Argentina: La lucha contin�a
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Kosteki - Santill�n: pr�logo a la segunda edici�n del libro "Dar�o y Maxi, dignidad piquetera"
Apertura de los archivos
de la SIDE: los motivos de la desconfianza de familiares, abogados y compa�eros
de militancia de los j�venes asesinados
El Frente Dar�o Santill�n (integrado por el MTD An�bal Ver�n,
donde militaban Kosteki y Santill�n), reedit�
recientemente el libro "Dar�o y Maxi, dignidad piquetera" con un pr�logo actualizado en el que
relatan minuciosamente la secuela de presiones, mentiras y especulaciones que
llev� finalmente a los familiares a hablar del "entorpecimiento" de
la investigaci�n por parte del gobierno, y hacer declaraciones que expresan
desconfianza ante el nuevo anuncio presidencial. Por su parte, los abogados
agregan que la SIDE "ya respondi� a un pedido de la fiscal�a que no
exist�a tal documentaci�n", y piden que el ministro Fern�ndez aclare mejor
a qu� se refiere entonces con el anuncio.
La utilizaci�n del reciente anuncio en el marco de la disputa por los cargos
electorales con el duhaldismo, agranda la
desconfianza: si bien empujado por la presi�n de las organizaciones piqueteras y de derechos humanos, el anuncio fue hecho al
mismo tiempo que el presidente ordenaba el lanzamiento de su propio armado
electoral en la provincia de Buenos Aires, bajo la hip�tesis de que los tironeos con el ex-presidente, se�alado como principal
responsable pol�tico de los asesinatos, puedan profundizarse.
�Para ustedes hay plata para los emprendimientos productivos, metan todos los
proyectos de vivienda que quieran, y con la causa del 26 algo podemos hacer,
pero primero tienen que acabar con las marchas y los cortes�, dicen quienes
participaron de las reuniones con el presidente que les dijo el secretario
general de la presidencia, Oscar Parrilli, y a partir
de all� se profundizaron las diferencias de los piqueteros con el gobierno:
"no estamos dispuestos a negociar la sangre de nuestros compa�eros ca�dos
en un despacho ministerial", aclaran desde el Frente Dar�o Santill�n.
La cita de Oscar Parrilli pertenece al pr�logo
recientemente publicado, que difundimos a continuaci�n. El trabajo de
investigaci�n completo puede consultarse en la Secci�n
Los Hechos (www.masacredeavellaneda.org/index.php?blog=3) del Diario
del Juicio que se publica en Internet (www.masacredeavellaneda.org).
�(Libro "Dar�o y Maxi, dignidad
piquetera: los autores intelectuales y los responsables pol�ticos que no
investig� la justicia")
Pr�logo a la segunda edici�n
2002- 2005, tres a�os de impunidad
I-
Cuando terminamos la primera edici�n de este libro, en mayo de 2003, hab�an
transcurrido once meses desde la represi�n que se conoci� como Masacre de
Avellaneda. Para ese entonces pudimos dar cuenta de nuestra experiencia:
relatamos los hechos desde la mirada piquetera, desde
quienes fuimos perseguidos, baleados y asesinados por luchar por trabajo,
dignidad y un cambio social. Describimos con minuciosidad los aprestos y el
plan represivo, indagamos en la autor�a ideol�gica y se�alamos claramente a los
responsables pol�ticos, develando la serie de reuniones previas, directivas y
complicidades necesarias desde las primeras l�neas del gabinete presidencial
que el propio Eduardo Duhalde encabez� d�as previos a
la Masacre. Tambi�n hurgamos en el expediente judicial, se�alamos a fiscales
c�mplices del accionar policial y a jueces condescendientes con el poder
pol�tico.
El poder encubre sus propios cr�menes y, protegiendo a sus ejecutores, se
protege a s� mismo, dec�amos en aquel primer pr�logo, y agreg�bamos: �Si
durante estos meses la impunidad tuvo alg�n contrapeso, �ste fue la permanente
movilizaci�n popular que mantuvimos cada d�a 26 de cada mes. El se�alamiento
p�blico de los responsables a trav�s de la denuncia, la movilizaci�n y los escraches se convirti� en la forma en que los de abajo
tenemos de exigir justicia�.
II-
Al mismo tiempo que public�bamos este trabajo, asum�a la presidencia N�stor Kirchner, quien har�a de la bandera de los derechos humanos
uno de sus principales estandartes. �Era de esperarse entonces el fin de la
complicidad y la impunidad? �Era posible que a partir de este gobierno algo
cambiara?
Desde el Movimiento de Trabajadores Desocupados An�bal Ver�n
(y ahora, desde el Frente Popular Dar�o Santill�n) no somos muy afectos a las
caracterizaciones dogm�ticas de la realidad pol�tica, y en este caso, ante la
decisi�n de acercamiento del gobierno hacia nosotros y las promesas de dar
respuestas a las demandas populares, preferimos ver �al rengo renguear�, antes
de ser concluyentes en tal o cual caracterizaci�n. Por eso vamos a historizar brevemente la secuela de promesas, silencios y
especulaciones presidenciales en torno a esta causa para concluir, finalmente,
con el balance a tres a�os que da t�tulo a este pr�logo.
Quienes escribimos estas l�neas, como compa�eros de militancia de Dar�o y Maxi, fuimos testigos directos de los anuncios que el
propio presidente hizo expresando la necesidad de �ir a fondo, caiga quien
caiga� para que los asesinatos de nuestros compa�eros no fueran coronados por
la impunidad. Esas palabras textuales utiliz� Kirchner
en el primer encuentro que tuvimos en la Casa de Gobierno, el 19 de junio de
2003, d�as antes de cumplirse el primer aniversario de la Masacre. Diecisiete
delegados elegidos por nuestros movimientos de base hab�amos sido citados para
hablar directamente con el presidente reci�n asumido, y nuestro planteo
principal en una reuni�n que se extendi� por m�s de dos horas fue la
complicidad pol�tica que encubre los asesinatos de Avellaneda. �Si nos fuimos
aquella vez con expectativas por las palabras de Kirchner?
Las repercusiones period�sticas de aquel encuentro nos refrescan la memoria:
�Fue un gesto importante porque es la primera vez que un presidente nos recibe,
nos reconoce como interlocutores leg�timos ante la problem�tica social, y se
compromete a tomar medidas concretas en funci�n de nuestras demandas�, dijimos
al salir del encuentro. Considerando que de los gobiernos anteriores ven�amos
recibiendo principalmente balas (Carlos Menem y los
asesinados en Cutral-C� y Tartagal,
Fernando De la R�a y los muertos del 19 y 20, Duhalde
y los asesinatos de nuestros compa�eros Javier, Maxi
y Dar�o), la expectativa sonaba justificable.
Pasaron los meses despu�s de aquella reuni�n, y si bien algunos emprendimientos
comunitarios en distintos barrios donde hab�a organizaci�n piquetera
empezaban a ser subsidiados por el gobierno, no ve�amos que se hiciera nada que
implicara un avance contra la impunidad en la causa del 26. Las reuniones con
el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde,
encontraban como respuesta a nuestros planteos s�lo evasivas y dilaciones.
Para el 30 de octubre de ese mismo a�o, volvimos a ser convocados para hablar
con el presidente. Algunos interpretaban la convocatoria como oportunista, ya
que esa misma tarde que nos recibir�an en la Casa Rosada, iba a anunciarse una
masiva movilizaci�n en repudio a la decisi�n del gobierno de denunciar
judicialmente a otro grupo de desocupados que hab�a bloqueado el Ministerio de
Trabajo buscando ser atendidos. De la protesta participaron el conjunto de las
organizaciones piqueteras y un amplio arco de
organismos de Derechos Humanos, y entre nosotros se instal� la preocupaci�n por
no ser �usados� a trav�s de la invitaci�n presidencial para profundizar las
diferencias en el campo popular (algunos piqueteros anunciando una marcha
opositora, y nosotros siendo recibidos en la Casa de Gobierno). Finalmente
resolvimos que si acept�bamos esa convocatoria, uno de los reclamos que
llevar�amos al presidente ser�a el mismo que se expresar�a en la marcha
opositora: el pedido de que el ministro Tomada retirara la denuncia penal (que
hab�a hecho por indicaci�n del mism�simo presidente) contra los compa�eros del
otro grupo piquetero, y que ante una negativa como respuesta, anunciar�amos en
la conferencia de prensa en la misma Casa de Gobierno que participar�amos de la
marcha opositora una semana despu�s, como finalmente ocurri�. La otra decisi�n
previa a ser atendidos, fue convocar a Alberto Santill�n, el pap� de Dar�o,
para que participe de la audiencia y escuche directamente las palabras de Kirchner (Mabel Ruiz, la mam� de Maxi,
hab�a fallecido semanas atr�s).
La reuni�n fue, en t�rminos de promesas, mucho m�s precisa que el primer
encuentro. Kirchner se hizo fotografiar por la prensa
abrazando al padre de Dar�o; ante nuestro reclamo porque en esos meses �todav�a
no se hab�a hecho nada� el presidente dio directivas precisas al secretario de
Derechos Humanos para que �el pr�ximo lunes� ya estuviera en nuestras manos un
borrador para la conformaci�n de una Comisi�n Investigadora, que, integrada por
organismos de Derechos Humanos, tuviera atribuciones para abrir los archivos de
la Secretar�a de Informaciones del Estado (SIDE) �y tambi�n los archivos de
inteligencia de la Federal y la Bonaerense, que todos sabemos que hicieron inteligencia
sobre ustedes�, reconoci� el presidente, evidenciando en esas palabras que algo
sab�a del tema, y que algo hab�a por develar en aquellos archivos. Media hora
despu�s del encuentro con el presidente, en una reuni�n m�s informal, el
secretario general de la presidencia, Oscar Parrilli,
ser�a m�s transparente respecto a las verdaderas intenciones presidenciales
detr�s de aquellas promesas que nunca se cumplir�an: �El presidente puede
avanzar como les dijo, pero quiere que ustedes dejen de cortar el puente Pueyrred�n, primero tenemos que ponernos de acuerdo en
eso�. La respuesta nuestra fue clara: las protestas de cada d�a 26 eran nuestra
forma de denuncia y de memoria, al igual que las rondas de los jueves de las
Madres de Plaza de Mayo; si realmente hab�a un compromiso con la justicia, como
dec�a el presidente, no pod�a exigir que baj�ramos nuestras banderas, porque la
desclasificaci�n de los archivos de inteligencia podr�a resultar un avance,
pero no garantizar�a en s� mismo la condena a los autores ideol�gicos y los
responsables pol�ticos. Tal vez por la presencia del pap� de Dar�o en esa
conversaci�n, Parrilli dej� para una pr�xima ocasi�n,
en la que se encontrara conversando s�lo con nosotros por nuestros reclamos
sociales, el planteo m�s de fondo: �Para ustedes hay plata para los
emprendimientos productivos, metan todos los proyectos de vivienda que quieran,
y con la causa del 26 algo podemos hacer, pero tienen que acabar con las
marchas y los cortes�, nos plante�. �Adem�s �profundiz�- a ustedes los queremos
armando listas en cada uno de sus distritos para las pr�ximas elecciones, de
eso tendr�amos que hablar�. Plata, insinuaciones electorales y exigencia de
desmovilizaci�n como condici�n para hacer efectivas las promesas
presidenciales... �Estaba siendo el secretario general de la presidencia �m�s
papista que el papa�, y tratando de sacar provecho en las negociaciones con
nuestro movimiento de la buena fe presidencial? Despu�s de todo, esas
propuestas y condicionamientos que nos hac�a Parrilli,
no hab�an sido planteadas por Kirchner en las
reuniones anteriores. Quienes reflexionan as� se hacen eco de una vieja ma�a de
la dirigencia pol�tica consistente en �proteger al jefe�, adjudic�ndole siempre
buenas intenciones, e inculpar a los subordinados de las decisiones que
impliquen costo pol�tico. Sin embargo, lo que Kirchner
esperaba lograr con sus promesas y que hab�a callado ante nuestra presencia y
la del padre de Dar�o Santill�n, lo dijo en el marco de una conversaci�n con el
periodista Van Der Kooy que
public� el diario Clar�n, semanas despu�s: ��primero
que acaben con los cortes`, exige Kirchner�, escribi�
el periodista en su relato sobre las perspectivas de la prometida y nunca
cumplida Comisi�n Investigadora.
�Alguien puede imaginarse al presidente dici�ndole a
las Madres de Plaza de Mayo que, si quieren que se avance en la construcci�n
del Museo de la Memoria en el predio de la ESMA, primero acaben con las rondas
de cada jueves? �O plante�ndole a los j�venes de H.I.J.O.S.
que, para avanzar en la restituci�n de la identidad de otros hijos de
desaparecidos, primero acaben con los escraches a los
represores?
III-
Transcurrieron casi dos a�os desde que Kirchner
asumi� la presidencia e hizo aquellas promesas. Los archivos de los servicios
de inteligencia del Estado, los de las polic�as Federal y bonaerense (que el
presidente nos dijo saber que conten�an informaci�n sobre lo que sucedi� aquel
26 de junio), finalmente no fueron abiertos.
La lucha por los derechos humanos, cuando deja de ser capital simb�lico de cara
al pasado y se convierte en denuncia de la injusticia y la impunidad que se
suceden hoy, encuentra en este gobierno el mismo desinter�s que en cualquier
otro: all� est� la complicidad con la impunidad en la causa por los asesinatos
de Dar�o y Maxi, pero tambi�n la impunidad que gozan
quienes pusieron una bomba contra la movilizaci�n a Plaza de Mayo el 20 de
diciembre de 2003, durante la conmemoraci�n del segundo aniversario de la
rebeli�n popular, hecho que nunca fue investigado; otros dos piqueteros fueron
asesinados en la provincia de Jujuy, gobernada por el amigo del presidente,
Eduardo Fellner, sin que nada se hiciera por
esclarecer el hecho; el gatillo f�cil policial sigue dejando decenas de j�venes
asesinados, y las c�rceles argentinas son campos de concentraci�n donde decenas
de personas mueren por desatenci�n, falsos enfrentamientos o motines alentados
por los guardiac�rceles. Tampoco pasa desapercibido
para nadie que, a cambio de cierta moderaci�n en los m�todos represivos, este gobierno
profundiz� la persecuci�n judicial a las protestas sociales, manteniendo a
decenas de hombres y mujeres tras las rejas, y m�s de 4000 luchadores sociales
procesados. Si de derechos humanos se trata, el derecho a la alimentaci�n, el
trabajo, la salud y la educaci�n siguen vulnerados por decisi�n presidencial:
la negativa a cumplir con el Decreto-Ley que establece un subsidio universal
para Jefas y Jefes de Hogar desocupados tiene como �nico objetivo debilitar la
organizaci�n popular en los barrios, ya que el super�vit fiscal permitir�a
ampliar la ayuda social. Resultado de esta especulaci�n pol�tica es la
exclusi�n de millones de famillas que subsisten por debajo de la l�nea de
indigencia. Kirchner mantiene su negativa a una m�s
justa redistribuci�n de la riqueza contrariando las demandas populares, pero
adem�s desoyendo las denuncias de la Defensor�a del Pueblo de la Naci�n,
incluso violando pactos internacionales en materia de Derechos Humanos
contra�dos por el pa�s, como fue denunciado internacionalmente por el Informe
FIAN (organismo consultor de las Naciones Unidas).
Sin embargo, la afirmaci�n hecha m�s arriba puede no resultar convincente para
quienes ven por televisi�n a familiares de v�ctimas del gatillo f�cil ser
recibidos en la Casa Rosada, o a funcionarios acerc�ndose a barrios o actos
donde se inauguran obras o se conmemora a v�ctimas de alg�n hecho de violencia
policial. Es cierto que son gestos que no se ve�an en gobiernos anteriores.
Pero igual de cierto es que en ninguno de los casos se apunta a resolver la
problem�tica de fondo, para que no siga habiendo polic�as asesinando j�venes en
los barrios, militantes atacados por su actividad social, familias con
necesidades b�sicas insatisfechas o personas sin condena muriendo en las
c�rceles.
Sin resolver la problem�tica de fondo, pero siendo �giles a la hora de
mostrarse cerca de las v�ctimas, lo que el gobierno realmente desarrolla es una
pol�tica inteligente de neutralizaci�n de la protesta social, y cooptaci�n de
familiares o movimientos de denuncia. Por caso: la integraci�n a las pol�ticas
oficiales y contenci�n brindada a la mam� del chico que, hace tres a�os, la
polic�a asesin� arroj�ndolo al Riachuelo, acalla la voz de denuncia, neutraliza
la organizaci�n barrial en torno a la lucha por justicia, a la vez que deja el
camino libre para que otros polic�as de la misma comisar�a asesinen por la
espalda a otra chica de 14 a�os en el mismo barrio, como acaba de suceder en la
villa 20 de Lugano.
El pap� de Dar�o, la hermana de Maxi, no aceptaron
cargos estatales ni admitieron ser incluidos en programas oficiales, no se
dejaron enga�ar por ning�n tipo de ofrecimiento que los alejara del reclamo de
justicia. Los compa�eros y compa�eras de militancia de Dar�o y Maxi, nos negamos a considerar la memoria de nuestros
compa�eros como prenda de negociaci�n en una mesa ministerial. Tal vez por eso,
porque entre un despacho oficial y la asamblea de barrio optamos por la
asamblea de barrio, porque entre las ofertas a nuestra organizaci�n y la
lealtad a nuestros compa�eros ca�dos fuimos consecuentes con nuestros
principios, tal vez porque no fuimos sumisos ante las exigencias del gobierno,
hoy el encubrimiento que protege a los autores ideol�gicos y responsables
pol�ticos de los asesinatos de Dar�o y Maxi cuenta,
adem�s, con la colaboraci�n del presidente Kirchner.
Pero no s�lo eso pes� a la hora de definir posiciones en el gobierno nacional
respecto a la causa del 26: el presidente sabe, porque demostr� conocer m�s de
lo que dijo sobre el tema y porque recibi�, de manos nuestras, el libro que
ahora reeditamos, que si fuera consecuente con sus palabras, si pusiera la
voluntad pol�tica para �ir a fondo, caiga quien caiga�, se topar�a de pleno con
la autor�a intelectual y las responsabilidades pol�ticas de las primeras l�neas
del duhaldismo, ex-presidente incluido. Y tambi�n con
esto especul�: trascendidos sobre la posible investigaci�n, pedido de informes
en la c�mara de diputados, rumores volcados a trav�s del periodismo obsecuente,
fueron maniobras a las que apel� el kirchnerismo para
�asustar� a su oponente interno, esgrimiendo la posible investigaci�n como si
fuera una �carta en la manga� que pesara en la interna partidaria para
acorralar a las tropas de Duhalde. Aunque finalmente
termine imponi�ndose el acuerdo al interior del partido Justicialista y la
interna se aquiete, los cargos y puestos de poder se repartan, y poco o nada
cambie. �V�ctimas de tanta politiquer�a? Entre otros, los anhelos de justicia
por los asesinatos de nuestros compa�eros Dar�o y Maxi.
"Me siento usado por Kirchner, me minti� y la
impunidad sigue intacta", declar� Alberto Santill�n ante todos los medios
de comunicaci�n, el 26 de enero de 2004, desde el corte del Puente Pueyrred�n. Minutos despu�s, en un clima de m�s confianza,
los compa�eros del medio alternativo Argentina Arde le preguntaron:
- �C�mo te sent�s, Alberto?
- Bastante molesto; enojado con este gobierno que realmente dice una cosa y
hace otra �no?, (...) a m� en la cara Kirchner me ha
dicho que la comisi�n se iba a crear en tres cuatro d�as, que ya estaba como
funcionando. Me siento un est�pido, un t�tere al que �l us� para que los medios
recepcionen la buena voluntad de �l (...) Me da mucho
odio que me hayan �forreado� as�, que yo me haya
prestado para que me saquen esas fotos, con lo cual estaba avalando algo que
realmente fue toda una mentira�.
Desde que el secretario de la presidencia Oscar Parrilli
intentara �negociar� la causa del 26 en base a un planteo que resultaba en
realidad una extorsi�n, y al encontrar una respuesta negativa de nuestra parte,
los encuentros no volvieron a repetirse. Desde la presidencia de la Naci�n no
volvieron a comunicarse con Alberto Santill�n, ni siquiera para
disculparse.
IV-
Por �ltimo, resultan necesarias algunas aclaraciones sobre la vigencia del
trabajo que ahora reeditamos. Son contadas �y secundarias respecto a la
investigaci�n general- las novedades en el expediente judicial producidas
durante los dos �ltimos a�os.
El 20 de agosto de 2003 fue apresado el sargento Carlos Leiva, hasta entonces
pr�fugo, que ser� juzgado en otra causa por su detenci�n tard�a. El 27 de abril
de 2004 la Sala 3 de la C�mara de Apelaciones de Lomas de Zamora revoc� el
sobreseimiento del ex-jefe de la Departamental de Lomas de Zamora, Comisario
mayor Osvaldo F�lix Vega. Finalmente el tribunal no admiti� que se avanzara m�s
all� de las responsabilidades materiales, y fij� como fecha de inicio del
juicio, el 17 de mayo de 2005.
Durante este tiempo, los distintos proyectos con pedidos de informes al Poder
Ejecutivo presentados en la C�mara de Diputados de la Naci�n y las legislaturas
porte�a y bonaerense fueron cajoneados, en cada caso, por los bloques del PJ,
la UCR y otras fuerzas parlamentarias de derecha. Esta tendencia corporativa de
la clase pol�tica a consolidar la impunidad tuvo como contraparte el
acompa�amiento que m�s de 30 legisladores brindaron al surgimiento de la
Comisi�n Independiente que impulsamos junto a los familiares.
Otra aclaraci�n debemos hacer, ahora respecto a nuestra organizaci�n: el MTD
An�bal Ver�n, que en el cap�tulo 10 de este libro
caracterizamos como un �movimiento de movimientos� se encontr�, fruto de la
pol�tica gubernamental de doble discurso y cooptaci�n, con dos posiciones a su
interior que no lograron una s�ntesis com�n. Surgieron marcadas diferencias
respecto a la relaci�n con el gobierno, y por lo tanto sobre la creaci�n de la
Comisi�n para empujar el esclarecimiento de los cr�menes de Avellaneda. Algunos
MTDs, manteniendo la confianza en las promesas
gubernamentales, siguieron (hasta fines de 2004) esperando ser part�cipes de
una Comisi�n gubernamental que, despu�s de todo, nunca llegar�a; otros optamos
por seguir acompa�ando a los familiares de Dar�o y Maxi
en un reclamo de justicia que consideramos innegociable, e impulsamos, en
cambio, la constituci�n de una Comisi�n Independiente que reuni� a los
familiares, a organismos de Derechos Humanos y a personalidades independientes.
Al igual que el resto de las organizaciones sociales que no cedieron a la
exigencia de �lealtad� por parte de un gobierno que no satisface las demandas
populares, nuestro sector se encontr� con una actitud de creciente desprecio
hacia nuestras demandas por parte de los funcionarios gubernamentales. A�n as�,
mantuvimos nuestros criterios de funcionamiento democr�tico y de base (otra
diferencia que se profundiz� al interior de la Ver�n,
como consecuencia de frecuentar tantos pasillos gubernamentales); sumamos
fuerzas junto a otras organizaciones de desocupados, estudiantiles, culturales
y militantes sindicales, conformando el Frente Popular Dar�o Santill�n. Tambi�n
profundizamos la relaci�n con los movimientos campesinos aut�nomos, y seguimos
en el camino de la lucha por el Trabajo, la Dignidad y el Cambio Social.
A pesar de estos cambios en la conformaci�n de nuestro movimiento, preferimos
volver a editar este trabajo sin ninguna modificaci�n, reflejando todas las
posturas de quienes, m�s all� de las divisiones posteriores, protagonizamos en
forma conjunta aquellas jornadas de lucha, dolor y resistencia.
V-
Sobre los polic�as que apretaron el gatillo, no habr� durante el juicio mayores
aportes que lo expuesto en las p�ginas que siguen, lo que deber�a ser
suficiente para dictar condenas con las m�ximas penas para quienes asesinaron a
nuestros compa�eros. Y sobre los pol�ticos que planificaron, complementaron la
represi�n con directivas desde sus despachos y encubrieron y justificaron los
cr�menes, como tambi�n queda demostrado en las p�ginas que dan cuerpo a este
trabajo, est� claro que no ser� esta �justicia� la que los condene.
La contraparte de esta impunidad, lejos de la resignaci�n o el escepticismo,
fue y seguir� siendo la memoria, la denuncia y la lucha popular. Ah� est�n los
carteles de la estaci�n de Avellaneda, que a fuerza de insistencia militante
ahora llevan los nombres de Dar�o y Maxi; ah� est�,
en el �rbol de la estaci�n, el rezo a �San Dar�o del and�n�, manuscrito por una
mano an�nima y pegado sobre la corteza, mes a mes. Ah� est�n las pintadas con
los nombres de los pibes en los paredones bonaerenses, exaltando la dignidad piquetera; y los comedores populares, centros culturales,
agrupaciones estudiantiles, aulas universitarias, movimientos de desocupados
que llevamos el nombre de los militantes asesinados en nuestras banderas y
nuestros corazones; ah� seguimos estando, cada 26, agitando la desmemoria
social, reclamando justicia, aunque las marchas y cortes de rutas y puentes
�dificulten el tr�nsito� y alimenten el centimetraje
alarmista y antipopular en medios de des-informaci�n.
Ah� est�n tambi�n los artistas populares preparando obras de teatro, murales,
canciones, para denunciar frente a los tribunales de Lomas de Zamora el inicio
de un juicio que no har� justicia.
Y aunque todav�a resulte insuficiente, ah� est� el ex �presidente Duhalde teniendo que salir cada tantos meses a decir �yo no
fui�, y soportando escraches en su propia casa; ah�
est� Oscar Rodr�guez, ex -vicejefe de la SIDE, recluido en la c�mara de
diputados, se�alado en los pasillos hasta por sus propios colegas como responsable
de la planificaci�n operativa de los asesinatos; ah� est� Juan Jos� �lvarez,
�cerebro� de la acci�n conjunta de las fuerzas represivas que dio el marco
necesario para los asesinatos, con su carrera manchada por el se�alamiento de
su responsabilidad criminal, escrachado cada vez que
asume un cargo p�blico y poni�ndose nervioso cuando es interpelado por el
periodismo sobre el tema; un poco m�s escondidos est�n tambi�n el ex
-secretario de seguridad bonaerense Luis Genoud, el
ex �jefe de la SIDE Carlos Soria, quien fuera jefe de gabinete Alfredo Atanasof, el por entonces ministro del Interior Jorge Matzkin, el ex �ministro de justicia Jorge Vanossi, el todav�a gobernador bonaerense Felipe Sol� y otros m�s... Est� bien que sean se�alados, que pese
sobre ellos la condena social, pero si hablamos de justicia, esto solo resulta
insuficiente. Tendremos que seguir aportando nuestro granito de arena,
agrandando la conciencia social para que el repudio sea tal que los
responsables finalmente deban pagar. Tendremos que seguir insistiendo, seguir
luchando. Por Dar�o y Maxi, pero tambi�n por los
30.000 desaparecidos durante la dictadura, por los m�s de 50 asesinados en
democracia en protestas sociales, y tambi�n para revertir esta terrible
realidad donde generaciones enteras de pibes cuyas familias son mantenidas en
la indigencia, est�n creciendo sub -alimentados y con
sus capacidades intelectuales disminuidas, lo que condiciona el futuro de todo
un pueblo. Por eso, para que haya verdadera justicia, lucharon Maxi y Dar�o. Por eso seguiremos adelante.