Europa
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Anticomunismo y represi�n sexual*
Edgar Gonz�lez Ruiz
Inimitable
Hay quienes piensan que una mirada de fe, implica una ceguera ante la realidad o, por lo menos, un disfraz. Hay una sentencia muy dr�stica de Jes�s que, frente a la constante muestra de ambici�n de poder de sus disc�pulos, vislumbra hacia el futuro de su Iglesia el peligro de este mismo vicio. La consignan de diversos modos los tres evangelios sin�pticos. El texto de Mateo dice "Entre los paganos, los reyes gobiernan con tiran�a a sus s�bditos como si fueran sus due�os y los grandes hacen sentir su yugo. Pero entre ustedes no debe ser as�. Al contrario el que quiera ser grande debe servir y el que quiera ser primero debe someterse"(Mt. 20,25 a 27) Otro pasaje se refiere al mismo tema: "Tampoco deben decirle Padre a nadie sobre la tierra porque tienen un solo Padre, el que est� en el Cielo" Sin necesidad de exagerar este mandato hasta convertirlo en disputa de lenguaje, lo que se significa es lo que inicia el p�rrafo: Ni maestro y disc�pulo, ni padre e hijo, ni doctor e ignorante sino que todos ustedes son hermanos. Se trata de un nuevo modo de relaci�n que deber� vivirse en su comunidad.
As� pareciera consagrarse para la Iglesia un estilo de estructura democr�tica absolutamente distinta de las monarqu�as por derecho divino, o de las tiran�as por usurpaciones humanas.
Ahora resulta que la Iglesia ha imitado tanto en su estructura a la que Jes�s se�alaba como de "los paganos", que se ha convertido pr�cticamente en la monarqu�a m�s absoluta y casi la �nica que persiste en los tiempos modernos. Habr�a entonces que trastocar la sentencia de Jes�s advirtiendo a todos los gobiernos de la tierra "Ustedes saben c�mo se ejerce el dominio en la Iglesia cat�lica como si las autoridades fueran due�as de los s�bditos y por derecho divino pudieran hacerles sentir su rigor �Que no sea as� entre uds. sino que los que de alguna manera son considerados grandes o poderosos, hagan consistir su grandeza en servir a la comunidad y respetar los derechos de todos!"
Todo esto sale a relucir muy fuertemente con la declinaci�n de la salud de Juan Pablo II, tolerada "heroicamente", no hay dudas, pero que revela un absolutismo tan marcado que, adem�s de toda imposibilidad de reconocer reclamos por parte de los funcionarios m�s altos y mucho menos del pueblo, de acuerdo a las disposiciones de Derecho Can�nico, en esta oportunidad, ha llegado hasta preparar su sucesi�n al m�s puro estilo mon�rquico, y designado a quienes se hagan cargo del Gobierno de la Iglesia en caso de renuncia, estableciendo al mismo tiempo para despu�s de su muerte, una cantidad de reglamentaciones en todo lo referente a las circunstancias de personas, hechos y hasta juicios que puedan producirse. Todo esto sin que nadie pueda oponerse sin peligro de censura y sanci�n.
"Hagan lo que dicen pero no se les ocurra imitar lo que hacen" (Mt.23,3) Y esto es una advertencia que habr�a que a�adir a lo que antes dec�amos. Porque ser�a un desastre que alg�n Estado se organizar� al estilo del Vaticano y un Gobernante imitara al Papa en su concepci�n o ejercicio del poder.
Ya estoy escuchando la objeci�n de ciertos sectores. "Es que todo esto es cuesti�n de fe". �No ser� cuesti�n de fe creerle a Jes�s y practicar sus ense�anzas, frente a cualquier propuesta humana, sobre todo, cuando son tan claras y precisas?
Pbro. Jos� Guillermo Mariani
edgargr@prodigy.net.mx
La avanzada edad y los problemas de salud de Juan Pablo II hacen inminente su
relevo al frente de un pontificado cuyas responsabilidades p�blicas a veces es
ya incapaz de cumplir. Para Am�rica Latina, territorio de tradicional influencia
cat�lica, la gesti�n de Juan Pablo II deja en varios aspectos un legado
deplorable, por su constante ataque a las corrientes m�s progresistas de la
Iglesia, especialmente en los pa�ses donde sectores del clero hab�an adoptado
una opci�n prioritaria por los pobres, por su oposici�n al laicismo y a las
pol�ticas destinadas a mejorar la salud sexual y reproductiva, y por su apoyo a
fuerzas reaccionarias y plutocr�ticas que a su vez se identifican como aliadas y
promotoras de la ultraderecha gobernante en Estados Unidos, que tiene
pretensiones de hegemon�a mundial y que en Juan Pablo II ha encontrado un aliado
por su anticomunismo, y su oposici�n al estado laico y a los derechos sexuales.
Desde el principio de su pontificado, Juan Pablo II despleg� una intensa
actividad pol�tica que incluy� una larga serie de viajes internacionales donde
puso en juego su innegable carisma, su gran energ�a y su capacidad de sacrificio
en aras de cuestionables proyectos: enviar a las c�rcel a las mujeres que opten
por el aborto, bajo cualquier circunstancia, evitar el uso del cond�n,
fortalecer a los sectores m�s reaccionarios de cada pa�s. Juan Pablo II ha
predicado p�blicamente contra las leyes de pa�ses donde el aborto est� parcial o
totalmente despenalizado, como M�xico, Cuba y Estados Unidos.
En 1979, en uno de sus primeros viajes, Juan Pablo II visit� M�xico, uno de los
pa�ses de m�s fuerte tradici�n liberal en Am�rica y donde en ese tiempo el
gobierno no otorgaba reconocimiento jur�dico a las iglesias. El pont�fice no
tuvo escr�pulos a�os despu�s para aliarse con Carlos Salinas de Gortari,
gobernante que durante su sangriento sexenio reprimi� sistem�ticamente a la
izquierda, impuls� el crecimiento electoral de la derecha cat�lica (el hoy
gobernante partido Acci�n Nacional) y restableci� relaciones con el Vaticano
previa modificaci�n de las leyes mexicanas, que limitaban radicalmente la acci�n
p�blica del clero. Aunque Juan Pablo II ha logrado reunir cientos de miles de
personas en sus viajes a M�xico, es tambi�n un hecho estad�stico que la gran
mayor�a de las y los mexicanos no sigue sus preceptos en lo referente a la
anticoncepci�n, el divorcio, etc, al grado de que en su �ltima visita, en 2002,
fue recibido con grandes muestras de respeto por un presidente que al igual que
su esposa y exvocera alardean de ser m�s papistas que el Papa, a la vez que, en
total contradicci�n con las ense�anzas de este, ambos son divorciados y casados
en segundas nupcias.
Evidentemente, la adhesi�n de muchos mexicanos a la figura de Juan Pablo II es
emocional y no ideol�gica, mientras que al pont�fice, carism�tico pero no
bondadoso, no lo han detenido consideraciones �ticas para apoyar a grupos de
extrema derecha, como los Legionarios de Cristo, de factura mexicana, y el
Sodalicio de Vida Cristiana, de origen peruano, pese a las abundantes denuncias
p�blicas contra ellos que han formulado algunos de sus exmiembros, relatando
abusos de poder extremos dentro de sus filas.
En Nicaragua, la expresidenta Violeta Chamorro dej� en su libro Sue�os del
Coraz�n (Acento editorial, Madrid, 1997) un testimonio elocuente del car�cter
ideol�gico y pol�tico de los viajes de Juan Pablo II. Leemos acerca de la
primera visita de Papa a ese pa�s, el 3 de marzo de 1993: ".Todo el mundo sab�a
que el Papa era un enemigo visceral del marxismo. Acompa�ando a los sandinistas
estaba tambi�n uno de los sacerdotes que colaboraban con el gobierno: Ernesto
Cardenal. . En una fotograf�a que apareci� en las primeras p�ginas de los
peri�dicos de todo el mundo, Juan Pablo II amonest� con el dedo a Ernesto
Cardenal, que permanec�a humildemente arrodillado ante �l. Despu�s, Ernesto
Cardenal se quej� con indignaci�n de que el Papa hab�a venido a Nicaragua a
insultar a nuestro pueblo".
Sobre la siguiente visita del Papa a Nicaragua, en 1995, escribe Chamorro:
"Hacia finales de 1995 realic� un �ltimo esfuerzo por convencer a Su Santidad
Juan Pablo II para que viniera a visitarnos en Nicaragua. Le hab�a escrito ya
muchas cartas. Despu�s que public� su �ltima enc�clica, en la que defiende la
vida y ataca la cultura de la muerte, le rogu� que viniera a Am�rica Central
para pronunciar personalmente su mensaje. As� es como se produjo el viaje".
Acerca de su peculiar adhesi�n a la figura del Papa, Violeta Chamorro confiesa
que el d�a de la llegada de Juan Pablo II "Yo estaba esperando al Papa al pie de
la escalera pensando: "Bendito sea el Se�or; mi sue�o se ha hecho realidad". La
verdad es que, cuando nos abrazamos, fue debido a un movimiento s�bito e
instintivo por parte de ambos. A pesar de lo que se ha dicho, no lo bes� en la
mejilla. El me salud� con un beso en la frente. Yo me sent� confusa y apenada.
Le expliqu� que, en Nicaragua, nuestras emociones desbordan a veces el
protocolo, y le ped� que por favor nos perdonara. .En mi discurso de bienvenida
en el aeropuerto inform� al Papa de la felicidad que experiment�bamos al poder
expresar por fin de forma libre y abierta el amor que sent�amos hacia �l.".
De una forma menos equ�voca, y m�s centrada en aspectos ideol�gicos y
pragm�ticos, los proyectos de Juan Pablo II contra el aborto y contra el
laicismo encontraron aliados en cuestionados mandatarios como el venezolano
Rafael Caldera y el argentino Carlos Menem.
En su lucha en pro de la represi�n sexual, Juan Pablo II cre� el Consejo
Pontificio para la Familia, encabezado por el ultraconservador prelado
colombiano Alfonso L�pez Trujillo, tambi�n enemigo radical de la teolog�a de la
Liberaci�n. Con organismos como este y como la Pontificia Academia para la Vida
ha colaborado importantes figuras del activismo conservador latinoamericano,
como el millonario venezolano Alberto Vollmer Herrera, quien en los a�os 90 a la
vez que representaba a su pa�s ante el Vaticano era miembro de dicho consejo,
dedicado a la lucha antiaborto, al igual que grupos y coaliciones
internacionales, como Vida Humana Internacional, con sede en Miami, y que
coordina a los principales grupos provida de los pa�ses latinoamericanos. A la
vez, esa coalici�n apoya decididamente al gobierno de Bush.
Ha sido muy clara la identificaci�n de Juan Pablo II con los sectores m�s
conservadores de la Iglesia y su rechazo de los m�s progresistas. En contraste
con las condenas p�blicas y la segregaci�n de prelados y religiosos que expresan
un compromiso verdadero con los pobres o posiciones m�s abiertas sobre la
sexualidad, el Papa ha encumbrado a prelados ultraconservadores, como Marcial
Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo y acusado de cometer abusos
sexuales contra adolescentes. En El Salvador, donde el clero tuvo un aut�ntico
m�rtir en la figura de Oscar Arnulfo Romero, el Papa nombr� como arzobispo a
Fernando S�enz Lacalle, del Opus Dei, quien ha usado toda su influencia para
oponerse a proyectos que considera contrarios a la ortodoxia cat�lica, no
solamente en relaci�n con el aborto, sino en el terreno de la educaci�n, por
ejemplo, donde el prelado suprimi� un proyecto conjunto con el Fonde de
Poblaci�n de las Naciones Unidas, una de las organizaciones satanizadas por el
Vaticano como "proabortistas".
S�enz Lacalle es sucesor de Monse�or Rivera y Damas, quien muri� en 1997. En ese
momento se crey� que ser�a relevado por su obispo auxiliar Monse�or Rosa Ch�vez,
quien hab�a sido auxiliar de Oscar Arnulfo Romero en la d�cada de los 80, pero
no ocurri� as� y para sorpresa de la Iglesia Cat�lica comprometida con la opci�n
los pobres, el Vaticano design� a Monse�or Fernando S�enz Lacalle.
El compromiso de Juan Pablo II para luchar contra los m�todos anticonceptivos y
contra las libertades sexuales ha sido total y cotidiano, poniendo todo el poder
y la influencia de la Iglesia al servicio de ese objetivo, lo mismo en los
recintos del Vaticano, que en las gestiones diplom�ticas y en el activismo
pol�tico en diferentes niveles. Peor todav�a, la identificaci�n del Papa con la
ultraderecha cat�lica de Am�rica Latina, y con la protestante de Estados Unidos
ha sido uno de las premisas del establecimiento de reg�menes genocidas y
enemigos de los intereses populares, que propician lo mismo la guerra
imperialista que la persecuci�n contra los pobres.
� Fragmentos del libro Cruces y sombras. Conservadurismo cat�lico en Am�rica
Latina: de pr�xima aparici�n.
Lea
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