Medio Oriente - Asia - Africa
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15 de enero del 2004
Flirteo con el antisemitismo
Asma Agbarieh
Challenge
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Mientras aumenta la violencia israelí en los territorios palestinos,
lo mismo ocurre con el antisemitismo entre los formadores de opinión
árabes: escritores, periodistas y actores. Los Protocolos de los Sabios
de Sión (una falsificación zarista, citada a menudo por Hitler,
que muestra a los judíos conspirando para dominar el mundo) se vende
como pan caliente en las calles de Cisjordania y en capitales árabes.
Una serie de televisión basada en los Protocolos rompió
todos los récordes en Egipto durante Ramadán el año pasado.
Este año, durante Ramadán, al-Shatat ("Diáspora")
difundido por la red de Hizbolá en Líbano, al-Manar; repitió
la noción de un gobierno global judío secreto. Viejas teorías
aparecen con un nuevo disfraz, negando toda diferencia entre sionismo y judaísmo.
Preparan el terreno para soluciones inmorales (y no-realistas), tales como el
apoyo a acciones suicidas contra judíos, como única alternativa
para derrotar al sionismo.
El Primer Ministro saliente de Malasia, Mahathir Muhammad, al dirigirse a la
Cumbre Islámica en 16 de octubre, condenó las acciones suicidas,
en realidad, por improductivas. No hubo objeción de los demás
líderes musulmanes, cuando agregó estas palabras: "1,3 miles de
millones de musulmanes no pueden ser derrotados por unos pocos millones de judíos...
Los europeos mataron a seis millones de judíos de un total de 12 millones.
Pero actualmente los judíos gobiernan este mundo por encargado".
Después de la indignación mundial causada por esta observación,
la red satelital árabe al Yazira difundió el 28 de octubre un
programa llamado "Direcciones opuestas". Incluyó un sondeo telefónico
en el que un 98% de los televidentes apoyó la declaración de Mahathir
Muhammad.
El antisemitismo que aparece ahora en el mundo árabe es una antigüedad
importada de Europa, completa con estereotipos y mentiras. Responde a la necesidad
de venganza. Esta necesidad proviene, generalizando, de la frustración
de las esperanzas de una mejor vida dentro del nuevo orden estadounidense y,
específicamente, de las abominables condiciones de la vida palestina
desde la firma de los Acuerdos de Oslo. El nuevo-antiguo antisemitismo es alimentado
por dirigentes y formadores de opinión como cobertura para su impotencia.
Al recurrir al estereotipo del judío maniobrero, rico, nepotico, demoníaco,
pueden explicar la superioridad militar y económica de Israel, desdibujando
la responsabilidad de sus propios regímenes.
"Direcciones opuestas" presentó al escritor egipcio Ali Salem, que apoya
la normalización con Israel, y al Dr. Ibrahim Alloush, palestino residente
en Jordania. Alloush se alinea con el antes mencionado 98%. Entre los intelectuales
árabes, solía destacarse por sus posiciones progresistas. Se pronuncia
contra el imperialismo. Jordania lo arrestó brevemente por su oposición
a la guerra de EE.UU. en Irak. Y sin embargo, su antisionismo toma la forma
de antisemitismo. Otros intelectuales árabes, en su mayoría, se
abstienen de criticarlo. Retroceden ante la atmósfera general, en lugar
de orientarla hacia caminos que son revolucionarios, racionales y morales.
Durante el programa, en defensa de la declaración de Mahathir Muhammad,
Alloush citó cifras mostrando la desproporcionada influencia judía
en EE.UU. Citó a un autor judío, Benjamin Ginsburg:
Aunque los judíos representan sólo un 2% de la población
de EE.UU., son la mitad de los multimillonarios del país y dominan las
tres principales cadenas de televisión, los cuatro mayores estudios de
cine, el New York Times, etc. Si alguien cita semejantes cifras, ¿cuál
es el mensaje oculto? Es el siguiente: que los judíos sólo podrían
haber logrado una tal influencia utilizando métodos nefarios en línea
con los Protocolos.
El antisemitismo produce extrañas parejas. Tenemos al "progresista"
Ibrahim Alloush, asociándose con Mahathir Muhammad, quien durante los
22 años de su régimen en Malasia reprimió a la oposición,
a los medios, a las minorías y a los trabajadores itinerantes, y que
apoyó las guerras de EE.UU. en Afganistán e Irak.
Al montarse en el viejo caballo del antisemitismo Alloush y otros dejan de ver
el conflicto como uno nacional entre el movimiento sionista y el mundo árabe.
En lugar de hacerlo, lo definen en líneas religiosas-étnicas.
Pierden la perspectiva del enemigo: el capitalismo ? imperialismo ? sionismo.
¿Judaísmo = sionismo? La trampa de Herzl
Las posiciones de Alloush tienen que ser examinadas porque representan la corriente
predominante. Se opone a la "distinción simplista", como dice, que los
círculos progresistas solían hacer al decir: "Nos oponemos al
sionismo, pero no estamos contra los judíos". Alloush exclama: "¿Cayó
de Marte el sionismo, o emergió del judaísmo y de los judíos?"
Sin dejar dudas sobre dónde lleva su posición, continúa:
"Cuando un judío [israelí] me dice: 'Apoyo los derechos del pueblo
palestino', le pregunto: 'En ese caso, ¿qué haces en mi país y
en mi casa? Si de verdad apoyas los derechos palestinos, ¿ por qué no
te vas de este país?"
Después de identificar al sionismo con el judaísmo, Alloush procede
al paso siguiente de los que creen en el insidioso poder global de los judíos:
califica el Holocausto de engaño. (En mayo de 2001, vimos los estériles
esfuerzos de realizar conferencias de "historiadores revisionistas" en Beirut
y Ammán: vea Challenge número 67). En una entrevista para
el Instituto de Revisión Histórica (http://www.ihr.org),
Alloush dijo: "Debería entonces dejarse en claro que varios cientos de
miles de judíos murieron en la Segunda Guerra Mundial, junto con decenas
de millones de otros; que no hubo una política nazi de exterminación
de los judíos, sino una de deportación, incluyendo la deportación
a Palestina; y que no hubo cámaras de gas, sino que crematorios, utilizados
para incinerar los cuerpos de los que, de todas nacionalidades y religiones,
murieron de todas las causas, pero sobre todo de enfermedades. Las pérdidas
judías no fueron únicas, y no ocurrieron de una manera sin precedentes.
No justifican un complejo de culpabilidad en Occidente, y no justifican favoritismo
alguno hacia los judíos".
Un tal revisionismo es grotesco y reprensible. También refuerza el caso
a favor de Israel. La lógica es la siguiente: No hubo Holocausto, así
que Israel no es necesario. ¡ Como si el Holocausto justificara a Israel! ¡Como
si el genocidio perpetrado por europeos justificara el desposeimiento de los
palestinos! Hay suficientes razones para oponerse al sionismo sin blanquear
el crimen más abominable que el fascismo europeo haya jamás cometido.
El sionismo se justifica con la noción de que los judíos como
tales no tienen lugar en las naciones gentiles. En contraste con otras religiones,
dice, el judaísmo contiene un componente nacional, y los judíos
deben tener, por ello, un "Estado Judío". Y ahora viene Alloush, afirmando
que el judaísmo tiene por cierto un componente nacional, o sea el sionismo,
y demostrando lo indeseados que son los judíos. Todo esto sirve la causa
sionista, reforzando la necesidad aparente de un estado judío. Nada en
el judaísmo forma necesariamente la base del sionismo. Este último
apareció, por cierto, dentro de la historia del pueblo judío,
pero la conexión no va más allá. Las plegarias por un retorno
a Sión y la restauración del Templo están vinculadas a
la Edad Mesiánica (por lo cual, durante decenios, la mayoría de
los judíos ultra-ortodoxos se opusieron al sionismo). Como movimiento
nacional laico, el sionismo explotó la cuestión judía y
el antisemitismo como tapadera para el asentamiento colonial a costa de otro
pueblo. Necesitaba un gran pretexto. Anteriores movimientos coloniales habían
logrado dominar regiones foráneas, esclavizando o expulsando a los nativos,
bajo el disfraz de llevar el cristianismo. El movimiento sionista, sin embargo,
llegó incómodamente tarde, cuando el colonialismo estaba en decadencia.
En 1948, la limpieza étnica era considerada un crimen de guerra. Para
un análisis exacto de los orígenes del sionismo, los expertos
árabes harían bien en leer a Abram Leon, un marxista judío
asesinado por los nazis en 1944. En su libro, La Cuestión Judía:
Una interpretación marxista (<WWW.MARXISTS.DE leon religion),
Leon argumentó que el sionismo era "la ideología de la pequeña
burguesía judía, sofocada entre el feudalismo en ruinas y el capitalismo
en decadencia" (Capítulo 7, p.16). En Europa oriental feudal, escribió,
los judíos ocupaban una posición indispensable entre la aristocracia
y el campesinado. Cuando el feudalismo se derrumbó, abandonaron las aldeas
y se fueron a las ciudades. Mientras el capitalismo prosperaba, les fue bien,
buscando la asimilación, sin pensar en Sión. A mediados del siglo
XIX, sin embargo, el capitalismo (aprisionado entre la sobreproducción
y la reducción de la demanda) comenzó a declinar en Europa, intensificando
la búsqueda de mercados externos (imperialismo). En las metrópolis,
la pequeña burguesía no-judía (que no podía invertir
en el extranjero como la gran burguesía) comenzó a competir con
sus homólogos judíos. (Los antisemitas polacos lo llamaron "conquista
de posiciones empresariales") [Leon, 7:3-4].) En estas circunstancias, la versión
capitalista moderna del antisemitismo echó raíces, aunque pronto
comenzó a nutrirse de los vestigios de las formas más antiguas.
Desplazados de sus tiendas y oficios, algunos judíos de la pequeña
burguesía miraron hacia "Sión", adoptando nociones europeas de
nacionalismo, y así nació el movimiento. Trató de ingresar
a Palestina montado sobre el imperio, primero el turco, luego el británico.
"Un mal no puede ser reprimido", escribe Leon, "sin destruir sus causas. Pero
el sionismo desea resolver la cuestión judía sin destruir el capitalismo,
que es la principal fuente de los sufrimientos de los judíos".
El sionismo como retoño del imperialismo
Abed Alwahab Almasiri, experto en historia judía, ha publicado un
libro intitulado: Los protocolos, el judaísmo y el sionismo (Cairo,
2003). Este trabajo progresista, erudito, es excepcional: argumenta contra los
prejuicios que actualmente cunden en el mundo árabe.
Almasiri explica: "El uso de la violencia por el sionismo [en los territorios
palestinos] es un producto natural de la cultura racista, imperialista, en cuyo
marco ha actuado ese movimiento. El sionismo se convirtió en un hecho
consumado sólo con la plena comprensión del imperialismo occidental,
y continúa actuando dentro de este marco. Ve el mundo según el
mapa político imperialista".
"Herzl", agrega Almasiri, "compendió que Occidente podía librarse
de los judíos orientándolos hacia un sitio fuera de sus fronteras.
Comprendió que el único recurso era apelar al imperialismo occidental
como el solo engranaje que podía hacer que funcionara el proyecto colonial
sionista."
Almasiri ve la razón para el poder del lobby sionista en los servicios
que el sionismo rinde a los intereses imperiales de EE.UU. Agrega: "El movimiento
sionista no forma parte de la historia judía No es parte de la Torá
o del Talmud, a pesar del uso que ha hecho de esa imagen que quiere presentar.
El sionismo pertenece a la historia del imperialismo occidental. Es la solución
de éste a la cuestión judía".
La conexión entre el sionismo y el capitalismo es también el tema
de un reciente libro de Shimshon Bichler y Jonathan Nitzan, m'revachei milhama
l'dividendim shel shalom, (Jerusalén, Carmel 2001, p. 479. Cf. pp.
354-56 en la versión inglesa, From War Profits to Peace Dividends,
[De los beneficios de la guerra a los dividendos de la paz] Londres, Pluto Press,
2002:
"Los eventos de los años 90 anuncian el fin del espíritu sionista.
Durante el siglo XX, el movimiento sionista fue mano en mano con el desarrollo
capitalista en el mundo. Como ideología dominante, tuvo éxito
en la fusión de los intereses 'nacionales' con los procesos de acumulación
de capital. En la forma de partidos políticos, logró embotar los
conflictos de clase, mientras movilizaba a una población heterogénea
de inmigrantes para una guerra constante contra enemigos nacionales comunes.
En su forma política ayudó a crear un capitalismo orientado hacia
la guerra, que demostró que estaba entre los mejor organizados del mundo.
La clase gobernante en Israel cristalizó durante la historia sionista,
cambiando los medios de su régimen durante el período colonial,
a través de instituciones estatales, más tarde a través
de su emergencia como el grupo dominante de capitales, hasta su actual transnacionalismo.
Sólo a fines de los años 90 vemos, por primera vez, una contradicción
entre, por un lado, los intereses transnacionales del sector de capitales dominante
y, por el otro, de los intereses existenciales de la población judía
y árabe en Israel."
¿Cómo entonces combatir el sionismo?
Si comprendemos el sionismo como Alloush quiere que lo hagamos, como un producto
del judaísmo, la conclusión inevitable es que no podemos eliminarlo
sin eliminar al "judaísmo" - y detrás de esta cobertura se oculta
el espectro de otro Holocausto. En esto, por lo menos, Alloush es consecuente:
critica un punto en el tristemente célebre discurso de Mahathir Muhammad.
Este último criticó las acciones suicidas. Alloush no las considera
como terrorismo sino como martirologio:
"Sin acción en el terreno, sin alzamientos populares, operaciones militares
y, sí, bombas humanas si es necesario, la opinión pública
en el campo enemigo se va a regodear en los despojos de la conquista, no se
va a solidarizar con los oprimidos". ("The Question of Pro-Palestinian Jews,
http://www.freearabvoice.org,
un sitio en la red bajo la dirección de Alloush.) Sin embargo, si vemos
el sionismo como parte de un desarrollo histórico, si comprendemos que
se hizo posible sólo dentro del marco del imperialismo capitalista, la
conclusión será bastante diferente: la derrota del sionismo sólo
puede ocurrir mediante la lucha contra el capitalismo. Esto requerirá
un marco alternativo, socialista e internacionalista.
Lo decisivo en la actualidad es la posición de cada cual hacia la cuestión
palestina y la ocupación. Todo ser humano que se oponga al sionismo y
crea en la causa palestina, incluyendo a todo israelí que decida tomar
parte en la construcción de una nueva sociedad aquí, no sobre
la base de religión o nacionalidad, sino más bien sobre la base
de un nuevo internacionalismo, es un aliado en la búsqueda de la justicia.