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Medio Oriente - Asia - Africa

26 de enero del 2004

Un esquimal en el Bantustán
Uri Avnery
Traducido para Rebelión por Carlos Sanchis 

Un esquimal va a la ciudad y ve un pedazo de vidrio por primera vez en su vida. El vidrio le parece hielo. El hielo es transparente, como lo es el vidrio. El hielo puede ser masticado. Así pues, el esquimal se pone el vidrio en la boca y empieza a masticar.

Ésta es una conducta bastante lógica. Es una advertencia contra el uso simplista de analogías. Las analogías son un dispositivo útil en muchos casos, pero uno siempre debe verificar hasta donde llega la similitud. No deben aplicarse ciegamente, porque pueden llevar a una conclusión engañosa.

Un caso real es nuestra aplicación del término " apartheid" al conflicto Israelo- palestino, en la esperanza de que la opinión pública mundial presionará al gobierno israelí como hizo con régimen racista en Africa del Sur.

En afrikan, el idioma de los colonos holandeses en Africa del Sur, "apartheid" significa separación, mantener aparte. La política del apartheid estaba, en teoría, diseñada para mantener las razas separadas, pero en la práctica sirvió para privar a los negros de todos sus derechos.

En la persecución de esta política, el régimen racista blanco mantuvo a mucha de la población negra en reservas, donde les dio una autonomía fingida. Semejantes enclaves se denominaron oficialmente "la patria Bantú", por el pueblo Bantú negro de Africa del Sur. Así el odioso término "Bantustán" nació.

Es fácil encontrar similitudes entre los bantustanes y los enclaves en que Ariel Sharon piensa encarcelar a los palestinos en el transcurso de sus " pasos unilaterales." El trazado de "la verja de separación" que está levantándose en Cisjordania crea sobre una docena de bantustanes palestinos grandes y pequeños. Por consiguiente, bien puede llamarse el " Muro del apartheid", sobre todo puesto que " separación" y "apartheid" significan casi la misma cosa.

La realidad en los territorios palestinos ocupados es en muchos aspectos similar a la realidad bajo el régimen del apartheid. Hay (buenas) carreteras reservadas para colonos y soldados, y otras (malas) carreteras para palestinos. Los puntos de control militar y las barricadas que bloquean las vías, donde los palestinos son largamente retenidos mientras que los israelíes pasan libremente, encaja en este cuadro.

Pero uno no debe extender ad absurdum esta comparación y alcanzar falsas conclusiones, porque las diferencias entre los dos conflictos no son menos importantes que las similitudes.

- En primer lugar, la relación de fuerzas. En Africa del Sur, los blancos eran apenas el 10% de la población, mientras los negros eran 77%, y el resto se componía de personas de raza mixta, "coloreds", indios y otros. (Mahatma Ghandi, debe recordarse, empezó su carrera como un joven abogado indio en Africa del Sur, donde libró sus primeras batallas por los derechos de indios y negros.)

En el área de Israel-Palestina, entre el Mar Mediterráneo y el Jordán, los judíos israelíes constituyen una mayoría de aproximadamente el 60%. En el propio Israel, los judíos son más del 80%. Aun cuando esta proporción cambie en el futuro debido a la alta natalidad árabe, no alcanzará las proporciones de Sudáfrica.

- Incluso en la plenitud de la supremacía racista, la economía Sudafricana estaba basada en la mano de obra negra y no podría existir sin ella. Verdaderamente, después de 1967, la economía israelí usó también mano de obra barata árabe, pero cuando la intifada hizo esto problemático, mano de obra extranjera que era aun más barata fue importada.

- Todavía más importante es la diferencia de percepciones. Ni blancos ni negros alguna vez cuestionaron la unidad territorial de Africa del Sur. La lucha era sobre el poder en el estado, no sobre su integridad. Había algunas sugerencias de que los blancos debían concentrarse en la parte del sur del país y preparar un estado blanco separado, pero esto fue rechazado por los blancos fuera de control. Ellos tenían tierra y empresas por el país y no tenían inclinación por dejarlas.

(Tales sugerencias a veces fueron hechas por israelíes que propusieron que la experiencia israelí fuera aplicada a Africa del Sur. De la misma manera, David Ben- Gurion sugirió a Charles de Gaulle una política de concentrar a los colonos franceses en una parte de Argelia y preparar un estado francés-argelino separado. De Gaulle, también, educadamente la rechazó.)

Blancos y negros se definían como sudafricanos. Incluso en la plenitud de la amarga lucha, el objetivo declarado de los luchadores negros por la libertad era establecer un régimen multi-racial en el país. Y de hecho, esta solución fue aceptada por la mayoría en ambos lados y, hasta ahora, parece funcionar.

La realidad Israelo-palestina es bastante diferente. Ninguna persona razonable negaría que hay dos naciones separadas, con percepciones nacionales diferentes y contradictorias, aquí. Un esfuerzo artificial por trasplantar la experiencia sudafricana aquí sería tan infructuoso como habría sido intentar trasplantar la experiencia Israelo-palestina a Africa del Sur.

- Otra diferencia importante radica en la actitud del mundo hacia los dos conflictos. El régimen racista sudafricano nunca disfrutó de la simpatía internacional. Los jefes del "Partido Nacional Afrikaner " que acuñó el eslogan " apartheid" en 1948 cooperaron con los Nazis en Segunda Guerra Mundial y pagaron por ello con tiempo en prisión.

Israel, por contraste, se presentó desde el principio como el " Estado de las Víctimas del Holocausto" y atrajo la admiración del mundo entero. Los gobiernos israelitas sucesivos han tenido éxito malgastando mucho de ese capital, aun cuando ahora muchas personas buenas en el mundo se inhiben de criticar nuestras acciones, en parte por el miedo de ser considerados antisemitas. Y, porque no ha habido, por supuesto, seis millones de ciudadanos americanos de descendencia afrikaner.

La actitud hacia Israel está, lentamente, volviéndose más negativa. No queda mucho de la imagen de "el estado pequeño valiente rodeado por enemigos" y de "la única democracia del Oriente Medio." Somos vistos cada vez más como un ocupante brutal, un estado que viola la ley internacional y las normas morales. El Muro de la Separación, los puestos militares de control y todos los otros elementos de la ocupación están destruyendo nuestro buen nombre, y las citaciones al Tribunal Internacional no nos harán ningún bien en absoluto.

Pero todo esto es ya un lejano lamento de la actitud del mundo hacia la racista Africa del Sur. La gente que cree que la opinión pública mundial derrumbará el régimen israelí como lo hizo en Sudáfrica está engañándose.

Las fuerzas del exterior pueden y deben jugar un papel importante acabando con la ocupación y estableciendo la paz sobre la base de "Dos Estados para Dos Pueblos." A la larga Israel no puede permitirse el lujo de continuar desatendiendo la opinión internacional. Como Thomas Jefferson dijo, ninguna nación puede dirigir sus asuntos sin un respeto decente para la opinión del mundo. Pero la lucha principal está dentro del público israelí, y la carga principal debe ser llevada a hombros por los amantes de la paz y por los que buscan la justicia dentro de la misma sociedad israelí.