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Europa


Los inviernos de Rusia se hacen cada vez mas suaves


Tatiana Sinitsina
RIA NOVOSTI,

El invierno ruso cambia persistentemente su imagen familiar relacionada ante todo con el calificativo de 'crudo'. Estamos a mediados de enero, época en que antaño se rajaban troncos de árboles y pájaros se congelaban al vuelo. Pero el invierno de 2005 se comporta de una manera muy extraña: la temperatura ronda alrededor del cero y casi no hay nieve. En la ciudad de Luka, a orillas del Volga hasta se avisó del peligro de inundación: el río sube con rapidez, lo que se debe el rápido deshielo. Hasta en Siberia raras veces se dan fríos crudos.

Según informan los meteorólogos, en los últimos 40 años los meses de enero se han hecho más calientes en 5,5 grados. Este año se ha registrado un excepcional fenómeno climatológico: durante diez días de enero la temperatura en la capital se mantuvo sobre cero, observándose un fenómeno de 'primavera de año nuevo'.

Según manifestó en una reunión con periodistas Alexander Bedritski, director del Servicio Federal de Hidrometeorología y Control Medioambiental, eneros suaves no constituyen una novedad, pues en la historia de observaciones meteorológicas en Rusia se han dado en 28 ocasiones, si bien es cierto que 20 casos de estos han ocurrido en los últimos 80 años lo que, desde luego, denota una tendencia y no anomalía.

Al decir del primer climatólogo de Rusia, el proceso de caldeamiento en las zonas invernales del país se debe a un determinado cambio de la circulación atmosférica provocada por la subida de la temperatura en los mares del mundo. 'Han aumentado las proporciones de los ciclones atlánticos que han extendido su frente hacia la zona Norte' -, dice. Además, según Bedritski, la tendencia de caldeamiento del clima global se manifiesta, ante todo, en altas latitudes donde hay más tierra firme. Según datos correspondientes al año 2004, el promedio de desviación de temperatura en el Hemisferio Norte es de 0,44 grados, mientras que en el Hemisferio Sur, sólo 0,27 grados.

Alexander Bedritski habla con reserva sobre la relación que los inviernos suaves guardan con el caldeamiento del clima global, alegando que todavía faltan datos exactos y las cifras estadísticas aún no bastan. Admite, no obstante, que la frecuencia de anomalías naturales hace inclinarse a favor de esta relación.

El año pasado 2004 fue no sólo el más caluroso en Rusia en los últimos 15 años, sino también provocó muchos fenómenos climáticos peligrosos que han sido más de 300. Según Bedritski, el número de fenómenos de esta naturaleza ha crecido en el mundo entero. Bastaría ver los datos facilitados por el Grupo Muniqués que se ocupa de llevar la cuenta de las primas de seguro: el año pasado se pagaron $40 mil millones en materia de seguro (a título de comparación diremos que en 1992 se pagaron $15 mil millones). No es un secreto que el aumento de los pagos de seguros se debe al aumento a la extensión de fenómenos naturales peligrosos y a una mayor vulnerabilidad de la economía y los seres humanos en caso de extremas manifestaciones del elemento.

Pero al hombre no le interesa tanto el origen de los cataclismos naturales pues le es más importante saber qué medidas se han de adoptar para protegerse contra los mismos. 'Como director del Servicio Meteorológico de Rusia y presidente de la Organización Meteorológica Mundial, abogo por que avisos tempranos y pronosticación de cataclismos naturales pasen a formar parte del programa de adaptación que se elaboran para diversos países -, dice Bedritski -. La comunidad mundial debe aunar sus esfuerzos en este campo porque no siempre un país a solas podrá hacer frente a las consecuencias de los desastres naturales'.


* Tatiana Sinitsina es comentarista de RIA NOVOSTI.