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El presidente Chávez y el referéndum: mitos y realidades
James Petras
Entre la frustración de la derecha y la euforia de la izquierda, poco se ha
hablado de la compleja y contradictoria realidad política venezolana y de la
especificidad de las políticas del presidente Chávez. Todavía menos se ha
debatido la división entre un Washington dominado por la ideología y un Wall
Street pragmático, entre las políticas de confrontación y las de conciliación, y
entre las convergencias y las divergencias de Venezuela y el resto de América
Latina. Tanto la derecha como la izquierda han vuelto a sus respectivos mitos
sobre el Gobierno bolivariano de Chávez en lugar de analizar las realidades
concretas.
Mitos revisados
Mito nº 1 – Chávez es un presidente impopular al que puede derrotar en un
referéndum la oposición de derechas.
Realidad – La derecha y sus patrocinadores de Washington realizaron un
cálculo equivocado en varios sentidos. En primer lugar, el momento de máxima
debilidad del Gobierno chavista fue después del lock-out ejecutivo de la
compañía petrolera estatal PVDS, que duró desde diciembre de 2002 hasta febrero
de 2003, en un momento en que los precios del petróleo eran mucho más bajos que
ahora, la economía venezolana estaba devastada, los programas de bienestar
social del Gobierno no contaban con los fondos necesarios y las organizaciones
políticas de base eran débiles. Un año y medio más tarde, en agosto de 2004, en
el momento de la celebración del referéndum, las condiciones socioeconómicas y
políticas habían cambiado drásticamente. El ritmo de crecimiento de la economía
era del 12%, los precios del barril de petróleo eran los más altos en muchísimo
tiempo, las inversiones en servicios sociales crecían y su impacto social era
visible y afectaba a amplias capas de la población, a la vez que las
organizaciones sociales de masas se hallaban profundamente implantadas en las
barriadas más populares de todo el país. Claramente, la iniciativa había pasado
de la derecha a la izquierda, pero tanto Estados Unidos como sus colaboradores
de la oposición estaban ciegos ante esta realidad. Después de haber perdido el
control de la industria petrolera estatal y los recursos del petróleo con el
lock-out fallido del 2003, y después de haber perdido también influencia en los
medios militares tras el golpe de 2002, la oposición disponía de pocos recursos
para neutralizar la campaña gubernamental del referéndum y no tenía ningún punto
de apoyo para lanzar un golpe "cívico-militar" posterior a la votación.
Mito nº 2 – Según los analistas derechas, el elemento central del
referéndum era la "popularidad", el "carisma" y el "estilo autocrático" de
Chávez.
En realidad, el referéndum se basó principalmente en una clara división de clase
y de raza. Líderes sindicales no vinculados a la oposición señalaron que más del
85% de la clase trabajadora y de los trabajadores pobres votaba por el
presidente, a la vez que los primeros informes sobre la votación en las
circunscripciones y los barrios ricos mostraban una situación inversa en un
porcentaje del 80%. Un proceso similar de polarización por clases y razas era
evidente en la extraordinaria asistencia a las urnas y en el porcentaje de
votación entre los afro-venezolanos pobres: cuanto más alta era la asistencia,
mayor era el voto favorable a Chávez (votó un 71% del electorado, cifra
inaudita). No hay duda de que el presidente tuvo éxito en la vinculación de los
programas de asistencia social y la identidad de clase al comportamiento
electoral.
Mito nº 3 – Tanto en la derecha como en izquierda se cree que los medios
de comunicación de masas controlan el comportamiento masivo a la hora de votar,
limitan las agendas políticas y conducen necesariamente a la victoria de la
derecha y a la domesticación de la izquierda.
En Venezuela, la derecha controla el 90% de las principales cadenas de
televisión y medios de prensa, y la mayor parte de las principales estaciones de
radio. No obstante, Chávez ganó el referéndum con un margen del 18% (59% contra
41%). Los resultados del referéndum demuestran que unas organizaciones de masas
potentes organizadas en torno a luchas exitosas por las reformas sociales pueden
crear una conciencia política y social en las masas que permita rechazar con
fácilidad la manipulación mediática. El optimismo de las élites, basado en su
"poder estructural" –dinero, monopolio de los medios de comunicación y respaldo
de Washington–, las cegó ante el hecho de que la organización colectiva
consciente puede ser un contrapeso formidable a los recursos de que disponen los
más favorecidos. Del mismo modo, los resultados del referéndum refutan el
argumento del centro-izquierda de que pierde las elecciones por culpa de los
medios de comunicación de masas. El centro-izquierda justifica su adopción del
neoliberalismo como un medio para "neutralizar" los medios de comunicación de
masas durante las elecciones. El centro-izquierda sigue sin reconocer que las
elecciones se pueden ganar a pesar de la oposición de los grandes medios de
comunicación si antes la organización y la lucha de las masas han creado una
conciencia social apropiada.
Mito nº 4 – Según muchos periodistas de izquierda, la victoria de Chávez
refleja una nueva ola de nacionalismos populistas en América Latina.
Existen abundantes pruebas en contra de esta opinión. Brasil, bajo la
presidencia de Lula, ha adjudicado a las corporaciones trasnacionales
estadounidenses y europeas derechos para realizar sondeos petrolíferos, y ha
proporcionado un contingente de 1.500 soldados (junto a Argentina y Chile, entre
otros) destinado a Haití, para estabilizar el régimen títere impuesto por
Washington tras el secuestro del presidente elegido Aristide. Del mismo modo, en
los restantes países andinos (Ecuador, Perú, Bolivia y Colombia) los gobiernos
elegidos proponen privatizar las compañías petroleras públicas, apoyan el ALCA y
el Plan Colombia y pagan religiosamente la deuda externa. Por su parte, el
Frente Amplio de Uruguay propone seguir las políticas neoliberales de Brasil. A
la vez que Venezuela promueve el bloque comercial regional Mercosur, los
principales miembros de éste, Brasil y Argentina, incrementan sus relaciones
comerciales fuera de esta región. En realidad, hay un bloque de regímenes
neoliberales opuesto a Chávez, a sus políticas antiimperialistas y a los
movimientos sociales de masas. Mientras el presidente venezolano mantenga su
política exterior independiente, sus principales aliados serán los movimientos
sociales de masas y Cuba.
Mito nº 5 – La derrota en el referéndum ha sido una derrota táctica
importante del imperialismo estadounidense y de sus vasallos locales.
Sin embargo, una derrota del imperialismo ni significa necesariamente una
transformación revolucionaria, ni conduce a ella, como lo demuestran las
declaraciones postelectorales de Chávez dirigidas tanto a Washington como al
gran capital. Un elemento más indicativo de las políticas chavistas es el
próximo acuerdo de inversión de 5.000 millones de dólares celebrado con Texaco-Mobil
y Exxon para explotar los campos petrolíferos y de gas del Orinoco. La euforia
de la izquierda le impide ver las oscilaciones del discurso de Chávez y del
modelo heterodoxo de asistencia social y de políticas económicas neoliberales
que práctica constantemente.
Las políticas del presidente han perseguido siempre un cuidadoso equilibrio
entre el rechazo al vasallaje respecto a Estados Unidos y la oligarquía rentista
nacional, por una parte, y el intento de forjar una coalición de inversores
nacionales y extranjeros y pobres urbanos y rurales defensores de un capitalismo
del bienestar. Chávez está más cerca del "New Deal" de Franklin D. Roosevelt que
de la revolución socialista de Castro. Tras las tres crisis políticas –el
fallido golpe militar, la derrota del lock-out ejecutivo, y la derrota de la
oposición en el referéndum– el presidente ha ofrecido diálogo y ha propuesto
alcanzar un consenso con los principales "barones" de los medios de comunicación
y los autócratas de las grandes empresas y del Gobierno estadounidense, consenso
basado en las actuales relaciones de propiedad, la propiedad de los medios de
comunicación y la ampliación de las relaciones con Washington.
El compromiso de Chávez con las políticas centristas-reformistas explica por qué
no llevó ante los tribunales a los propietarios de los medios de comunicación
que en su momento hicieron llamamientos al derrocamiento violento de su
Gobierno, y también por qué no ha tomado medidas judiciales contra la asociación
patronal Fedecámaras, que ha incitado a la rebelión militar y a realizar ataques
violentos contra el orden constitucional. En Europa, América del Norte y muchos
otros lugares, unos gobiernos democráticamente elegidos hubieran arrestado y
llevado ante la justicia a éstas elites por actos de subversión violenta. El
presidente Chávez, en cambio, ha reiterado constantemente que sus propiedades,
privilegios y riquezas no corren peligro. Además, el hecho de que estas élites
hayan estado implicadas en tres intentos anticonstitucionales de derrocar al
Gobierno y puedan seguir manteniendo sus posiciones de clase, muestra sin lugar
a dudas que el presidente sigue pensando que dichas clases sociales tienen un
papel importante que desarrollar en su visión de una asociación entre el sector
público y el privado basada en el desarrollo y en un alto nivel de bienestar
social. Tras cinco años gobernando y tres importantes "confrontaciones de clase"
es evidente que, al menos a escala del Gobierno, no ha habido ruptura en lo que
respecta a las relaciones de propiedad o de clase, como tampoco la ha habido con
los acreedores extranjeros, los inversores y los clientes del petróleo
venezolano. Dentro del mismo marco fiscal de los pagos de la deuda exterior, los
subsidios a los exportadores particulares y los préstamos con bajas tasas de
interés a los industriales, el Gobierno ha incrementado la asignación de gasto
estatal destinada a los programas sociales en materia de salud, educación,
vivienda, microempresas y reforma agraria. El Gobierno venezolano puede mantener
este equilibrio entre los intereses de la gran empresa y los de los pobres
debido al alto precios del barril de petróleo y a los grandes ingresos que
proporciona esta materia prima. Igual que los del presidente Roosevelt, los
programas chavistas de bienestar social atraen a millones de votantes de bajos
ingresos, pero no afectan los niveles de ingreso salarial ni crean proyectos de
empleo a gran escala. El desempleo sigue estando en torno al 20% y los niveles
de pobreza alrededor del 50%. El gasto social generalizado ha mejorado la
existencia de los pobres pero no su posición de clase. Chávez reacciona,
alternativamente, de un modo combativo y radical cuando su liderazgo se
encuentra en peligro, y de un modo conciliador y moderado una vez que ha
conseguido superar las amenazas.
Mito nº 6 – Ni la derecha ni la izquierda han sabido reconocer las
diferentes tácticas empleadas, de una parte, por un Washington dominado por la
ideología y, de otra parte, por un Wall Street pragmático. La clase política
estadounidense (tanto los republicanos como los demócratas, tanto la Presidencia
como el Congreso) ha estado activamente implicada en las amenazas, las
intervenciones y el apoyo al destructivo lock-out, en el golpe violento, y ha
buscado el fraude en el referéndum, a fin de expulsar a Chávez. Contrariamente,
las principales compañías petroleras y los bancos estadounidenses y europeos han
seguido manteniendo relaciones económicas estables y provechosas con el Gobierno
venezolano. Los acreedores extranjeros han recibido puntualmente unos pagos de
miles de millones de dólares y no han hecho nada por interrumpir estas
lucrativas transacciones. Las principales compañías petroleras transnacionales
de Estados Unidos proyectan invertir entre 5.000 millones y 20.000 millones de
dólares en nuevas inversiones de exploración y explotación petrolífera. No cabe
duda de que esas compañías hubieran visto con buenos ojos la victoria del golpe
militar, y con ello la posibilidad de monopolizar todos los ingresos del
petróleo venezolano, pero al percibir los errores de Washington están
satisfechas de compartir la riqueza petrolera con el Gobierno de Chávez. Las
divergencias tácticas entre Washington y Wall Street probablemente se reducirán
a medida que el Gobierno de Venezuela entre en una nueva fase de conciliación
con Fedecámaras y Washington. Teniendo cuenta la derrota de Washington en el
referéndum y los grandes contratos petroleros con las principales
transnacionales estadounidenses, Washington buscará probablemente una "tregua"
hasta que vuelvan a surgir nuevas circunstancias, más favorables. Será
interesante observar el modo en que esta posible "tregua" afecte a la política
exterior de Venezuela, tan significativa.
Mito nº 7 – El principal impulso de la actual fase de la revolución de
Chávez es una cruzada moral contra la corrupción gubernamental y contra un
sistema judicial altamente politizado y alineado con la desacreditada oposición
política.
Para muchas personas de la izquierda, el contenido del "no" de la pasada campaña
se enmarca en la proliferación de organizaciones comunitarias de base, la
movilización de las asambleas sindicales y el proceso de descentralización
democrática de participación de los votantes, basado en promesas de futuros
cambios sociales en materia de en medio, ingresó y poder político popular.
Por su parte, las campañas moralizadoras (anticorrupción) están asociadas
generalmente con las políticas de clases medias destinadas a crear una "unidad
nacional", y tienden a debilitan la solidaridad de clase. La creencia de la
izquierda de que las organizaciones de base movilizadas para el referéndum se
convertirán necesariamente en la base de una "nueva democracia popular" tienen
poco fundamento si atendemos al pasado reciente (movilizaciones similares
tuvieron lugar antes del fallido golpe de estado y durante el lock-out de los
ejecutivos). Del mismo modo, las campañas moralizadoras patrocinadas por el
Gobierno tampoco suscitan mucho interés entre los pobres de Venezuela o de otros
lugares. Además, el objetivo de los líderes políticos chavistas son las próximas
elecciones parlamentarias, no la creación de formas alternativas de gobernancia.
La fácil proyección que realiza la izquierda de movilización popular en el
periodo posterior al referéndum crea una mitología política que no puede
reconocer las contradicciones internas del político proceso político de
Venezuela.
Conclusión La masiva victoria popular del "no" en el referéndum venezolano dio
esperanzas e inspiración a cientos de millones de personas en América Latina y
otros lugares, al mostrar que las oligarquías respaldadas por Estados Unidos
pueden ser vencidas en las urnas. El hecho de que los resultados favorables de
la votación fuesen reconocidos por la OEA, el Centro Carter y Washington hace
honor a los cambios estratégicos realizados por el presidente Chávez en el
Ejército, que han garantizado el respeto constitucional. En otro nivel de
análisis, más profundo, las concepciones y percepciones de los principales
antagonistas de la izquierda y la derecha son sin embargo mucho más criticables:
la derecha, por haber superestimado el apoyo político institucional a Chávez en
la actual coyuntura; la izquierda, por proyectar una visión claramente radical
en la dirección de las políticas en el periodo posterior al referéndum. Desde
una posición "realista", se puede llegar la conclusión de que el Gobierno
venezolano continuará con sus programas de bienestar social tipo "New Deal" a la
vez que profundiza sus vínculos con los principales inversores nacionales y
extranjeros. Su capacidad para alcanzar un equilibrio entre las clases sociales,
apoyándose en una u otra, dependerá de la continuidad de los altos ingresos que
proporciona el petróleo venezolano. Si los precios del petróleo caen, será
preciso tomar importantes decisiones: decisiones de clase.
26 de agosto de 2004