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Los PAC y la agenda maltrecha de la paz
Andrés Cabanas
Director de Memorial de Guatemala
La promesa de pago a los ex Patrulleros de Autodefensa Civil, PAC, ratificada
por el actual gobierno, pone en entredicho la ya maltrecha agenda de la paz. En
primer lugar, el pago implica una relectura del conflicto armado finalizado en
1996, relectura que se efectúa en clave de polarización y que retorna al esquema
de pensamiento de los buenos y los malos, de los vencedores y los vencidos. Al
recompensar a los ex PAC por servicios prestados, es obvio que en su lucha
legítima contra los comunistas, se les presenta como patriotas obligados a
armarse para combatir a un enemigo espúreo y extraño, representado por las
organizaciones populares.
Es fácil adivinar quienes están detrás de esta interpretación: los sectores que
promovieron la doctrina de la seguridad nacional y el enemigo interno y
observaron los acuerdos de paz como rendición y derrota. También quienes se
insertaron oportunistamente en la negociación de dichos acuerdos, entre ellos,
algunos renombrados generales de la paz.
En segundo lugar, el pago favorece el deterioro de la sensibilidad social, al
premiar a quienes se armaron, a quienes en muchos casos participaron en hechos
violentos y delictivos, a quienes ejercieron la violencia y a quienes todavía
hoy recurren a la amenaza y la coacción para lograr objetivos políticos. Es
decir, recompensa el uso de la fuerza, la cultura de la violencia y los esquemas
de autoridad presentes en nuestras relaciones personales y políticas, en
detrimento de una cultura de paz.
En tercer lugar, el pago a los el pago a los ex PAC supone un agravio
comparativo en función de los recursos que se destinan a este rubro, y los que
nunca se han erogado para la inversión social (educación, salud, resarcimiento,
vivienda, desarrollo social). Resulta especialmente bochornosa la comparación
entre el citado pago y los 300 millones de quetzales prometidos y no entregados
a la Comisión Nacional de Resarcimiento.
Por último, el proceso de pago alimenta sospechas sobre nuestro futuro político
inmediato. El pago reactiva como sujeto político a un grupo que ya había sido
disuelto y lo sitúa en el centro de la toma de decisiones.
Después de la primera promesa de pago de Portillo; después de su protagonismo en
el ³jueves negro y viernes de luto² de junio de 2003 a favor de la candidatura
presidencial de Efraín Ríos Montt; después de su participación directa a través
de partidos y candidatos en el proceso electoral, ya no cabe hablar de ex, sino
de patrulleros activos, a pesar de su heterogeneidad. Y este grupo ¿qué nuevos
mecanismos de presión, qué nuevas propuestas, qué otros objetivos sectoriales y
contrarios a los Acuerdos de Paz pretenderá?