Colombia: en 2005, la lucha contra el TLC continúa y se profundiza
Insurreción
Si el 2004 fue un año de duras luchas para el pueblo colombiano, el 2005 no será diferente, pues el panorama nacional no presenta indicios de mejorar.
En medio de la feroz represión que el régimen encabezado por Álvaro Uribe ha desatado a lo largo y ancho de Colombia, empecinados él y la oligarquía en llevar nuestros destinos hacia donde a ellos les conviene, proseguiremos luchando por la patria que anhelamos.
La defensa de nuestros derechos pasa por continuar la lucha contra la firma del TLC, hecho que acabaría por entregar el país a la voracidad del capital transnacional.
El gobierno y los llamados sectores privados siguen empeñados en hacer creer que el futuro y el desarrollo del país dependen de este engendro y que por esa razón deben concretarlo en este primer semestre del 2005.
Las declaraciones del ministro Jorge Humberto Botero y del jefe de la delegación colombiana, Hernando José Gómez, son verdaderas manifestaciones de optimismo y de confianza en la supuesta comprensión que los negociadores gringos tendrán sobre la realidad colombiana que ellos conciben.
Parece mentira que a estas alturas, luego de seis rondas aguantando la prepotencia imperial, crean eso y piensen que se lo van a hacer creer al pueblo.
Pero lo más insólito es el cuento de hadas que el embajador William B Wood hizo ante la XLI Asamblea General de Gobernadores en Barranquilla, en diciembre del pasado año.
Según él, el beneficio más importante para el país será el ambiente que creará el TLC una vez firmado, pues cada buena idea puede convertirse en un negocio exitoso y además, los mercados abiertos proporcionarán a los ciudadanos lo que quieren.
Habría que preguntar, por ejemplo, a los mexicanos si luego de 10 años de "libre comercio" con el imperio todos han realizado sus sueños de bienestar y cómo es el ambiente que ha creado el TLCAN.
Seguramente los cerca de 50 mil agricultores que cada año deben salir de sus tierras, arruinados, no estarán de acuerdo con el embajador Wood, ni con el ministro de Comercio, ni con Hernando J. Gómez.
El fenómeno de la extinción del sector campesino en ese país es una realidad reconocida no solamente por economistas, politólogos y antropólogos mexicanos, sino por muchos especialistas extranjeros, de los cuales no todos son revolucionarios.
Igualmente los trabajadores de las maquilas y los pequeños y medianos industriales tienen una dura situación ante la competencia que deben enfrentar con las maquilas e industrias chinas y de otros países asiáticos.
Que no venga el embajador gringo a hacernos creer cuentos alegres del libre comercio pues no somos los tontos que él cree.
De eso dan muestra las numerosas y contundentes luchas que desde el propio mes de mayo, cuando se iniciaron las negociaciones en Cartagena, tuvieron lugar en todo el país, así como los numerosos eventos de análisis que se han realizado.
Nuestros agricultores, nuestros pequeños y medianos industriales, nuestros trabajadores de maquilas, todo nuestro pueblo sabe bien lo que puede suceder pues ya sufrió el preludio de la apertura que se inició aceleradamente en la década del 90 del siglo pasado.
No importa que no comprendan en todos los detalles lo que es un tratado de libre comercio, porque además el gobierno no está interesado en que lo sepan sino en disfrazar el engendro para defender los intereses de los "sectores privados". Los trabajadores colombianos saben perfectamente quiénes son sus enemigos y que nada de lo que ellos fragüen será para su bienestar. Más de un siglo de atropellos enseña.
La tarea en estos primeros meses es ardua.
Los verdaderos demócratas, patriotas, debemos profundizar y extender el conocimiento de las consecuencias que el TLC traerá para los diferentes sectores sociales.
Alertar a los trabajadores de servicios como transporte, empresariales, telecomunicaciones, donde la inversión extranjera se prevé del 71%.
Difundir por todo el país las consecuencias que para la salud y la biodiversidad traerán las concesiones en cuanto a patentes, donde el propio jefe de la delegación colombiana acepta que en algunos casos no hay mucho margen de negociación.
Acompañar y apoyar a los sectores agrícolas y pecuarios en toda su lucha pues del éxito de ella depende no solo el futuro de más de 10 millones de campesinos, sino la de todos nosotros ya que el TLC amenaza gravemente la seguridad alimentaria del pueblo colombiano.
Igualmente es importante la lucha de nuestros pueblos indígenas, cuyos conocimientos ancestrales están en peligro de ser privatizados y monopolizados por las transnacionales.
Es necesario que los pequeños y medianos empresarios comprendan a fondo que están en peligro de desaparecer de la economía nacional pues si ya la apertura los ha puesto en aprietos, sencillamente no tienen oportunidades una vez entre en vigencia el TLC.
Es tarea urgente que todos entendamos que el TLC no es solamente un tratado comercial, que es también un problema político que igualmente nos atañe a todos pues está en juego la soberanía sobre nuestros recursos naturales y humanos y nuestro futuro como nación.
Es importante distribuir por lo menos fragmentos de los libros y documentos, como el de RECALCA "9 mentiras del gobierno acerca del TLC con Estados Unidos", que están no solo denunciando sino pormenorizando cada engaño y las consecuencias del TLC en general y en algunos aspectos particulares.
Las luchas que se libraron durante el 2004 han logrado que muchos hagan plena conciencia del peligro en que el gobierno de Uribe y la oligarquía que lo apoya nos han colocado, también se logró que no pudiera concretarse el acuerdo para este enero.
Trabajar desde todos los niveles por fortalecer nuestros lazos con MERCOSUR y con la Comunidad Andina garantizará nuestra soberanía, así como conocer e implementar la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) que propone una estrategia de complementación productiva basada en la solidaridad y la integración.
La garantía del aprovechamiento de nuestros recursos para nuestro desarrollo y beneficio está en la construcción de una visión patriótica y latinoamericanista de nuestra economía y cultura, nada que venga del capitalismo voraz e inhumano del norte será para bien.
El reto para estos primeros meses es mayúsculo y debemos enfrentarlo unidos, con la fuerza que nos da la convicción de que el futuro debe ser nuestro, que nuestro destino lo trazamos y lo trabajamos nosotros y que la oligarquía y el gobierno actual no pueden negociar ni el patrimonio nacional, ni toda una historia de luchas de varias generaciones de colombianos.