Nuestro Planeta
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(TRANSGÉNICOS)2 + (NUEVO ORDEN)2 = (MISERIA)2
-Parte primera-
Por Mariano Cereijo Gelo
(Ecologista y consultor ambiental)
"El Fukuyamazo"
Dicen que el socialismo fracasó, más sin embargo muy pocos tosen encima de su legado, sin enfrentarse a una paliza en las urnas, a unas huelgas generales o a pagar a los antimotines, horas extras y remuneraciones.
Es consigna fundamental tras la caída del bloque soviético, para apuntalar el denominado Nuevo Orden Mundial, que erupciona con más virulencia después del 11-S y se consolida con la ocupación militar de Irak, mostrando sus rostros más repugnantes, detestables y fascistoides.
Absolutismo económico, unilaterismo político y hegemonismo militar. "La "Santa Trilogía" a la que debemos someternos y adorar", sentencia Saúl Lewites. Trae como consecuencia principal la crisis del Estado-Nación. La matrixdemocracia.
Ahí tenemos el ejemplo de España en la guerra de Irak. Durante las semanas previas a la ocupación, la cracia fue usurpada descaradamente al 92% del demos que estaba en contra de la guerra chapapotera.
En el Caribe costarricense, el demos vive una situación de pobreza y explotación en manos de transnacionales bananeras. La cracia está en manos de un gobierno que, hace oídos sordos a un demos vapuleado, empobrecido y humillado.
Y ejemplos habrían miles. La constante se mantiene. Cambia la forma. El lugar, la fecha y la coreografía. La democracia no tiene lugar en este Nuevo Orden Mundial. Nada para el pueblo y encima sin el pueblo. Todo parece estar bajo control, aunque realmente ¿es así?
El 14 de febrero de 2003, en más de 85 manifestaciones, siete millones de españoles unificaron sus voces en un claro ¡No a la guerra!. Aznar ni se inmutó.
En Costa Rica, compañeros y compañeras sindicalistas, ambientalistas, cristianos de base, funcionarios, etc... se unificaron alrededor del Foro Emaus, en busca y lucha de los derechos de los trabajadores bananeros. Que el político de turno no haga caso, es otra cosa.
Tan cierto que el Nuevo Orden usurpó al demos la cracia, es que el demos quiere usurpar la cracia al Nuevo Orden. Desea un mundo socialmente más justo. Diversidad. Participación. Paz. Amor. Respeto y tolerancia. Pan y tierra. Esas victorias dolieron y no se pueden dejar escapar. Sueña con unificar definitivamente, las dos palabras griegas.
Los transgénicos en un demos sin cracia.
Los transgénicos no producen más que los cultivos convencionales, y según la FAO, el hambre aumentó en los últimos años; como también aumentaron las hectáreas destinadas a cultivos transgénicos. Curioso (:-o). Los tecnócratas proclamaron que la primera disminuiría con el aumento de las segundas, pero realmente, los alimentos se siguen venciendo y empolvando en los comercios de los países del sur, simplemente porque la población no tiene acceso a ellos.
Por lo tanto, para entender el papel y la suerte de los transgénicos en este Nuevo Orden Mundial, es necesario comprender previamente, que dichos organismos no surgen como una bendición solidaria y humanista, sino todo lo contrario. Irrumpen como productos empresariales, cuyo único fin es que unos pocos se lucren exageradamente, mientras monopolizan la alimentación en el mundo. Bajo esta premisa es fácil deducir, que los cultivos y alimentos transgénicos pulularán como pez en el agua, bajo las faldas del Nuevo Orden Mundial.
En el ámbito económico, el neoliberalismo se convierte en la doctrina del Nuevo Orden (Absolutismo Económico). El neoliberalismo es la reina madre de las hipocresías, la mayor mentira jamás contada, y una oportunidad única para hacer la trampa antes que la ley.
El neoliberalismo supone suprimir y eliminar todo tipo de barreras al comercio y a la economía. Una de ellas es el Estado-Nación, ya que tradicionalmente ha dirigido y gestionado la economía a fin de mejorar la calidad de vida del demos. Pero además, los acuerdos y tratados neoliberales (TLC’s) abandonan el mero campo económico, para manosear otros ámbitos "sagrados" e intocables para la sociedad, como son la educación y la salud. Al estado le usurpan el rol, como facilitador de los derechos y servicios más elementales para su pueblo. Ahora, éstos deben ser rentables o privatizados. Después, que los compre quién pueda.
El neoliberalismo debe permitir la entrada, cultivo y consumo de los transgénicos, ya que antepone el libertinaje económico y comercial a cualquier otra premisa. Los riesgos para los agricultores de los países del sur, serán los siguientes:
1-Las multinacionales avasallarán, apabullarán y engañarán a los agricultores para que utilicen las semillas transgénicas. Esta maniobra es clave y puede maquillarse con reuniones espectaculares, almuerzos suculentos y discursos tergiversados de científicos y técnicos burgueses. Se podrán enmascarar detrás de una supuesta aureola solidaria, a través de proyectos de ONG’s, programas estatales, financiamiento extranjero y de organismos multilaterales. Utilizarán las mismas pamplinas de siempre: mayor producción, reducción de herbicidas, etc...
2-Una vez engañados, las leyes de propiedad intelectual -tema fundamental de los TLC’s- que protegen las semillas transgénicas, atarán y angustiarán al agricultor mediante la firma de contratos.
3-En los TLC’s, se establece que cualquier maniobra que pretenda invertir los contratos o los acuerdos alcanzados, podrá ser denunciada en tribunales internacionales.
4-Las multinacionales podrán patentar semillas tradicionales, que junto a las patentes de semillas transgénicas garantizarán el monopolio. Podrán incluso, manejar en un futuro el comercio de ambos productos. La alimentación quedará en manos de las multinacionales, desapareciendo paulatinamente la Soberanía Alimentaria de cada país.
5-La introducción de cultivos transgénicos no tradicionales entre el pequeño y mediano agricultor, necesitará de intermediarios que los trasladen al mercado internacional. Estos intermediarios son los que compran barato y venden caro, enriqueciéndose ellos y empobreciendo al agricultor.
6-Los transgénicos no siempre producen más, aunque si elevan los costos. En esta situación, el agricultor debería aumentar el precio de venta para ganar. Pero no lo podrá hacer, ya que los productos subsidiados de Estados Unidos, Europa, etc... podrán obtenerse más baratos, por la desaparición de los aranceles en cada país.
7-La eliminación de aranceles, reducirá los ingresos del estado, lo cual dificultará la modernización del agro para hacerlo más competitivo y atractivo en los mercados nacionales e internacionales. El estado quedará suplantado en muchas de sus funciones tradicionales, por lo que el agricultor tendrá que hacer frente a los nuevos retos, patentes, asimetrías y normas, solitariamente enfrentado con grandes multinacionales, intereses económicos y competencia subsidiada y desleal.
8-El agricultor se enfrentará a una nueva cultura de la producción, que lo hará más dependiente de la multinacional. La agricultura de subsistencia, las semillas autóctonas, los métodos tradicionales, etc... quedarán en peligro de extinción.
9-Observará atónito como sus cultivos y su trabajo es rechazado y menospreciado por la sociedad y los consumidores. Por eso, muchos importadores, supermercados, restaurantes, etc... están evitando los alimentos transgénicos. No habrá demanda.
10-El agricultor y la ciudadanía en general, deberán sufrir y pagar los daños al medio ambiente que originan los transgénicos. Aunque inicialmente pueda reducirlos, tendrá que afrontar el paulatino aumento en el uso de agroquímicos, cuando las respectivas plagas adquieran resistencia a los mismos. Tendrán que hacer frente a las "supermalezas" y sufrir las consecuencias de la contaminación y filtración genética.
Los nuevos y emergentes cultivos transgénicos biofarmaceuticos, convertirán su parcela en una auténtica y peligrosa industria química, susceptible de contaminar y transmitir dichas sustancias a otros cultivos de una forma incontrolable y desconocida.
11-Las inversiones a efectuar por cualquiera de las grandes multinacionales, prácticamente no estarán sujetas a ninguna restricción, ni tendrán que converger en ningún tipo de Plan Nacional de Desarrollo. El "Trato Nacional" a las empresas extranjeras, les permitirán competir en igualdad de condiciones con institutos, universidades e instituciones locales, ante cualquier proyecto relacionado con la alimentación y la agricultura.
12-En un futuro, los agricultores se podrían ver obligados a firmar seguros por daños a terceros, ocasionados por sus OGM’s a otros cultivos normales.
13-Tendrán que sufrir atónita y paupérrimamente, las peculiares y burocráticas normativas proteccionistas y fitosanitarias que los países del norte establecen, mientras obligan a los del sur a liberalizar su mercado agrícola y espatarrarse ante la entrada de productos subsidiados del norte.
La sociedad civil y los diferentes movimientos ambientalistas, de consumidores, etc... aplaudimos, defendemos y apoyamos la nueva Directiva Europea sobre trazabilidad y etiquetado. Ahora bien, hay que analizar con bisturí, el gran cisma entre los países pobres y ricos en materia agrícola, para encontrar otro sentido a esta directiva.
Los países del sur, exigen la eliminación de los subsidios a la exportación y las ayudas directas, que los agricultores del norte reciben de sus gobiernos, especialmente, los grandes terratenientes y empresarios agrícolas. Según el Banco Mundial, dichos subsidios alcanzan los 310,000 millones de dólares. También exigen la supresión de aranceles, que impiden el acceso de sus productos en los mercados del norte. Según datos del Banco Mundial, los aranceles que encarecen los productos del sur despojándolos de cualquier atractivo para el consumidor, ascienden a 100,000 millones de dólares.
En la última cumbre de la OMC en Cancún, quedó patente el gran fraude del neoliberalismo. Los países del sur se agruparon en el G22, exigiendo a Estados Unidos y la Unión Europea, la liberación de su mercado agrícola. Éstos presentaron una propuesta mínima y muy opaca, para reducir algunos subsidios en la exportación y por eso Cancún fracasó. No se llegó a ningún acuerdo, aunque más tarde o temprano, los países ricos tendrán que consensuar algo con los pobres, sino quieren perder importantes tajadas en otros campos.
Por lo tanto, hay que buscar caminos alternativos para controlar la importación de productos agrícolas, que puedan competir en mejores condiciones con la producción local.
La Unión Europea tiene claro el avance de cultivos y alimentos transgénicos. Conoce quienes son sus principales competidores en agricultura, sabe que pueden apostar por los transgénicos, que éstos son muy difíciles de controlar y que pueden filtrarse y contaminar producciones no transgénicas. Por lo tanto, si se logran legislar los transgénicos se puede controlar el mercado.
Esta dimensión de la directiva europea, se vería potenciada ante rumores como la posible desaparición de la moratoria de facto. Además, desde Europa se están fomentando los organismos transgénicos, muy a pesar de esa especie de guerra fría emprendida contra Estados Unidos, que hábilmente, se ha decorado como una lucha romántica por la Seguridad Alimentaria de los Europeos.
Esta doble moral de la Unión Europea, le permitiría por una parte expandir "sus" OGM’s, y por otra, controlar la entrada de alimentos, extendiendo una barrera proteccionista muy bien disfrazada de cara a la sociedad europea, que se abriría o cerraría atendiendo a la oferta y demanda interna de alimentos.
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Otro ejemplo lo constituye Estados Unidos, la Meca del Nuevo Orden Mundial, que también tiene lista una ley que le permitirá dosificar y manejar la importación de productos agrícolas. Denominada "Ley de seguridad en la salud pública, preparación y respuesta contra el bioterrorismo de Estados Unidos", entrará en vigor en enero de 2004.
Con la ya típica monserga aburrida y psicótica de la amenaza terrorista, ahora, el Vaticano del Nuevo Orden especula que el atentado contra la patria norteamericana, podría venir en forma de comida. Por eso, se deben establecer controles y medidas a la importación de comestibles.
En el ir y venir de declaraciones en el marco de las negociaciones del TLC entre Centroamérica y Estados Unidos; el Subsecretario de Comercio para Acceso a Mercado y Cumplimiento de Estados Unidos, William Lash, llegó a decir refiriéndose a esta ley que "...está hecha para asegurar que los alimentos genéticamente modificados que entren a Estados Unidos no constituyan un peligro para su gente...". (:->)
¿Quiere decir el Sr. Lash que los millones de hectáreas de cultivos transgénicos que se producen en su país son ricas y nutritivas, mientras que las pocas que se producen en Centroamérica son nocivas? ¿Está diciendo el Sr. Lash que las multinacionales norteamericanas pueden vender semillas a los agricultores centroamericanos, que una vez convertidas en alimentos, pueden constituir un peligro para la gente?. Entonces ¿Por qué permiten que sus multinacionales las comercialicen? ¿O piensa qué los gobiernos y empresas centroamericanas, tienen patentes transgénicas indigestas para su ciudadanía? ¿Cómo puede ser, que el país que tiene la poca vergüenza de introducir transgénicos no aptos para consumo humano en ayuda alimentaria, ahora, hable de seguridad alimentaria? ¿Cómo puede ser que el país que amenaza y chantajea a los países que rechazan los transgénicos, ahora, sea él quién los rechace? ¿Cómo puede ser que el país que denuncia a otros que, supuestamente toman medidas sanitarias al respecto, ahora, las tome él?
Y en el fondo de toda esta cuestión, lo único que existe es la ambición por parte de los dos bloques económicos más fuertes, en dominar la alimentación del mundo a través de sus empresas. Los transgénicos representan el modelo a seguir porque aumentan los réditos de sus multinacionales y eliminan del agricultor (y por extensión, del resto de los mortales) cualquier control, independencia y capacidad de decisión sobre sus cultivos y alimentos.
Ahora bien, ambos bloques deben resguardar también su protección local, a fin de evitar crisis en sus sectores agropecuarios. Las medidas arancelarias y los subsidios, están en tela de juicio y mostrando el doble rasero del neoliberalismo real. Por lo tanto, se deben buscar caminos alternativos y paradójicamente, ambos bloques han optado por legislar la entrada de transgénicos, como una medida proteccionista no arancelaria que permitirá dosificar sus importaciones.
Y mientras tanto, los agricultores se verán reducidos a su mínima expresión. Deberán afrontar los vaivenes del mercado atados por las patentes, ahogados por los costos, machacados por los créditos y atrapados en los nuevos paquetes tecnológicos. En el peor de los casos, las barreras no arancelarias se convertirán en murallas chinas infranqueables, que les harán perder todo. (:- (
(Fin de la primera parte)