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Todavía no hemos conseguido patrocinante, porque los posibles patrocinantes han respondido que en este país no hace falta reflexión alguna. He aquí la declaración de uno de ellos:
-“Déjeme decirle que en este país no hace falta pensar, lo que hace falta es una democracia con paredón de fusilamiento”.
Así que, estimadas amigas y amigos, nuestro programa seguirá
siendo patrocinado por la buena voluntad y la esperanza de que los avispados
y sus asociados dejen de creer que Venezuela es una piñata a la que hay
darle palo hasta haberle sacado el último céntimo…
Como ya habrán adivinado, me acompaña en la entrevista de hoy
la doctora en Psicología Gilda María D´Ancona, prestigiosa
y reconocida investigadora a nivel mundial, que como dije en el programa anterior,
en el único país en el cual no le paran ni medio es en Venezuela.
Bienvenida, Gilda. ¿Cómo te sientes hoy?
GD. Gracias, José. Primero, muy buenas tardes amigas y amigos radioescuchas.
¡Si es que escuchan! Jo, jo, jo.
¡Ay, chico! Sí estoy ronca! Cada vez estoy más grave.
P. ¿Estás cada vez más enferma?
GD. ¡No, chico! Mi voz está cada vez más grave, tan grave, que la gente cuando me oye por teléfono, me confunde con mi marido. Jo, jo, jo. ¡Qué divertido!
P. Me alegra que como siempre estés de tan buen humor.
GD. Jo, jo, jo.
P. ¿De que te estás riendo, Gilda?
GD. No, José. No me estoy riendo. ¡Estoy tosiendo! Jo, jo, jo.
P. Amable audiencia, como les prometí la semana pasada invité
a la doctora Gilda María D´Ancona para profundizar en el tema de
la “Viveza criolla”. Hoy en particular, hablaremos del “Avispado
político”.
Gilda, por favor, ¿nos podrías refrescar qué es un “vivo”
o “avispado”?
GD. Jo, jo, jo. Esa es gente nauseabunda. !Perdón, que se abunda!
Mira, José, el avispado es generalmente un individuo que se cree doblemente
inteligente y que cree que puede engañar a los demás sin que estos
se den cuenta. Pero no es así. La gente los tiene pillao y usan la palabra
avispado para referirse a ellos despectivamente.
P. ¿Quieres decir que el pueblo está consciente de lo que se traen entre manos estos tipos?
GD. Sí, así es. El avispado se cree, como decimos aquí
en Venezuela, “que está sobrao”, que “está por
encima de todo el mundo”, pero la gente lo tiene “pillao”.
¡Qué divertido! Jo, jo, jo. Por allí a más de uno
le han dado sus puños. Al carnicero y al mecánico que hace trampa
no le vuelven los clientes y termina demostrando que el único tonto es
el avispado. Jo, jo, jo.
P. Bueno, el politiquero avispado, como dicen por allí, termina quemado, ¿no? El arribista político suele usar los partidos políticos para su beneficio, pero tarde o temprano es descubierto y luego nadie le cree.
GD. ¡Sí, chico, pero no te entusiasmes tanto! La situación de cada avispado es particular según el ámbito en que se especializa. Jo, Jo, jo. Porque los avispados se profesionalizan por área.
P. ¡Hacen su doctorado!
GD. ¡Si, chico! Ahora fíjate en esto. La situación del avispado político es muy particular. A diferencia del mecánico, la gente no se puede sacudir tan fácilmente al avispado político, porque es respaldado por un partido político, y los partidos políticos, a su vez, son respaldados por la Constitución y la democracia por la que lucha la gente.
P. ¡Aaah, por eso es que se hace tan difícil salir de los avispados políticos, pues los protegen los partidos políticos, tienen protección legal y son defendidos por la misma gente que lucha por la democracia.
GD. Jo, jo, jo. Lo bueno es que, sin darnos cuenta, apoyamos y contribuimos a que esos malandros se burlen de nosotros y cuando alguno de ellos hace una fechoría, no lo podemos quitar del partido ni del cargo público que ocupa, porque la ley no permite hacer averiguaciones inmediatas ni permite que la gente remueva al funcionario cuando es oportuno.
P. La cosa es terrible, Gilda. No olvidemos que, además de ser protegido por las leyes, la misma gente honrada del partido lo defiende, a veces, por creencias como la de:
-“Es mejor no decir nada para mantener la unidad del partido; para no perder las elecciones, para no perder credibilidad…”.
GD. Jo, jo, jo. La misma gente honrada crea sus propias trampas y termina protegiendo a los avispados políticos.
P. ¡Claro, después la gente se siente decepcionada, se deprime y se siente impotente porque resulta prácticamente imposible deshacerse de los politiqueros avispados. De allí que muchos optan por decir:
-“La política es asquerosa, no se puede hacer nada. Mejor me mantengo al margen. Yo no quiero saber de política”.
GD. ¡Ajá, estás hablando del fenómeno que se conoce
como “desesperanza aprendida”.
Desde niño, a la gente se le enseña a sentirse indefensa, a ser
sumisa, conformista. Se le enseña a no meterse en aquellos asuntos que
son considerados como exclusividad de los que tienen el poder y a la gente también
se le enseña a que es inútil defenderse ante la injusticia.
P. Y si se defiende es excluido, considerado una persona problemática, no grata y es castigada.
GD. Y eso se repite una y otra vez. En la casa los padres no permiten que sus hijos opinen. En la escuela y en la iglesia hablan sólo el profesor y el cura. En el partido sólo opinan los de arriba; y, como le han enseñado al ciudadano común, debe limitarse a seguir lo que le dicen los que tienen el poder, a pesar de que tenga consciencia de que las cosas van mal.
P. Eso significa que lo obligan a negar su percepción, a doblegar su voluntad, y al final, se deprime, ¿verdad?
GD. ¡Sí, chico! Luego de tantos intentos frustrados por mostrar cómo son en verdad las cosas, la persona se deprime y se siente impotente. Lo terrible de ello es que pierde la fe en el mundo y en sí mismo, no ve salidas, siente rabia y tiene la sensación de que todo es inútil.
P. Sí, es lo que sigue percibiendo mucha gente en este momento respecto a la vida política.
GD. Sí. Mira, desde niño te dicen que no debes pensar en ciertos asuntos. Por pensar y expresarte te dan palo una y otra vez. ¡Dígame esos colegios de curas y monjas! Jo, jo, jo. Bueno, entonces te deprimes, pero esa depresión lo que expresa es ira contenida. Esa ira contenida no te deja pensar y te lleva a odiar, a generalizar y a culpar a alguien:
-“Aquí no hay ninguna revolución. Todos son iguales”.
P. Y su única manera de expresar su ira es hablar mal del gobierno, de los partidos políticos, de la política, sin que la persona se dé cuenta de que se está paralizando a sí misma.
GD. Y la gente tiene razón porque le han secuestrado su participación en la vida política con el cuento de las leyes. Pues las leyes se cumplen bajo ciertas interpretaciones, pero no se hace justicia. Lo que constituye una gran ventaja para quien tiene por profesión la de ser avispado político.
P. Sí, entonces la gente deja de creer, de tener fe y desiste en su propósito de participar en la vida política.
GD. Y de ello, los “sobrados”, los supuestos líderes de la oposición, se aprovechan para decir que el gobierno está lleno de corruptos, con el objetivo de hacer pasar desapercibida su propia corrupción.
P. Creo que eso explicaría en parte, el por qué algunas personas se sienten decepcionadas de la revolución, y sienten que, a pesar de la buena voluntad del presidente y gran cantidad de gente que se ha entregado de corazón a la revolución, nos hallamos frente a la misma situación de la IV República.
GD. Y no te olvides que a ello siguen contribuyendo los medios.
P. ¿Pero no tenemos la ley resorte? ¿No cambiaron las cosas?
GD. Jo, jo, jo. ¡Lo que cambiaron fueron las apariencias, chico! Pero
no la esencia de la intención con que se dicen las cosas, que es más
difícil de poner en evidencia.
Los de Globoterror, por ejemplo, son unos expertos. Fíjate, Chávez
corta relaciones con Colombia momentáneamente porque la policía
colombiana rapta a Rodrigo Granda en nuestro territorio, violando nuestra soberanía,
y Globoterror entonces insinúa que Chávez protege a los terroristas
y que él es un buscapleitos. Jo, jo, jo. ¡Que divertido! Como siempre,
para los medios, los malandros son unos santos.
P. Sí, según los medios, ahora resulta que nosotros somos los agresores.
GD. Si las cosas fueran como dice Globoterror, entonces ya hace rato que la policía venezolana debía haber entrado en Colombia y haber raptado entre otros a Carmona el Breve. Jo, jo, jo.
P. ¿Tú dirías que el avispado político es propio de algún partido político o de un ala política particular?
GD. ¡No, chico! El vivo, el avispado político, no pertenece a ningún partido político en particular. Esos bichos se distribuyen de manera más o menos uniforme en todos los partidos políticos, tanto de derecha como de izquierda.
P. Entonces, ¿por qué la gente dice que hay más corruptos en tal partido que en el otro?
GD. Jo, jo, jo. ¡Qué divertido! Por la forma tan simplista como
nos enseñaron a pensar en la escuela y por el modelo de pensamiento impuesto
por politiqueros, religiosos y los medios; la gente repite cosas como loritos:
“¡Prúa, prua!”. ¡Jo, jo, jo! ¡En vez de
reflexionar, chico!
¡Mira, José! Primero hay que tomar en cuenta quién lo dice
y en qué momento lo dice. Y segundo, hay que tener en cuenta las proporciones
numéricas de los miembros de cada partido.
P. ¡No hay absolutos!
GD. No, no los hay. Sin importar el partido político en que la gente se encuentre o el partido político con que se identifique, la gente siempre dirá que en su partido “todos”, sin excepción, son unos angelitos. Ello aunque los agarren sacándoles la cartera del bolsillo. Jo, jo, jo. Mientras que al mismo tiempo, están convencidos de que los de los otros partidos políticos son todos delincuentes sin quedar ninguno por fuera. Esa deducción les dice que toda la corrupción está en los demás partidos, sobre todo en los partidos grandes que son más vistosos.
P. ¡Claro, y al mirar las cosas en términos de blanco y negro, al generalizar, la gente deja de darse cuenta de muchas cosas, como lo imposible de que todos los miembros de cualquier grupo, sin importar cuál, sean absolutamente de un cierto modo.
GD. La impresión de la gente de que hay más corruptos en tal
partido que en el otro, también depende de la manera como interpreta
la numerosidad del partido político que es objeto de su crítica.
Si nos dejamos llevar por las apariencias de los números, cualquier partido
político mayoritario siempre va a dar la impresión de que posee
más corruptos que los pequeños.
P. ¡Claro, en un país en que los miembros de un partido constituyen 300.000, la corrupción de estos pasa desapercibida frente a la de uno mayoritario de ocho millones y frente a cualquier otro que tenga un número tan vistoso de miembros.
GD. Jo, jo, jo. El ruido que hacen los partidos mayoritarios hace desaparecer automáticamente la corrupción de los partidos pequeños. Hecho que se acentúa porque para los medios privados la corrupción de los partidos pequeños no es noticia. Así que los pica-pasitos pasan desapercibidos y hacen tanto daño como los mosquitos. Jo, jo, jo.
P. Okay, volviendo a la manera como se interpreta la numerosidad de los miembros de un partido, ¿pasaría algo así como cuando se dice que entre los pobres hay más delincuentes que entre los ricos?
GD. ¡Sí, chico! Porque la gente compara en términos absolutos y no en términos de las proporciones numéricas entre los grupos. Si hacemos esto último, veríamos que en cada grupo existe más o menos la misma proporción de avispados, así como de gente trabajadora, floja, colaboradora, con diversos grados de egoísmo…
P. ¡Claro, eso es! Porque los grupos están constituidos por seres humanos y todo grupo está constituido por individuos diferentes, únicos, con toda clase de características y no con una sola clase de características.
GD. La creencia de muchas personas de que los avispaos se concentran sólo en tal partido político es falsa. Si así fuera, la competencia entre los avispaos sería tal que dicho partido político reventaría. Bueno, de hecho lo observamos en AD y COPEI. Llegaron a reunir a tantos role é vivos políticos, que terminaron desapareciendo al estallar en pedacitos. Jo, jo, jo.
P. ¡Ajá y o la gente honesta se separa y abre un nuevo partido, como está tratando de hacer ahora William Izarra; o los avispaos ansiosos de poder se abren fundando otro partido para coger más coroticos de la piñata, como sucedió con la Coordinadora Democrática, ¿verdad?
GD. Jo, jo, jo. Pero en cualquier caso siempre van a haber avispaos.
P. Estoy de acuerdo contigo, Gilda. Aunque sea el mismo Cristo quien funda su propio partido o un partido aparte, siempre vamos a encontrar avispados.
GD. Sí, chico, porque los avispados no llevan un letrerito en la frente
que dice: “Delincuente”. Jo, jo, jo. ¡Qué divertido!
¡Me mato de la risa. ¿Te imaginas, José? ¡Soy delincuente!
Jo, jo, jo.
¡Ah, no te vayas a olvidar, que estos escaladores sociales van a estar
a la pata de cualquiera que sea un auténtico líder, que van a
usar la influencia de este para ascender socialmente y que no van a permitir
que la gente honrada esté cerca del líder. Van a formar un cerco
para aislarlo de la gente honrada y van a usar toda clase de estrategias para
desanimarla.
P. Bueno, como están haciendo con Chávez. Eso es voz popoli. Hay demasiado arribista cerca y lejos de Chávez que tiene su buen disfraz de bolivariano, pero que a escondidas le está dando palo a la piñata que estos llaman Venezuela.
GD. Y en función de lo que hemos venido hablando, mucha gente dice que la revolución es un fraude. La gente no es suficientemente crítica como para preguntarse: “¿Cómo van a hacer Chávez y los bolivarianos para detectar todos y cada uno de los avispaos?”. O sea, la gente les otorga en cierta forma el don de la clarividencia. No se pregunta: “Bueno, es verdad, muchos de los avispados políticos son detectables, pero ¿cómo vamos a hacer para que les caiga el peso de la ley, si hay tanto abogado rolo e´ vivo que se presta a defenderlos?”. Y en esa reflexión, faltaría que se preguntaran: “Yo que me quejo tanto, ¿por qué, yo que estoy capacitado, hasta ahora no estoy trabajando en uno de esos cargos? ¿Por qué no me organizo con mi comunidad en vez de estar criticando al vecino?
P. Gilda, esas personas acríticas, tampoco piensan que los avispaos
crean sus propias mafias bajo la bandera que sea, donde sea y a costa de lo
que sea.
Ahora, esta gente hace peligrar la Revolución Bolivariana.
GD. La hace peligrar por su egoísmo, pero además, la hacen peligrar porque buscan la manera de destruirla debido a que Chávez insiste como loco en desconcentrar el poder que está en manos de pocos. En el fondo, todos ellos actúan bajo el lema de: “Quítate tú pa´ ponerme yo”.
P. Gilda, desconcentrar el poder en manos de unos pocos y distribuirlo o devolverlo de nuevo al pueblo, ¿no implicaría disolver los partidos políticos? Por lo que estamos hablando, los partidos políticos son incompatibles con la democracia participativa.
GD. En efecto. Democracia representativa significa que el pueblo entrega su
poder a unos pocos para que estos hagan por ellos lo que ellos deberían
hacer. Jo, jo, jo. ¡Más claro no canta un gallo!
La democracia participativa, por el contrario, implica que el pueblo asume la
responsabilidad de sus vidas y trabaja en equipo, nuestro equipo: “Venezuela”.
P. Y así desaparecería la imagen de Venezuela como una piñata.
GD. No del todo, pero sí de manera altamente significativa. Acuérdate que estamos hablando de seres humanos y no de autómatas. ¡Aunque muchos actúan como autómatas porque no reflexionan! Jo, jo, jo. Incluidos los intelectuales y los escritorzuelos. ¡Que divertido!
P. Sí, estamos ante un problema muy complejo y los problemas complejos no se erradican del todo, máximo si pensamos que estamos hablando de que en el problema están involucrados seres humanos.
GD. Por eso, porque hablamos de seres humanos, no podemos caer en la tentación de borrar los partidos de una vez. Sobre todo porque nos educaron para ser “ganadores”, “competitivos”, “individualistas”…; enseñanzas que son destructivas y que son muy bien aprovechadas por los avispaos. Jo, jo, jo.
P. ¿Qué pasaría si la Asamblea Nacional disolviera mañana los partidos políticos?
GD. Si pasara, serían muchos los que saldrían a la calle a darle
palo a la piñata que es Venezuela y la gente se daría puños
entre sí para arrebatarle al otro lo que ya agarró.
Si disolvieran de repente los partidos políticos, se armaría un
despelote y eso debemos evitarlo. Sin embargo, no todo es negativo. Por ahora,
los partidos políticos están jugando la función de contener
a mucho “rolo e´vivo” y de que estos roben de manera organizada
y ordenada, y manteniendo las apariencias. Jo, jo, jo.
P. Estoy de acuerdo contigo.
GD. Y el despelote, no se armaría porque la gente es mala por naturaleza,
ni idioteces por el estilo que forman parte de la ideología grupista
para manipular a la gente.
Hay que pasar de ser individuos dependientes, autómatas acostumbrados
a no asumir responsabilidades; a que la gente aprenda a autogobernarse, a saber
qué hacer de forma consciente y madura con su libertad.
P. ¿Cómo podríamos pasar del partidismo al autogobierno? ¿La primera tarea sería conquistar la libertad de pensamiento?
GD. Sí, pero no la de: “Yo sé pensar, porque sí”. Ni la de pensar como el grupo X porque ese pensamiento es afín a mis intereses, a mis expectativas y es cercano a lo que individualmente me parece que debería ser la conducta de la gente. Eso seguiría siendo pensar de manera dependiente, que el vecino piense por mí, aunque yo no lo admita. Eso implicaría considerar que la verdad se basa en el número de personas que creen que una cosa es así.
P. ¡Dictadura democrática! Gilda, pero en el fondo, ¿no estarías proponiendo no sólo disolver los partidos políticos, sino también los grupos?
GD. ¡Los grupos jamás! Además, eso sería un imposible. Los seres humanos sobrevivimos gracias a que nos hemos unido en grupos. Aquí la clave es que nos hemos unido en grupos y preguntarnos si la forma de crear grupos, unirnos a ellos y relacionarnos en ellos no es el origen de todas las crisis sociales del mundo.
P. Te entiendo. Si esa forma de unirnos, si ese patrón actual de unión que se ha globalizado fuera realmente efectivo, los conflictos sociales serían casos aislados, no la norma. ¿Qué más se te ocurre, Gilda?
GD. Que ensayemos un patrón de unión y convivencia diferente. Uno que no sea de co-existencia. Uno en el que no predomine ni el machismo ni el feminismo. Uno en el que el concepto de grupo no sea pensando en términos de superior –inferior, productividad, capital humano…, sino en términos de seres humanos y en términos de equilibrio entre lo individual y lo colectivo.
P. Un buen modelo de ello lo tenemos en el cuerpo humano, en el que las células, las individualidades, conviven y cooperan armoniosamente en el colectivo que es el cuerpo.
GD. Y también tenemos un buen modelo en el matriarcado. Podríamos aprender mucho de él. Según los investigadores, el matriarcado apareció antes que el patriarcado y las cosas iban mejor que ahora con el patriarcado.
P. Sí, según he estudiado, el primer modelo de agrupación humana efectivo y que permitió una verdadera convivencia bastante armónica fue el matriarcado.
GD. Hasta que apareció un imbécil, un vivo, al que se le ocurrió
producir y acumular excedente del trabajo para sí. Hasta que a un imbécil
se le ocurrió que de ese modo todos estarían a sus pies.
¡Imagínate lo desprotegido que se sentiría, el miedo que
sentiría que hasta tenía mojado el taparrabo! Jo, jo, jo.
¡Imagínate que su sentimiento de debilidad y de poca cosa era tal,
que llegó a sustituir a la diosa madre, que era una diosa continente
y protectora por dioses masculinos tipo Javeh. El modelo perfecto del machismo
y del mafioso que ofrece protección a cambio de sumisión y dinero.
Modelo al que si le sigues la pista vas a ver cómo evolucionó
en la democracia representativa y los partidos políticos.
P. Me gusta la idea de ensayar un nuevo patrón de convivencia en el
que la individualidad y el colectivo no sean excluyentes ni entren en conflicto.
En el que el ser humano vale por lo que es y no por adornos como el dinero,
el poder, el prestigio, la profesión…
Bien. Estimadas amigas, estimados amigos, Gilda, se nos acabó el tiempo.
GD. !Qué lástima, José! Aún queda mucho por pensar.
P. Bueno, creo que le hemos obsequiado a la audiencia mucho por reflexionar.
GD. Regalo si es que no quiere seguir viviendo en un mundo hostil, si no es que quiere seguir atrapado en el juego de ganadores y perdedores.
P. Tienes razón, Gilda. ¿Para qué queremos producir y producir en exceso, si nosotros quienes producimos apenas disfrutamos de lo producido; si nos hemos vuelto esclavos del consumo; si anteponemos el modelo económico de producción a la vida; si lo defendemos más que a nuestro cuerpo y significa egoísmo, competencia entre nosotros, un mal vivir. Si producción en exceso es dominación y es motivo de guerras que nosotros pagamos con nuestro trabajo para matar a seres humanos semejantes a nosotros?
Estimadas amigas y amigos, se despide de ustedes, quien les habla, José Del Grosso. ¡Gilda!
GD. Que todos estén bien. Feliz tarde. Jo, jo, jo.
P. Muy buenas tardes, amigos radio-escuchas, si es que escuchan.