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Nuestro Planeta

12 de mayo del 2004

Monsanto retira el trigo transgénico

La multinacional Monsanto ha decidido retirar su solicitud de comercialización de la primera variedad de trigo transgénico cultivada en el mundo, presentada en Canadá en Diciembre 2002. Para Ecologistas en Acción, la introducción de este trigo transgénico en los mercados mundiales era muy preocupante, por tratarse de un cultivo básico en la alimentación de la Humanidad y porque los riesgos para el medio ambiente y la salud en este caso eran más inquietantes que en el caso de otros cultivos.

Hasta ahora casi todos los cultivos transgénicos comercializados estaban destinados a la producción de piensos compuestos, una de las partidas más importantes del comercio mundial de alimentos. Si en el 2003 los transgénicos ocupaban tan solo un 2% de la superficie agrícola mundial, la soja ocupaba un 61%, el maíz un 23%, el algodón un 11% y la colza un 5% de esa superficie, según datos del Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Biotecnológicas en la Agricultura. El trigo de Monsanto hubiera sido el primer cereal destinado a la alimentación humana comercializado a gran escala en el mundo.

El genoma del trigo, por otra parte, es entre 10 y 20 veces mayor que el de otros cultivos, como el arroz o el algodón, y su manipulación genética es más complicada y tiene mayores problemas de inestabilidad genética, lo que supone mayores riesgos tanto para el agricultor, como para la salud y para el medio ambiente.

El trigo que Monsanto pretendía introducir en Canadá era una variedad resistente al herbicida Roundup, producido por la misma compañía. Monsanto, que ocupa el tercer lugar en la venta de semillas transgénicas en todo el mundo, se ha asegurado un lucrativo negocio para sus pesticidas gracias a las variedades que toleran el uso de herbicidas a lo largo de todo el ciclo de cultivo, que representan más del 80% de los cultivos transgénicos en el mundo. En EE UU se calcula un incremento de un 5% en el uso de herbicidas asociado a los cultivos transgénicos, y en Argentina el uso del Roundup se ha disparado con la introducción de la soja de Monsanto, de unos 14 millones de litros en 1997 a 150 millones de litros en 2003.

Pero los consumidores de todo el mundo rechazan un cultivo que incrementa la dependencia de la producción de alimentos en herbicidas dañinos para la salud y para el medio ambiente y los agricultores canadienses se oponían a su autorización, lo que seguramente ha llevado a Monsanto a retirar su solicitud. Un eventual fracaso de este cultivo hubiera resultado desastroso para Monsanto, que según el Centro de Seguridad Alimentaria de Estados Unidos tuvo unas pérdidas de 1.800 millones de dólares en 2002, y cuya cotización en bolsa ha caído por los suelos.

En opinión de Ecologistas en Acción, la retirada de la solicitud de Monsanto, a pesar del enorme poder y capacidad de influencia de estas compañías gigantes, supone un nuevo pequeño gran triunfo para la sociedad, para el medio ambiente y para la seguridad alimentaria de toda la Humanidad.