Europa
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Sobre el futuro del PCE e Izquierda Unida Verde
Juanjo Llorente y Jorge Llacer
Tras la Asamblea extraordinaria de IU con un claro protagonismo del PCE (en
sentidos opuestos), y aun faltando por reunirse el Consejo Político Federal
que ratificará o no a Llamazares como coordinador general de IU, sólo cabe que
valorar negativamente el papel jugado por los comunistas y en particular las
cúpulas dirigentes.
En primer lugar, cuando la convocatoria de un referéndum sobre la Constitución
Europea exigían de IU y del PCE el desarrollo de una amplia campaña política;
cuando el cierre de los Astilleros, la aplicación de la LOU, y las demás medidas
tomadas por el gobierno Zapatero en obediencia a la Comisión de Bruselas señalaban
más que nunca la necesidad de intervenciones públicas y valientes desde la izquierda;
cuando para hacer pasar esas políticas se vienen orquestando maniobras de división
de los trabajadores (Plan Ibarretxe, Archivo de Salamanca, conflicto catalán/valenciano
...) que piden a gritos la respuesta de fuerza de los trabajadores de todo el
Estado, nuestro partido se ha limitado a enfrascarse una vez más en una pelea
interna por los sillones de IU.
Y además de dar la espalda a la situación política y a las prioridades de los
trabajadores y de la sociedad, tenemos que lo único logrado, al margen incluso
de quien resulte finalmente el coordinador general de IU, ha sido una quiebra
interna sin retorno posible dentro de esta fuerza política y del propio PCE.
Una división dentro de IU entre los grupos institucionales integrados mayormente
por llamazaristas (europeo, estatal, comunidades autónomas…) y las organizaciones
de base y militantes, desmotivados, variopintos en términos ideológicos y que,
como acaban de mostrar las candidaturas presentadas a la Asamblea y los posteriores
“apaños”, el partido no ha sabido articular políticamente mediante una alternativa
real, creíble, fundamentada, al proyecto ecosocialista de Izquierda Verde.
Tenemos así una “fractura” nada casual entre, por un lado, quienes representan
y continuarán representando a IU en las principales instituciones políticas
del régimen y, por la otra parte, el resto de la organización. Fractura en la
que también se incluye la organización del propio PC, cuyos principales dirigentes
siguen ejerciendo de cargos y responsables principales en las distintas familias
y grupos de presión de IU.
Esto significa que, si no reaccionamos prontamente mediante la articulación
de una propuesta política como partido autónomo, se extremará la situación interna
de desmovilización que venimos arrastrando desde hace muchos años, debido a
la persistente renuncia a nuestra propia identidad y quehacer políticos como
partido para a cambio, escalar puestos en IU.
Es urgente, en definitiva, que todo el partido debata en profundidad la necesidad
de una política independiente y de clase en la actual coyuntura política estatal,
europea e internacional. Es en base a este análisis cuando podremos perfilar
nuestras relaciones con respecto a IU, no al contrario. De hecho, si algo muestran
los acontecimientos recientes es que la relación del partido con IU nunca debió
plantearse como hasta el presente.
Resulta cada vez más claro que una fuerza política interclasista y cada vez
más subordinada a las instituciones del régimen como IU, no puede constituir
nuestro “proyecto estratégico” en la lucha por el socialismo aquí y ahora. Insistimos:
esto es lo que vuelve a indicarnos en términos generales la experiencia del
devenir seguido por Izquierda Unida desde su creación, con periódicas divisiones
y escoramientos hacia la derecha. Esto es también lo que deberíamos haber aprendido
de la experiencia incluso de antes, del propio partido tras los pactos de la
Moncloa: sin una política al servicio de los trabajadores e independiente de
la burguesía y sus instituciones no se puede cambiar la sociedad. El reformismo
institucional conduce a la claudicación total.
La disyuntiva real que se viene planteando en nuestro país y continente con
creciente ímpetu no es otra que la de subordinarse a las instituciones del régimen,
al gobierno de Zapatero, a las de Bruselas, o bien luchar por la apertura de
un proceso constituyente y por el cambio social en el que los trabajadores y
sus organizaciones de clase, la mayoría de la sociedad, tengan voz propia.
Defender y fortalecer el PC significa por tanto, cada vez más, trabajar porque
el partido sirva como un referente político de esta movilización por la democracia
y las libertades.
* Juanjo Llorente y Jorge LLacer. Militantes del PCPV. Reencuentro comunista.
areabs@ono.com