El "plan
sombras" de la CIA está en marcha en Venezuela
Por J. Martín Guédez
La oposición venezolana sabe perfectamente que perdieron. Lo sabían antes de que
se diera el acto comicial. No sólo las encuestas les anunciaban el fracaso que
cosecharían fruto de sus errores y los aciertos que en políticas sociales
mostraba la revolución bolivariana, la calle se los confirmaba. Frente a esta
realidad la oposición tenía dos alternativas: Aceptar, con talante democrático,
el resultado, abrir un proceso de autocrítica, renovación de su dirigencia y
formulación de programas alternativos o, continuar corriendo la arruga del
enfrentamiento radical, la desestabilización y la conspiración.
Absolutamente desprovista de liderazgo y vacía de contenidos ideológicos y
programáticos, la oposición sólo actúa como operadora material de los planes y
proyectos de la inteligencia estadounidense.
Medios de comunicación, partidos políticos, organizaciones no gubernamentales,
sectores gremiales y sindicales, ejecutan las líneas de acción que les
transmiten los verdaderos mentores del plan oposicionista.
La realidad de una derrota contundente en el proceso de referendo era conocida a
la perfección por estos amos de la
estrategia. Hace, aproximadamente, un mes, el aparato de inteligencia de la CIA
se reunía en Chile para establecer las líneas de acción posteriores al
referendo. Allí, ante la aplastante evidencia de la derrota se desechó la
estrategia que conducía a la manipulación de los resultados. Los grandes centros
de poder económico mundiales encendieron las alarmas ante el costo demoledor que
tendría, para el equilibrio de los mercados mundiales, especialmente el
petrolero, después de la declaración de los obreros del sector afirmando que
cortarían el suministro de petróleo. La orden fue Plan "Sombras".
Walll Street, si se revisa la prensa de los días previos al referendo, envió una
clara señal a todos los factores involucrados en
el asesinato del proyecto bolivariano. Incluso el poderoso sector petrolero
estadounidense, tan bien posicionado en la Casa Blanca, advirtió sobre el costo
de una aventura semejante. La actitud del Dr. Gaviría (OEA) y del ex Presidente
Jimmy Carter (Centro Carter), en quienes estaba puesta toda la esperanza de
éxito para el Plan Venezuela I, que pasaba por un desconocimiento de los
resultados ha sorprendido a toda la oposición callejera. No han tenido
oportunidad, ni cerebro, para digerir el cambio de luces. Gritan a los cuatro
vientos, sumidos en el desconcierto, que Carter, Gaviría y ahora Powell y Bush
están con Chávez y los han dejado solos. Los más cercanos a la verdadera
estrategia simulan estar sorprendidos. No lo están. Saben a donde van, que
quieren y como hacerlo.
El periodista de El Nacional y acérrimo opositor a Chávez, Manuel
Felipe Sierra, acaso en un descuido esbozó, el mismo día 16, la estrategia
desestabilizadora para los días siguientes. Junto a otro no menos rabioso
antichavista, Leopoldo Castillo, en su programa de propaganda terrorista emitido
cada tarde por la punta de lanza de la guerra psicológica, Globovisión,
afirmó: "Ahora hay que endurecer las acciones. Hay que ponerle "plomo en
el ala" al triunfo de Chávez. El "plomo en el ala" que derribó a Fujimori: EL
FRAUDE. Hay que lograr que el fraude lo lleve a la historia junto al Pérez
Jiménez del 57 y a Fujimori. Si lo deslegitimamos el mandado está hecho".
El "Sombras" está claro. Un Presidente "tramposo" sobre cuyo triunfo exista la
sombra del fraude es derribable. Contra un
Presidente deslegitimado a punta de propaganda cualquier acción militar e
incluso terrorista, - incluyendo el magnicidio - se explica.
Todo el clima de agitación social posterior estaría claramente justificado. El
proceso bolivariano tiene entonces la dura tarea de
impedir que, la honestidad, rectitud y pulcritud revolucionaria sea manchada por
nadie. El revolucionario no es caimán de la misma charca que los politiqueros
corruptos tradicionales. Una revolución verdadera, - y la bolivariana lo es - no
puede, ni por un segundo, ser salpicada por el fango hediondo de sus cochineras
tradicionales.
Estos miserables vienen a cargarse aquello que nos es más caro: Los valores
profundos de humanidad, limpieza y veracidad que acompañan al revolucionario
como la piel al cuerpo. Históricamente ese es nuestro único capital. A lo largo
del tiempo ser revolucionario sólo acarrea intolerancias, persecuciones,
encarcelamientos, desempleo y muerte. Aún así, en un mundo absolutamente hostil
a sus ideales, el verdadero revolucionario sobrevive aferrado a su verdad. La
verdad de su lucha por un mundo justo. La verdad de su amor por todos, pero
especialmente por los marginados, los pobres, los excluidos. Ese es el capital
histórico del revolucionario y contra ese supremo valor es que arremete la
estrategia del imperio. Quieren dejar la revolución sin el
yelmo de la justicia, el escudo de la verdad, la espada de la paz, las sandalias
del amor y una vez desarmada aplastarla como a cualquier mentira.
Esa es la estrategia concertada en Chile por el Comando Sur de la CIA. De esa
brutal estrategia concertada y millonariamente
financiada tenemos que defender a nuestra aún niña revolución bolivariana. Ese
es el escenario que han armado para lo que han
denominado la estrategia "El Plan Sombras" post referendo. De modo que saben muy
bien que no tendrán éxito, - acaso ni quieren tenerlo - en revertir los
resultados. Están concertados en arrojar basura sobre el más hermoso ejemplo
dado por el pueblo venezolano en defensa de su revolución. A todos, dentro y
fuera de Venezuela, yo me permito alertar sobre esta nueva "pica en Flandes" que
la CIA y el Imperio está clavando en las limpias playas de este proceso. Esperan
forjar la matriz de opinión que les permita arremeter con todas sus fuerzas
contra la revolución bonita. Hemos de poner todo nuestro empeño porque esta
canallada no les funcione. Nuestro proceso es revolucionariamente honesto y
además, -como la mujer de César- también ha de parecerlo.