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Medio Oriente - Asia - Africa

17 de mayo del 2004

Viable, un acuerdo final Israel-Palestina

Noam Chomsky
La Jornada

El conflicto palestino-israel� contin�a siendo una de las principales razones del caos y del sufrimiento en Medio Oriente. Pero una forma de romper el impasse podr�a estar al alcance de los negociadores.

A corto plazo, la �nica soluci�n posible y m�nimamente decente del conflicto es acatar las propuestas de un consenso internacional de larga data: crear dos estados separados por una frontera (la llamada l�nea verde) con ajustes menores y mutuos.

Por ahora, el proyecto israel� de asentamientos e infraestructura, respaldado por Estados Unidos, cambia la magnitud de lo "menor". Sin embargo, hay en la mesa varios planes de dos estados. El m�s destacado es el acuerdo de Ginebra, presentado en diciembre por un grupo de prominentes negociadores israel�es y palestinos, que trabajaron al margen de los canales oficiales.

El acuerdo de Ginebra ofrece un detallado programa para el canje de tierras y otros aspectos destinados a zanjar la cuesti�n. Y puede ser concretado si el gobierno de Estados Unidos lo respalda. La realpolitik indica que Israel debe aceptar lo que la gran potencia ordena.

El "plan de separaci�n" de Bush-Sharon es de hecho un proyecto de expansi�n y de integraci�n. Aun cuando Sharon propone alguna retirada de la franja de Gaza, "Israel invertir� decenas de millones de d�lares en asentamientos en Cisjordania", dijo James Bennet, citando declaraciones del ministro de Finanzas de Israel, Benjamin Netanyahu, publicadas en The New York Times. Otros informes indican que el desarrollo tendr� lugar en el lado palestino de la "valla de separaci�n".

Tales asentamientos contradicen el mapa de ruta, respaldado por Bush, que exige el cese de "toda actividad en los asentamientos".

Aunque ser�a "un hito importante, el fin de la ocupaci�n de la franja de Gaza por Israel requiere de un cambio an�logo de pol�tica en Cisjordania para que esas ventajas se concreten", escribi� Geoffrey Aronson en una publicaci�n de la Fundaci�n para la Paz del Medio Oriente, con sede en Washington.

La fundaci�n acaba de difundir un mapa de los planes israel�es para Cisjordania, mostrando mosaicos de enclaves palestinos rodeados por muros, que reproducen los peores aspectos de los bantustanes, las poblaciones creadas durante el r�gimen de minor�a blanca de Sud�frica, tal como Meron Benvenisti ha denunciado en el diario Haaretz de Jerusal�n.

La cuesti�n planteada ahora es si las comunidades israel�es y palestinas est�n tan entrelazadas en los territorios ocupados que es imposible toda divisi�n.

Sin embargo, en noviembre pasado, ex dirigentes de Shin Bet, el servicio de seguridad israel�, se�alaron que esa naci�n puede y debe retirarse completamente de la Franja de Gaza. En cuanto a la Margen Occidental, entre 85 y 95 por ciento de los colonos podr�an abandonar la zona "con un simple plan econ�mico", en tanto la fuerza p�blica tal vez deba enfrentarse con un 10 por ciento que no desean ser desalojados. Para los ex dirigentes de Shin Bet, ese no es un problema muy serio. El acuerdo de Ginebra se basa en conjeturas similares, que parecen bastante realistas.

Por cierto, ninguna de esas propuestas encara el abrumador desequilibrio en el poder�o militar y econ�mico entre Israel y un eventual Estado palestino, u otros asuntos cruciales.

A largo plazo, otros arreglos podr�an surgir a medida que se desarrollen interacciones m�s saludables entre ambos pa�ses. Una posibilidad, que ya tiene arraigo, es una federaci�n binacional.

Entre 1967 y 1973, ese Estado binacional era bastante viable en Israel-Palestina. Durante esos a�os, tambi�n era posible un total acuerdo de paz entre Israel y los estados �rabes, y por cierto hubo ofertas en ese sentido de Egipto y de Jordania. Para 1973, esa oportunidad se hab�a perdido.

Lo que alter� la situaci�n fue la guerra de 1973 y el cambio de opini�n entre los palestinos, en el mundo �rabe y en el campo internacional en favor de los derechos nacionales de los palestinos, de forma que qued� incorporada la resoluci�n 242 de Naciones Unidas, la cual a�adi� disposiciones para la creaci�n de un Estado palestino en los territorios ocupados, que Israel deber�a evacuar. Sin embargo, Estados Unidos ha bloqueado de manera unilateral la resoluci�n durante los anteriores 30 a�os.

El resultado ha sido la guerra y la destrucci�n, una cruel ocupaci�n militar, la absorci�n de tierras y de recursos, la resistencia y, finalmente, un creciente ciclo de violencia, odio mutuo y recelo.

El progreso requiere consesiones de todas partes. �Cu�l es un acuerdo justo? Lo m�s cerca que podemos llegar a una f�rmula general es que el acuerdo debe ser aceptado si es el mejor posible y puede conducir a algo mejor.

La propuesta de Sharon de "dos estados" que dejen a los palestinos encerrados en la franja de Gaza y en cantones en la mitad de la Cisjordania no cumple con ese criterio. El acuerdo de Ginebra se aproxima al criterio, y por lo tanto debe ser aceptado, al menos como base para negociaciones entre israel�es y palestinos. Esa es mi opini�n.

Una de las cuestiones m�s espinosas es el derecho de los palestinos a retornar a sus tierras. Cierto, los refugiados palestinos no est�n dispuestos a renunciar a ese derecho, pero en este mundo, no en un mundo imaginario que podemos discutir en seminarios, ese derecho no podr� ser ejercido, m�s que en forma limitada, dentro de Israel.

En todo caso es err�neo ofrecer esperanzas que no se concretar�n a personas que sufren en la miseria y en la opresi�n. En cambio, deben realizarse esfuerzos constructivos para mitigar su sufrimiento y encarar los problemas que tienen en el mundo real.

Un acuerdo para instituir dos estados con el consenso internacional es aceptable para una amplia gama de la opini�n p�blica israel�. Eso inclusive engloba a halcones tan preocupados por el "problema demogr�fico" de demasiados no jud�os en un "Estado jud�o" que han formulado la absurda propuesta de transferir �reas de densas poblaciones �rabes ubicadas en Israel a un nuevo Estado palestino.

La mayor�a del pueblo estadunidense tambi�n respalda la idea de los dos estados. Por lo tanto, no es inconcebible que esfuerzos organizados de activistas en Estados Unidos puedan conseguir que Washington acepte el consenso internacional, en cuyo caso tambi�n Israel acceder�a al plan.

Aun sin la presi�n de Estados Unidos, gran cantidad de israel�es favorecen algo as�, dependiendo exactamente de c�mo se formulen las preguntas en las encuestas. Un cambio en la posici�n de Washington significar� enorme diferencia.

Los ex l�deres de Shin Bet, as� como los dirigentes del movimiento de paz israel� (Gush Shalom y otros), creen que el p�blico israel� aceptar� tal resultado.

Pero nuestra preocupaci�n real no es especular, sino conseguir que la pol�tica de Estados Unidos se alinee con la del resto del mundo y, aparentemente, con la mayor�a del p�blico estadunidense.

* Noam Chomsky es profesor de ling��stica en el Instituto Tecnol�gico de Massachusetts, en Cambridge.

Distribuido por The New York Times Syndicate


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