Semanas regulares, aquí en los Territorios Palestinos, en donde la opresión y la
rebelión se suceden. Sin embargo todo pasa, se va, y vuelve igual, mientras el
muro se extiende, el espacio vital se estrecha, la desesperación manda. Batallas
de una guerra que no es una guerra, porque hay un solo ejército. Y dos pueblos.
Piedras contra tanques, muchachas contra misiles, terror contra miedo.
He pensado en recoger recortes de periódicos, como si fuesen despachos
militares, para contar como el juego de las partes está dramáticamente marcado
por un destino inmóvil, donde dos pueblos quieren vivir de lado, pero llevan
sobre las espaldas el peso insoportable de la opresión colectiva, la pasada y la
futura, donde los oprimidos se han convertido en los opresores, y donde la
ideología prevalece sobre la razón. Desde que estoy en esta Tierra Santa he
aprendido muchas cosas sobre las armas, he sabido de la existencia de bombas de
baja densidad destructiva que hacen un ruido y una luz terrible. O de gases
lacrimógenos que queman la piel como el sol de agosto. O de metralleta que te
indica con un rayo laser sobre que parte de tu cuerpo están apuntando. Pensaba
entrar en Jerusalén, y soy prisionero de Esparta.
Sin embargo, a pesar de los Apache, los M-16, las órdenes anti-revuelta, y 700
checkpoints implantados en los Territorios y los 750 km de muros y trincheras
construidos o previstos la vida no se acaba. Excepto para los soldados y los
mártires, prisioneros de ellos mismos y las víctimas. ¿Hasta cuándo?. Un
campesino palestino, a quien han quitado sus olivos con la construcción del muro
delante de su casa, quizás me dio la respuesta ayer: "Hay dos futuros, uno
próximo, en el que la fuerza tiene la razón, y otro lejano en el que la tendrá
la justicia".
Del diario de Katherine, observadora internacional, quaquera inglesa, 6 de
Septiembre de 2004 "Israel llega hasta aquí, ahora"- me dice un agente de
seguridad israelí adolescente indicándome con un gesto ingenuo el suelo.
Sobresale el espectro terrorífico de un muro de cemento de 8 mts. de alto que
casi rodea la ciudad de Belén. La construcción del muro ha dibujado Belén 400
mts. más próxima de Israel. La tierra al sur del checkpoint que separaba Belén
es ahora parte del "lado de Jerusalén" de la barrera, y pasará por lo tanto al
municipio de Jerusalén. Una manera refinada de expandir las propias fronteras.
Unas horas más tarde me siento en el Hillel, un café con aire acondicionado en
Jerusalén oeste, observando correr el mundo y escuchando jazz latino. Los
clientes, señoras israelís de edad media que degustan ensalada y beben café, son
inspeccionadas por el detector de metales de un agente de seguridad de origen
etíope. Así que también los más progresistas entre mis amigos israelís se
sienten más seguros en este café que yo misma, que vivo a la otra parte de
Jerusalén, gracias a la existencia del muro. Una mujer embarazada entra, y de
repente pienso que podría esconder un explosivo. Un pensamiento estúpido y casi
obsceno. Sin embargo natural, en esta parte. Hace algunos días, quede encerrada
en una zapateria durante un cuarto de hora durante una alarma que obligó a la
policía a inspeccionar un objeto no identificado algunos metros más allá, en la
calle adyacente. No sucedió nada. Esta es la vida en Israel: la paranoia y el
miedo la impregnan.
Del diario de Assunta, voluntaria de la Asociación para la Paz de Nápoles, 15 de
Septiembre Hoy en Nablus ha sido una jornada de sangre... El día comienza
pronto: a las cinco de la mañana los soldados inician su operación. Me he
despertado a las siete de la mañana. Estaba aún en la cama cuando, después del
habitual Sabahalkhair (buenos dias), me han dado rápido la "buena noticia":
cinco shaid, cinco mártires. Me levanto casi medio adormecida y mientras
desayuno busco mayor información, pero nadie en casa sabe exactamente que
sucede. Decido ir al centro para comprender lo que pasa. Con sus radios los
chóferes piden más voluntarios, la situación es mala y hay muchos heridos.
Llegamos poco después al city center y de repente me parece volver dentro de
cualquier semana, cuando en la calle los shebab (jóvenes) tiraban las piedras y
los soldados disparaban a la altura de un hombre, más bien muchacho. De repente
un herido, un hombre de una cierta edad que asistía a los enfrentamientos.
Encontramos otros voluntarios y nos unimos a ellos, habían socorrido a un herido
y tenían sus ropas impregnadas de sangre. Nos apostamos en un ángulo de la calle
y esperamos al herido que pronto llegará.... Esta es la única cosa que podemos
hacer. La escena es siempre la misma: shebab apostados en los techos de las
casas que lanzan de todo contra los jeeps, que obviamente no se resienten
mínimamente, y los shebab por la calle que construyen barricadas y lanzan
piedras. De la otra parte, jeeps blindados y soldados que disparan a la altura
de un hombre proyectiles de "goma" ( es una broma hablar de "goma", porque el
corazón en realidad es una esfera de metal revestida por un ligero estrato de
goma) y verdaderos proyectiles.
Poco después, un voluntario llega herido por la esquirla de un proyectil que va
a su trasero. Las ambulancias siguen llevando heridos al hospital, las sirenas
de las ambulancias ahora resuenan en mi cabeza en cada momento. Continuamos
buscando un puesto seguro para poder estar mientras los jeeps de los soldados
van hacia delante y atrás. En un cierto punto, después de los disparos y de
gritos, piden ayuda: hay heridos.
Corremos para prestar socorro y veo un muchacho a tierra que se lo lleva la
ambulancia, por la cabeza pierde mucha sangre, miro mejor: en su cabeza hay un
agujero, enorme. La ambulancia pone la sirena y corre al hospital. Los
voluntarios hacen el masaje cardiaco; cuando llega al hospital aún está vivo,
pero muy grave. Me sale el desaliento y la rabia: ¡diablo!. ¡Tiraba piedras
contra jeeps a los que no hizo ni una marca solo para defender su ciudad!. Cerca
del cementerio hay una zona en la que los soldados llevan a cabo una operación y
prohíben la entrada. W. y yo decidimos ir a ver como está la situación. Llegamos
hasta la zona cerrada. Cuando llegamos al lugar, apenas tuvimos tiempo de
saludar y preguntar a los otros voluntarios que sucedía que los soldados
consienten en dejarnos entrar en la zona. Corremos hacia el lugar donde
encontramos a los cinco mártires, a los que se añade una muchachita, cuya culpa
ha sido la de asomarse a la ventana de su casa para decir a sus padres que se
retiraran... La escena es espeluznante: entre los olivos encontramos los cuerpos
sin vida de dos muchachos. Uno de ellos tiene la cabeza completamente abierta y
el interior se halla por tierra. En la calle otro muchacho muerto, también él
con la cabeza machacada y por tierra pedazos de su cerebro, sangre, un olor a
sangre que aún ahora puedo sentir.
Poco más allá se encuentran otros dos cuerpos además del de la muchachita. Una
mujer se encuentra mal y los cuerpos sin vida son llevados al hospital, mientras
otros voluntarios recogen del suelo los pedazos que quedan del cerebro de los
dos muchachos... Es un espectáculo muy duro y una dura prueba para todos. Ahora
ninguno de nosotros hace más una media sonrisa.
De Haaretz, periódico israelí, 21 de Septiembre de 2004 "EEUU venderá a Israel
5000 bombas inteligentes. Las bombas son guiadas via satélite, según un sistema
ya en posesión de las fuerzas de defensa israelí. Las bombas que adquirirá la
aviación israelí van tras otras 500 bombas antibunker de 1 tonelada que pueden
penetrar muros de cemento de dos metros de espesor, 2500 bombas regulares de una
tonelada, 1000 de media tonelada y 500 de un cuarto de tonelada. Fuentes
gubernamentales han declarado que el contrato de venta de armas, uno de los más
importantes de los últimos años, no ha encontrado ningún obstáculo político por
parte americana, a pesar del uso que ha hecho Israel de los F-16 de fabricación
americana en algunos de los asesinatos en los territorios palestinos".
De Al Ayam, periódico palestino, 23 de Septiembre de 2004 " El jefe de las
fuerzas de policía de la ocupación israelí en Jerusalén, Frank Ilan, ha
recordado que la muchacha palestina se ha hecho explotar a sí misma, provocando
la muerte de dos soldados israelís ayer por la tarde en la parte nordoriental de
la ciudad, cerca de la colonia israelí de Tel Faransia. Y fuentes hospitalarias
y de policía han declarado que la explosión ha provocado 16 heridos, de los que
al menos dos están graves. Las fuerzas israelís habían asesinado la semana
anterior otro leader de Al Fatah. Las Brigadas de Mártires de Al Aqsa, ala
militar de Al Fatah, ha reivindicado el ataque suicida como represalia a los
crecientes crímenes de la ocupación y a los homicidios perpetrados contra el
pueblo palestino y su resistencia. Zainab Ali Abu Salim (18 años) provenía del
campo de refugiados de Askar (Nablus). Los padres de la muchacha han sido
hospitalizados en estado de shock después de saber que la hija había realizado
el ataque. Los habitantes del campo han acordado vaciar la casa de la familia de
la mártir temiendo la próxima destrucción por parte de las fuerzas ocupantes".