Latinoamérica
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Un año y medio de Lula
Un presidente "obrero" que eligió ser neoliberal
João Da Souza
Estrategia Internacional
El gobierno de Lula ha conseguido hasta ahora "administrar" las profundas
contradicciones que provocaron su propia elección. Las características
estructurales de la crisis económica, política y social que recorren el país aún
no se han desarrollado en fenómenos de gran magnitud de la lucha de clases que
cambien la correlación de fuerzas entre las clases en el país, lo que atribuye a
la etapa un carácter aún no revolucionario, del mismo signo de la etapa que
predominó a lo largo de la ofensiva neoliberal de Fernando Henrique Cardoso (FHC).
Sin embargo, si tomamos en consideración que la elección de Lula en el actual
marco de crisis en que el capitalismo brasileño se encuadra hoy, plantea la
perspectiva de un inédito enfrentamiento de amplios sectores del movimiento de
masas con las direcciones políticas que se constituyeron en el último ascenso
obrero y popular de la década de los '80 y que se transformaron en el principal
instrumento amortiguador de la lucha de clases en el país, podemos afirmar que
la actual etapa no revolucionaria trae consigo rasgos preparatorios de una nueva
fase histórica de la lucha de clases.
En este sentido, Brasil aún confirma las dos variantes centrales que se han
expresado hasta ahora para la dinámica de la lucha de clases en América Latina:
por un lado, Bolivia, Argentina y Venezuela expresan las tendencias a acciones
directas del movimiento de masas; por otro lado, Brasil expresa las tendencias a
desvíos tipo "reformista", constituyéndose como el principal componente
"estabilizador" del subcontinente.
Las contradicciones económicas, políticas y sociales más profundas que recorren
el país se desarrollan de forma latente y se comienzan a expresar por los poros
de la sociedad, combinándose de forma explosiva con la nueva ubicación del PT en
el régimen de dominio -que deja de ser el "partido de la contención" y pasa a
ser directamente el "partido del gobierno"- llegando a generar fenómenos de la
lucha de clases semejantes a los que surgen en otros países de Sudamérica. Se
desarrolla actualmente un proceso de politización de masas e importantes
procesos de organización y fenómenos de lucha en amplios sectores de vanguardia,
expresando elementos moleculares de radicalización y autodeterminación. El
primer proceso de rupturas con el gobierno y el PT, y de reorganización de los
sectores de vanguardia, es lo que da origen al PSOL (Partido Socialismo y
Libertad), a la "Coordinadora Nacional de Luchas" (Conlutas, por sus siglas en
portugués) y a "Fortalecer la CUT", y el propio fortalecimiento del PSTU
(Partido Socialista de los Trabajadores - Unificado). Este conjunto de elementos
define el desarrollo de una situación transitoria con aceleración y
recrudecimiento de los conflictos sociales y políticos.
Sin embargo, en la actual coyuntura, la recuperación económica en curso, sumada
al factor "elecciones", tiende a conseguir estabilizar mínimamente las "crisis
en las alturas" que venían desarrollándose a ritmo acelerado desde el escándalo
de corrupción que envolvió a José Dirceu, ministro de la Casa Civil (Jefe de
Gabinete). Esto tiende a dar nuevas fuerzas a las direcciones políticas,
sindicales y populares que trabajan para amortiguar el descontento del
movimiento de masas y alimentar las ilusiones y las esperanzas en el gobierno,
estimulando la contención de los sectores de la "izquierda del PT" dentro de ese
partido. Sin embargo, los mismos factores de recuperación económica tienden a
alentar luchas por la recuperación salarial entre sectores de la clase
trabajadora.
Las elecciones para el ejecutivo y el legislativo municipal en octubre de este
año, así como la votación de las reformas sindical, laboral y universitaria, se
han constituido en el foco de atención, cumpliendo un papel central en la
definición de la correlación de fuerzas políticas a nivel nacional que surgirá
en el próximo período, así como la dinámica del proceso de rupturas con el
gobierno y el PT tanto en el ámbito sindical como político partidario.
Una etapa no revolucionaria con rasgos preparatorios
La última gran ofensiva de la clase trabajadora brasileña ocurrió en la década
del '80. Fue una década de crisis económicas y políticas para la burguesía y de
importantes conquistas para el proletariado que protagonizó el mayor ascenso de
su historia. Los últimos 12 años, sin embargo, fueron marcados por duros ataques
a las condiciones de vida del proletariado y por una aguda ofensiva de las
clases dominantes.
La llamada "ofensiva neoliberal" tuvo como base económica la enorme entrada de
capitales internacionales asociada al "Consenso de Washington" y la aplicación
de los planes de apertura comercial, apertura financiera, privatización y
flexibilización laboral que permitieron el control de la hiperinflación y
asentaron las bases para la amplia alianza burguesa que se formó en torno a FHC.
A partir de 1997, la crisis del capitalismo mundial y del "Consenso de
Washington", con la clara tendencia a la caída del flujo de capitales
extranjeros para Brasil, trajo a la superficie las fuertes contradicciones
económicas, políticas y sociales que se desarrollaban subterráneamente, ahora
más agravadas aún por la aplicación de los planes neoliberales a lo largo de la
década de los '90, que significaron un salto en el deterioro de las condiciones
de vida de la mayoría de la población, y un aumento de la dependencia económica
del país con relación al capital imperialista. El país se encuentra frente a una
deuda pública y privada impagables, a ramas de la producción destruidas por la
competencia extranjera, deficiencias de infraestructura, sectores centrales de
la economía en poder del capital imperialista, niveles de consumo e inversión
interna en promedios históricos bajos, tasas de desempleo altísimas y caída
permanente del salario real.
El fin de las condiciones económicas que posibilitaron la relativamente estable
hegemonía de una fracción de la burguesía sobre las demás, materializada en la
alianza PSDB-PMDB-PFL, sentó las bases para el desarrollo de una nueva fase
superior de crisis en el interior de las clases dominantes. Esa nueva fase se
vuelve visible desde la división de la base gubernamental de FHC en las
elecciones para la presidencia de las dos Casas del Congreso en 2001. Desde
entonces se agudizaron los conflictos entre las distintas fracciones burguesas
alrededor de las posibles salidas para un nuevo patrón de acumulación
capitalista en Brasil, y que necesariamente va a privilegiar a algunos sectores
burgueses en detrimento de otros. Esos conflictos van a tener su desarrollo más
nítido en las diferencias en torno a la nueva candidatura presidencial de 2002,
y hoy se desarrollan alrededor de las disputas con relación a la conducción de
la política económica del gobierno de Lula.
El PT, con su política de conciliación de clases y amortiguador de la lucha de
clases, fue el principal responsable por el desvío y reflujo del ascenso obrero
y popular de la década del '80, y desde entonces, el del desarme de la clase
trabajadora para enfrentar la ofensiva burguesa que se inicia en la década del
'90. Ya en la transición de la dictadura militar a la democracia para ricos que
vivimos hoy, el PT optó por aliarse con los sectores de la burguesía que se
encontraban en el Movimiento Democrático Brasileño (MDB) para garantizar la
transición "lenta, gradual y segura". Así evitó que las heroicas huelgas que
millones de trabajadores protagonizaban en todo el país llevaran al derrumbe
revolucionario de la dictadura militar1. En 1988, el PT y sus diputados apoyaron
la reaccionaria constitución burguesa que defiende la propiedad privada y con
ello el régimen capitalista de esclavitud de la clase trabajadora. En el "Fuera
Collor", el PT salvó la crisis abierta en el régimen de dominio canalizando
conscientemente todo el descontento de las masas que se expresaba en las calles
hacia la vía constitucional controlada por el impeachment en el Congreso. A lo
largo de la década del '90, en cada ciudad o estado que el PT pasaba a gobernar,
garantizaba la aplicación de todos los planes neoliberales que FHC aplicaba
nacionalmente, siendo que en algunos casos tuvo más éxito que el propio gobierno
federal, como cuando consiguió implementar impuestos a las jubilaciones de los
trabajadores inactivos en Río Grande do Sul, mientras que FHC no consiguió
implementarlo en ámbito federal. En 1995, el PT se pronunció contra la huelga de
los petroleros, a la que el gobierno, para poder derrotarla, tuvo que recurrir
al ejército y sus tanques de guerra invadiendo las refinerías. En 1999, el PT
consiguió evitar que la devaluación del real provocase una crisis de
proporciones semejantes a las que se desarrollaron con la devaluación del peso
en Argentina en 2001 y 2002. En este sentido, la elección de Lula se constituye
sólo como un salto de calidad en este proceso.
La existencia del PT es la base fundamental de la diferencia entre la salida que
la burguesía brasileña ha encontrado para la crisis capitalista que se arrastra
en los diversos países de América Latina y la salida encontrada por la burguesía
de los demás países del subcontinente. Al contrario de países como Argentina,
Bolivia y Venezuela, en los cuales la falta de alternativas del régimen de
dominio dio lugar a grandes fenómenos de la lucha de clases que incluyeron en
algunos casos acciones independientes del movimiento de masas y abrieron
situaciones pre-revolucionarias o directamente revolucionarias, como en
diciembre de 2001 en Argentina y en octubre de 2003 en Bolivia, en Brasil la
burguesía aún pudo utilizar al PT para contener las contradicciones de clase,
imponiendo hasta ahora una salida de tipo "reformista" (que en verdad está
repleta de demagogia y vacío de reformas).
La perspectiva real de crecimiento económico del 4% para este año, fundamentada
en la recuperación cíclica vivida por la economía mundial desde fines de 2002,
no puede más que anteceder crisis económicas aún más fuertes en los próximos
años. Difícilmente la burguesía brasileña conseguirá sustentar ese mismo nivel
de crecimiento en 2005. Para proporcionar una mínima base de crecimiento
económico, sería necesario sostener niveles superiores de inversiones y de
consumo interno. Esto sólo sería posible si reduce sustancialmente el actual
nivel de desempleo, aumenta en forma importante el nivel de ingreso del
trabajador y afluye una nueva ola de capitales extranjeros. Aún así por más que
el actual ciclo de crecimiento económico esté asociado a una cierta recuperación
de los niveles de inversión y de consumo, no es posible mantenerlo en un nivel
sustentable por fuera de un nuevo ciclo de crecimiento mundial, mínimamente
igual o superior al que proporcionó el crecimiento de los Estados Unidos en la
década del '90. Por lo tanto, este ciclo mundial no podrá asentarse sin un mayor
sometimiento de las semicolonias por parte del imperialismo.
En este marco, la disputa entre los pesos pesados de la burguesía para definir
qué sectores de la economía serán destruidos y cuales consiguen adecuarse mejor
como socios menores del capital imperialista es la base de una nueva fase de
crisis que se desarrolla en el seno de la clase dominante del país. Por un lado,
se configura de forma cada vez más clara un amplio bloque en defensa de un mayor
margen de maniobra con relación al imperialismo que permita la utilización del
poder estatal para minimizar el carácter estructural de la crisis económica que
amenaza a importantes sectores de la burguesía y que pueda conceder algunas
migajas a la población para contener futuras explosiones sociales. Son los
defensores de la reducción del superávit fiscal asociado a la negociación de la
deuda para que el Estado pueda reducir los impuestos sobre la producción e
invertir en infraestructura, de la reducción de la tasa de interés y más
recientemente del control del flujo de capitales. Por otro lado, se mantiene
firme en el control de las redes del Estado, el bloque que, más directamente
ligado al capital financiero internacional, defiende una sumisión más rigurosa a
las órdenes del FMI, estableciendo una relación más pragmática en la correlación
de fuerzas de la política interna, tanto con relación a las posibilidades de
desplazar a sectores reales de la burguesía como a la crisis social que alcanza
al país. Desde el punto de vista de la clase trabajadora, lo que cambia es tan
sólo el tipo de soga que la burguesía utilizará para ahorcarla.
Es en este escenario que el PT abandona su ubicación de "pata" izquierda del
régimen de dominio político, en el cual cumplió el papel de "partido de la
contención" del movimiento de masas, y pasa a asumir directamente el papel de
"partido de gobierno". La actual crisis del capitalismo brasileño ha obligado y
obligará aún más al gobierno de Lula a aplicar duros ataques a la clase
trabajadora y al conjunto del pueblo. Como principal aval de este gobierno, el
PT tiende a debilitar su capacidad de actuar como "partido de contención" de las
masas como hizo en las últimas décadas. La enorme cantidad de energías
acumuladas en los últimos años -las mismas que se expresaron en forma
distorsionada con la elección de Lula- en la medida en que no consigan ser
controladas por el PT, abrirán una nueva etapa de la lucha de clases en el país:
una etapa en la que estarán crecientemente enfrentadas una nueva ofensiva del
proletariado por un lado y las divisiones en la burguesía con crecientes salidas
bonapartistas, por el otro. Es en este sentido que, a pesar de la inexistencia
de un cambio en la correlación de fuerzas entre las clases sociales
fundamentales consideramos que en la actual etapa se configuran rasgos
preparatorios hacia un proceso profundo de la lucha de clases en el país.
Una situación transitoria con aceleración y recrudecimiento de los conflictos
sociales y políticos
En la presente situación nacional -considerando un período de tiempo más corto
con relación a la etapa- al mismo tiempo que aún cumplen un papel central los
elementos que han constituido el equilibrio relativamente estable de los
gobiernos de FHC, se desarrollan los nuevos elementos que apuntan hacia una
cualitativa superación de ese equilibrio. La coexistencia de lo "viejo" y lo
"nuevo" atribuye a la actual situación un carácter transitorio.
a) Lo que aún perdura de lo "viejo" en la actual situación
Como afirmamos más arriba, el gobierno de Lula ha conseguido "administrar" la
crisis económica que sufre el país, lo que se expresa de forma más evidente en
las expectativas de que el PBI alcance un 4% de crecimiento en 2004. Distintos
factores han posibilitado esta "administración". La "burbuja" de capitales
especulativos dirigidos a los países semicoloniales en 2003 en función de la
reducción de las tasas de interés en los Estados Unidos se constituye como un
contrapunto a la aguda tendencia de disminución del flujo de capitales
extranjeros hacia el país desde 2001, sentando las bases para una reducción de
las tasas de interés en el segundo semestre de 2003. El actual ciclo de
crecimiento de la economía mundial ha posibilitado un vigoroso aumento de las
exportaciones brasileñas. Ese aumento de las exportaciones está asentado
centralmente en: a) el aumento de la competitividad de los productos brasileños
en función de la desvalorización del real; b) la alta cotización de commodities
exportados por el país en el mercado internacional; c) el "efecto" China; d) el
aumento de las exportaciones hacia Argentina proporcionado por el crecimiento
económico vivido por ese país en los últimos dos años; y e) en la alta
competitividad de algunas ramas de la economía brasileña, principalmente las
ligadas a los agronegocios y la siderurgia. El gobierno ha conseguido "girar"
sus deudas aunque al costo del pago de intereses exorbitantes y del continuo
aumento de las mismas. Desde el punto de vista político el PT ha utilizado su
influencia en el movimiento de masas para incrementar la explotación y la
opresión de la clase trabajadora vía la desvalorización del salario, de la
intensificación de los ritmos de la jornada de trabajo, de las pérdidas de
derechos laborales, del corte en los gastos sociales, etc.
La relación del gobierno con las distintas fracciones de la burguesía y con el
Congreso ha oscilado tanto en función de la economía como en función de la lucha
de clases. En un primer momento, se formó una amplia alianza burguesa alrededor
del aumento de las tasas de interés y del superávit fiscal para sacar a la
economía del peligro de un default a corto plazo que alcanzaba al país en medio
de las elecciones de 2002. A partir de mediados de 2003, cuando comenzó a
establecerse una relativa "administración" de la crisis en la balanza de pagos y
de las presiones inflacionarias, la recesión económica que se agravaba empujó a
diversos sectores de la patronal a una disputa por la reducción de las tasas de
interés y contra el aumento de los impuestos que se diseñaba con la reforma
tributaria. La derrota que Lula impuso a la primera huelga de los empleados
públicos federales y la implementación de la reforma de la previsión social
provocó un nuevo crecimiento de autoridad del gobierno en los distintos sectores
de la burguesía, lo que luego vino a expresarse en la aprobación de la polémica
reforma tributaria. A partir de febrero de 2004, con los escándalos de
corrupción envolviendo a importantes figuras ligadas a Lula y al PT, y con la
primera fuerte caída en la popularidad del gobierno, se abrió una nueva fase de
crisis "en las alturas" que fue atenuada sólo por la consolidación de las
perspectivas de crecimiento económico para este año. En medio de esas idas y
vueltas de la relación del gobierno con los distintos sectores de la burguesía,
que cada tanto se combinan con divisiones dentro de la propia bancada del PT, lo
que ha garantizado la iniciativa del gobierno en el Congreso es centralmente la
influencia que el capital financiero internacional tiene sobre los cuadros del
PSDB y del PFL (que han sido fundamentales para la aprobación de los principales
proyectos del gobierno en el Congreso) y la corrupción en la base del gobierno
vía la liberación de partidas presupuestarias por medio de enmiendas
parlamentarias y cargos políticos.
El viejo elemento central que aún impide un desarrollo superior de las
contradicciones de clase es la importante ilusión que aún existe en el gobierno
de Lula y en el PT, cumpliendo un papel fundamental la actuación de las
principales direcciones del movimiento de masas directamente ligadas a este
partido.
Las direcciones mayoritarias de la Central Única de Trabajadores (CUT), del
Movimiento de los Sin Tierra (MST), de la Unión Nacional de Estudiantes (UNE),
de la Central de Movimientos Populares (CMP), etc., todas articuladas hoy en la
Coordinación de los Movimientos Sociales (CMS), llaman al pueblo, que ya sufre
con los ataques de Lula, a presionarlo por medidas favorables a la clase
trabajadora y al conjunto del pueblo. Se apoyan en el origen obrero de Lula y
del PT para defender que el gobierno sufre supuestas "presiones" por parte del
imperialismo y de la burguesía, y al mismo tiempo llama a los trabajadores a
"presionar por izquierda" al mismo. Difunden la falsa idea de que luchar contra
el gobierno sería "hacerle el juego a la derecha". Hacen coro con Lula diciendo
que el gobierno es lo que es por causa de la "herencia maldita" que recibió de
FHC. En su lema principal se proponen la tarea de "organizar la esperanza". Así,
hacen todos los esfuerzos para que el pueblo acepte los pedidos de paciencia por
parte de Lula.
El hecho de que amplios sectores de la población aún tengan ilusiones y
esperanzas en el gobierno es un enorme obstáculo para que pueda subir a la
superficie el potencial de energía acumulada por el movimiento de masas que
desde hace años viene estando al filo del deterioro de sus condiciones de vida.
Es un enorme obstáculo para que esas energías se transformen en lucha abierta.
Como se ha vuelto cada vez más difícil convencer a la amplia mayoría explotada y
oprimida de la población de que es posible presionar al gobierno por medidas de
las más mínimas como aumentar el salario mínimo, la CUT, el MST y la CMS han
llamado a manifestaciones de protesta como forma de "aliviar" las presiones, al
mismo tiempo que Luiz Marinho de la CUT y José Rainha del MST continúan
intercambiando gorras -con los símbolos de los movimientos- con Lula en el
Planalto. El grado de control de esas protestas por parte de la burocracia se
expresa cuando el propio gobierno las caracteriza como "normales" y dice que
todo eso es parte de la "democracia".
b) Lo "nuevo" que se desarrolla en la actual situación
Desde la llegada de Lula y del PT al gobierno, existen distintos elementos que
recorren los cuatro puntos cardinales del país expresando, por los "poros" de la
sociedad, las contradicciones políticas, económicas y sociales que tienden a
subir a la superficie.
La actual recuperación del crecimiento económico se desarrolla de manera
desigual y precaria. El inicio del aumento de las tasas de interés en los EE.UU.
ya provocó la interrupción de la reducción de las tasas de interés interno
-incluso con perspectivas de aumento en los próximos meses para contener el
aumento de la inflación- y el aumento del costo de las inversiones externas. La
reciente crisis con China en relación a la soja y con Argentina en relación a
los electrodomésticos y vehículos automotores así como el retorno de los Estados
Unidos como gran exportador mundial de soja, muestran las contradicciones y la
precariedad que posee un crecimiento económico basado en las exportaciones, más
aún en un marco de una creciente disputa comercial entre burguesías de distintos
países. El deterioro de la infraestructura ha amenazado la consistencia de la
recuperación económica en curso. "La región sur del país está al borde de un
'apagón logístico' que podrá comprometer el reanimamiento económico, con un
colapso en las exportaciones. La falta de inversiones, por el gobierno federal,
en infraestructura ya dificulta las exportaciones, cuadro que podrá agravarse a
partir del próximo año. El alerta es de empresarios de los tres estados del
Sur".2 La manutención de altos niveles de desempleo, bajos niveles de ingreso y
precariedad del trabajo impiden una recuperación consistente del consumo
interno3. El alza del petróleo en el mercado internacional, el aumento de los
impuestos en el país, el alto precio de las materias primas y el alto precio de
los commodities han provocado una creciente presión inflacionaria. De todos
estos elementos, es importante resaltar que el aumento de la explotación de la
clase trabajadora y el aumento de la dependencia externa agravan aún más las
contradicciones estructurales que alcanzan la economía, donde el escenario
internacional y el aumento de las exportaciones han sido fundamentales para
mantener el crecimiento económico en curso.
Las crisis en la relación del gobierno con las distintas fracciones de la
burguesía y con su base aliada de partidos en el Congreso, incluyendo el propio
PT, han asumido distintas configuraciones. El primer partido en romper con la
base de gobierno fue el PDT, ya en 2003. En 2004, fue el turno del PPS, que se
dividió públicamente en un ala oposicionista liderada por el presidente del
partido, y un ala pro gubernamental, liderada por el ministro de la Integración
Nacional, Ciro Gomes. Después de la primera caída en la popularidad del
gobierno, en febrero de 2004, el PSDB y el PFL, pasaron a endurecer su
oposición. La mayor muestra de esto fue la surrealista votación del salario
mínimo, en la cual las alas más a la derecha de la burguesía defendieron R$
275.00 reales contra los R$ 260.00 defendidos por el PT -quien aún escarmentó a
sus propios diputados que votaron en contra o se abstuvieron. También la
oposición burguesa ha puesto obstáculos a la tramitación de la llamada "agenda
microeconómica" (ley de falencias, ley de asociaciones públicas-privadas, etc.)
componente fundamental de la política económica del gobierno ahora que fue
interrumpida la reducción de las tasas de interés. Todo esto sin mencionar los
enormes alborotos que son hechos a cada escándalo que envuelve el Planalto. Pero
los principales problemas que el gobierno ha tenido en el Congreso son
subproducto de su dificultad para disciplinar a los parlamentarios de los
partidos que componen su base aliada, principalmente el PMDB, un partido de
caciques que no se contentan con la simple liberación de partidas
presupuestarias vía las enmiendas parlamentarias. La disputa entre el grupo
liderado por Renan Calheiros y el grupo liderado por José Sarney para definir
quién ocupa la presidencia del Senado en 2005 fue el telón de fondo de la
derrota que el gobierno sufrió en la votación del salario mínimo en el Senado.
Desde el punto de vista del movimiento de masas, el primer sector social en
salir a la lucha en los primeros meses del gobierno de Lula fueron los
campesinos sin tierra. Mientras la dirección nacional del MST y de la CPT
ubicaban a sus importantes cuadros en cargos del gobierno, como el presidente
del Instituto Nacional de Reforma Agraria, Marcelo Resende, ocupaciones de
tierra comenzaban a desarrollarse por el país contra la voluntad de las
direcciones pro gubernamentales. Las ocupaciones de tierra se han enfrentado no
sólo con las fuerzas de represión del Estado sino también con bandas
paramilitares armadas por los terratenientes, llegando en determinados momentos
a configurar elementos de guerra civil larvada en el campo. Así, el gobierno de
Lula trae consigo el mayor número de muertos de campesinos sin tierra
contabilizado hasta hoy en un mismo año en función de los conflictos en el
campo. A pesar de que la dirección nacional del MST se ha venido esforzando para
evitar las ocupaciones y garantizar una tregua, se le ha vuelto cada vez más
difícil convencer a los sin tierra de continuar esperando en los márgenes de las
carreteras en condiciones de miseria. Esto se expresa en los números récord de
ocupaciones realizadas en los primeros meses de 2004. Desde que Lula llegó al
gobierno, el Ministerio de Desarrollo Agrario, principal responsable en el
gobierno por la implementación de la política agraria y por la relación con los
sin tierra, es ocupado por Miguel Rossetto. Este ministro se reivindica
militante del movimiento trotskysta, integrante de Democracia Socialista,
sección brasileña de la corriente internacional Secretariado Unificado, cuyo
principal partido es la LCR de Francia, llevando adelante toda una política
contra los propios campesinos y encubriendo las represiones en el campo.4
Pero el principal enfrentamiento contra el gobierno de Lula y el PT ocurrido
hasta hoy ha sido la huelga nacional de los empleados públicos federales contra
la reforma de la previsión social. Ya en los seis primeros meses de gobierno,
Lula se enfrentó con una de sus principales bases sociales históricas, que
consiguieron protagonizar una huelga que llegó a abarcar a 450 mil trabajadores
por más de 30 días, enfrentando el abierto boicot de la dirección mayoritaria de
la CUT y con el gobierno de Lula aún en el pico de su popularidad. A pesar de
haber sido derrotados, ya que se implementó la reforma, este año los mismos
empleados públicos federales nuevamente salieron a la huelga, ahora por la
recomposición de las pérdidas salariales acumuladas en los últimos años.
A lo largo de 2003 también se desarrollaron importantes movilizaciones entre los
obreros metalúrgicos, tanto contra la ola de despidos como por la recomposición
de las pérdidas salariales provocadas por la inflación, siendo que diversas
huelgas en el segundo semestre llegaron a conquistar aumentos de un 2% por
encima de la inflación, un hecho que hace varios años no ocurría. Además de
esto, una ola de ocupaciones urbanas protagonizadas por los sin techo recorrió
diversas regiones del país y algunas de ellas llegaron a ganar proyección
nacional, como fue la ocupación del terreno de la Volkswagen en el ABC paulista
que reunió más de 4 mil familias.
En los últimos meses, en el Estado de San Pablo, se han desarrollado importantes
huelgas de los empleados públicos estatales, entre las cuales se destaca la
huelga de 65 días en la Universidad de San Pablo (USP), Universidad del Estado
de San Pablo (Unesp) y la Universidad de Campinhas (Unicamp). Este fenómeno
entre los empleados públicos gana extensión nacional, alcanzando varios estados,
principalmente en el área de la educación.
En el movimiento estudiantil, los universitarios han protagonizado
movilizaciones en diversas regiones del país contra el desmantelamiento y la
privatización de la enseñanza superior y en apoyo a las reivindicaciones de los
trabajadores y profesores de las universidades. Estas movilizaciones han
demostrado un enorme potencial de politización en función del ataque concentrado
que el gobierno quiere dar con la aplicación de la privatista "reforma
universitaria". Los estudiantes secundarios han realizado movilizaciones en
distintos estados contra los absurdos aumentos de las tarifas de autobuses y por
la lucha por el medio-pasaje para estudiantes y desempleados, siendo que en
algunas ciudades llegaron a abarcar en sus movilizaciones a estudiantes
universitarios y sectores de los trabajadores y del pueblo pobre.
Sin embargo, merecen especial atención algunos procesos de radicalización y
autodeterminación que se han desarrollado en forma aislada y aún incipiente en
algunos de estos conflictos.
En 2003, en la ciudad de Salvador, en el Estado de Bahía, 20 mil estudiantes
secundarios de las escuelas públicas de la periferia tomaron las calles de la
ciudad para impedir el aumento del pasaje de autobús, paralizando el tránsito
por una semana y conquistando una importante simpatía de la población. Cuando la
burocracia estudiantil de la Unión Nacional de Estudiantes (UNE) y de la Unión
Brasileña de Estudiantes Secundarios (UBES) -controladas por el PCdoB-
intentaron controlar el movimiento, fueron repudiados por los estudiantes que se
organizaron por gremios en las escuelas y en las manifestaciones. En 2004, en la
turística Florianópolis, cerca de 5 mil estudiantes secundarios ocuparon las
principales calles de la ciudad durante una semana, también aquí ganando amplio
apoyo de la población, y consiguieron hacer retroceder a la alcaldía en el
aumento de las tarifas, al mismo tiempo en que se autoorganizaban en las calles
o en sus escuelas. En Fortaleza, más de 2 mil estudiantes, entre secundarios y
universitarios, aliados al sindicato de los cobradores de autobuses, se vienen
movilizando en los últimos meses contra la implementación de molinetes
electrónicos y la consecuente amenaza de despido de los cobradores y la
restricción del medio-pasaje. En estos tres conflictos, se han dado violentos
enfrentamientos de la juventud con la policía, en los cuales los estudiantes no
han tenido una postura pasiva. Todo lo contrario, varios automóviles de la
policía fueron incendiados y la policía una y otra vez fue recibida con piedras
y cohetes pirotécnicos llenos de pólvora.
Entre las muchas empresas que, en medio de la crisis económica recesiva que ha
venido atravesando el país, han realizado despidos en masa o cerrado sus
puertas, en por lo menos seis fábricas los trabajadores para garantizar sus
empleos y salarios, ocuparon las empresas y se propusieron hacerlas producir sin
los patrones, proporcionando una importante enseñanza para los millones de
trabajadores que sufren con los despidos en todo el país5. Estas son las
primeras señales en Brasil del fenómeno de más de 200 fábricas que fueron
ocupadas en Argentina en 2002, que tuvo como uno de sus centros la maravillosa
experiencia de la fábrica de cerámicas Zanon, donde los trabajadores desde hace
tres años controlan la fábrica sin los patrones y exigiendo que el Estado
expropie la empresa y compre su producción para ponerla al servicio de un plan
de obras públicas. La combatividad de esos trabajadores que ocupan sus fábricas
en Brasil no se ha desarrollado, y por tanto, no ha influenciado a sectores más
amplios de la clase trabajadora por responsabilidad de la corriente política que
asumió la dirección de esos conflictos -O Trabalho (lambertistas), que está
dentro del PT y apoya al gobierno burgués de Lula- que impuso una política
espuria de presionar y negociar migajas con la patronal y el gobierno,
aislándolos y derrotándolos.
Desgraciadamente, tanto el PSTU como las corrientes políticas que hoy se
encuentran en el PSOL, nada hicieron para que ese fenómeno de fábricas que son
ocupadas en Brasil se transformara en un ejemplo para los trabajadores que cada
día caen en la miseria y en el desempleo. Desde ER-QI (Estrategia Revolucionaria
- Cuarta Internacional), pusimos nuestras pequeñas fuerzas para hacer victoriosa
la lucha de los trabajadores de la fábrica Flakepet en San Pablo, combatiendo la
dirección de la corriente O Trabalho y luchando contra la política del PSTU
quien era la dirección sindical del conflicto y capitulaba a la política
conciliadora de los lambertistas. A pesar de que la ocupación de la Flakepet
haya sido derrotada, tenemos orgullo de que las decenas de estudiantes que
llevamos a apoyar a los trabajadores en los días más difíciles de su lucha les
hayan dado fuerza para enfrentar no sólo a la patronal sino también a los
burócratas ligados al PT y al gobierno6.
La huelga de los trabajadores de la Universidad de San Pablo, un ejemplo de
politización y radicalización
La huelga de los trabajadores de la Universidad de San Pablo7 fue el proceso de
lucha que muestra con más claridad la existencia de elementos de radicalización
en el escenario político nacional. Fue una huelga de 65 días en la cual los
trabajadores impusieron parte importante de sus demandas a través del método de
piquetes para impedir el funcionamiento de las unidades centrales de la
universidad, aprobando en asambleas reivindicaciones progresivas como la
recomposición mensual de las pérdidas salariales de acuerdo con el aumento del
costo de vida, la apertura de la contabilidad de la institución para terminar
con el "secreto contable" de las universidades que, a pesar de ser públicas no
rinden cuentas a la sociedad, la expulsión de la policía de los campus
universitarios y la salida del rector vía la implementación inmediata de
elecciones directas en las cuales puede ser candidato cualquier trabajador,
estudiante o profesor8.
Un editorial del principal diario del país muestra, a su manera, la fuerza que
tuvieron estos trabajadores: "La violencia se expresó con más claridad en los
piquetes autoritarios que impedían el ingreso de las personas en el rectorado,
en el edificio del antiguo rectorado y en la prefectura del campus de la USP en
San Pablo, en una clara falta de respeto a los principios elementales y
universalmente aceptados de la democracia. Piquetes igualmente violentos fueron
usados como forma de intimidación en los campus de Piracicaba, San Carlos y
Ribeirao Preto. Los rectorados de la Unicamp y de la Unesp fueron invadidos y
parcialmente depredados" 9. Nosotros, de ER-QI, estuvimos y estamos ligados a
los trabajadores más explotados de la universidad, los que trabajan en el
mantenimiento de la ciudad universitaria y en los restaurantes, que fueron los
principales protagonistas de los piquetes y los principales impulsores de las
reivindicaciones más progresivas que fueron asumidas como banderas del
movimiento. Como estudiantes y como trabajadores de la USP, estuvimos en la
primera línea para forjar una alianza entre el movimiento estudiantil y la
huelga de los no-docentes y para garantizar la resistencia de los piquetes
contra la represión policial. Nosotros tenemos el orgullo de ser parte activa de
la creación de nuevas tradiciones de lucha entre los sectores más avanzados que
hoy salen a la lucha en el país. Luchamos por esos métodos combativos que
reniegan la tradición conciliadora del PT e imponen la fuerza de la clase obrera
desde una perspectiva independiente.
Cuando el rectorado y el gobierno del Estado enviaron a la policía para
desalojar los piquetes, los trabajadores, junto a un sector de estudiantes
combativos, se mostraron dispuestos a resistir con barricadas, palos, barras de
acero y piedras, obligando al rectorado y al gobierno a retroceder para evitar
un enfrentamiento que tendría repercusiones políticas imprevisibles. El acuerdo
firmado entre los rectorados de las tres universidades (la USP, Unesp y Unicamp)
expresa la diferente correlación de fuerzas que se estableció en la USP en
función de los piquetes. Mientras en la Unesp y en la Unicamp el acuerdo permite
sanciones a los huelguistas, en la USP el acuerdo impide las sanciones, y
garantiza el pago de los días caídos y concede un beneficio adicional vía el
aumento del ticket alimentación. Además, los huelguistas reconocen que incluso
para conquistar el 4,18% de reajuste salarial, los piquetes fueron fundamentales
para hacer retroceder a los rectores que en seis negociaciones seguidas
propusieron 0% de reajuste.
No sólo los trabajadores de la USP reivindicaron la apertura de la contabilidad
de las universidades. Al final del conflicto, ya algunos sectores de la Unesp y
de la Unicamp comenzaron a ser influenciados por esa consigna. Este es un
elemento extremadamente importante, pues la lucha por la apertura de los libros
de contabilidad significa una crítica a la forma en como es manipulado el
presupuesto universitario, que mientras reduce el salario de los sectores más
explotados, proporciona enormes ganancias para una burocracia de académicos y
desvía partidas presupuestarias para las Fundaciones privadas10 que cada vez más
toman cuenta de la Universidad. Esta crítica es un primer paso para que los
trabajadores puedan exigir la apertura de los libros de contabilidad de todas
las empresas de la sociedad, mostrando que será imposible acabar con el
desempleo sin atacar las ganancias extraordinarias que la burguesía acumula
sobre la base de la explotación de la clase trabajadora. En este sentido, es una
reivindicación que traspasa los límites de las demandas económicas por mejores
salarios y condiciones de trabajo, y desarrolla la conciencia política de los
trabajadores al enfrentarse directamente con el régimen universitario, que
reproduce dentro de la universidad la división de la sociedad en clases
sociales11. Son reivindicaciones que apuntan hacia la necesidad de que los
trabajadores, profesores y estudiantes, asuman en sus propias manos el control
de la universidad, luchando por un gobierno universitario tripartito con mayoría
estudiantil.
Estos factores muestran que la huelga de las tres universidades tenía fuerzas
para conquistar el 16% de reajuste que se reivindicaba inicialmente. El hecho de
que no lo haya conquistado muestra el papel nefasto que cumplen las direcciones
políticas de los sindicatos de trabajadores y profesores de la Unesp y de la
Unicamp, y del sindicato de los profesores de la USP, que trabaron una batalla
para impedir que la radicalización de los trabajadores de la USP "contaminara"
los demás sectores en huelga. Aún así, en distintos campus de la Unesp, los
trabajadores pasaron a esperar las asambleas del Sindicato de los Trabajadores
de la USP (Sintusp) para después realizar sus propias asambleas, demostrando que
pasaban a ver en el Sintusp una referencia política más importante que su propio
sindicato.
Desgraciadamente, tanto el PSTU como el P-SOL no pusieron prácticamente ningún
peso de sus aparatos partidarios (sean los parlamentarios del P-SOL o los
centenares de sindicatos que el PSTU dirige o influencia) para que la
radicalización de los trabajadores de la USP se constituyera en un embrión de
nuevas tradiciones que la clase trabajadora brasileña precisa para enterrar la
nefasta tradición conciliadora y reformista que el PT a lo largo de dos décadas
trató de difundir.
Desde ER-QI, así como hicimos en la fábrica de industria química Flakepet, hoy
discutimos con los trabajadores más combativos de la huelga de la USP el
significado que tiene esa experiencia para el conjunto de la clase trabajadora
del país y la necesidad de poner en pie una corriente político sindical que
luche por una nueva tradición clasista y antigubernamental en el movimiento
obrero brasileño. Una corriente basada en sindicatos militantes que no se
reduzcan a hacer campañas salariales una vez por año (cuando hacen) y que no
sean entidades vacías completamente aisladas de sus bases, sino que estén
repletas de activistas y que hagan política cotidianamente; que luche por
reivindicaciones capaces de elevar el nivel de conciencia política de la clase
obrera; que luche dentro de la CUT para desenmascarar la dirección pro
gubernamental de esa entidad a los ojos de los millones de trabajadores que
creen en ellas.
Los incipientes fenómenos de radicalización y autodeterminación que se
desarrollan en el país, por más que aún sean moleculares y dispersos, se
encuentran en sintonía con fenómenos de la misma calidad que se desarrollan en
diversos países de América Latina, constituyéndose como los primeros elementos
de una tendencia que se muestra cada vez más fuerte.
El proceso inicial de rupturas con el gobierno de Lula y el PT y la política
del PSTU y del P-SOL
El PSTU tiene hoy un aparato partidario que gira en torno de 3 mil militantes y
dirige o influencia algunas centenas de entidades del movimiento sindical,
estudiantil y popular repartidas por el país, entre los cuales hay sindicatos de
peso como el Sindicato Metalúrgico de São José dos Campos, que reúne 35 mil
trabajadores en su base, y la Federación Democrática Metalúrgica de Minas
Gerais, que reúne 120 mil obreros. Basado en esta estructura, que le permite
aparecer como alternativa a la izquierda más visible para los sectores que
rompen con el gobierno de Lula y el PT, el PSTU ha tomado una importante
iniciativa de organizar los sindicatos más combativos del país para luchar
contra las reaccionarias reformas de Lula, poniendo en pie la Coordinadora
Nacional de Luchas (Conlutas) y organizando una manifestación con cerca de 15
mil personas en Brasil el día 16 de junio. Si por un lado el PSTU da este paso
extremadamente importante hacia adelante, por otro lado comete un terrible error
al llamar a los trabajadores que están dispuestos a organizarse en la Conlutas a
romper con la CUT.
La política de Trotsky con relación a giros de tipo vanguardista o
ultraizquierdista de la Tercera Internacional en la década del '30 tiene que
servir para que el PSTU abandone esta política de romper con la CUT con una
minoría de sindicatos "rojos": "El capitalismo sólo puede continuar
manteniéndose si disminuye el nivel de vida de la clase obrera. En estas
condiciones los sindicatos se pueden transformar en organizaciones
revolucionarias o en lugartenientes del capital que intensifica la explotación
de los trabajadores. La burocracia sindical, que resolvió satisfactoriamente su
propio problema social, tomó el segundo camino. Toda la autoridad de que gozaban
los sindicatos la volvió en contra de la revolución socialista e incluso en
contra de cualquier intento de los trabajadores de resistir los ataques del
capital y la reacción... Desde ese momento, la tarea más importante del partido
revolucionario pasó a ser liberar a los trabajadores de la reaccionaria
influencia de la burocracia sindical... En estas condiciones surge fácilmente la
idea de si no es posible superar los sindicatos. ¿No se puede sustituirlos por
algún tipo de organización nueva, no corrompida, como los sindicatos
revolucionarios, los comités de taller, los soviets y otras similares? El error
fundamental de estos intentos es que reducen a experimentos organizativos el
gran problema político de cómo liberar a las masas de la influencia de la
burocracia sindical. No es suficiente ofrecerle a las masas una nueva dirección
hay que buscar a las masas donde ellas están, para dirigirlas. Los izquierdistas
impacientes dicen a veces que es imposible ganar los sindicatos porque la
burocracia utiliza el régimen interno de estas organizaciones para salvaguardar
sus propios intereses, recurriendo a las más bajas maquinaciones, represiones e
intrigas, al estilo de la oligarquía parlamentaria de la era de los "municipios
podridos". ¿Por qué entonces perder tiempo y energías? En realidad, este
argumento se reduce a abandonar la lucha real para ganarse a las masas,
utilizando como pretexto la corrupción de la burocracia sindical. Se lo puede
desarrollar más todavía: ¿Por qué no abandonar todo el trabajo revolucionario,
dadas las represiones y provocaciones de la burocracia gubernamental? No hay
ninguna diferencia de principios, ya que la burocracia sindical se ha convertido
definitivamente en parte del aparato económico y estatal capitalista. Es absurdo
creer que se podría trabajar contra la burocracia sindical contando con su ayuda
o siquiera con su consentimiento".12
El medio para combatir a la burocracia pro gubernamental de la CUT no es
separándose organizativamente de ella. La CUT, por más burocrática, traidora y
oficialista que sea su dirección, aún reúne en su base 3.315 sindicatos, 7,4
millones de afiliados y 22 millones de trabajadores representados13. Hasta hoy,
de las centenas de sindicatos que el PSTU dirige o influencia, apenas 23
rompieron con la CUT. Según las palabras del principal dirigente sindical del
PSTU, Zé María, en la mejor de las hipótesis, hasta enero serían 100 sindicatos
que romperían, totalizando 600 mil trabajadores representados.
El PSTU llama a la ruptura con la CUT a partir de un encuentro sindical con 90
delegados y 23 observadores representando un total de más de 90 mil
trabajadores14. ¿Cómo es posible que una decisión tan importante sea tomada por
un número tan reducido de dirigentes sindicales? El PSTU tiene que combatir esa
tradición que el PT incrustó en el movimiento obrero, en la cual las decisiones
más importantes son tomadas por una minoría de sindicalistas por fuera del
avance real de la mayoría de los trabajadores, en la cual los sindicatos son
verdaderas "cáscaras vacías" completamente aisladas de sus bases. En vez de
romper de forma vanguardista y aventurera, algo que puede frustrar a la
vanguardia y llevarlos al aislamiento con relación a las masas, el PSTU tiene
que luchar para que la Conlutas se transforme en un ala revolucionaria dentro de
la CUT.15
Con su política el PSTU demuestra que no está dispuesta a combatir a la
burocracia sindical. Así como antes lo hacía capitulándole en todo, hoy, al
evadir el combate, refleja la misma política. El PSTU utiliza como uno de sus
argumentos para romper, la corrupción de la burocracia cutista. Pero, como dijo
Trotsky, combatir la corrupción sindical es un presupuesto de la actividad
revolucionaria y no puede servir como criterio para estar dentro o fuera de la
CUT. Es un vanguardismo del PSTU llamar a romper con la CUT a partir de una
minoría de sindicatos "rojos" sin dar una dura batalla para que la mayoría de
los trabajadores que aún depositan su confianza en la burocracia, hagan
experiencias de lucha que les proporcionen la conciencia necesaria para romper
con ella.
Si por un lado debemos ser los más decididos combatientes por las necesidades
más mínimas de la clase trabajadora, por otro lado, a cada paso debemos combinar
esta tarea con la lucha por reivindicaciones concretas de las masas que se
enfrenten directamente con las bases del sistema capitalista y proporcionen
experiencias que puedan elevar su nivel de conciencia, cumpliendo un papel
transitorio. La combinación entre las reivindicaciones mínimas y democráticas y
las reivindicaciones transitorias es el arma que nos permite combatir la
influencia de la burocracia sobre las masas, constituyendo el programa
transicional por el cual luchamos los revolucionarios. Si en sus discursos y en
sus periódicos el PSTU habla de revolución, en la lucha de clases concreta se
niega a luchar por reivindicaciones que de hecho puedan elevar el nivel de
conciencia política de la clase trabajadora, capitulando al programa mínimo de
los reformistas que se contenta con negociar migajas con la patronal para
engañar a los trabajadores. Es por eso que en cada huelga el PSTU se contenta
con reivindicar mejores salarios y condiciones de trabajo. Al no diferenciarse
por la política, el PSTU es llevado a diferenciarse organizativamente de la
burocracia cutista, adoptando una política abiertamente vanguardista.
La Coordinadora Nacional de Luchas (Conlutas) sólo podrá constituirse como una
corriente sindical verdaderamente revolucionaria si, basada en sindicatos
militantes, en los cuales la mayoría más explotada de cada lugar de trabajo sea
el sujeto de las principales decisiones y los ejecutores de las principales
tareas, luche para que la CUT rompa con el gobierno e impulse una amplia batalla
nacional por el reparto de todas las horas de trabajo existentes entre todas las
manos disponibles con un salario que cubra las necesidades básicas de una
familia; luche por la recomposición mensual de las pérdidas salariales de
acuerdo con el aumento del costo de vida; luche para que toda fábrica que cierre
o despida sea expropiada y puesta a producir bajo el control de los trabajadores
en función de un plan de obras públicas que atienda las necesidades más urgentes
de la población; luche por un gobierno de la clase trabajadora que sea capaz de
implementar estas medidas. Pero no un gobierno de Lula y de Luis Marinho en
alianza con los burgueses, sino un gobierno de los trabajadores en alianza con
el conjunto del pueblo explotado y oprimido, basado en sus propios organismos de
democracia directa.
Por su parte, el P-SOL, con un aparato que gira alrededor de los 700 militantes
y quizás algunas decenas de sindicatos que dirige o influencia, se destaca
principalmente en función de sus parlamentarios y de los intelectuales a los
cuales está ligado. Como el PSTU, el P-SOL no lucha por un programa transicional
capaz de elevar el nivel de conciencia de los trabajadores. En lugar de
aprovechar la tribuna parlamentaria en el debate nacional que surgió sobre la
votación del salario mínimo de R$ 260 impuesto por Lula, para impulsar una lucha
por un salario capaz de satisfacer las necesidades básicas de una familia, por
el reajuste mensual de acuerdo con el aumento del costo de vida y por el reparto
de las horas de trabajo existente entre todas las manos disponibles; los
parlamentarios Joao Batista Araujo, más conocido como Babá16, Luciana Genro y
Heloísa Helena vergonzosamente se limitaron a reivindicar un salario mínimo
miserable de R$ 275 o R$ 300, haciendo coro con los burgueses del PFL y del
PSDB. La principal figura, Heloísa Helena, que es parte de la misma corriente
que Miguel Rosseto, llama a votar a un partido burgués, el PPS, en Maceió en
estas elecciones.
Otras corrientes internas llaman a votar al PCdoB, a partidos de derecha como el
PTC, además del voto al PT. En la reciente orientación política a sus militantes
para las próximas elecciones, llaman a sus seguidores a que voten a todos
aquellos que estén contra la política económica de Lula, lo que abre la
posibilidad del voto para un gran abanico de partidos burgueses. En el terreno
sindical, el P-SOL está iniciando la formación de una corriente sindical que, si
por un lado, tiene el aspecto progresivo de decirse en ruptura con el gobierno y
disponerse a disputar la dirección de la CUT contra la burocracia pro
gubernamental, por otro lado se ha negado a unificarse con Conlutas en la lucha
contra las reaccionarias reformas de Lula, y se niega a ponerse al servicio de
la lucha por las reivindicaciones transitorias más elementales que puedan
garantizar el fin del desempleo y los bajos salarios.
Entre tanto, el surgimiento del P-SOL, de Conlutas y el fortalecimiento del PSTU
son apenas las primeras expresiones del proceso mucho más amplio de experiencia
histórica que el movimiento de masas ha comenzado a hacer con el PT ahora que
Lula está en el gobierno. Pero si lo comparamos con la magnitud total de
trabajadores brasileños, más de 40 millones de asalariados urbanos, más de 17
millones de obreros concentrados en las industrias manufactureras y en las
empresas de transportes y telecomunicaciones; 53 millones de votos en Lula,
medio millón de afiliados en el PT, muestra que ese proceso aún es
extremadamente minoritario y restringido a sectores de vanguardia.
El PSTU, que históricamente tuvo como uno de sus ejes centrales formar un
partido con la izquierda del PT, se golpeó fuertemente con la realidad -en la
medida en que sectores que están en el P-SOL se negaron a formar un partido
junto con ellos-, y desde entonces reivindica la construcción del propio PSTU
como partido revolucionario. Por otro lado, el P-SOL, esperando las rupturas que
podrán ocurrir en las tres grandes corrientes de la izquierda petista
(Articulación de Izquierda, Democracia Socialista y Fuerza Socialista),
reivindica las banderas históricas del PT, negándose a hacer un real balance de
la política de conciliación de clases que desde el inicio delineó la trayectoria
reformista y traidora de ese partido. El PSTU y el P-SOL deben reconocer que por
más que consigan construir partidos con algunos millares de militantes, eso será
completamente insuficiente para responder a las tareas planteadas por la
realidad en curso. La perspectiva de que decenas de millones de trabajadores que
históricamente votaron a Lula y al PT pierdan su referencia política en ese
partido, plantea la necesidad de una táctica de construcción del partido
revolucionario que dialogue con el movimiento de masas. En Brasil se ha
comenzado a hacer una experiencia gigantesca con un partido surgido de la clase
obrera, que ha llevado a un obrero a la presidencia por primera vez en la
historia de Latinoamérica. Por la responsabilidad y el peso político que tienen
junto a la clase trabajadora, el PSTU, el P-SOL y Conlutas deben exigir, en
primer lugar, que la CUT y sus sindicatos adheridos rompan con el gobierno y
adopten un programa de lucha contra él; en segundo lugar, que convoquen a formar
un nuevo partido basado en los sindicatos abriendo una amplia discusión en las
bases obreras sobre el programa y la estrategia, es decir, sobre cómo evitar
nuevas traiciones de los Lulas en alianzas con burgueses "nacionales" y
tecnócratas pro-FMI que hoy forman el gobierno. Esta política es necesaria para
dialogar con los sectores más amplios del movimiento de masas que en el próximo
período cuestionarán profundamente su referencia política histórica en el PT.
Esto es importante porque es necesario plantear a los trabajadores la necesidad
de que las organizaciones obreras sean activas en la vida política nacional,
constituyendo un partido propio que dé respuestas clasistas e independientes al
conjunto de la crisis causada por los capitalistas y prepare a los trabajadores
para dirigir la lucha consciente por el poder. Esta política apunta a que el
proletariado brasileño conquiste su independencia política de clase, tarea que
no se cumplió, por la acción consciente de las direcciones burocráticas y
pequeñoburguesas que lo impidieron, al imponer la conciliación de clases del PT
y de la CUT.
Desde ER-QI estamos dispuestos a discutir programáticamente la construcción de
un partido común con todos los sectores de vanguardia que se reivindican
revolucionarios. Pero creemos que la experiencia histórica de amplios sectores
del movimiento de masas con el PT plantea la necesidad de luchar tácticamente
por un partido obrero independiente basado en los sindicatos que sea un puente
para que los revolucionarios podamos dialogar con la conciencia aún reformista
de las masas e impedir que la burocracia reedite nuevos capítulos de traiciones
equivalentes al PT.
La recuperación del crecimiento y las elecciones alimentan una coyuntura de
amortiguamiento de los conflictos políticos y recrudecimiento de los conflictos
económicos
La recuperación del crecimiento económico en curso tiende a proporcionar mayor
autoridad al gobierno en relación a las disputas entre las distintas fracciones
burguesas, como se puede evidenciar en el reciente paquete tributario que reduce
impuestos para las inversiones: "el paquete tributario anunciado ayer tuvo el
efecto deseado sobre la industria. Las medidas llegaron a ser clasificadas como
un 'marco' en la relación entre la industria y el gobierno" 17. La reciente
conquista del gobierno junto a la OMC, que reduce los subsidios para la
producción de azúcar en Europa, da un nuevo aire para la demagogia de Lula que
busca algún tipo de perfomance "reformista" queriendo ubicarse como portavoz de
los países más pobres en la disputa por mejores espacios con los países
imperialistas. La liberación de partidas presupuestarias para proporcionar mejor
ubicación a los candidatos petistas en la disputa electoral tiende a mejorar la
imagen del PT. Con eso, las direcciones del movimiento de masas ganan nuevos y
más fuertes argumentos para amortiguar el descontento de las masas y alimentar
las ilusiones y esperanzas en el gobierno, formando un "colchón" de relativa
estabilidad en la actual coyuntura. Esto se expresa en las últimas encuestas que
muestran una recuperación de la popularidad del gobierno.
Sin embargo, las profundas contradicciones de un régimen que tiene como
principal sustento a un ex obrero sientan las bases para que ocurran abruptos
cambios en la coyuntura política. La derecha, que vio "robado" su programa por
el PT, para hacer política recurre a denuncias de corrupción que salpican al
gobierno, como pudimos evidenciar en las recientes denuncias al presidente del
Banco Central, Henrique Meirelles, y que provocó movimientos bruscos en los
indicadores financieros. Fue ésta la potencialidad de desestabilización que
observamos en febrero de este año, cuando el "caso Waldomiro" casi derrumba a
uno de los principales ministros de Lula. Pero el gobierno hoy enfoca todas sus
energías en las elecciones, esperando su resultado para poner a votación las
reformas que significan ataques directos a amplios sectores del movimiento de
masas.
La clase trabajadora, por no venir de ninguna gran derrota en los últimos años,
tiende a encontrar en la recuperación económica en curso una motivación para
buscar la recuperación de las pérdidas salariales sufridas en el último período
agravadas por el aumento de la inflación. Es esto lo que comenzamos a observar
en la huelga de los trabajadores de la Ford en Bahía por la reducción de la
jornada de trabajo a 36 horas, la huelga de los trabajadores judiciales en San
Pablo, y la huelga de los trabajadores del Banco Central, que se iniciaba
mientras cerrábamos este artículo. Pero, independientemente de esto, las
reformas sindical y laboral han provocado crecientes realineamientos defensivos
entre los sindicalistas de toda especie, que ven amenazados sus puestos en los
sindicatos.
Las elecciones para alcaldes y concejales en octubre van a cumplir un papel
fundamental en la definición de la correlación de fuerzas políticas nacionales
en los próximos meses. Si el PT crece o permanece estable, como ya indican
algunas encuestas de opinión, será la expresión de que aún existen fuertes
ilusiones y esperanzas en Lula y el gobierno saldrá fortalecido en su relación
con los partidos burgueses tanto de la base aliada como de la oposición. Si el
voto al PT disminuye, mostrando que los elementos de la coyuntura que son
favorables al gobierno no consiguen amortiguar el descontento provocado por el
desempleo y por los bajos salarios, tenderán a acelerarse los ritmos de las
crisis "en las alturas" como los de la lucha de clases. El PSTU, como único
partido de izquierda con presencia nacional, a pesar del programa político
centrista que levanta, será uno de los indicadores que expresarán la dinámica de
desarrollo de la conciencia del movimiento de masas y de la vanguardia del
proceso de ruptura con el gobierno y el PT.
La dinámica de las tres principales corrientes de la izquierda del PT constituye
uno de los más importantes componentes que constituirán la coyuntura después de
las elecciones. Declaraciones de importantes dirigentes de la izquierda del PT
apuntan hacia nuevas rupturas en el futuro. Si los elementos de la coyuntura
consiguen alimentar las ilusiones del movimiento de masas en el PT, tenderán a
retardarse nuevos procesos significativos de ruptura; si por el contrario, el
desempleo, la reducción de salarios y la pérdida de derechos conquistados
continúan desgastando a este partido, esas rupturas tenderán a acelerarse.
Ciertamente la incorporación de esas corrientes a la máquina del Estado
(Articulación de Izquierda y Democracia Socialista poseen cada una su
ministerio, y múltiples puestos en cargos de segundo y tercer escalón) provocará
divisiones en su interior. Sin embargo, en la medida en que controlan aparatos
partidarios, entidades sindicales, estudiantiles y populares, y cargos
parlamentarios y ejecutivos en gran medida superiores al P-SOL y al PSTU,
cualquier ruptura de alas de esas corrientes serían igualmente un importante
factor político nacional, que traerá implicancias no sólo para la psicología del
movimiento de masas, sino también para la base de sustento del gobierno en el
Congreso.
Este conjunto de factores marca una tendencia para que, en la coyuntura actual,
con relación al proceso de rupturas con el gobierno y de reorganización de
amplios sectores de vanguardia, se desarrollen mayores movimientos en el ámbito
sindical que en el político partidario. Es difícil prever los ritmos con los
cuales se debilitarán los viejos elementos o se fortalecerán los nuevos de la
situación transitoria que desarrollamos más arriba. Sin embargo, no podemos
esperar el desarrollo de este proceso de forma evolutiva, sino sometida a saltos
abruptos que pueden ser provocados tanto por factores nacionales como
internacionales. Lo cierto es que la votación de las próximas reformas del
gobierno que atacarán directamente al movimiento de masas se deben configurar
como un punto de inflexión en este proceso. Pero no debemos descartar la
posibilidad de que antes de este hecho, el calendario político pase a ser
marcado ya no más por el gobierno, sino por el movimiento de masas.
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Notas:
1 En 1984, en el día de la votación de la Enmienda Dante de Oliveira que
establecía la implementación de elecciones directas para la Presidencia de la
República, el PT suspende la huelga general que la CUT había convocado y la
Enmienda es derrotada, sentando las bases para la elección de la lista
Tancredo-Sarney por más cinco años por la vía indirecta del reaccionario Senado
de la dictadura.
2 Folha de São Paulo, 8 de agosto de 2004.
3 "La calidad del empleo ha empeorado año tras año. En el primer semestre de
2002, último año del gobierno de FHC, 68% de los trabajadores ganaban hasta dos
salarios mínimos. En el mismo período de 2003, primer año del gobierno de Lula,
ese porcentaje subió a 72,13%. El trabajador despedido fue sustituido por otro
que gana hasta el 40% menos en el primer semestre de este año, dependiendo del
sector en que trabaja. La disminución del salario es un fenómeno que se verifica
desde 1995, cuando el Caged pasó a divulgar datos para el período de enero a
junio. En la media de todos los sectores, la reducción salarial fue del 14% en
el primer semestre de este año, considerados los valores nominales. Se trata de
un fenómeno ejemplificado por el cambio de un salario de R$ 100 por otro de R$
85,96. El año pasado y en 2002, la rebaja salarial fue del mismo orden -varió
entre 14% y 15%. Pero en 2001, año en que la economía sufrió con los efectos del
"apagón", el rebajamiento de salarios fue menor: del 10,3%" (Folha de São Paulo,
01/08/2004).
4 Este hecho absurdo es una vergüenza para el movimiento trotskysta
internacional que exige una amplia campaña de denuncia por parte de todo
revolucionario serio y en especial por parte de las corrientes del movimiento
trotskysta que tienen peso en la vanguardia y reivindican el principio de
independencia de clase y de la no participación en gobiernos burgueses, como en
Brasil es el caso del PSTU.
5 Flakepet (Itapevi-SP); Interfibra (Joinville-SC), CIPLA (Joinvillle-SC);
Flaskô (Sumaré-SP) e Diamantina (Curitiba-PR).
6 Ver artículos en los periódicos Palavra Operária nº 8 y 9, en www.erqi.org.
7 La Universidad de São Paulo (USP) es la mayor universidad del país, con 70 mil
estudiantes, 15 mil trabajadores y 5 mil profesores.
8 En la USP el rector es designado por el gobernador del Estado en base a una
lista triple que le es presentada luego de la elección del claustro de
profesores.
9 Folha de São Paulo, 05/08/04.
10 Las Fundaciones son una "puerta especial" creada para extraer recursos
públicos en provecho de los intereses privados, como mecanismo de burlar la
prestación de cuentas públicas. Por ejemplo, con presupuestos anuales entre 19 y
56 millones, las cuatro mayores fundaciones de la USP, traspasan menos del 5% a
la universidad de todo lo que ganan, donde más del 95% va a las manos privadas.
11 La reaccionaria estructura de poder de la USP está compuesta por un Consejo
Universitario donde la mayoría de la burocracia académica no permite el mínimo
espacio a los estudiantes y trabajadores, a no ser una ínfima representación que
se reduce a 5 estudiantes y 3 no-docentes.
12 Trotsky, "El ILP y la nueva internacional", 4 de septiembre de 1933.
13 Datos extraídos del sitio de la CUT: www.cut.org.br.
14 Datos extraídos de periódico Opinión Socialista del PSTU.
15 Una política mínimamente revolucionaria que el PSTU debería impulsar sería,
en base a la influencia que tiene en los metalúrgicos de Minas Gerais y de São
José dos Campos, organizar a partir de estos dos polos regionales un ala
revolucionaria de la CUT en permanente lucha contra la CUT nacional.
16 El diputado Babá forma parte de la Corriente Socialista de Trabajadores,
agrupamiento hermano del MST de Argentina.
17 Folha de São Paulo, 07/08/2004
Septiembre 2004