Medio Oriente - Asia - Africa
|
27 de enero del 2004
Israel: La decadencia de la moral y Benny Morris
Ali Abunimah
Electronic Intifada
Traducido para Rebelión de Felisa Sastre
¿Cuándo puede llegar a
justificarse moralmente el destierro de un pueblo entero? Que una pregunta
semejante pueda plantearse actualmente en Israel constituye un testimonio desalentador
acerca de los cambios del sionismo en lo que asegura aborrecer. En dos
recientes y extraordinarios documentos- un comentario en The Guardian de
Londres, y una entrevista en Ha'aretz- el historiador israelí, Benny
Morris, prepara el terreno para justificar cualquier atrocidad de Israel sin
importar en qué medida viole los derechos humanos, la ley y la decencia.
El 9 de enero, en una entrevista con Ari Shavit de Ha'aretz, Morris ha
ido más allá de lo que nunca había hecho al calificar el éxodo de los
palestinos en 1948 como resultado de un deliberado "traslado" forzado
por las milicias sionistas. Lejos de sentirse horrorizado, no obstante, Morris
afirma: "Existen circunstancias en la historia que justifican la limpieza
étnica", y admite que "nunca se hubiera creado un estado judío sin el
desarraigo de 700.000 palestinos. Por lo tanto, fue necesario expulsarlos. No
había otra alternativa que echarlos. Era necesario limpiar el interior y las
zonas fronterizas y despejar las carreteras principales...y los pueblos desde
los que se atacaba a nuestros convoyes y colonias".
La aceptación de esta "necesidad" se apoya en la creencia de que los
sionistas tenían derecho absoluto e incuestionable a establecer, por los medios
que fueran, un estado judío en Palestina a pesar de que la tierra se encontraba
habitada.
Morris reconoció esta debilidad y trató de solventarla en su comentario
"Looking at the big picture" del 14 de enero en The Guardian,
donde concede "No se puede esquivar el argumento árabe: 'Sin sionismo no
habría problema de refugiados palestinos'. Pero adoptar un lema semejante
significaría aceptar la idea de que no se debería haber establecido un estado
judío en Palestina (ni, seguramente, en ningún otro sitio). Tampoco se puede
eludir la refutación sionista habitual: 'Sin guerra, no hubiera habido problema
de refugiados palestinos', lo que quiere decir que el problema no lo crearon
los sionistas sino los mismos árabes y que fue el resultado directo de su
violenta agresión a Israel.
Morris sabe- ya que ha escrito sobre ello-que lo que dice es una pura
fabulación. De hecho, declaró a Ha'aretz que recientemente había
descubierto que en "los meses de abril-mayo de 1948, unidades de la Haganah
recibieron órdenes en las que, de forma explícita, se decía que tenían que
desarraigar a los campesinos, expulsarlos y destruir sus pueblos" ¿Cómo
pudieron las fuerzas sionistas haber reaccionado en abril, con anterioridad a
la intervención de los estados árabes, que no se produjo hasta después del 15
de mayo de 1948?
Para Morris, Israel cometió un "grave error histórico" en 1948, al no
llevar a cabo el "trabajo completo" de expulsar a todos los
palestinos. A la pregunta de si hoy apoyaría el traslado y expulsión de los
palestinos de Israel, Cisjordania y Gaza, la respuesta de Morris es
escalofriante: "En estos momentos, no. No estoy dispuesto a ser cómplice
de una acción semejante. En las actuales circunstancias no sería ni ético ni
realista. El mundo no lo permitiría, los estados árabes tampoco; destruiría las
sociedad judía desde el interior. Pero estoy dispuesto a decirle que en otras
circunstancias, en circunstancias apocalípticas, que es probable que se
produzcan en cinco o diez años, podría entender la expulsión".
Morris se convierte ya en "cómplice de esa actuación" porque prepara
el soporte ideológico para hacerlo, en un momento en el que los miembros del
Gabinete israelí claman por la "transferencia", y donde, poco a poco,
Israel está llevando a cabo en los Territorios Ocupados un proceso que conduce
a ese fin. Está convirtiendo la limpieza étnica en algo inevitable y ético, al
fabricar un enemigo inhumano cuya predisposición esencial no está motivada por
ninguna de las acciones de Israel.
Morris dijo a Ha'aretz: "Existe un problema profundo en el Islam. Constituye
un mundo cuyos valores son diferentes. Un mundo en el que la vida humana no
tiene el mismo valor que en Occidente, en el que la libertad, la democracia, la
sinceridad y la creatividad son extrañas. Un mundo que obliga a los que no
forman parte del Islam a jugar limpio...En conclusión, la gente contra la que
luchamos y la sociedad que los envía no tienen inhibiciones morales. Si ese
mundo consiguiera armas químicas, biológicas o atómicas, las usaría. Y si fuera
posible, ese mundo cometería un genocidio".
Morris confunde a todos los palestinos con una monolítica cultura musulmana
fuera de todo contexto histórico, que se encuentra en contradicción insoluble
con Occidente. Para aliviar la ansiedad de Morris sobre el genocidio, Israel-
la encarnación de los valores occidentales- debe destruir a los palestinos. Con
semejante lógica, Morris, el historiador, repudia la historia como búsqueda del
conocimiento y de la comprensión.
En este contexto, consideren cómo trata la cuestión de los refugiados en The
Guardian. Ignorando los siglos de coexistencia judeo-musulmana y las
recientes reconciliaciones tras un conflicto- por ejemplo en Sudáfrica-, Morris
establece la premisa de que el retorno de los refugiados o la creación de un
estado binacional sólo conduciría a "la generalización de la anarquía y la
violencia", así como a la emigración o subyugación de los judíos "en
un estado autoritario, dominado por los musulmanes; un estado gobernado por
árabes". Morris, entonces, sostiene que "Para mucha gente en Occidente
el derecho de los palestinos al retorno a su tierra les parece algo natural y
justo. Pero este 'derecho al retorno' debe ser contrapuesto al derecho a la
vida y al bienestar de 5 millones de judíos que viven en Israel". Morris
pregunta: "¿La destrucción, o cuando menos el desplazamiento forzoso de
esos 5 millones...no sería una tragedia mayor que la que sufrieron los
palestinos en 1948 y, en la actualidad, una mayor injusticia que la
perpetuación de la situación de refugiados de menos de 4 millones de palestinos?".
Resulta penoso leer la entrevista con Morris, en la que llama a los palestinos
"bárbaros" que deberían ser mantenidos en "jaulas". Pero,
después de leer la entrevista, escuché otra con el dramaturgo negro sudafricano
John Kani en la Radio Nacional Pública (http://freshair.npr.org/day_fa.jhtml?display=day&todayDate=01/12/2004).Kani
recordaba los frecuentes interrogatorios a los que un agente blanco del
Servicio de Información le sometía: "Acostumbraba a decirnos que Sudáfrica
nunca, nunca cambiaría. Es una situación creada por Dios. Ellos (los
sudafricanos blancos) eran el pueblo elegido- no los judíos-, y Sudáfrica era
su país y nosotros no éramos lo suficientemente inteligentes para llegar a ser
un pueblo libre ni, incluso, para pensar en que podríamos gobernar".
Al reflexionar hoy sobre aquellas experiencias, Kani dice: "Todavía me río
porque era un estúpido. No se puede ir contra la marea de la libertad...un
pueblo que lucha por su libertad será libre. Tiene a Dios de su parte; el
tiempo está a su favor; la verdad está de su lado: No importa lo fuerte que sea
el enemigo, eso sólo retrasa que suceda lo inevitable".
Palestina-Israel, de forma inevitable, llegarán a ser una democracia para todo
su pueblo. Es inevitable porque, con los esfuerzos colectivos de aquellos que
trabajan por la justicia, conseguiremos que lo sea.
Ali Abunimah es co-fundador de The Electronic Intifada. Este artículo se publicó
originalmente en The Daily Star.
24 de enero de 2004