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Latinoamérica

Detenidos desaparecidos: El juez Guzmán encuentra rieles en el mar

Jorge Escalante
La Nación

"Vinimos a buscar rieles y hemos encontrado rieles", afirmó hoy el magistrado, luego de hallar cuatro trozos de vías en la costa de Quintero, en una diligencia que busca probar que con estas piezas se ataron los cuerpos de los desaparecidos arrojados al mar.

Un riel, que pesa cerca de 40 kilos y con señales de haber permanecido varios años en el fondo del mar, fue el primero de cuatro piezas similares que encontró hoy el juez Juan Guzmán Tapia en las costas ubicadas frente a Quintero, Quinta Región.
La diligencia tenía por objetivo encontrar pruebas que confirmarán los testimonios de los agentes de seguridad del régimen militar que hicieron desaparecer los restos de los presos políticos arrojándolos al mar, atados a esas barras de acero para que sus cuerpos no salieran a flote.
Y este objetivo judicial se cumplió, pues el propio magistrado indicó a La Nación que "he quedado bastante conforme con la diligencia porque vinimos a buscar rieles y hemos encontrado rieles".
Guzmán pedirá ahora que se desarrollen en Santiago pericias químicas y de comparación que determinen la data de los rieles para verificar si ésta corresponde a la fecha en que los organismos de seguridad del régimen de Augusto Pinochet, desaparecieron los restos de las más de 400 personas que según el informe de la Mesa de Diálogo fueron arrojados al mar.
Por ello, el magistrado fue cauto al aseverar que "para tener una certeza se debe realizar una serie de pericias que permitan definir la composición del material extraído, y el período que permanecieron sumergidos en el mar", recalcando que "en este momento no se puede adelantar nada".
Guzmán hizo estas declaraciones luego de desembarcar pasadas de las 14:30 horas, dando por finalizadas así las pericias que se iniciaron alrededor de las 11:30 horas a un kilómetro de la costa de Quintero, en la Quinta Región, a 30 metros de profundidad.
Las pesquisas se enmarcan en el caso Calle Conferencia y en la investigación por la muerte de Marta Ugarte, el juez Guzmán es acompañado por personal del Departamento Quinto de la Policía de Investigaciones y un equipo de buzos tácticos.
Esta tarea da cuenta de la exhaustiva y larga investigación del juez Juan Guzmán y su equipo de detectives del Departamento V, que logró develar el mejor secreto guardado por la DINA: el destino de sus desaparecidos en la Región Metropolitana.
La operación sistemática fue realizada por los pilotos y mecánicos de los helicópteros Puma del Comando de Aviación del Ejército entre los años 1974 y 1978, como lo revela el artículo
Ángeles de la muerte, publicado en noviembre del año pasado por La Nación.
En ese reportaje, se establece como los cuerpos de las víctimas fueron cubiertos por sacos, y amarrados con alambre a un trozo de riel para luego ser arrojados al mar desde helicopteros.
Fueron al menos 40 viajes. En cada uno subieron de ocho a quince bultos a bordo de los helicópteros Puma. De los 12 mecánicos del Ejército que al final terminaron reconociendo las operaciones, cada uno hizo al menos un viaje.
En algunos casos fueron dos, tres e incluso más. Hay otros mecánicos que también participaron en estas operaciones pero que todavía lo niegan.
Casi treinta años se guardó el secreto entre pilotos y mecánicos en el Comando de Aviación del Ejército (CAE), estamento responsable de la operación. Al comienzo todos negaron, varias veces. Los pilotos niegan hasta hoy. Pero los mecánicos quebraron el juramento sellado con la sangre de otros. El juez Guzmán y los detectives que lo asisten tomaron esta hebra y la investigaron silenciosos y pacientes durante más de un año, en el marco del proceso por la cúpula comunista desaparecida de calle Conferencia.
Y si los pilotos indicaron al juez Guzmán el lugar, testimonios de ex agentes que han declarado frente al magistrado en otros procesos, como el de Villa Grimaldi, confirman que esta era la horrorosa forma que encontraron los agentes de seguridad para que los cuerpos de sus víctimas no abandonaran nunca el lecho marino.
Así lo hizo, por ejemplo, el ex agente de la DINA Nibaldo Jiménez, quien confesó que "el general (Manuel) Contreras era quien revisaba las listas y, en definitiva, quien decidía la suerte de los detenidos", junto con asegurar que en Londres 38
había rieles en los que se depositaba el cuerpo sin vida de los detenidos para lanzarlos al mar como lo reveló otra investigación de nuestro equipo en el 2001.