Latinoamérica
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Álvaro Uribe: un peligro público para América Latina
Heinz Dieterich
Rebelión
1. El comunicado del gobierno colombiano (14.1.) sobre el secuestro de Rodrigo Granda en Caracas demuestra, que el Presidente Álvaro Uribe se ha convertido en la principal amenaza para la paz y convivencia pacífica en América Latina.
2. En forma arrogante y falta de verdad, Uribe no solo niega que haya violado la ley internacional y la soberanía de Venezuela, sino que invoca demagógicamente la autoridad de las Naciones Unidas para justificar la operación de terrorismo de Estado, financiada, organizada y ejecutada desde su propia sede de gobierno, el Palacio de Nariño.
3. Se arroga el derecho de secuestrar personas en cualquier parte del mundo, al amparo de un presunto mandato de las Naciones Unidas ---"Las Naciones Unidas prohiben a los países miembros albergar terroristas de manera activo o pasiva"--- que sólo existe en la torcida lógica de sus asesores y de sus padrinos mentales en la Casa Blanca.
4. El Tribunal de Nuremberg introdujo en el derecho internacional la figura jurídica de la responsabilidad criminal de los autores intelectuales de políticas de terrorismo de Estado. Bajo esa legislación, Uribe es responsable legalmente no sólo de los secuestros de Rodrigo Granda en Caracas, y de Simón Trinidad en Quito, sino de múltiples crímenes de lesa humanidad cometidas bajo su gobierno dentro de la República de Colombia.
5. Al actuar fuera de la ley, como actuó, y al tratar de establecer su conducta delincuencial como norma del derecho internacional, Uribe realiza el tenebroso intento de sustituir el Estado de Derecho en América Latina por el Estado de Excepción del totalitarismo burgués, es decir, del Estado gangsteril oligárquico-imperial.
6. La respuesta del gobierno de Hugo Chávez ha sido apegada a derecho, a diferencia de la actuación del gobierno de Lucio Gutiérrez en el Ecuador, que actuó en contubernio material e intelectual con Uribe en el secuestro de Simón Trinidad.
7. El intento de Uribe, secundado por Gutiérrez, de destruir el sistema del Estado de Derecho latinoamericano y sustituirlo por un sistema de Estados gangsteriles ---tal como sucedió durante los sesenta y setenta en el Cono Sur, y en los ochenta en Centroamérica--- convierte el crimen de Uribe de un problema binacional en un asunto de interés público hemisférico, dado que pone en peligro la seguridad, el bienestar y la paz de los Estados y de los pueblos de la región.
8. Por lo mismo, es de vital importancia, que los demás Estados latinoamericanos condenen inequívocamente la política injerencista extraterritorial de Uribe, trazando una clara línea entre los Estados de Derecho de la Patria Grande y los Estados terroristas, y aislando a los últimos.
9. De la misma manera, es imperativo que el Foro Social Mundial de Porto Alegre (FSM) condene sin ambajes y en forma concreta, a las principales amenazas para la paz y la convivencia pacífica en la región latinoamericana, que son el gobierno de Uribe y sus padrinos monroeistas en Washington.
10. Los últimos artículos del Washington Post y del Washington Times han dejado claro que el secuestro de Granda marca el inició de una nueva ofensiva de destrucción de Bush contra la Revolución Venezolana. Hugo Chávez y la Revolución Bolivariana son el centro de gravedad de la integración latinoamericana que inevitablemente pondrá fin a la Doctrina Monroe. Destruir a Chávez es, por tanto, precondición para salvar al Monroeismo y su "patio trasero", que se ha vuelto vital para el imperialismo estadounidense en su competencia a muerte con el imperialismo europeo (Unión Europea) y con China.
A tal fin, las fuerzas de Bush se han reagrupado, después de las derrotas del referendo, de las elecciones provinciales, de la VI Conferencia de Ministros de Defensa de Quito y de los vertiginosos avances en la integración política-económica de la Patria Grande durante el último año, para iniciar, lo que en su planificación, sería una prolongada ofensiva terminal de desgaste contra la Revolución Venezolana.
11. Un artículo del Washington Times del 14 de enero, 2005, escrito por Nicholas Kralev, revela los detalles de la agresión planeada. Un grupo de tarea de diversos sectores del Estado (interagency task force) ha diseñado un programa de manipulación mediática y presión política en los países latinoamericanos y europeos, a fin de aislar internacionalmente a Hugo Chávez.
Los temas de la campaña de mentiras son: falta de libertad de prensa; expropiación de propiedades privadas; mayoriteo de la Corte Suprema con "Chavistas"; apoyo a "grupos radicales como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)"; "subversión de gobiernos democráticamente electos"; falta de apoyo al combate "al terrorismo y al narcotráfico"; "militarización de la sociedad venezolana" y la compra de 100.000 fusiles AK-47 a Rusia, a la cual el Departamento de Estado está presionando, para que se anule la venta.
Según el Washington Times, la operación se concentra en medios políticos y comunicativos, no en sanciones económicas. Falta, sin embargo, mencionar la tercera dimensión del proyecto subversivo: la paramilitar que, sin lugar a duda, arreciará en la República Venezolana, no solo por razones políticas, sino también económicas.
Las últimas medidas del gobierno bolivariano han tocado algunos intereses económicos de los paramilitares, por ejemplo, en la confiscación del día de ayer de un millón de litros de gasolina y gasoil en la frontera con Colombia. El contrabando de esos energéticos ha estado desde hace tiempo en manos de los paramilitares, por ejemplo en el norte de Zulia, que han disfrutado sus enormes ganancias con una amplia red de corrupción y protección de las corporaciones de seguridad venezolanas en la frontera.
12. La nueva agresión de Washington, iniciada por su peón Uribe, puede ser derrotada, porque el proceso bolivariano es, hoy día, mucho más fuerte que en cualquier momento anterior desde el año 2000.
La clave para vencer está en la unidad entre Estados progresistas, movimientos populares e intelectuales críticos. Si logramos esta unidad, la derrota de Monroe será rápida e inevitable. No desperdiciemos esta oportunidad histórica.