Argentina: La lucha continúa
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Andrea Verónica Quaranta
A principios de los ´80 en la escuela nos empezaron a mencionar tres palabras
desconocidas. Dos de ellas fueron dictadura y democracia. No teníamos muy en
claro de qué se trataban, pero intuíamos, por lo que nos decían y por el tono
empleado, que la democracia era algo nuevo y deseable, que había que celebrar y
cuidar. Por el contrario, la dictadura era despreciable, pasaban ciertas cosas
que "Nunca más" debían ocurrir. Pero ¿de qué se trataban precisamente?
La tercera era la más terrible e inasible: "desaparecidos".
Fue a través de una película, "La noche de los lápices"[1], que comprendí, al
igual que muchos de mi generación (tengo 30 años), su atroz y demencial
significado. Recuerdo perfectamente la primera vez que la vi. Estaba en la cama
de mi mamá y ella, que conocía la historia, encontró excusas para quedarse cerca
de mí. Lo bien que hizo...
La película se basa en el libro[2] del mismo nombre, que a su vez, relata un
hecho real ocurrido el 16 de septiembre de 1976. Durante la madrugada de ese día
fueron secuestrados varios adolescentes, de entre 14 y 18 años, cuyo terrible
delito consistió en reclamar por el Boleto Estudiantil Secundario. Para ello,
habían realizado una serie de marchas, sentadas, petitorios; acciones que hoy
nos parecen normales, o molestas (para algunos sectores) pero a las que jamás
castigaríamos con el secuestro, la desaparición, la tortura o la muerte.
En ese momento, fueron motivo de todo ello junto.
No se trató de un hecho aislado, ni del error de un grupo de personas fuera de
control. Desde el 24 de marzo de 1976, a partir de la instauración del "Proceso
de Reorganización Nacional", "las violaciones a los más elementales derechos
humanos que he denunciado no han sido simples excesos o errores metodológicos o
estratégicos; tales violaciones respondieron a un minucioso manual doctrinario
de represión"[3]
El régimen militar elaboró un plan sistemático de represión y exterminio,
enunciado desde el mismo día del "Golpe". En la Proclama publicada al día
siguiente en los principales diarios, dejaron en claro que "a par que se
continuará combatiendo sin tregua a la delincuencia subversiva, abierta o
encubierta, y se desterrará toda demagogia, no se tolerará la corrupción o la
venalidad bajo ninguna forma o circunstancia, ni tampoco cualquier trasgresión a
la ley u oposición al proceso de reparación que se inicia"[4]
La ciudad de La Plata fue una de las más castigadas. Allí vivían Claudio de Acha,
María Claudia Falcone, Horacio Úngaro, Daniel Alberto Racero, María Clara
Ciocchini, Francisco López Muntaner y Pablo Díaz.
Claudio tenía 16 años al momento de desaparecer. Estaba enamorado en secreto de
Adela. Amaba la lectura, la música... y a Estudiantes.
María Claudia tenía sueños de artista, y por eso se había anotado en el Colegio
de Bellas Artes. Apenas alcanzó a disfrutar su noviazgo con Roberto y sus
"dulces 16", cuando la alcanzó la pesadilla en medio de la noche.
Horacio detestaba adherir a una idea sin conocerla a fondo y por eso devoraba
libros de historia y política mientras escuchaba a Sui Géneris y a Mercedes
Sosa.
Daniel era amigo de Horacio. De chico había soñado con ser "El llanero
solitario". A los 18 años, sus ambiciones eran más realistas, quería ser tornero
o mecánico. Pero tampoco lo dejaron.
María Clara vivió sus 17 años con la guitarra a cuestas. Con su música había
llegado a La Plata desde Bahía Blanca, para estudiar Medicina, pocos meses antes
de su último viaje, cuyo destino final aún se desconoce.
Francisco tenía apenas 14 años. Era hincha de Gimnasia y el mejor amigo de María
Claudia. Estaba peleado con su hermano, porque a los dos les gustaba la misma
chica.
Pablo, con sus 18 años, fue el único que vivió para contarlo.
Tenían los mismos gustos y pasiones que cualquier adolescente. También les
interesaba la política y militaban en Centros de estudiantes, con la ilusión de
una vida mejor para todos. Nada del otro mundo... De otro mundo debería ser lo
que les tocó vivir...
En el invierno del ´75 empezaron a reunirse para pedir por la instauración real
del Boleto Estudiantil Secundario. Existía por decreto provincial, pero en La
Plata no se lo respetaba. Además, desde el mismo momento en que se dispuso el
descuento para estudiantes, hubo un aumento en la tarifa general, por lo que la
rebaja quedaba bastante desdibujada. Fue eso y no otra cosa, el punto central
del petitorio que entregaron a las autoridades luego de una marcha en la que
participaron 3000 alumnos.
La lucha por los "Boletos a un peso" llevaba un año cuando algunos perdieron las
esperanzas, pero otros continuaron, porque "aunque el boleto no lo consigamos
para nosotros, quedará para los futuros estudiantes".[5]
Insistieron hasta la madrugada del 16 de septiembre de 1976.
Apenas comenzó el nuevo día, media hora después de la medianoche, un "grupo de
tareas" fue a la casa de María Clara y se la llevaron junto con María Claudia,
que se había quedado a dormir.
A las 2.35, encapuchados secuestraron a Claudio.
A las 4.40, el ruido de las botas despertó a Horacio y Daniel. A la madre de
Horacio le dijeron que los llevaban un rato para interrogarlos y jamás
volvieron.
A las 5, seis hombres con ropas militares capturaron a Francisco.
Una semana después, el día del estudiante y de la primavera, se llevaron a
Pablo.
Fueron llevados al Campo de concentración de Arana. Allí conocieron el hambre,
el frío, el olor de su propia piel quemada por la picana, los golpes, las
vejaciones; allí sabían que había llegado la noche cuando escuchaban los
desgarradores gritos de sus amigas mientras eran violadas.
Allí aprendieron a pedir a gritos que por favor los mataran. "La vida y la
muerte, el delirio y el tormento se mezclaban como en una pesadilla".[6]
Posteriormente los llevaron al "Pozo de Banfield", al "Pozo de Quilmes", a la
Jefatura de Policía de la Provincia de Buenos Aires, a las Comisarías 5°, 8° y
9° de La Plata, la 3° de Valentín Alsina en Lanús, y al Polígono de Tiro de la
Jefatura de Policía de la Provincia de Buenos Aires.[7] Cada uno de estos
lugares aportó su cuota de perversión.
Mientras tanto, sus familiares y amigos se cansaron de recorrer juzgados y
comisarías tratando de saber dónde se encontraban ¿estaban vivos o muertos?, ¿se
los podía visitar o, al menos, dar una sepultura digna? El terrorismo del estado
elaboró para estas preguntas una respuesta muy peculiar: "... un desaparecido es
una incógnita, no tiene entidad, no está ni muerto ni vivo. Está desaparecido."
[8]
Sería difícil enumerar la cantidad de leyes, garantías y derechos (los llamados
humanos y de los otros) que se violaron durante 7 años. "La noche de los
lápices" fue solo un ejemplo entre miles. Se recuerda más que otros, porque
conmueven la edad y la inocencia de sus protagonistas. Porque es un ejemplo de
la bestialidad de un régimen que no tuvo límites.
28 años después, existen en el país miles de centros de estudiantes o
agrupaciones juveniles llamadas "16 de septiembre"o "Claudia Falcone"; hay un
Día de los Derechos del Estudiante Secundario, en conmemoración a la Noche de
los Lápices[9]; un libro; una película; el excelente alegato final del Fiscal
Strassera en el Juicio a las Juntas. Y las leyes de Obediencia Debida y Punto
Final. Y los Indultos.
Ante el riesgo que suponen la impunidad y el olvido, los invito a recordar (a
volver a pasar por el corazón) y a que desde los lugares que ocupamos, ayudemos
a los lápices a seguir escribiendo.
En internet se pueden encontrar los siguientes materiales, para profundizar
sobre el tema:
* Libro "Nunca más" on line en www.nuncamas.org
La información acerca de "La noche de los lápices" se encuentra en el Capitulo
II. Víctimas
Punto B. Adolescentes Item "Estudiantes secundarios"
http://www.nuncamas.org/investig/articulo/nuncamas/nmas0001.htm
* Imágenes y video de la película: imágenes:http://www.oni.escuelas.edu.ar/olimpi98/CineArgentino/PELICULA/drama/lapizim.htm
videos: http://www.oni.escuelas.edu.ar/olimpi98/CineArgentino/PELICULA/drama/lapizvi.htm
* Poema de Pablo Díaz dedicado a Claudia Falcone en 1985
http://www.carbonell.com.ar/nochelap.htm
[1] Olivera, Héctor, La noche de los lápices, Aries Cinematográfica Argentina
S.A., 1986
[2] Seoane, María y Ruíz Núñez, Héctor, La noche de los lápices, Buenos Aires,
Grupo Editorial Planeta, 1992.
[3] Hesayne, Miguel E., Cartas por la vida, Buenos Aires, Página 12. pág. 9
[4] La Nación, 25 de marzo de 1976. Tomado de Blaustein, Eduardo y Zubieta,
Martín, Decíamos ayer. La prensa argentina bajo el Proceso, Buenos Aires,
Ediciones Colihue, 1988
[5] Seone, pág.44
[6] Seoane, pág.158.
[7] CONADEP, Nunca más. Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de
Personas, 18° edición, Buenos Aires, Eudeba, 1994
[8] Gral. Jorge Rafael Videla en un reportaje televisivo.
[9] La Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sancionó la Ley N°29
en cuyo art. 1 dispone que "Se establece la fecha del 16 de Septiembre, en
conmemoración a "La Noche de los Lápices, como Día de los Derechos del
Estudiante Secundario, el cual quedará incorporado al calendario escolar de cada
ciclo lectivo".