', que no debería haber llevado a las mujeres a la prensa, porque eso
no era real, que no podía ser que las temporeras hayan estado trabajando
encadenadas. Le expliqué que simplemente dijimos lo que ellas mismas relataron.
Han pasado cuatro intendentes y ninguno nos ha querido recibir como organización
campesina. Tampoco el intendente actual, Carlos Bravo. Lo único que hizo la
Dirección del Trabajo fue fiscalizar a la empresa Santa Ana. Y resulta que entre
2003 y 2004 le habían aplicado como diez multas, por lo cual ya deberían haberla
cerrado. Había mucha gente a la que no le habían cancelado los sueldos, pero
recién la clausuraron ahora, debido a esta denuncia. Lo lamentable es que esto
salió a luz porque no se le habían pagado los sueldos a las trabajadoras, no por
un tema de dignidad humana'.
Después de la denuncia en la prensa, a las ex temporeras de Santa Ana Export les
llegaron anónimos con amenazas, que se supo provenían de los contratistas.
'Ellas no quisieron seguir dando entrevistas, porque dijeron que se estaban
arriesgando a tener más problemas, no les darían trabajo y tampoco conseguirían
que les pagaran los sueldos adeudados', añade Juana Carvajal.
Cajeras con pañales
La dirigenta de la Federación Campesina Bernardo O'Higgins relató este
impactante caso en una acción-denuncia sobre las condiciones laborales de las
temporeras que se realizó en la Plaza de Armas de Rancagua, el 14 de diciembre,
con participación de diversas organizaciones de la zona, Santiago y Melipilla.
En esta oportunidad, dirigentes de la Organización de Consumidores y Usuarios (Odecu)
de la VI Región, dijeron que también han recibido denuncias que parecen
provenientes de una historia de ciencia ficción. 'Cajeras de supermercados dicen
que las hacen trabajar con pañales... para que no pierdan tiempo en ir al
baño-señaló Alejandro Pujá-. Pero no hay gente que se atreva a dar testimonio,
porque tienen miedo de perder su trabajo'.
El trato indigno; la inexistencia de contratos laborales; los salarios cada vez
más reducidos, debido a la mediación de contratistas que se quedan con la mitad
del salario; jornadas extenuantes; falta de higiene, de baños y agua potable en
los lugares de trabajo, y el riesgo de sufrir graves enfermedades debido al
contacto o exposición obligada a plaguicidas durante la jornada laboral, fueron
parte de las denuncias efectuadas por las dos organizaciones citadas y por
dirigentes de la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas en América
Latina (RAP-AL), del Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (Olca),
el sindicato Martralipo, de Pomaire, y 'Rodrigo ayuda', organización de la
comuna de Melipilla que agrupa a familiares de niños nacidos con malformaciones
a causa de la exposición de sus padres a agrotóxicos mientras trabajan en faenas
agrícolas. La acción-denuncia tuvo como eje una muestra de réplicas de fetos
malformados del artista Juan Verdejo, expuesta al público en la plaza central de
Rancagua.
Tanto el incumplimiento de las escuálidas leyes laborales como la inoperancia de
las autoridades y la falta de fiscalización de las entidades del Estado, que
afectan en forma especial a los temporeros agrícolas, serán denunciados por
estas agrupaciones ciudadanas ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT)
y entidades de consumidores de Europa y Estados Unidos, para que sepan a qué
costo se producen las frutas chilenas que se exportan a sus países.
Las mujeres y los niños son los que se llevan la peor parte. En la temporada de
cosecha, que coincide con las vacaciones escolares, menores de hasta siete años
trabajan junto a sus padres y otros familiares en las mismas condiciones que los
adultos. Un estudio efectuado en la VI Región por la doctora Angélica Moreno y
otras especialistas en salud constató que el setenta por ciento de los niños de
entre 7 y 16 años de los colegios de Coínco se integran al trabajo de temporada
durante el verano. 'Nos hemos reunido muchas veces con las autoridades por el
tema del trabajo infantil, que está penalizado por la ley, pero no se toman las
medidas que corresponden -dice Juana Carvajal-. La verdadera solución es que les
mejoren los sueldos a los papás para que los niños no tengan necesidad de
trabajar para ayudar en sus casas o juntar plata para comprar sus útiles
escolares'. Si todo esto ocurre sin que se oficialice la 'flexibilización'
laboral pretendida por los empresarios y sectores de la derecha y de la
Concertación, ¿qué sucederá después?